La situación de Sudán es compleja, ya que desde su independencia en 1956 no ha conocido la paz. Tras una guerra civil entre el norte y el sur del país y tras el intento de éste de independizarse del norte musulmán, se firmaron unos acuerdos de paz entre el Gobierno y el SPLA (Ejército de […]
La situación de Sudán es compleja, ya que desde su independencia en 1956 no ha conocido la paz. Tras una guerra civil entre el norte y el sur del país y tras el intento de éste de independizarse del norte musulmán, se firmaron unos acuerdos de paz entre el Gobierno y el SPLA (Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés), movimiento guerrillero formado principalmente por cristianos del sur, animistas, de etnia negra africana.
Lo que desde un principio surgió como un conflicto étnico, pronto adquiere carácter de guerra civil, no sólo por el control de los recursos naturales del país, ya que el sur cuenta con grandes reservas de petróleo, uranio y níquel, sino también por los intentos de los gobiernos fundamentalistas árabes de imponer la Sharia en todo Sudán. Esta presión adquiere su máxima expresión con la llegada al poder de Yaafar Numeiri, cuando el sur pierde la limitada autonomía que adquirió en 1972 después de la primera guerra civil. La guerra se reanuda en 1983 originando más de dos millones de muertos y varios millones de desplazados.
Éste es un conflicto olvidado por la comunidad internacional, que además desestabiliza a la mayoría de los países limítrofes con Sudán. Sólo se interviene cuando EE UU recibe presiones por parte de su población afroamericana, así como de los grupos de presión de la derecha cristiana, y cuando se empiezan a explotar los grandes yacimientos de petróleo del sur de Sudán.
EE UU fuerza en un primer momento una primera reunión en Suiza entre el EPLS de John Garang y el Gobierno sudanés, firmándose una tregua de seis meses y acordándose el libre tránsito de la ayuda humanitaria internacional. El 9 de enero de 2005 se firma un tratado de paz por el cual el EPLS entra en el Gobierno de la Administración Central, se reparten los ingresos por la venta del petróleo, y se convoca un incierto referéndum de autodeterminación a celebrar en 2011, además de unas elecciones generales para el año 2009.
Por su parte, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprueba la resolución 1590 del 24/III/2005, que establece la creación de una misión de 10.000 efectivos militares para fortalecer el cumplimiento del Acuerdo Global de Paz. El 30 de julio de 2005 John Garang, dirigente del EPSL, ya vicepresidente de Sudán, muere en un accidente de helicóptero, hecho que hace tambalear nuevamente el proceso de paz, recuperado con el nombramiento de Salva Clirk como vicepresidente.
Grave crisis en Darfur
Mientras se mantenían las conversaciones de paz entre el norte y el sur, se iniciaba en febrero de 2003 un nuevo conflicto en la región de Darfur. Los antecedentes de este conflicto están en los enfrentamientos entre las tribus árabes ganaderas y nómadas, que tras las sequías de los años 80 deciden ocupar las tierras más fértiles de las poblaciones africanas negras musulmanas, tradicionalmente agrícolas. Esto se ve agravado por algunas medidas administrativas por parte del Gobierno central, como la división de Darfur, en 1989, en tres regiones que a su vez fueron subdivididas en distritos y concejos regionales y otra partición en 1995, medidas que llevaba aparejada la reasignación de tierras a favor de tribus árabes.
Surgen entonces dos grupos armados predominantes: el SLMA (Ejército para la Liberación de Sudán) y el Movimiento para la Justicia y la Igualdad. El 13 de marzo de 2003, en medio de las rondas negociadoras de paz entre el norte y el sur y para que se integren en ellas las demandas de la población de Darfur, el SLMA ataca la ciudad de Guru, acto considerado en un primer momento de poca importancia por el Gobierno central.
El 23 de abril del mismo año, el SLMA junto al JEM (Movimiento de Igualdad y Justicia) toman el aeropuerto de El Fasher y más tarde las dependencias gubernamentales de Mellit, Tiné y Kutúm, dando muerte a decenas de soldados sudaneses. La respuesta de Jartum fue la creación de los yanyawid, milicias árabes armadas y apoyadas por el Gobierno que se enriquecen robando ganado y atacando poblaciones de africanos negros.
Hasta que en el año 2004 el coordinador de Emergencias de las Naciones Unidas, no dio la alerta sobre la situación en Darfur, cientos de miles de personas deambulaban por el desierto dejados a su suerte y otros varios miles de personas habían huido al Chad, donde se empezaron a crear los primeros asentamientos de refugiados.
Desde entonces la realidad del país no ha hecho mas que empeorar, la situación humanitaria es sumamente grave, ya que no solamente es difícil hacer llegar la ayuda sino que los trabajadores de las ONGs son atacados constantemente. Se estima que de los dos millones y medio de desplazados por el conflicto, más de la mitad son niños y mujeres, siendo además estos dos colectivos la parte más afectada por el conflicto.
