Recomiendo:
0

Tragedia en Sudán

¿Son los ocupantes de Irak la respuesta aquí?

Fuentes:

Tony Blair dice que 5.000 soldados británicos están dispuestos para intervenir en Darfur, el Oeste de Sudán. Nadie puede dudar del terrible sufrimiento de la región. Pero la intervención de las fuerzas militares no hará sino empeorar la situación. Las tropas británicas ya han ayudado firmemente en conflictos petrolíferos vendiendo armas a lo largo del […]

Tony Blair dice que 5.000 soldados británicos están dispuestos para intervenir en Darfur, el Oeste de Sudán. Nadie puede dudar del terrible sufrimiento de la región. Pero la intervención de las fuerzas militares no hará sino empeorar la situación. Las tropas británicas ya han ayudado firmemente en conflictos petrolíferos vendiendo armas a lo largo del continente africano. Lo que Darfur necesita es una avalancha de comida, agua y otras asistencias, no bombas ni armas.

La tragedia de Sudán es producto del colonialismo, un sistema mundial que sujeta a cientos de millones de africanos a la casi hambruna, y las maniobras de los grandes poderes y las multinacionales. Los poderes imperiales que presiden este sistema no resolverán los problemas de Sudán.

El pasado mes el informe de desarrollo humano de las Naciones Unidas mostró que la expectativa de vida en África está cayendo. En siete países, está ahora por debajo de los cuarenta años. La malnutrición y la pobreza están subiendo.

Este es el mundo que Blair y Bush defienden: uno en donde la gente todavía hambrienta, con falta de protección básica y sin acceso a agua potable, mientras que los EEUU gastan 400 billones de dólares al año en armamento. Esta supuesta preocupación para África es una cortina de humo sobre sus motivos reales.

División artificial

La crisis en Darfur está rodeada de mitos. Muchos acontecimientos de la lucha sugieren que es entre «árabes» y «africanos». Algunos incluso dicen que es entre musulmanes y cristianos. De hecho, toda la gente en Darfur es musulmana.

Hay están las distinciones tradicionales entre diferentes grupos. Pero, como en otras partes de África, éstas están basadas más en funciones económicas que en la raza. Existen dos clases de grupos en la sociedad de Darfur. Los primeros son granjeros, quienes se dedican al cultivo. Los segundos son pastores nómadas que cuidan de camellos y ganado. El primer grupo es al que los medios de comunicación llaman los africanos. Al segundo, lo llaman los árabes. De hecho, los dos grupos se parecen el uno al otro, hablan el mismo lenguaje, dependen el uno del otro para los medios de vida y, en muchos casos, comparten vínculos familiares.

Como Alex de Wall escribió en el «Observer» el domingo, «Los árabes de Darfur son negros, indígenas, africanos y musulmanes -justo como los no-árabes de Darfur, quienes son originarios de Fur, Masalit, Zaghawa y una docena de tribus más pequeñas.»

Durante siglos estos grupos han tenidos enfrentamientos en diversas ocasiones, pero también se han casado entre sí y cooperado entre ellos. En la mayoría de los casos, las disputas sobre el agua y los derechos sobre la tierra fueron resueltos por negociaciones y compromisos.

Cuando los medios de comunicación y los gobiernos del mundo hablan de guerra entre árabes y africanos, ellos están haciéndole el juego a los gobernantes de Sudán. Lo que ahora llamamos Sudán, es una creación del colonialismo, por el que lucharon Francia y Gran Bretaña hace un siglo.

Es en este país en donde el héroe británico imperialista, el General Gordon, fue asesinado en Khartoum en 1885 por los indígenas que se habían alzado contra las leyes extranjeras.

El colonialismo británico dividió Sudán entre norte y sur, (las raíces de otra guerra civil moderna en Sudán, separadas una de otra por en Darfur), y atizó las divisiones étnicas para hacer su dominio más fácil.

