El pasado miércoles 31de mayo, con reproches cruzados, se han interrumpido al menos temporariamente, las negociaciones que se llevaban en la ciudad saudita de Jeddah, entre las partes beligerantes que desde el 15 de abril libran la guerra civil en Sudán, las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS) -el ejército regular al mando del General Abdel Fattah al-Burhan- y lo que se conoce cómo la Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) un grupo paramilitar crecido a la sombra de la dictadura de Omar al-Bashir, liderado por Mohamed Hamdan Daglo, alias Hemetti.
La interrupción se produce a pesar de que menos de 48 horas antes, el lunes 29 por la noche, a instancias de los mediadores de Arabia Saudita y los Estados Unidos se había acordado la extensión de cinco días de una nueva tregua humanitaria. Ninguna ha logrado mantenerse mínimamente y esta última fue violada en varias oportunidades la semana anterior.
El minué de Jeddah continúa, alejándose cada vez más de la posibilidad de un acuerdo que termine con la guerra, ya que hasta ahora solo se han llevado negociaciones acerca de un alto el fuego, siempre momentáneo, para establecer cordones sanitarios y de seguridad por donde pueda correr la asistencia a los civiles atrapados en el conflicto y nada se discute acerca de la búsqueda de una solución política de la crisis.
Al tiempo que se interrumpe de manera constante los daños van en incremento. Según la organización Proyecto de Datos de Eventos y Ubicación de Conflictos Armados (ACLED por sus siglas en inglés) los muertos serían 1.800, sesenta de ellos niños del orfanato de al-Mayqoma (Jartum), donde todavía hay más de 350 niños desde meses hasta 13 años. Según los profesionales de la institución, las muertes se produjeron por falta de insumos médicos.
Por su parte las Naciones Unidas (ONU) informan de que ya son más de un millón los desplazados internos mientras casi 350.000 sudaneses han buscado refugio, fuera de su país. Principalmente en Egipto, donde ya suman 170.000, y el Chad, donde otros 100.000 han buscado protección armando campamentos cercanos a la ciudad de Borota, a cinco kilómetros de la frontera con Sudán. Esta última oleada se suma a los más de 900.000 refugiados sudaneses que había en el Chad, uno de los cinco países más pobres del mundo, desde antes del inicio del conflicto.
Mientras unos 25 millones de personas, prácticamente la mitad de la población total del país, necesitan ayuda y protección de la ONU, las potencias de Occidente, Estados Unidos y Reino Unido demoran la resolución de miles de visas y pedidos de asilo de ciudadanos sudaneses que, junto a sus familias, están sufriendo las consecuencias de la guerra.
La situación de los civiles que permanecen en el eje urbano de la capital del país, Jartum y su ciudad satélite Omdurmán, que sumaban poco más de cuatro millones de personas antes del inicio de conflicto, día a día se hace más crítica. El miércoles 31 un mercado de la zona sur de la capital fue atacado por artillería de al-Burhan dejando una veintena de civiles muertos y más de un centenar de heridos.
El ataque, que provino del área de al-Shajara, una de las pocas que controla el ejército en la ciudad de Jartum, se produjo horas después que se conociera la decisión del general al-Burhan de retirar a sus representantes de la cumbre de Jeddah.
El mercado se ubica en el barrio Mayo, uno de los más pobres de la ciudad, por lo que sus pobladores han tenido reducida la posibilidad de escapar y donde, según se conoce, no existe ningún objetivo militar, por lo que el ataque, a más de un mes y medio del inició de los combates, se puede interpretar como una medida de amedrentamiento a la población de Jartum, controlada en un noventa por ciento por las FAR.
Además se reporta que importantes sectores de ese eje ya no cuentan con agua corriente, que de electricidad solo se puede disponer algunas horas a la semana y que la mayoría de los hospitales en las zonas de combate están fuera de servicio o saturados por la cantidad de heridos que llegan.
Las imágenes de la capital, en las que se ven centenares de personas rebuscando en los contenedores de basura algo para comer y durmiendo en las calles, a metros de los muertos que se descomponen donde han caído sin que ninguna organización se encargue de ellos, se ha convertido en una postal corriente en la capital.
