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Siria y Rusia: doble fracaso de Trump

Fuentes: Rebelión

A pesar del empleo a fondo del aparato mediático del imperialismo estadounidense y de sus subalternos europeos para responsabilizar al gobierno de Bashar al Assad del uso de armas químicas en la cruenta guerra en Siria, la calumniosa especie no ha cuajado. Es más: cada día que pasa crece la convicción de que el ataque […]

A pesar del empleo a fondo del aparato mediático del imperialismo estadounidense y de sus subalternos europeos para responsabilizar al gobierno de Bashar al Assad del uso de armas químicas en la cruenta guerra en Siria, la calumniosa especie no ha cuajado. Es más: cada día que pasa crece la convicción de que el ataque a la localidad Jan Sheijun fue un clásico atentado con bandera falsa de Estados Unidos para culpar al gobierno sirio y así crear el ambiente mediático condenatorio que sirva de base, mediante una invasión militar directa, al ulterior derrocamiento del gobierno de Assad, añejo anhelo de Washington.

Pero es claro que ese derrocamiento no será posible mientras Rusia apoye al gobierno sirio. Así las cosas, es también claro que el atentado referido busca minar el respaldo ruso a Assad. Es decir, obligar a Vladimir Putin a deslindarse del presidente árabe, para evitar ser señalado como cómplice en el uso de armas químicas. Una clásica operación de pinzas. La doble jugada estadounidense tiene su lógica: frente al caso de las armas químicas, a Putin podrían temblarle las rodillas y finalmente ceder al chantaje de Washington. Exactamente eso pretendían las palabras del secretario de Estado, Rex Tillerson, cuando conminó a Putin a decidir entre Washington o Damasco.
Esa lógica, sin embargo, no es muy sólida. El asunto va más allá de la valentía o cobardía personales de un jefe de Estado. Putin entiende bien que en el actual ajedrez internacional, el objetivo último de la Casa Blanca es debilitar al máximo a Rusia y, más adelante, liquidarla como gran potencia y poderoso rival económico, político y militar de Estados Unidos.

No es esperable, en consecuencia, que Putin ceda al chantaje. Y sí, en cambio, es previsible que el gobernante ruso responda a la provocación y al chantaje estadounidenses con sensatez pero con firmeza. Y esa respuesta comienza, necesariamente, con la continuación tanto del respaldo al gobierno de Assad como con el combate a los fanáticos yihadistas que, creados y al servicio de Washington, son pieza importante en el trabajo de debilitamiento de Rusia y su sometimiento a los dictados de Estados Unidos, como es el caso, por ejemplo de Alemania, Francia, Inglaterra, Japón, Italia, Bélgica, Holanda, España y otros.

Una primera señal objetiva de que Rusia no va a ceder se dio en la reunión sostenida por el canciller ruso, Sergei Lavrov y su homólogo Tillerson. El único fruto del encuentro fue el compromiso de ambos gobiernos de investigar exhaustivamente el origen real del ataque químico, lo que constituye una derrota de la versión estadounidense. Y lo que, de paso, desmonta la estrategia yanqui de chantajear a Putin para que rompa su alianza con Assad.
El atentado con bandera falsa del ataque químico mandó el balón a la cancha de Putin. Pero éste, en seguida lo regresó al campo estadounidense. ¿Qué van a hacer Trump y Tillerson con ese balón de regreso a su propio campo? Por lo que se ve, Trump tiene ya demasiados problemas y enemigos domésticos. Y éstos, sumados al presente rotundo fracaso de su política internacional, lo debilitan más.

El ataque con misiles a la base aérea siria lo malquistó con su base electoral que no quiere más guerras. Y ahora su fracaso para sacar a Rusia del juego lo malquistará con los sectores financieros, mediáticos y bélicos que promovieron o aplaudieron ese ataque.

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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.