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Sudán: ¿Es posible que una intervención militar estadounidense pueda, en algún caso, restablecer la justicia?

Fuentes: Socialistworker.org

Leer entre líneas: El problema con los llamamientos para «salvar Darfur». No es un secreto que muchos de los halcones de Iraq están pidiendo a voces una intervención en Darfur. Pero antes de que cualquiera se disponga a firmar esta petición, recordemos la historia. Si Estados Unidos interviene en Darfur, «salvar» a sus habitantes será […]

Leer entre líneas: El problema con los llamamientos para «salvar Darfur». No es un secreto que muchos de los halcones de Iraq están pidiendo a voces una intervención en Darfur. Pero antes de que cualquiera se disponga a firmar esta petición, recordemos la historia. Si Estados Unidos interviene en Darfur, «salvar» a sus habitantes será lo último que ocupe sus mentes

Después de la publicación de mi columna poniendo en cuestión los llamamientos para la formación de una Coalición dirigida a Salvar Darfur con una intervención en Sudán, publicada con el título A «humanitarian» invasion? (¿Una invasión humanitaria?) el 5 de mayo, se han recibido en Socialist Worker muchas cartas.

Una de ellas, del 12 de mayo, la envía Marc de Cambridge, Massachussets, con el título Can military intervention save Darfur? (¿Puede una intervención militar salvar Darfur?). En ella pregunta: ¿Las intervenciones militares son siempre un error? Cuando en los años 1990 me enteré de las atrocidades que los serbios cometían, una tras otra, contra los musulmanes bosnios, me indignó que ni la OTAN, ni la ONU ni EE.UU. hicieran algo para detener la masacre. Cuando finalmente lo hicieron, me alegré a pesar de ser pacifista por naturaleza. ¡Detuvimos un genocidio!»

«¿Vamos a dejar que ocurra otra vez? ¿Y de qué sirven la ayuda humanitaria y los campos de refugiados si lo que se está perpetrando es una matanza más con total impunidad? Quizás debería excluirse la intervención de Estados Unidos, pero las fuerzas de la ONU o de la Unión Africana podrían ayudar a salvar de la masacre a muchos inocentes.»

Las preocupaciones de Marc es obvio que están inspiradas por las mejores intenciones. Así que , ¿puede en alguna ocasión justificarse una intervención militar?

Debido a que se trata de algo filosófico y abstracto, es una forma equivocada de plantear el asunto. No se puede preguntar sobre una intervención militar en abstracto sin examinar las circunstancias concretas.

En primer lugar, sólo hay unos pocos países del mundo que puedan, tan siquiera, plantearse el llevar a cabo una intervención militar en Darfur o en cualquier otro lugar. Lo que quiere decir que son ellos- y no una mítica «comunidad internacional»- quienes decidirán si lo hacen y cómo intervenir.

Con unos pocos Estados dominando el mundo, ¿puede haber duda alguna de que serán ellos los que decidan qué violaciones de los derechos humanos castigar y cuáles quedarán sin castigo?

En su libro The New Military Humanism, Noam Chomsky demuestra que los regímenes aliados de Estados Unidos, de forma regular cometen atrocidades tan terribles o peores que las que la guerra de la OTAN en 1999, supuestamente, iba a detener en Kosovo.

Montones de resoluciones de la ONU condenan las atrocidades de Israel contra los palestinos pero no se producirá «intervención humanitaria» alguna contra Israel mientras Estados Unidos esté decidido a oponerse a ella.

¿Puede alguien, en serio, aceptar la idea de que las naciones más poderosas del mundo van a aceptar cumplir con las mismas normas que ellas imponen para el resto del planeta?

En 1994, Estados Unidos invadió Haití, depuso a su Gobierno y restableció al presidente Jean Bertrand Aristide. Pero la idea- es un decir- de que Haití invada Estados Unidos para defender a los haitianos estadounidenses a quienes robaron el voto en Florida en las elecciones presidenciales de 2000, sólo puede darse en el reino de la fantasía.

Quienes, con la mejor de las intenciones, creen que la intervención militar es la única solución para crisis como la de Darfur es preciso que recuerden que serían el Pentágono y la OTAN – y no los campeones mundiales de los derechos humanos- los que dirigirían la empresa.

En los inicios de la guerra contra Afganistán en 2001, el Pentágono llevó a cabo un gran esfuerzo humanitario para «bombardearlos con mantequilla», lanzando miles de paquetes de ayuda en las zonas rurales. Pero el Pentágono dejó de hacerlo cuando los medios de información, incitados por la congresista demócrata por Georgia, Cynthia McKinney, demostraron que los paquetes eran muy parecidos a las bombas de racimo.

Las consecuencias de «bombardear Afganistán con mantequilla» fueron la muerte y la mutilación de los hambrientos afganos que confundieron las bombas con paquetes de comida.

Aquello fue terrible, pero alguien debería preguntar al Pentágono por qué utilizó bombas de racimo- cuyo único objetivo es matar y mutilar a la gente- en lo que muchos liberales creen que fue una guerra «justa».

Marc se refiere a la intervención en Bosnia como ejemplo de una intervención humanitaria justa y triunfante pero Bosnia sigue bajo la supervisión de los europeos y occidentales más de una década después de que, supuestamente, se restableciera la paz.