El ataque de los janjaweed a las aldeas de Darfur sigue prácticamente siempre los mismos patrones, aparecen por sorpresa hombres a caballo o en camello que matan a los hombres del poblado, violan a las mujeres y niñas y secuestran a los niños. En otros casos, antes de estas acciones las poblaciones son atacadas desde el aire por helicópteros o aviones del ejército sudanés. En 2004 Human Rigths Watch documenta cómo fuerzas del Gobierno participan activamente en masacres, ejecuciones sumarias y despoblaciones de amplias zonas de Darfur.
Amir, refugiado del campo Abu Shouk, con once años, contaba cómo al llegar a su aldea de la escuela, ésta había sido bombardeada por aviones, quedando sólo muertos y humo. Gracias a la ayuda de los poblados por los que iba pasando, logró sobrevivir en el desierto hasta llegar a Abu Shouk, donde encontró a sus padres.
En 2004, en virtud de un acuerdo alcanzado entre ambas partes, se permite el despliegue de fuerzas de la Unión Africana, 6.000 soldados pertenecientes a estas fuerzas toman posiciones en Darfur, fuerzas totalmente insuficientes para detener el conflicto. A partir de 2005, el Tribunal Penal Internacional elabora una lista de personas acusadas de crímenes de guerra en Darfur, hecho que se aprobó después de unas largas negociaciones con EE UU, ya que éste no reconocía competencias al TIP. Esto provoca manifestaciones de apoyo de la población árabe hacia Al-Bashir, presidente del país, a la vez que edificios de las Naciones Unidas son atacados y apedreados por los manifestantes.
La situación en los campos de refugiados es difícil, por un lado éstos son atacados y las mujeres violadas cuando salen de los campamentos a buscar agua o leña y, por otro, hay que tener en cuenta que el desplazamiento dura ya cinco años y no se ven perspectivas para su fin, por lo que surge violencia autóctona entre los refugiados, presencia de grupos armados, desarrollo de nuevas estructuras tribales, y nuevas formas de organización. Además los campos de refugiados de larga duración entran en competencia económica con los alrededores de donde se han establecido, provocando todo ello nuevas fuentes de tensión.
La situación del conflicto va empeorando y esto lleva a las Naciones Unidas a aprobar en agosto de 2006 una resolución por la cual se enviarían 20.800 efectivos de las Naciones Unidas en misión de paz con independencia de la postura del Gobierno sudanés, ya que éste rechaza la injerencia en el conflicto de fuerzas internacionales de pacificación.
A mediados de 2007 se llega a un acuerdo entre las Naciones Unidas y el Gobierno sudanés para el despliegue de 20.000 efectivos de las fuerzas pacificadoras siempre controladas por la Unión Africana. A día de hoy sólo se ha enviado a 7.000 efectivos, las condiciones de vida de los refugiados han empeorado, hay serias amenazas de las organizaciones humanitarias occidentales de abandonar Darfur por los ataques recibidos por sus miembros y el Fondo Mundial de Alimentos cada poco tiempo da la alerta de la posibilidad de reducción de las raciones de alimentos, ya de por sí pequeñas, en los campos de refugiados.
Intereses económicos de EE UU
En los últimos meses la crisis de Darfur sirve como argumento a EE UU para atacar y acusar a China de complicidad con el gobierno de Jartum y su política sobre Darfur. Lo cierto es que China compra el 30 por ciento del petróleo que consume en África Central, practicando la política de no injerencia en los asuntos internos. China es el principal inversor en Sudán y socio en diversos proyectos energéticos. También se ha hecho con la explotación de petróleo del denominado sector 6, que va desde el sur de Darfur hasta la frontera del Chad, que según parece alberga grandes reservas de petróleo de fácil extracción. Por otro lado, para los EE UU es prioritario el petróleo de África Central, ya que le permitiría depender en menor medida de los países árabes.
En definitiva, la situación en Sudán es incierta, por un lado está planteado un referéndum de secesión entre el norte y el sur, pero el gobierno sudanés va entorpeciendo la realización del registro censitario, por otro lado la situación actual es similar a los años 80, las milicias árabes empiezan a atacar poblaciones africanas para detener el proceso. Además hay que tener en cuenta su situación geopolítica, donde el sur tiene frontera natural con la República Centroafricana, República Democrática del Congo, Etiopía, Kenia y Uganda, una de las zonas más activas para el mercado de armas. Si sumamos a lo anterior un gran crecimiento demográfico que, unido a los efectos del cambio climático aumenta los conflictos entre la diferentes etnias por los escasos recursos; el tradicional dominio de las elites árabes sobre las poblaciones africanas negras; la división que originan las religiones y sobre todo los intereses económicos de las grandes potencias que ven la división del país como algo positivo para sus intereses económicos; todo ello hace incierto el futuro de Sudán tal como lo conocemos hoy.
Carlos Estévez Tamariz-Martel es fotógrafo. Este artículo ha sido publicado originalmente en el Especial de Verano «Africa Subsahariana», Julio de 2008