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La lucha en la palabra

Sudán en la poesía de Al-Saddiq Al-Raddi

Fuentes: Oozebap

El poeta sudanés Al-Saddiq Al-Raddi parece inquieto con el vuelco político que toma nuestra conversación. Baja la cabeza y se dirige a nuestro intérprete: «Esto está volviéndose muy político, y realmente no soy experto en este tema. El aspecto cultural es mucho más importante». Nos explica cómo los poetas sudaneses de su generación han negociado […]

El poeta sudanés Al-Saddiq Al-Raddi parece inquieto con el vuelco político que toma nuestra conversación. Baja la cabeza y se dirige a nuestro intérprete: «Esto está volviéndose muy político, y realmente no soy experto en este tema. El aspecto cultural es mucho más importante». Nos explica cómo los poetas sudaneses de su generación han negociado con la doble identidad del país, con su posición singular de nación miembro del mundo árabe y de África. Él mismo se sitúa en el centro de un mosaico de identidades múltiples, donde la complejidad no acostumbra a salir, según él, en las discusiones sobre los problemas políticos del Sudán. «Las culturas árabes, islámicas y africanas no existen de forma aislada en Sudán», afirma, pero la política tiende a transformar los vínculos en profundas divergencias. El estado coloca la cultura sudanesa en el contexto árabo-musulmán, pero «mi generación empieza a darse cuenta de que existe una cultura sudanesa y que es muy rica. La tradición árabo-musulmana forma parte de la cultura local, pero la experiencia africana es igual de importante». Al-Raddi espera poder crear en Sudán un organismo de traducción literaria para establecer puentes entre los escritores sudaneses, tanto los que trabajan en árabe y en inglés, como los que lo hacen en alguna de las trescientas lenguas del país, como el zandé y el dinka.

Según Sarah Maguire, poeta y directora del Centro de traducción de poesía del Instituto de estudios orientales de Londres, el trabajo de Al-Saddiq Al-Raddi es una «afirmación de su identidad africana» en reacción a la política llevada a cabo por el presidente Omar El-Béchir tras su llegada al poder con un golpe de estado en 1989: «La mayor preocupación del régimen de Béchir siempre ha sido imponer un programa árabo-islámico en todo Sudán». En estos años, este propósito a dado forma al clima cultural donde ha crecido la generación de Al-Raddi. «Como no quieren conformarse con esta identidad árabe e islámica restringida que les ha sido impuesta, buscan sus propias raíces», prosigue Maguire. La poesía de Al-Raddi «contribuye a esta afirmación de la identidad africana, y se esfuerza por establecer vínculos con la población, especialmente en el sur, donde los orígenes lingüísticos y étnicos son diferentes». La voz de Al-Raddi es singular en el mundo de la poesía árabe contemporánea: «Muchos poetas que escriben en árabe son muy grandilocuentes y vanidosos […] La modestia en cómo se posiciona Al-Raddi y su visión de las cosas es mucho más amplia.» El poeta sudanés Aleif Ismail describe a su amigo Al-Raddi como uno de los poetas más conocidos de Sudán, de África y del mundo árabe, y su obra como «un misterio a la espera de ser descifrado». «Su poesía denota un gran amor por la belleza de la naturaleza africana y un gran talento por revivir la lengua árabe clásica mediante expresiones modernas. Es sólo tras observar sus trazos finos e inteligentes que vemos aparecer el conjunto del cuadro». La obra de Al-Raddi es el fruto de un proceso de composición primordial, una manera de trabajar que él califica de «completamente interior». Parte de una imagen, de «una simple palabra» o quizá de un grupo de palabras que «crean un cierto ritmo», para después elaborarlas interiormente. «A veces necesito varios meses para escribir un poema, para que alcance todo su sentido, y lo trabajo verso a verso, sin pausa. Una vez lo tengo armado en mi cabeza, lo escribo».

Al-Raddi publica desde que tenía quince años, cuando su poema «El viento» apareció en la revista literaria Al-Sahwa. Nacido en 1969, creció en Omdurman, en la periferia de Jartum, donde todavía vive. Según Ismail, su talento excepcional fue reconocido desde muy temprano, en el colegio, y debe su nombre al gran poeta árabe Ali Shreif Al-Raddi. Desde 1993, trabaja como periodista cultural en el periódico de izquierdas Al-Sudani, y dedica su tiempo libre a ayudar a los artistas que trabajan en la sombra. «Como en muchos países árabes, los intelectuales de Sudán padecen la represión del estado y de la censura», afirma. Los que trabajan de manera «radical, auténtica y vital nunca estarán en boga, pues el estado también controla el ámbito cultural». Hoy en día, las artes visuales son muy presentes en Sudán, en especial la pintura. Los artistas plásticos «son más libres», cuenta Al-Raddi, entre otras cosas porque «resulta más complicado decir qué significa un cuadro». «Debemos recalcar que no todos los problemas vienen del estado. También se debe a la falta de instituciones culturales adecuadas. Como la pintura no necesita traducirse, los pintores pueden entrar más fácilmente en los circuitos existentes en el mundo árabe».

Para Al-Raddi, esta falta de instituciones culturales provoca que, de todos los géneros literarios, «sea la poesía la que esté por delante». «Por ejemplo, para que se conozca una novela o un relato, necesitamos una buena revista literaria, mientras que un poema puedes darlo a conocer oralmente», una solución que él mismo acostumbra a realizar desde que empezó su carrera hace diecisiete años. «Al principio publicaba mis poemas en los periódicos y revistas. Pero tras el golpe de estado de 1989, las cosas se complicaron y, junto a otros poetas, decidimos que teníamos que dar a conocer nuestro trabajo recitándolo, sobre el terreno, viajando por todo Sudán». Los recitales sucedían a menudo en la calle o en lugares imprevistos. «A veces, para escapar del control estatal, no llevábamos ningún documento de identidad. Sudán es un país inmenso…» Cuando los poetas entraban en la universidad, la sala se llenaba de un público variado, «3.000 o 4.000 personas. No siempre era fácil, especialmente en los periodos de crisis política. Pero cuando alguien de nosotros no podía aparecer, siempre había otro que tomara el relevo».

Le pregunto qué es lo que el régimen tolera tan mal de su poesía, lo que nos lleva otra vez al terreno político. A Al-Raddi le incomoda la importancia que los medios de comunicación occidentales dieron a su encarcelamiento y a la censura de su obra. «Entre los poetas, encontramos a militantes que forman parte de organizaciones clandestinas y también hay personas como yo, que no militamos en ninguna organización, aunque esto no significa que no tengamos ideas que conlleven problemas.» Sin embargo, quiere distanciarse de los escritores que se oponen al régimen con el único fin de autopromocionarse. «Existen intelectuales mediocres en todos lados, en Sudán, en el mundo árabe, en Occidente, que logran la fama al tratar tres grandes tabús: Dios, el sexo y la política». Pero el tema es tan delicado que prefiere no decir nombres. Tampoco quiere hablar de la situación política -ni de la guerra civil, que sucede casi sin interrupción desde hace medio siglo, ni de Darfur…- Está convencido que el mundo «desea conocer otro aspecto de Sudán que no tiene nada que ver con la guerra y el hambre». Es por eso que nos propone «otras imágenes de lucha».

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