Trabajo barato

Desde su independencia en 1956, el gobierno sudanés ha suprimido violentamente cualquier movimiento hacia la autonomía regional, porque esto puede amenazar su control sobre las reservas de petróleo.

En la última década, la pobreza de Darfur ha empeorado. El gobierno central también ha presionado para abaratar el trabajo en la zona. Todo esto condujo a la revuelta, que se ha incrementado exponencialmente desde hace un año.

Para romper la rebelión, el gobierno ha acentuado las diferencias étnicas, animando a algunos grupos a verse así mismos como los únicos «árabes».

Esto es la trastienda de a presente guerra, con el gobierno usando helicópteros, armas y jet para respaldar a las milicias que crecen para destrozar poblados y asesinar a sus oponentes.

Occidente ya ha intervenido desastrosamente

Conflictos como Darfur no tienen una explicación sencilla en lo referente a lo que ocurre en la zona. Los EEUU hace mucho que están interesados en Sudán. Sonará «sorprendente» que los motivos han girado siempre sobre el poder y el petróleo.

En 1970 Sudán era un aliado preciadísimo de la Guerra Fría, en ese sentido Jaafar Nmeiri movió Sudán desde las alianzas con el bloque soviético a abrazar a occidente. Llegó a ser el mayor beneficiario de asistencia extranjera de los EEUU en todo el África sub-sahariana.

En los años ochenta, la firma estadounidense Chevron invirtió un billón de dólares en prospecciones de petróleo en el sur de Sudán. Hasta después de la caída de Nimeiri en 1985, los EEUU respaldaron al gobierno sudanés para promocionar su petróleo y sus intereses estratégicos.

Los EEUU mantuvieron la asistencia y aliviaron a deuda a Sudán, a la vez que estaban llevando a cabo una cada vez más destructiva guerra en el sur, más que la actual en Darfur. Pero en 1989 la Guerra Fría terminó, y a la vez, el movimiento islamista de Omar al-Bashir tomó el poder en Sudán. Chocaron con los EEUU porque rehusaron apoyar en 1991 la guerra con Irak. Los EEUU respondieron deteniendo la ayuda con alimentos en una época de hambre desesperada.

Sudán era ahora señalada como país «terrorista». Pero el dinero de nuevo habló, y la Administración de Bill Clinton comenzó a hacer tratos con el gobierno para explotar sus reservas de petróleo. La política cambió otra vez después de las bombas en las embajadas de EEUU en Kenya y Tanzania.

En 1998, Clinton anunció que Sudán estaba ayudando a los terroristas y lanzó una ráfaga de misiles cruceros, destruyendo la única planta farmacéutica del país. Ésta producía el 50% de las medicinas y vacunas veterinarias del país. La destrucción de la planta de al-Shifa condenó a muchos miles de personas a la muerte, y los EEUU han rehusado a día de hoy a indemnizar al gobierno sudanés o a los propietarios de la planta.

Ahora Bush ha girado de nuevo otra vez para mantener relaciones más amistosas con el gobierno para limpiar el camino para más acuerdos petrolíferos.

Hasta muy recientemente EEUU evitaba toda mención a los disturbios en Darfur en caso de poner en peligro los acuerdos de paz entre norte y sur. Estos acuerdos podrían permitir mayor estabilidad para las multinacionales del petróleo.

Hace una década, EEUU fue a Somalia en la misma región, dio marcha atrás por las imágenes de hambre y guerra entre brutales señores de la guerra. En unos pocos meses, los EEUU fueron odiados por los somalíes, quienes les habían dado la bienvenida. Las tropas de EEUU no hicieron nada por parar el hambre y finalizó entregando el poder a los señores de la guerra que se suponía que habían desarmado. Es improbable que sea muy diferente de las tropas británicas en Sudán.

(Artículo aparecido en el Socialist Worker, nº 1912, de 31 de Julio de 2004. Traducción libre hecha por Liga Marxista, Islas Canarias)