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El autor de la viñeta sobre Mitrofan responde al juez que le absolvió por injurias a la corona

Soy delirante…

Fuentes: Rebelión

Soy delirante, que no delineante. Me gustan los gorros de tela y de ante. Meriendo fiscales con jamón y guisantes. Más vale pronto, temprano, que antes. El juez se las daba de lustre importante, muy diligente, capaz pertinente, de verdad complaciente, nada distante, permaneció sonriente y poco pedante durante el juicio trancurriente, cosa inteligente -téngase […]

Soy delirante, que no delineante. Me gustan los gorros de tela y de ante. Meriendo fiscales con jamón y guisantes. Más vale pronto, temprano, que antes. El juez se las daba de lustre importante, muy diligente, capaz pertinente, de verdad complaciente, nada distante, permaneció sonriente y poco pedante durante el juicio trancurriente, cosa inteligente -téngase presente en un público sirviente de todos referente. Resultó gratificante, y hasta sorprendente ver en la Nacional Audiencia cosa semejante: un juez que dejaba expresarse.¡Qué talante tolerante! Por algo me declaró inocente, en aquel mismo instante, que no culpable indecente, si bien rimbombante declarante, y reincidente por accidente en lo tocante. ¡Querido Watson…¡Evidente! Si se me apura ¡Muy interesante! ¡Muy interesante! Una hormiguita sobre un elefante…

Pero ahora, el puñetero togante, viendo perdida la ocasión de España ser infante, si de la turba viene turbante y de la tuna tunante, por arrogarse el derecho sea entonces arrogante, a caso por no echarme el guante, toma por indicante lo ausente por lo primante y aún no viéndome delincuente, farsante, ni simulante, ahora que no me tiene enfrente, a falta de médico volante, quien allí lo escuchó entretenido y excitante, percibe en mí discurso delirante e hilarante, que se hace a mi mente muy chocante, cuando no rebuznante, apremiante, justificante, disculpante, algo inquietante, por darle pie al insistente, persistente fiscalizante, y sospecho en esto me conviene ser donante que no tomante por detrás o por delante, pues si algo fue en su momento, mejor se dice coherente, elocuente, congruente y sincerante, dado que de rositas me marché tan campante y triunfante, ante su presencia complaciente, para nada ambivalente, y no como un penitente implorante, temeroso del religante Dios al que tiene delante. Claro que entre tanto entente de Honrubia y Rubira, rubios querubines, rubíes rubenes ruborizantes… más le hubiera valido en su honorable rubeola sentencia sonrojante, hablar de un fiscal ignorante, de una querella indolente, de una ley vergonzante, de una justicia insultante, un trato al ciudadano verdaderamente injuriante, cuando menos humillante tratando de delincuente al que solo es escribiente, y por consiguiente, haberse abstenido de decir nada de éste ciudadano de la república amante, azote de los mangantes, mente brillante, lengua sobresaliente, ente eminente, lúcido preponderante, lógico independiente, si se quiere, algo hiriente por criticante, rara avis en la mediocridad de éste reino reinante e imperante.