Traducida del alemán para Rebelión por Aída Rodríguez
20 años después del final del apartheid, Sudáfrica continúa luchando contra su duro legado, corrupción y promesas rotas. La impaciencia de los pobres crece. La élite retrata a Nelson Mandela como un santo pero no hace sacrificios.
Dennis Goldberg en mayo de 2010 con Nelson Mandela en Johannesburgo junto al secretario general del Movimiento de Liberación de Namibia (SWAPO) Andimba Toivoya Toivo. Foto: EPA/ Debbie Yazbek- dpa- Bildfunk.
Dennis Goldberg nació en 1933 en Ciudad del Cabo. Como miembro del Partido Comunista Sudafricano (SACP) se unió a la lucha contra el apartheid y fue un miembro decisivo en la construcción del brazo armado del Congreso Nacional Africano (CNA), conocido como «La Lanza de la Nación» (Umkhonto we SizweUmkhonto we Sizwe).
En 1964, junto a Nelson Mandela y otros seis inculpados, fue condenado a cadena perpetua. Tras su liberación en 1985 se exilió a Londres para volver a África en 2002, donde trabajó como consejero del ministro de Agua y Silvicultura Ronnie Kasrils, hasta 2004, durante el Gobierno del presidente Thabo Mbeki.
Nelson Mandela, junto con quien usted luchó contra el apartheid, se ha venido considerando en los últimos años una institución moral que mantiene Sudáfrica unida. ¿Cómo han reaccionado los sudafricanos a su muerte?
En mi opinión, la forma en la que se ha tratado la muerte de Nelson Mandela, no solamente en Sudáfrica sino en el mundo entero, ha perjudicado su imagen. Se le ha representado como a un santo, como el gran pacificador. Pero el hecho de que fuese un líder entre los líderes de un movimiento de liberación tan poderoso, el cual le caracterizó y al cual él también caracterizó, no se ha tenido en cuenta. El valor de Nelson Mandela y sus aliados no se limita a haber eliminado el apartheid, un gobierno político formalmente racista, sino que también reside en la forma en la que esto se llevó a cabo: mediante la movilización de cientos de miles de personas en Sudáfrica y en el mundo entero, para apoyar nuestra lucha por los derechos de cara a nuestros respectivos gobiernos.
Nuestra lucha no ha acabado. La muerte de Mandela se ha tratado como si ya hubiéramos alcanzado nuestro propósito. Sin embargo todo lo que hemos alcanzado es solamente el primer paso en la abolición formal del apartheid. Tenemos que construir nuestra libertad. Cuando Mandela salió de prisión tras 27 años encarcelado alguien le dijo «Bien, ahora es usted libre», a lo que él respondió «No, ahora tenemos la libertad de poder ser libres». Nuestro discurso es correcto, pero quedan por ver los hechos por parte de nuestro Gobierno, de los líderes de la sociedad civil, de las personas que elogian a Mandela sin hacer ellas mismos sacrificios. Los grandes consorcios nos indican que las relaciones de trabajo no se pueden modificar y por ello es necesario mantener la pobreza y los trabajadores sin sueldo. Esto me parece aberrante. Es como decir que Nelson Mandela nos ha dado este regalo y no tenemos que hacer nada más. Éste es el error que se ha cometido en la forma de tratar la muerte de Mandela en el mundo entero.
Me suena como si los consorcios hubieran abrazado a Mandela hasta lamuerte…
Sí, exactamente
Me ha sorprendido que el Partido Comunista Africano (SACP) haya hecho pública la participación de Nelson Mandela en el Comité Central del Partido Comunista solamente después de su muerte.
