El método parece universal. La infamia se transmite o reproduce por la codicia, el egoísmo, la misma condición que multiplica el dinero y el poder. O por el extremismo fundamentalista. Llegan los jinetes sin rostro, milicias paramilitares y decapitan los pobladores, arrasan con sus casas, violan las mujeres y las niñas dejando una estela de […]
El método parece universal. La infamia se transmite o reproduce por la codicia, el egoísmo, la misma condición que multiplica el dinero y el poder. O por el extremismo fundamentalista.
Llegan los jinetes sin rostro, milicias paramilitares y decapitan los pobladores, arrasan con sus casas, violan las mujeres y las niñas dejando una estela de muerte y dolor inenarrable. Detrás los señores de la tierra se adueñan de los mejores campos, del país y el continente.
Los campesinos se arman y defienden, muchos sufren del desplazamiento forzado y el gobierno, cómplice y autor, lucra políticamente de esta cotidianidad que ya lleva años.
Esto no es Colombia.
Sucede con la misma lógica mortal a miles de kilómetros de distancia, pero las heridas están en el mismo corazón campesino y trabajador. Estamos en Sudan, el país más grande del África, con dos millones y medio de kilómetros cuadrados y treinta y tres millones de habitantes, independiente de la metrópoli inglesa, solo desde el 1 de enero de 1956.
Aquí pareciera que se conjugan los bienes del mundo. Petróleo, agua, biodiversidad. Y con ellos abismales diferencias sociales, confrontaciones religiosas, problemas interétnicos. Entre bambalinas, las transnacionales y las disputas geopolíticas. Conviven 589 grupos con más de 100 lenguas o dialectos. Los unifica la lengua árabe y la mayoría son musulmanes, además hay cristianos y animistas.
Los sudaneses son pobres, con una esperanza de vida al nacer de 57 años, 42% de analfabetas, ocupan el puesto de 138 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU.
Sudan es un país denominado «bisagra», pues es la unión entre el África árabe y el África negra. Limita con Libia y Egipto por el norte y con Kenya, Congo y Uganda por el sur. Tiene costa en el Mar Rojo, al frente de Arabia Saudita. Fronteras con Etiopia y Eritrea en el oriente. Por occidente esta Chad. Su posición geopolítica es excepcional.
Sudan es una hoguera desde siempre, pero ahora, producto de la disputa por los recursos naturales del mundo, se hace visible. Hay inversiones para convertir en uno o dos años a Sudan en productor de un millón de barriles diarios de petróleo. Allí están las compañías de China, Malasia, Irán, Francia, Holanda, pero aún no llegan las norteamericanas, que producto de un embargo desde 1996, no hacen parte del jugoso negocio.
Sudan es rico en oro, en minerales estratégicos y en agua. El Rio Nilo, que desemboca en Egipto, baña sus tierras y su capital Jartum. En el sur, se encuentra la selva africana que es pródiga también en biodiversidad.
Está dividido en regiones que al mismo tiempo se han convertido en tres áreas de disputa.
El sur, región de negros, con preponderancia de religiones animistas y cristianos, donde se ha desarrollado una guerra prolongada desde 1983, que ha llevado al gobierno central a negociaciones y compromisos, en los cuales se han firmado pactos de cogobierno y para este año de conformación de un solo ejercito. La guerrilla que se denomina Movimiento de Liberación de Sudan, es ahora una fuerza de gobierno.
El norte, conocido como Nubia en la historia, poblado por árabes, zona desértica en su mayoría, el desierto del Sahara y de Libia y la región central bañada por el Nilo donde vive la mayor parte de la población.
La región conflictiva es Darfur, que está situada en el centro occidente del país, donde se está dando la disputa entre el Ejercito de Liberación de Sudan, producto de las agresiones al pueblo de Darfur, y las milicias árabes progubernamentales. Allí se gesta la crisis humanitaria que ya lleva más de quince mil muertos, en una población de seis millones de habitantes. Los recursos petroleros son muy importantes allí.
