Todas las guerras están impregnadas de imágenes goyescas, o quizás sea de manera inversa: todas las guerras siguen alimentando el capítulo más genial del virulento aragonés, más allá de que se sigan sucediendo mucho después de 1828.
Por lo que, sin temor a equivocarnos, podríamos afirmar que, a casi dos siglos de su muerte, sigue siendo el más grande pintor contemporáneo. Ejemplos para apoyar esta afirmación sobran, con solo pronunciar la palabra Gaza y dejar que broten las imágenes que desde hace dos años y dos meses disparan la prensa mundial en cualquier formato.
¿O qué otra cosa que la monumental serie de grabados nos puede venir a la cabeza cuando leemos que quince mil, ¡quince mil! cadáveres fueron enterrados solo en el estado de Jartum, donde se asienta la capital de Sudán, desde abril del año pasado, recolectados en barrios y escuelas? Cadáveres que habían sido enterrados de urgencia, en la mayoría de los casos en medio de los combates entre los efectivos de las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), enfrascadas en una guerra civil desde el 15 de abril del 2023 y que rápidamente se extendió hacia todo el país. Y que, más allá de los tenues esfuerzos internacionales, su fin, si alguna vez se produce, parece cada vez más remoto. (Ver: Réquiem por Jartum)
Muchas de estas víctimas fueron rescatadas de fosas comunes abiertas en medio de confusión y ataques aéreos de las FAS y la poderosa respuesta de la artillería pesada de las FAR, para ser enterrados en cementerios oficiales, aunque pasará mucho tiempo para que alguna vez puedan ser identificadas. Aunque estas quince mil víctimas están lejos de ser la totalidad de los muertos, las actuales autoridades de las FAS que tomaron Jartum (Sudán: La batalla de Jartum) anunciaron que continuarán la búsqueda y traslado de más víctimas, calculando terminar el trabajo para mediados del próximo año.
El departamento de informaciones del ejército indicó que muchos vecinos denunciaron que los paramilitares que controlaron la capital y gran parte de la ciudad de Omdurmán, separada solo por el curso del Nilo, como también sucedió en el distrito de Bahri al norte de Omdurmán, fueron obligados a enterrar muchos cadáveres en diferentes predios de sus barrios, plazas, escuelas, mezquitas, patios y jardines de viviendas e incluso en el interior de las casas. Aunque también se sabe que todavía hay muchos restos humanos que permanecen debajo de los escombros de los edificios que colapsaron durante las largas batallas, por lo que imaginar un número de bajas y hasta cuándo se podría extender la tarea es imposible, más cuando las FAS están ensoberbecidas tras la toma de la ciudad de el-Fasher, la capital de Darfur del Norte, con la que completaron la captura de toda la región de Darfur.
Contrario a lo que se especulaba acerca de que las fuerzas del Hemetti Dagalo se conformarían con la posesión de la región de donde son originarias, donde se harían fuertes para reclamar la creación de un estado independiente darfurí, lejos de detenerse, han avanzado hacia el Kordofán, otra vasta región sudanesa, fronteriza al Estado de Jartum, lo que de seguir contando con el apoyo de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), que desde el principio han sido su mayor financista con armas, dinero, inteligencia y un discreto apoyo diplomático, que se traduce en operaciones de lobby con gobiernos asociados del Golfo Pérsico e incluso sectores poderosos de Washington, Londres y París.
En el Kordofán los paramilitares han conseguido avances territoriales, definitorios, habiendo tomado Babanusa y Heglig, un yacimiento petrolífero clave por el que pasa el crudo bombeado desde Sudán del Sur hacia los Port Sudan, en el Mar Rojo. Mientras otras dos ciudades importantes de la región, Kadugli y Dilling, a menos de quinientos kilómetros al sur de Jartum, se encuentran cercadas.
Las FAR también han comenzado a aproximarse a el-Obeid, la capital de Kordofán del Norte, con poco más de trescientos cincuenta mil habitantes, donde, para los observadores, están repitiendo los movimientos que precedieron a la caída y toma de el-Fasher: Primero, cerco cada vez más asfixiante, impidiendo la llegada de abastecimiento básico, alimentos y medicinas, ataques contra la infraestructura civil, fundamentalmente agua y energía, para terminar con una rendición de hecho. Lo que significaría miles de muertos y que los paramilitares queden en camino directo y casi sin obstáculos una vez más hacia Jartum, quinientos kilómetros al noreste, donde sí podría estallar la madre de todas las batallas.