El día de su muerte el Partido Comunista indicó que Mandela no solamente fue miembro del Partido sino también miembro del Comité Central. Personalmente no estoy seguro de ello. Estoy seguro de que no existen documentos que lo confirmen. Sé que participó en encuentros con el Comité Central, ya que me lo han dicho otros camaradas que también participaron. La cuestión es: ¿participó como miembro del Comité Central del Partido Comunista o como representante del Congreso Nacional Africado (ACN)? Estamos hablando del momento en el que se preparaba la proclamación de nuestra lucha armada, cuando la cooperación era indispensable. Por ello sé que en el Partido Comunista ya se había tomado la decisión de empezar a crear unidades armadas. Habría sido absurdo permanecer como comunistas aisladamente. Por ello hubo discusiones con Mandela, que en este momento era el mayor líder clandestino, ya que Oliver Tambo se encontraba fuera del país como medida de prevención en caso de que detuvieran a todos los demás. Estaba claro que iban a venir. Mandela estaba allí, lo que no está claro es si estaba allí como comunista, como representante del CNA o como líder de la Lanza de la Nación («Umkohnte we Swize» brazo armado del CNA, creado en 1966).
¿No se lo habría contado el propio Mandela a usted en algún momento?
En la cárcel hubo un momento así. La carga probatoria contra él (y contra todos nosotros) era contundente. En nuestro escondite en la Liliesleaf Farm (granja de Liliesleaf), donde nos detuvieron -Mandela ya estaba encarcelado en ese momento- se encontraron sus diarios. Estudió meticulosamente ciencias políticas y militares. Leyó, analizó y escribió. Copió partes de libros que quería entender costase lo que costase. Por ejemplo el de Liu Shaoqis Cómo ser un buen comunista. En su discuro en el contexto del proceso Rivonia, que tuvo lugar de octubre de 1933 a junio de 1964, Mandela dijo que había estudiado seriamente distintas teorías políticas y encontraba el comunismo y el marxismo muy atractivos. Sin embargo era consciente de que en un mundo dividido debía ayudar a crear la máxima unidad y así vencer al apartheid. Decidió no adherirse a ninguna ideología; sería un nacionalista africano que crease acuerdos para liberar principalmente a los africanos, pero también a cualquiera que no fuese blanco. Tenía la perspectiva de que Sudáfrica debía pertenecer a los que la habitaban: negros y blancos por igual. Así lo dijo en su discurso. Esta idea tiene su raíz en nuestra Carta de Libertad de 1955 y en la política anterior.
¿Era entonces miembro del Partido? No entiendo por qué no se hizo público en este momento. Si se hubiera hecho público mientras él vivía y podía participar en las discusiones, habría tenido más significado. En mi opinión esto fue un error. Pero en el contexto de hostilidad contra el comunismo y la necesidad de mantener la unidad, se puede entender por qué se mantuvo en secreto. De no ser así habríamos perdido mucho apoyo, como ocurrió anteriormente, cuando el CNA en el exilio con Oliver Tambo como representante del movimiento pacífico pudo obtener el apoyo de Àfrica, Europa, etc. En el momento que recurrimos a las armas, dijeron «¡No, no!». Pedimos ayuda a los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia. «No, no, solamente sois un puñado de terroristas». La Unión Soviética y el bloque del Este sí ayudaron, por lo tanto se consideraba que debíamos de ser comunistas. Mandela dijo en su discurso durante el proceso «Es como si se dijera que Churchill es comunista porque Gran Bretaña y la Unión Soviética colaboraron para vencer a la Alemania nazi». Es este tipo de argumento político absurdo con el que estábamos confrontados y aun lo estamos a día de hoy. En Alemania alguien se convierte en presidente de la comisión presupuestaria del nuevo Parlamento (me refiero a Gesine Lötzsh) y el CDU dice que no puede ser porque no se ha distanciado del comunismo. ¿Hasta cuándo va a durar la Guerra Fría?
Ha dicho que no es justo considerar santos a Mandela y a los cientos de miles de personas que lucharon por la liberación. Sin embargo él ha marcado a Sudáfrica, principalmente como presidente. ¿Va a ser Sudáfrica distinta sin Mandela?
