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Sudán

Una tragedia previsible y por lo tanto evitable

Fuentes: Rebelión

La prensa burguesa no se cansa de escribir sobre las probables complicaciones del conflicto en Sudán. Solo no escriben quienes son directa e indirectamente responsables. Todo parece suceder por casualidad. Queremos desarrollar otra línea de razonamiento.

Primero, tratar de explicar que el proceso sudanés se encuadra en la actual crisis capitalista mundial, donde el imperialismo y sus empresas tienen políticas claras para saquear nuestras riquezas y salvar sus ganancias. Por otro lado, y creemos que es una discusión muy importante, digamos vital, es necesario discutir la resistencia, su programa y límites, y enumerar los errores que lamentablemente se cometieron para poder superar esos errores e ir para el contraataque. Para los trabajadores de otros países, vale la pena seguir el caso de Sudán, ya que es una escuela práctica de política.

Cayó Al Bashir, se levantó el Consejo Militar de Transición, pero la lucha no cesa

El dictador al Bashir gobernó Sudán durante 30 años. Fue, sin duda, uno de los gobiernos más sangrientos de la historia reciente. En el currículo de su gobierno hay que incluir la masacre del pueblo negro de Darfur, en la que murieron entre 300 y 400 mil personas. En Darfur se dio un proceso de limpieza étnica para posibilitar la explotación, el tráfico y el contrabando de los recursos naturales, especialmente el oro. La disputa petrolera llevó a al Bashir a comandar una guerra civil contra la población del sur del país, que duró al menos 12 años y miles de muertos.

Las cosas iban bien para la dictadura de al Bashir hasta que estalló la crisis económica de 2008-2009. Las consecuencias fueron desastrosas para los países imperialistas, pero para los países semicoloniales como Sudán fue una tragedia. La devaluación de la moneda provocó un enorme empobrecimiento de la población, leyes que favorecían el comercio llevaron a la quiebra de las pocas industrias locales, y estalló el desempleo. Con una inflación de alrededor de 70% anual, el precio del pan, por ejemplo, se triplicó. Todo lo que producía el país era para pagar la deuda. Incluso el petróleo que producía el país se exportaba en su totalidad, produciéndose así escasez de combustible.

En diciembre de 2018 comenzaron las grandes manifestaciones contra la dictadura de al Bashir. La primera manifestación importante fueron 24 horas de protestas en la ciudad obrera de Omdurman, en Port Sudan, Al-Qadarif, Umm Ruwaba, Al Tartar y también en la capital Jartum. Después de estas manifestaciones hubo una secuencia coordinada de huelgas. El día 24 pararon los médicos afectando los 40 hospitales más grandes. El día 27, los periodistas se declararon en huelga por tres días, y el 31, los abogados decretaron un día de huelga. Todas estas huelgas desembocaron en la gran manifestación del día 31 cuando miles de manifestantes marcharon hacia el palacio presidencial.

Las consecuencias de la crisis capitalista mundial en el Sudán y las movilizaciones dividieron a la burguesía local y estas comenzaron a defender la salida de al Bashir. Un conocido cómplice del genocidio en Darfur, Abdel Wahid, llamó a sus seguidores a apoyar las protestas. Los partidos burgueses Umma y Unión Democrática saltaron a la oposición. Incluso el Partido Islámico dejó de apoyar a al Bashir y pasó a la oposición.

Al Bashir ensayó la famosa fórmula de la represión (resultando en 37 muertos y 200 heridos), combinada con negociación. La fórmula no funcionó. El 11 de abril, cuatro meses después del inicio de las movilizaciones, cayó al Bashir. Pero los militares incrustados en el aparato del Estado, controlando aproximadamente 200 empresas, se juntaron a Hemedti [1] de las Fuerzas de Apoyo Rápido y trataron de imponer un nuevo gobierno militar.

Una cosa es la voluntad de la burguesía, otra cosa es la voluntad de las masas en movimiento. La situación había cambiado y los trabajadores, los jóvenes, campesinos, intelectuales y hasta sectores de la pequeña burguesía habían dicho basta a los militares. Los soldados, cabos, y algunos sargentos, protegían a la población, abriendo la división en las Fuerzas Armadas del Sudán, y se confraternizaba en las manifestaciones.

Podemos describir la situación política utilizando la vieja fórmula de Lenin: «los de arriba ya no podían gobernar como antes y los de abajo ya no aceptaban ser gobernados como antes».

Mientras que el teniente general Awad Ibn Ouf, ministro de Defensa, dijo el 11 de abril de 2019 que un consejo militar gobernaría el país durante un período de transición de dos años, liberaría a todos los presos políticos y realizaría importantes cambios económicos. En las calles, los manifestantes continuaron siendo víctimas de los francotiradores de las Fuerzas Armadas del Sudán y de la Fuerza de Apoyo Rápido. El Burhan, principal dirigente de las Fuerzas Armadas, y Hemedti, dirigente de las milicias, hábilmente no participaron directamente del gobierno del Consejo Militar de Transición porque sabían que la resistencia impondría una corta vida a ese gobierno.

El papel de la Asociación Sudanesa de Profesionales y del Partido Comunista en el acuerdo de gobernabilidad

Las masas dijeron no al Consejo Militar de Transición. Las movilizaciones continuaron y la Asociación de Profesionales del Sudán (ASP) fue la dirección indiscutible de este período.

La Asociación agrupa a 17 sindicatos importantes del país. Creada en 2012, en 2018 estuvo al frente de la lucha por el salario mínimo, al estar presente en diversas luchas, especialmente en la región de Atbara, ganando mucho respeto y protagonismo en la clase trabajadora en su lucha contra la dictadura de al Bashir y también contra el Consejo Militar de Transición.

El liderazgo dirigente de la ASP está compuesto por médicos, abogados y periodistas. En un país con tanto desempleo, guerras y pobreza, estos profesionales representaban una elite y su programa era alimentado por el antiguo Partido Comunista Sudanés (PC).

Cuantitativamente, el Partido Comunista no se parecía en nada al viejo PC de los tiempos de la ex URSS. Había perdido casi toda su militancia. Del viejo PC, solo se conservó el programa de colaboración de clases. