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Solucionar la inestabilidad política en Guinea es un imperativo para África Occidental

Fuentes: Umoya

Después de 18 días de huelga general convocada en enero por los dos principales sindicatos guineanos – CNTG y USTG -, apoyada por prácticamente todos los partidos de oposición y fuertemente secundada por la población, el Presidente Lansana Conté se comprometió a nombrar un nuevo Primer Ministro con amplios poderes ejecutivos respondiendo así a la […]

Después de 18 días de huelga general convocada en enero por los dos principales sindicatos guineanos – CNTG y USTG -, apoyada por prácticamente todos los partidos de oposición y fuertemente secundada por la población, el Presidente Lansana Conté se comprometió a nombrar un nuevo Primer Ministro con amplios poderes ejecutivos respondiendo así a la reivindicación más importante de los manifestantes. Sin embargo, el recién elegido para el puesto, Eugene Camara, es considerado por la oposición como un títere de L. Conté, lo que ha provocado el reinicio de las protestas en Conakry y sumado 18 nuevas muertes a las 59 producidas durante las dos semanas y media de huelga. Además, el Gobierno ha decretado el estado de sitio y ha llamado al ejército a hacer todo lo necesario para evitar la guerra civil.

El fuerte movimiento de oposición contra el Presidente (acusado de realizar una pésima gestión de la administración del país, prácticas de corrupción y por su régimen represivo) aumentó considerablemente a partir de abril del pasado año cuando éste tomó la decisión de destituir al Primer Ministro Cellou Dalien Diallo, nombrado apenas 17 meses antes con la aprobación de los partidos de la oposición que veían en este gesto una apuesta aperturista de L. Conté. Ante el pésimo estado de salud del líder del Ejecutivo, numerosas voces de la oposición se alzaron pidiendo la creación de un gobierno de unidad nacional que hiciera posible la transición democrática en las elecciones previstas para 2007. Sin embargo, el nuevo gabinete propuesto por L. Conté después de la destitución de varios ministros en abril, daba un giro autoritario al Gobierno, alejándose las esperanzas de cambio. Las últimas injerencias del Presidente guineano en el poder judicial, poniendo en libertad en el mes de enero a dos altos cargos que cumplían penas por corrupción, han sido el detonante del descontento popular.

En menos de doces meses el país ha sido escenario de tres huelgas generales, siendo esta última la que ha alcanzado mayor virulencia y cuyas demandas han tenido un importante componente político. Se trata de la primera vez desde que Lansana Conté accedió al poder en 1984 con un golpe de Estado, en que la población civil se manifiesta de forma masiva contra el régimen, debido a que este tipo de protestas están prohibidas y son duramente reprimidas por los cuerpos de seguridad del Estado, acusados de torturas y ejecuciones extrajudiciales en numerosas ocasiones por diversas ONG. En este sentido, la permanencia en el poder de L. Conté depende en gran medida de la fidelidad que le demuestren las FFAA guineanas, cuyos altos mandos siempre han sido la mano derecha del Presidente.

La situación geográfica de Guinea hace que su estabilidad sea de gran importancia para el futuro de sus países vecinos. Sierra Leona y Liberia se encuentran en pleno proceso de rehabilitación posbélica y enfrentan múltiples retos para lograr la paz y la seguridad. Igualmente, la mayoría de los refugiados marfileños se encuentran en suelo guineano, mientras la falta de avances en el proceso de paz en Côte d’Ivoire continua impidiendo su regreso. Por esta razón, la comunidad internacional debería aumentar los esfuerzos para lograr abrir nuevas vías de diálogo que promuevan la democratización del régimen guineano y den respuesta a las demandas de la sociedad civil.