Mi esperanza es que se sigan teniendo en cuenta los valores que él y su generación han sostenido, uniendo a nuestro pueblo y fortaleciendo nuestra lucha. Pero no debemos dejar todo esto en palabras, ya que sin acción la gente se desmoviliza. Vivimos en una forma de democracia. No se nos hace siempre justicia a nivel administrativo ya que nuestra administración es catastrófica, lo cual tiene, a mi parecer, razones históricas. Simplemente carecemos de instituciones adecuadamente formadas y experimentadas, por ello es tan difícil poner a nuestra disposición servicios públicos. Esta dificultad se acrecienta a causa de la gente que dice que antes los colonizadores blancos vinieron y se hicieron ricos mediante mentiras, negocios unilaterales y robo y que ahora «nosotros» hacemos lo mismo.
Tengo 80 años, he vivido tres periodos distintos: En el primero el control lo tenía el capital británico. Entonces eran los nacionalistas bóers. En 20 años los que antiguamente estaban vetados del poder económico se hicieron ricos rápidamente. Y ahora vivo la tercera fase. Se basa en la naturaleza del capitalismo a nivel mundial: Nuestra gente se enfurece al ver que los que deberían señalar el camino hacia la igualdad se hacen ricos a expensas del pueblo. Los decepcionados utilizan nuestra democracia para protestar y yo los apoyo totalmente.
¿De qué se tratan estas «Service-Delivery-Protests» contra las condiciones de los servicios públicos?
La gente protesta porque el Gobierno ha hecho promesas que no puede cumplir. En 1994 en las primeras elecciones libres que hubo se estimó que necesitábamos 750.000 casas. Hemos construido 3 millones y ahora decimos que todavía necesitamos medio millón más. La gente abandona las zonas rurales y los que vivían en una casa pequeña en la ciudad con muchas chozas alrededor se dan cuenta de que estarán en una lista de espera para obtener una casa solamente si construyen ellos mismos su choza. Esta es una acción lógica. En vez de vivir una familia de diez, doce o catorce miembros en una sola casa, ahora quieren cuatro casas. ¡Lógicamente! Pero esto no ocurre. Y cuando los funcionarios tienen dinero del Gobierno, la provincia o instituciones locales, pero cada año devuelven medios ya que no saben cómo emplearlos o controlarlos, entonces la gente se enfurece. ¿Por qué no hay calles? ¿Por qué no hay farolas? ¿Por qué están las escuelas tan mal equipadas? Todos los ministerios devuelven dinero cada año, aun teniendo la necesidad del mismo. No es que lo hagan a propósito. Nos han dejado una herencia sin los servicios públicos adecuados. ¿Por qué no lo hemos cambiado? Buena pregunta, cuando la mitad de la población no sabe leer ni ha trabajado nunca en una oficina. Hemos creado de un golpe 284 administraciones de distrito, que cubren todo el país. A menudo se partió de ciudades pequeñas «blancas» de 30.000 habitantes con un radio de 200 km de diámetro. Pero no tienen bases de impuestos, ingenieros, contables ni personal sanitario y ahora es el concejo el que tiene que ocuparse de toda esta zona.
Los antiguos funcionarios, los blancos, han cobrado su indemnización y ahora son consejeros. Elaboran un plan, que viene a ser simplemente un manual que enumera lo que se necesita. Sin embargo un verdadero plan describe qué se debe construir primero y cómo se va a financiar. Quieren agua, ¿de dónde se saca? ¿Cómo se deciden las regulaciones con los gobiernos provinciales y el nacional? No existe gente que pueda realizar estas tareas. Poco a poco están apareciendo, pero no hay ninguna ciudad en Sudáfrica que no experimente una gran inmigración procedente de las áreas rurales. Durante el apartheid estaban ahí confinados. Ahora pueden moverse libremente. Se les ha proporcionado una casa en el campo, pero ahora se mudan a la ciudad porque es donde hay trabajo, y quieren una nueva casa.
