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Sudán, sin noticias de la paz

Fuentes: Rebelión [Imagen: El general Mohamed Hamdan Dagalo (izq) y el general Abdel Fattah al Burhan encabezan las poderosas fuerzas rivales.

A una semana de las negociaciones que se desarrollan en la ciudad de Jeddah, Arabia Saudita, las dos partes involucradas en el conflicto armado de Sudán han alcanzado un primer acuerdo para permitir que todos los civiles abandonen el área de conflicto de manera segura y proteger los suministros civiles.

Aunque los dos bandos, desde el día 15 de abril cuando se inició el conflicto, han continuado los combates sin haber respetado ninguno de los alto al fuego que se establecieron.

Así que tanto las FAS (Fuerzas Armadas Sudán) -el ejército regular comandado por el General Abdel Fattah al-Burhan- como las FAR (Fuerzas de Apoyo Rápido) -una organización paramilitar liderada por el “pseudogeneral” Mohammed Hamdan Dagalo, conocido como Hemetti– han convertido sus disputas políticas en una guerra que se ha extendido a todo el país.

Disputas que empezaron tras asociarse dando dos golpes de Estado: el primero en 2019 contra el dictador Omar al-Bashir, terminando con su gobierno de 30 años, y en 2021 derrocando al gobierno de transición del Consejo Soberano de Sudán, presidido por Abdala Hamdok, que buscaba llegar a una apertura democrática.

A casi dos años del último golpe, el día quince de abril Jartum, la capital del país, se despertó con un intenso fuego de artillería entre ambos bandos que se expandió por todo el país sin haber menguado en ningún momento, lo que hizo fracasar la decena de alto el fuego establecidos.

El comienzo de las negociaciones de Jeddah sólo buscan alcanzar el trazado de las rutas humanitarias para que los millones de sudaneses que se encuentran retenidos por los combates alcancen zonas seguras y que los suministros básicos lleguen a los centros urbanos sitiados por los combates.

Tanto en la capital como en varias ciudades del interior se han seguido reportando intensos combates entre los bandos, desde el pasado martes 9, los que también se extienden a la ciudad de Omdurmán, apenas cruzando al margen occidental del Nilo Blanco, frente a Jartum, y en Bahri (Jartum norte), áreas sobre las que las fuerzas del general al-Burhan han implementado ataques aéreos.

También el Comité Médico de Sudán informó de combates en la ciudad de Kosti, a unos 300 kilómetros al sur de Jartum, donde también se están produciendo enfrentamientos tribales que el miércoles dejaron 25 muertos. Lo que no ha quedado claro es si estos enfrentamientos están estrictamente vinculados al conflicto mayor.

Mientras tanto el día 10 el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas, informó de que de prolongarse el conflicto entre dos y dos millones y medio de sudaneses podrían entrar en alerta alimenticio. La PMA también ha denunciado que sus oficinas y depósitos han sido saqueados robando el veinticinco por ciento de sus reservas.

A espera de los resultados en las reuniones de Jeddah, algunos de los participantes entre los que se incluyen delegados del Gobierno saudita y de los Estados Unidos, habían declarado ser “cautelosamente optimistas” para alcanzar una tregua humanitaria temporal, lo que se estaría confirmando en las primeras horas del viernes 12, aunque, de todos modos, se encuentra muy lejos un alto el fuego efectivo.

Así, focos de combates como el establecido en El-Obeid, la capital del estado de Kordofán entre las milicias aliadas a uno u otro bando, han alcanzado un alto nivel de violencia. La ciudad con importancia estratégica, ya que se ubica sobre la ruta que une Jartum con Darfur y cuyo aeropuerto, al igual que los del resto del país, es vital para uno y otro bando dada la superioridad aérea del ejército, por lo que retenerlo por parte de las tropas de Hemetti se ha convertido en un elemento clave.

Más allá del número de muertos y heridos, cuyas cifras parecen ser un secreto de Estado para ambos mandos desde el comienzo del conflicto, con cifras realmente muy bajas, no solo considerando la virulencia de los combates y que gran parte de estos se libran en áreas urbanas, sino también la cada vez más vulnerable asistencia sanitaria.