Un poco de historia nos puede hacer comprender qué pasa. Sudan fue invadida por Egipto a finales del siglo XIX, imponiendo una unidad nacional que no existía. El sur y el norte tienen procedencias étnicas y culturales muy diferentes, pero por razones expansionistas, Egipto, impuso esa condición nacional. Luego llegó Inglaterra y, como siempre, generó antagonismo exacerbando las diferencias y separando físicamente las dos regiones. Las grandes contradicciones entre el sur y el gobierno central tienen raíces histórico- culturales. Sin embargo, las corrientes secesionistas no han prosperado en el Sur y la lucha siempre ha sido por construir un verdadero gobierno nacional que abrigue al conjunto de los sudaneses como varias veces ha ocurrido.
El actual régimen es producto de un golpe de Estado, ratificado después en unas elecciones en el 2000 en las que no participaron los partidos de oposición. El régimen de Omar El Bashir, es de corriente fundamentalista islámica. En 1998, el gobierno de Clinton, bombardeó una fábrica de medicamentos y otros lugares como retaliación a la voladura de las embajadas de los Estados Unidos en Kenia y Tanzania, donde hubo más de 300 muertos. Se acusó a Sudan por la supuesta planeación de estos hechos. El ex (?) agente de la CIA , Osama Bin Laden tuvo sus cuarteles generales en Jartum, entre 1992 y 1996, hasta que por presiones internacionales salió para Afganistán, donde la historia es bien conocida.
Una de las fuerzas más preponderantes es el Frente Islámico Nacional que se inscribe en las corrientes fundamentalistas del Islam. Sin embargo la influencia de Irán es fuerte en la coalición gobernante.
La presión interna, tanto política como militar y las presiones internacionales del más diverso género, han moderado el régimen de El Bashir, llevando dos frentes de diálogo con las fuerzas político militares en discordia.
En estos momentos están dialogando en Nigeria y Egipto. La Alianza Nacional Democrática (que está conformada por todos los partidos políticos de Sudan) representa al conjunto de los ciudadanos que no están con el régimen, incluidos el Partido Comunista, el Movimiento de Liberación del Sur y el Ejercito de Liberación de Sudan.
El Consejo de Seguridad de la ONU sacó una resolución instando al régimen sudanés a resolver el problema de Darfur en treinta días. Los países limítrofes están listos para intervenir, sin embargo no es tan sencilla la situación.
China, que tiene fuertes inversiones en Sudan, planteó que utilizaría el veto en el Consejo de Seguridad de la ONU , en caso de una definición de intervención.
Y es que la intervención humanitaria que propugnan Estados Unidos y Gran Bretaña, tiene el talante preciso. En junio de este año Colin Powell viajó a Darfur y su comitiva humanitaria contaba con empresarios de la industria petrolera.
El tablero del ajedrez mundial tiene una parte en Sudan. Estados Unidos quiere sacar a China y a las empresas asiáticas. Espantar a Francia y darle continuidad a lo iniciado en el Mar Caspio, con la invasión a Afganistán y luego con el crimen en desarrollo en Iraq. Garantizar el petróleo para su hegemonía. Sudan juega por el crudo pero también por su frontera con Chad, pues un oleoducto que atraviese Sudan hacia el Chad, traería el petróleo de Arabia Saudita al Atlántico, el petróleo gringo.
La dictadura de El Bashir tiene poco margen de maniobra interno, pero las presiones internacionales pueden afectar al conjunto del pueblo sudanés. Las sanciones económicas de África se levantaron pero Estados Unidos continúa con el embargo. Las intervenciones humanitarias de las grandes potencias, llevan el sello de la muerte y la opresión, de la prepotencia y el desprecio por los valores de los pueblos.
La ONU no puede seguir en su papel de viabilizador de las políticas imperiales. Sudan se está dando sus propios caminos, sobre una historia de expoliación colonial y de intromisión en sus asuntos. Un gran acuerdo nacional se está gestando en Egipto y Nigeria, de allí saldrá el futuro prometedor de este rico país y de este gran pueblo.