¿Por qué protesta la gente? El Gobierno construye casas para ellos. Lamentablemente estas casas son muy pequeñas, las llamamos «cajas de cerillas» pero están hechas de piedra y tienen un techo. Llamamos a las compañías que las construyen «aspirantes a socios». Es una denominación amable que se refiere a obreros de la construcción negros que aspiran a ser hombres de negocios. Esto es empoderamiento económico. Muchos de ellos roban cemento. Bastantes casas se caen. En algunos casos se les paga por casas que no se llegan a construir, porque sobornan a los funcionarios. Esto ocurre en muchas partes del país y la gente está furiosa con razón. Pero lo que de verdad me asombra: Se dice que nuestra gente es muy religiosa. Hasta el lunes por la mañana se les olvida la moral, ya que es «Business as usual», el robo cotidiano: «Es mi gobierno, puedo apoderarme de lo que quiera, olvídate de la gente a la que deberías servir», es un fenómeno mundial, no somos distintos a cualquier otro pueblo, sin embargo nosotros no nos lo podemos permitir, ni política, ni social, ni económicamente. En Alemania hay corrupción pero, de alguna manera, al ser rica, es posible llevarla a cabo. La rica, o antiguamente rica, Gran Bretaña: corrupción entre los parlamentarios, de 600 solamente dos no han robado a base de los privilegios de los que disfrutan. Encontrar métodos de fraude: de eso se trata en nuestra sociedad, y sufrimos por ello.
El año pasado parecía que el CNA quería ocuparse de aprovechar la imagen de los camaradas que, como usted, habían participado activamente en la lucha por la libertad. En marzo de 2013 se creó así una «comisión de integración» en la cual se les convocaba junto a personalidades como Andrew Mlageni o Ahmed Kathrada.
Ahmed Kathrada lo rechazó porque no se lo habían preguntado. Se le informó. A mí tampoco me preguntaron, alguien me informó porque lo leyó en el periódico. Soy miembro pero me he tomado un descanso ya que viajo mucho. Es una muy buena idea, pero la comisión necesita un gran respaldo y apoyo administrativo para que se pueda llevar a cabo.
¿Cuál es su labor?
Lo que nos ha encargado la conferencia nacional del CNA en diciembre de 2012 en Bloemfontein, Mangaung, es ocuparnos de los miembros que desacreditan al CNA. Se trata de gente que se niega a obrar ateniéndose a las regulaciones, que dan a conocer sus intereses económicos públicamente, aun siendo miembros del Parlamento o del concejo, donde hay constantes informes sobre corrupción. No somos un juzgado: nuestra labor es conminar a la gente a que presente explicaciones. Si nos parece suficiente, informamos al secretariado del CNA, que será el que decidirá sobre el informe al comité ejecutivo nacional y los pasos a seguir desde ahí. Sin embargo todos los días hay informes sobre corrupción en los periódicos. ¿Nos basamos solamente en ellos? ¿O tenemos que reunir más información? Necesitamos apoyo y fuerza administrativa, lo cual no tenemos. Poco a poco se irá creando.
En Sudáfrica hay incluso una denominación para esta clase emergente de gente de negocios, los «tenderpreneurs» (de «to tender» participar en una oferta pública y «entrepeneur», empresa). ¿Por qué tiene que luchar su país tan fuertemente contra este problema?
Siempre hemos tenido ese problema, incluso en la época del apartheid. Los procesos de convocatorias siempre han sido corruptos, pero los blancos eran minoría, así que solamente afectaba a esa minoría. Ahora, que tenemos el programa de empoderamiento económico de los negros, hay cientos de miles de personas implicadas y por eso la historia es mucho mayor. Y crecerá más, ya que los medios, como en todas partes del mundo, viven de los escándalos. Les encantan los escándalos. De vez en cuando hay una pequeña parte en el diario que nos indica cuántos casos de corrupción se están investigando, cuántos se han cerrado, a cuánta gente se ha declarado culpable y cuánto dinero han devuelto. Pero son unas líneas en una sola edición y ahí se queda. Y al día siguiente volvemos a los grandes titulares sobre algún escándalo grande, sea verdadero o no. Si no es cierto, en algún momento aparecerá la corrección soterrada en algún lugar del periódico.