Mientras, continúan conociéndose las atrocidades cometidas por los paramilitares durante su larga estadía en Jartum-Omdurmán. En una morgue de la Universidad Islámica de Omdurmán, donde las FAR habían instalado su cuartel general después de la expulsión de los comandos de las FAR por parte del Ejército sudanés, se encontraron decenas de cuerpos en descomposición en diferentes salones de la universidad, y muchos más abandonados en tanques y contenedores dentro del predio universitario. Investigaciones posteriores coincidieron en que, además de las muchas ejecuciones, la mayoría de las muertes se había producido por hambre y enfermedades infecciosas.
De hecho, los paramilitares negaron tener algo que ver con esas muertes, sino que argumentaron que esos cuerpos estaban allí desde antes que ellos hubieran ocupado la casa de estudios, mantenidos para fines pedagógicos.
Sin buril que talle
El-Fasher quizás se haya convertido, en estas últimas semanas, en el punto más alto de la sinrazón absoluta en que las Fuerzas de Apoyo Rápido han convertido la guerra civil sudanesa.
Después de la caída de la ciudad a fines de octubre, tras la retirada de los últimos focos de resistencia del ejército regular, la población civil de el-Fasher, cerca de un cuarto de millón de personas, quedó en manos de la furia vesánica de los hombres de Hemetti Dagalo, donde una vez más, como la han hecho a lo largo de esta guerra y las operaciones represivas de entre el 2002 y el 2005, ordenadas por el entonces presidente Omar al-Bashir, cuando eran conocidos como Janjaweed (jinetes armados), ejecutaron bajo el paraguas del dictador el primer intento de limpieza étnica en Darfur contra las etnias originales de ascendencia negra. (Ver: Sudán: La caída de el-Fasher o cómo exceder el exceso). Se estima que en la capital de Darfur del Norte en la actualidad subsisten entre setenta y cien mil personas; el resto, muchos muertos y otros desplazados hacia la frontera con Chad, o alguno de los campamentos que todavía quedan en pie.
Ahora quizás los paramilitares puedan terminar su trabajo. Ya que no hay fuerza ni organismo internacional lo suficientemente comprometido para intervenir e impedir las matanzas. Recientes imágenes satelitales tomadas de El-Fasher muestran la existencia de fosas comunes que contendrían miles de cadáveres donde las FAR intentan ocultar su nuevo genocidio.
A punto de cumplirse mil días de guerra, Sudán no encuentra un horizonte de esperanza hacia donde dirigirse, hundiéndose a cada momento en un abismo cada vez más profundo e imposible de salvar.
Tras la conquista de Darfur, los paramilitares se han comenzado a dirigir a Kordofán, dejando una crisis humanitaria inconmensurable donde el descontrol de los conquistadores ya ha generado miles de muertos, muchos de ellos en espeluznantes sesiones de tortura, por la simple acusación de haber colaborado y las violaciones masivas contra las mujeres lo han superado todo.
Los drones, que se han incorporado recientemente a la guerra, se han convertido en una de las mayores pesadillas de la población civil. Ya que los ataques con este tipo de armamento son cada vez más frecuentes y, a medida que los “pilotos” ganan más experiencia, consiguen mayor efectividad, incrementando el alcance de las operaciones y, por consiguiente, el número de víctimas civiles.
En Kalogi, Kordofán del Sur, un ataque de este tipo el pasado 7 de diciembre, cuyos objetivos fueron primero una guardería y después el hospital a donde habían llegado muchos de los heridos en la primera acción, mató a un centenar de personas; de ellas, treinta y tres niños.
Unos días después, el sábado 13, en un ataque similar contra una base logística para el mantenimiento de la paz en Kadugli perteneciente a la Fuerza Provisional de Seguridad de las Naciones Unidas para Abyei (UNISFA), mató a media docena de cascos azules de Bangladesh e hirió a otros ocho.
Se informa que, mientras en los alrededores de El-Obeid los bombardeos continúan y se impide a los civiles abandonar las zonas de combates, habiendo establecido los sitiadores el reclutamiento forzoso, incluso para los trabajadores de las ONG que operan en el lugar, en Darfur sigue la anarquía absoluta, donde las masacres, la violencia sexual sistemática y se bloquea adrede la ayuda a los supervivientes, generan imágenes que ni el buril de Goya se animaría a tallar.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC
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