El abandono de decenas de cuerpos en las calles está incrementando, todavía más, la aparición de enfermedades contagiosas, que podrían convertirse en más letales que la misma guerra apenas se inicie la temporada de lluvias esperada para fines de junio, la cual en condiciones normales con su llegada genera epidemias de malaria y otras enfermedades tropicales, por lo que se espera, que este año sea particularmente letal.
La falta de intención de los bandos combatientes se evidencia en el incumplimiento de estos acuerdos que ordenan que las fuerzas beligerantes deben abandonar sus posiciones de propiedades particulares y hospitales, donde además las tropas ocupantes han producido saqueos.
La emergencia, tanto alimentaria como sanitaria, estaría en condición de alivianarse si los bandos permitiesen en libre acceso de los trabajadores humanitarios a los núcleos urbanos más urgidos, ya que está funcionando la llegada de la asistencia internacional que queda atascadas en los puertos y aeropuertos sin que pueda ser distribuida, lo que ha dado lugar a que 57 depósitos y 55 oficinas de las organizaciones humanitarias fueran saqueadas y 115 de sus vehículos de transporte robados. Además de que casi una veintena de sus propios trabajadores fueron asesinados.
El reverdecido conflicto de Darfur
Al tiempo que se incrementa en flujo de refugiados sudaneses al Chad, desde la vecina región de Darfur se describe la situación como extremadamente dramática.
Los enfrentamientos entre los bandos que se disputan hoy el poder en Sudán reverdecen el conflicto que entre 2003 y 2008 dejó cerca de medio millón de muertos en Darfur generando así uno de los primeros genocidios del nuevo siglo.
Una vez más los que se conocieron entonces como los janjaweed, (jinetes armados o malvados) encabezados por el actual líder de las Fuerzas de Apoyo Rápido, el pseudogeneral Mohamed Hamdan Daglo, “Hemetti”, étnicamente árabes, conocidos como rizeigat a la que pertenece de Hemetti, cargan contra los masalit, fur y zaghawa las etnias negras de Darfur que ahora, como a principios de siglo, están sufriendo un intento de exterminio. Así los masalit se han puesto del lado del ejército regular en el intento de recuperar las tierras que a principio de siglo les fueron robadas por la población rizeigat.
Los informes acerca de nuevas matanzas en Darfur occidental son prácticamente cotidianos. Una organización médica informó de que en las últimas dos semanas habrían muerto unas 2.000 personas, en choques entre las FAR y las milicias locales conformadas por los masalit, desdiciendo laa información de la ACLED que habla de 1.800 en todo el país.
Como consecuencia de estos combates la salida de refugiados a Chad ha seguido en aumento debiendo levantar de manera urgente nuevos asentamientos a solo cinco kilómetros de la frontera, para unas 25.000 personas, la mayoría mujeres y niños, provenientes de la ciudad de Konga Haraza y sus cercanías. Según lo refirieron a su llegada, esas áreas fueron literalmente abandonadas por las autoridades locales. Dado ese abandono grupos armados árabes tomaron la ciudad saqueando las viviendas y asesinando a un número no desconocido de pobladores, en su mayoría hombres, que habrían permanecido buscando proteger sus propiedades.
En la ciudad de el-Geneina, la capital del estado de Darfur occidental, los enfrentamientos, que no se han detenido prácticamente desde el inicio del conflicto, parecen recrudecerse tras cada interrupción de los alto el fuego. Miles de civiles no han conseguido escapar y se espera que apenas se abra una brecha por donde abandonar la ciudad se produzca un éxodo masivo hacia el Chad, donde se teme que, dado el cariz que ha tomado la guerra en Darfur, pueda desbordar la frontera.
Ya la semana pasada un cohete cayó en Koufroun, una aldea del Chad, donde cerca de 10.000 refugiados sudaneses se han instalado procedentes de Tendelti (Sudán) a apenas cien metros de distancia.
La situación de los refugiados en el Chad se agravará a partir de finales de junio, cuando se inicia la temporada de lluvias que hará desbordar a los ahora secos, wadis, como se conoce a los lechos de los ríos, en la vasta región del Sahel y el Sáhara, por lo que los grupos, corriendo contra reloj, intentan alejar a los refugiados cercanos a la frontera para completar la reubicación en los campamentos ya existentes.
Las partes en disputa parecen ignorar las muertes y la desesperación que han generado a los más de 45 millones de sudaneses, que están sufriendo lo inenarrable mientras ellos siguen bailando un minué sobre las ruinas.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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