Hay corrupción en grandes magnitudes y, lamentablemente, se culpa de todo al presidente. Pero el punto más alto de los antiguos negocios de armas, que fue efectivamente el inicio de la corrupción masiva, se remite al tiempo del primer Gobierno tras la abolición del apartheid. ¿Por qué se culpa entonces al actual presidente? Le describo como «gafe». ¿Sabe todo lo que se está haciendo en su nombre? Lo dudo. Pero, como presidente, debe asumir la responsabilidad y levantar la voz de manera más clara que como lo está haciendo.
En nuestro sindicalismo y organizaciones de veteranos del CNA, entre los antiguos miembros de la Lanza de la Nación, algunos dicen: «tal vez la cúpula dirigente debería retirarse. Necesitamos un nuevo comienzo». No sé si yo iría tan lejos, ya que esto conllevaría un nuevo proceso de aprendizaje para un montón de gente a la vez. Lo que sé es que una revolución no conlleva la consecución del poder, sino la consolidación del poder, político y económico. Y no tenemos poder económico. En un sistema mundial de grandes consorcios, más poderosos aún que algunos gobiernos, no es fácil crear puestos de trabajo. La mitad de nuestra población carece de trabajo regular, en todo caso hay más del 40% de parados. Y peor todavía: Nuestro sistema educativo está mejorando y más del 40% de la gente joven -no necesariamente con educación, pero los mejores que hemos tenido hasta el momento- están en paro. Esto es muy frustrante. ¿Dónde queda la promesa de libertad? La gente se impacienta y con razón, ya que parecemos haber perdido el espíritu revolucionario que nos guiaba. Pero no solamente en el Gobierno.
Me he peleado con sindicalistas en las áreas de educación y sanidad. Sí, os tienen que pagar mejor, necesitáis mejores condiciones laborales. Pero sois partes de la élite educada de nuestro país, tenéis el entendimiento político mayor y sois los mejor organizados. Sois quienes debéis transformar nuestro país, os paguen bien o no, ya que sois tan ciudadanos como los miembros del sindicato.
Esto nos lleva de nuevo a Mandela. «Mandela se ha sacrificado por nosotros». Esta posición es casi religiosa. Jesús se sacrificó por todos nosotros, así se habla de Madiba. ¿Pero qué sacrifican ellos mismos? ¿Qué hacen día a día para transformar el país? ¿Piden a los profesores, a sus camaradas de la administración, que están en otro sindicato, que hagan su trabajo, para que así los profesores puedan hacer el suyo? ¿Escuchan los alcaldes de barrio, los secretarios y tesoreros las quejas de los padres? ¿O son los profesores y el personal sanitario los que controlan la sección local al ser ellos los mejor preparados? ¿Cuando existe una queja contra ellos, entonces, la hacen llegar a los responsables? Los problemas hay que resolverlos paso a paso.
Pagamos a los ancianos una renta dentro de un nivel de ganancias. Antes esto solamente se les concedía a los blancos. Hay un camión que recorre el país para ir pagando a la gente. Pero hay ladrones. ¿Donde está la idea de Ubuntu, del humanismo africano, que debería existir? Bien, somos muy modernos, conocemos la tecnología digital, así que enviamos un camión, que es como un banco móvil, y lo vigilamos. La identidad del destinatario se trasmite por internet, para que el dinero no sea recibido por otra persona. Pero eso no basta, hay que ingresar el dinero en cuentas, pero no hay bancos en los pueblos pequeños. Por ello se obliga al banco central a crear bancos para la gente, el Mzansi bank, que no tiene apenas cuotas y de servicio gratuito: la gente recibe el dinero en sus cuentas y tiene tarjetas. Pero hay corrupción y las tarjetas se falsifican. Paso a paso se resuelven los problemas de una sociedad corrupta. No hemos nacido corruptos, nos hemos vuelto corruptos debido al sistema y a nuestra falta de moral. Es así en todo el mundo.
Pagamos subsidios por hijos hasta que tienen 18 años. No es mucho, pero suficiente para que no se mueran de hambre. Se resuelve un problema, pero se crea uno nuevo, y cuando éste se resuelve, se crea otro nuevo, y siempre así, a medida que se avanza.
Fuente: http://www.jungewelt.de/2014/03-01/057.php
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