Por ejemplo, los partes médicos de El-Obeid señalan que se han quedado rápidamente sin insumos, por lo que la atención de los heridos es elemental y primaria. Mientras que en toda la región de Darfur, que desde el inicio de la crisis se ha convertido en uno de los frentes más activos, la asistencia médica es también deficitaria, tanto en El-Geneina, la capital de Darfur Occidental, cómo en Nyala, la capital de Darfur del Sur, donde los combates entre la etnia originaria masalit, apoyada por las tropas del general al-Burhan y los grupos árabes de la etnia Rizeigat -agrupados bajo el nombre de los Janjaweed (jinetes armados) creadas por Hemetti a principios de siglo- están reeditando el conflicto que entre 2002 y 2006 dejó al menos 300.000 muertos.

El temor de los vecinos

Sudán, por su extensión geográfica el tercer país más grande del continente con fronteras con siete países (República Centroafricana, Egipto, Libia, Chad, Sudán del Sur, Etiopía y Eritrea) una región extremadamente inestable, sufre una situación crítica que podría significar que el conflicto desborde a alguno de sus vecinos, más allá de que la urgencia ya está produciendo consecuencias económicas, sociales y políticas en alguno de esos países. Sin duda, dada la interrelación de las políticas y el comercio internacional, el conflicto podría afectar a países aparentemente lejanos como los Estados Unidos, Rusia y China y otros más próximos, como el reino Saudita o los Emiratos Árabes Unidos (EAU), que cuentan con importantes vínculos económicos con Sudán.

En el continente africano mismo, dada la precariedad de las economías de la región, la desestabilización del Sahel y el Cuerno de África, ya con severas crisis de seguridad y climáticas, han puesto en alerta a las grandes potencias, particularmente a Washington. Mientras, el conflicto sudanés está retrasando la conclusión del acuerdo entre Jartum y Moscú para que los rusos establezcan una base naval en Port Sudan.

De esta crisis tampoco está exenta la Unión Europea (UE) ya que Sudán, junto a Sudán del Sur, son productores de petróleo que en 2021 han exportado 132.000 barriles diarios de crudo, un número significativo en el marco de la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania. Además Sudán es el mayor exportador mundial de goma arábiga, un insumo clave para las industrias alimenticias.

Aunque quizás la mayor atención se deberá poner sobre el Mar Rojo, con el que Sudán tiene una costa de cerca de quinientos kilómetros, por lo que de producirse alguna interferencia podría afectar el flujo comercial a través del Canal de Suez, un paso vital para el comercio mundial.

Además, dada la cercanía entre Port Sudan y la ciudad portuaria saudita de Jeddah, unos 132 kilómetros, es un paso importante para los miles de musulmanes africanos que desde allí parten anualmente para realizar el Hajj, el viaje obligatorio según el Corán a la sagrada ciudad de La Meca. Varias compañías aéreas especializadas en el hajj transitan por los cielos sudaneses de camino a La Meca, por lo que de extenderse el conflicto esas rutas deberán ser modificadas con todas las complicaciones que eso significa desde el punto de vista operativo, haciéndolas más largas y costosas e impidiendo que muchos devotos cumplan uno de los más básicos rituales de la fe islámica, cuyo hayy (objetivo) este año deberá cumplirse aproximadamente entre el 26 de junio y el primero de julio.

Otra consecuencia de la prolongación de la guerra será que en Egipto, en el norte, podría verse afectado el curso del Nilo Blanco, dañando el suministro vital para esa nación desde el principio de los tiempos, mientras queda pendiente el acuerdo sobre el llenado y la ejecución de la Gran Presa del Renacimiento Etíope sobre el Nilo Azul, lo que se ha convertido en un foco de inestabilidad entre Jartum y El Cairo respecto a Addis Abeba.

Incluso para el régimen sionista y los Estados Unidos Sudán, como firmante de los Acuerdos de Abraham, establecidos bajo la presión del gobierno de Donald Trump para el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Tel Aviv y las naciones árabes, un cambio drástico en el país africano podría afectar dicha afrenta al pueblo palestino.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.