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Los conflictos sociales y regionales internos se ven potenciados por los intereses de China y EE UU

Sudán: geopolítica del petróleo

Fuentes: Diagonal

Con el control del petróleo y el choque de intereses de las principales potencias de fondo, el conflicto de Darfur ya se ha cobrado más de 200.000 muertos. La situación en Darfur parece haber tomado un nuevo rumbo tras la decisión del Gobierno sudanés de aceptar el despliegue de una fuerza de la ONU que […]

Con el control del petróleo y el choque de intereses de las principales potencias de fondo, el conflicto de Darfur ya se ha cobrado más de 200.000 muertos.

La situación en Darfur parece haber tomado un nuevo rumbo tras la decisión del Gobierno sudanés de aceptar el despliegue de una fuerza de la ONU que actuará de forma conjunta con las tropas de la Unión Africana actualmente sobre el terreno. El objetivo es alcanzar una cifra cercana a los 20.000 cascos azules bajo mando de la ONU que se sumen a los 7.000 soldados de la Unión Africana que están situados en el país.

El Gobierno de Sudán se había opuesto reiteradamente a la presencia en su territorio de militares ajenos a la Unión Africana, al considerar que ello supondría una violación de su soberanía. El aparente cambio de actitud podría ser el resultado de la creciente presión internacional, con la amenaza de endurecer las sanciones al régimen de Jartum si éste continuaba obstaculizando el plan de pacificación de la ONU. A finales de mayo, EE UU estableció sanciones comerciales para varias empresas vinculadas al Gobierno sudanés. Inmediatamente después, organizaciones internacionales de derechos humanos invitaron a la UE a sumarse a una iniciativa multilateral en esa misma dirección.

Los orígenes

El conflicto de Darfur se remonta al año 2003, cuando movimientos rebeldes de esta región se levantaron contra el régimen de Jartum por la marginación permanente a la que la zona venía siendo sometida. A partir de ese momento, el Gobierno sudanés, a través de las milicias árabes Yanyauid, emprendió una brutal represión contra los insurgentes y la población civil de su misma procedencia étnica. Los llamamientos a la intervención ante una situación que algunos observadores han calificado de genocidio se han enfrentado con el bloqueo generado por los intereses estratégicos de las grandes potencias en el área. Hasta la fecha, se estima que el conflicto ha provocado al menos 200.000 víctimas mortales, además de originar el desplazamiento de cerca de dos millones de personas.