El Estado bosnio se creó en 1995, según los Acuerdos de Dayton que terminaron con la guerra civil. Bajo la ocupación de 7.000 soldados de la Unión Europea, apoyados por la OTAN y otro ejército de la ONU, así como por especialistas de ONG en «construir naciones», el pequeño estado bosnio sigue siendo hasta hoy el patio de la «comunidad internacional.» Un Alto Representante, nombrado por la ONU, gobierna Bosnia como un dictador, decide cuándo se celebrarán elecciones locales, quién puede participar en ellas y lo que los medios de comunicación dirán sobre los comicios.

La ocupación militar de la OTAN puede haber puesto una tapadera sobre el conflicto militar pero ha hecho retroceder cualquier esperanza de que la gente de la zona decida su propio destino.

Asimismo, debería recordarse que los Acuerdos de Dayton se firmaron después de que los contratistas militares estadounidenses que trabajaban con el gobierno croata- a las órdenes del embajador en Croacia, Peter Galbraith- llevaran a cabo la expulsión forzosa de 200.000 serbios que vivían en la región croata de Krajina.

Esta atrocidad- por la que algunos generales croatas- no así Galbraith ni los funcionarios estadounidenses-, han sido acusados de crímenes de guerra- debilitó la influencia de Serbia en la guerra civil de Yugoslavia, facilitando a Estados Unidos el que Serbia aceptara la ocupación de Bosnia por la OTAN conforme a los Acuerdos de Dayton.

El Kosovo ocupado por la OTAN, en muchos aspectos ha reproducido la experiencia Bosnia. Desde que en 1999 la guerra de Kosovo se vendió a la opinión pública como un medio de acabar con la limpieza étnica y el genocidio cometidos por Serbia, vale la pena examinar las actitudes de los occidentales en relación con los refugiados de Kosovo. Rober Fisk del Independent ha escrito: «Increíblemente, hemos permitido que nuestros dirigentes políticos manipulen la realidad histórica, que hayan enmascarado la verdad hasta hacerla irreconocible, hasta el punto de afirmar que la «victoria» de la OTAN supondría el regreso de un ejército de refugiados que ni tan siquiera lo eran cuando se inició esta miserable guerra.»

En otras palabras, la guerra de la OTAN empeoró las circunstancias de la gente a quienes la intervención militar se suponía iba a ayudar.

Cuando empezó la guerra, había unos 45.000 refugiados, y al acabar eran 800.000. Del total de los gastos de guerra, menos del 10 por ciento se dedicó a los refugiados, mientras los 4.000 millones de dólares restantes se invirtieron en el bombardeo de Yugoslavia.

En la actualidad, más de 16.000 soldados de la OTAN controlan la zona. Sin embargo, La OTAN se mantuvo al margen de forma repetida mientras los extremistas albanos hostigaban y asesinaban a los serbios. Miles de cooperantes de la ONU y de ONG, especializados en la organización estatal constituyen la única fuente de empleo en la región. Mientras miles de kosovares siguen sin hogar, el ejército de Estados Unidos terminó de construir sus cuarteles generales permanentes de Camp Bondsteel en 2000.

Recordemos todo esto cuando oímos a los funcionarios estadounidenses proclamar que están preocupados por acabar con el «genocidio» en Darfur. ¿ Desde cuándo Estados Unidos ha ido a la guerra sin esgrimir razones idealistas y nobles?

Durante las cuatro décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, las intervenciones estadounidenses se justificaron por la necesidad de detener el «totalitarismo soviético.» Cuando el bloque oriental y la Unión Soviética se desmoronaron a principios de 1999, emergió otro razonamiento: el de vigilar el «Nuevo Orden Mundial» contra el peligro de los denominados «Estados canallas». La guerra del Golfo de 1991 facilitó la demostración sobre el terreno de esta nueva ideología imperialista.

Pero quizás ningún otro razonamiento ha resultado más convincente para las intervenciones imperialistas que la ideología de las «intervenciones humanitarias». El aumento de las «intervenciones humanitarias» coincidió con el fin de la Guerra Fría, en el momento en que la potencia militar estadounidense no tenía rival y buscaba nuevas justificaciones para el empleo de su fuerza.

El gobierno de Bush padre, y su jefe del Estado Mayor Conjunto, Colin Powell, afianzaron esa ideología con la operación Restore Hope (Restaurar la Esperanza), título eufemístico para su invasión de Somalia en 1992.

Anunciada como una invasión para alimentar a los que morían de hambre, se llevó a cabo en realidad cuando la hambruna ya había terminado. Durante más de un año, las tropas de la ONU y de Estados Unidos intervinieron en la guerra civil de Somalia en un intento fútil de colocar en el poder un gobierno prooccidental.

La invasión de Somalia, inmortalizada en la película Black Hawk Down, se recuerda como un gran fracaso. Pero en sus primeros pasos, el Wall Street Journal la elogió porque restauraba la «credibilidad moral» de sus militares. El Journal añadía: Hay una palabra para describir la situación: colonialismo.

Hoy, con la mayoría de los estadounidenses opuestos a la guerra de Iraq y convencidos de que no proporciona más seguridad al ciudadano medio respecto al terrorismo, los ideólogos del Imperio se encuentran a la defensiva. ¿Y qué medio mejor para volver a ganar el apoyo de la opinión pública que el defender una intervención humanitaria para detener el «genocidio»?

No es un secreto que muchos de los halcones de Iraq están pidiendo a voces una intervención en Darfur. Pero antes de que cualquiera se disponga a firmar esta petición, recordemos la historia. Si Estados Unidos interviene en Darfur, «salvar» a sus habitantes será lo último que ocupe sus mentes.

Socialistworker.org
http://www.socialistworker.org/2006-1/589/589_07_Darfur.shtml

Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre ::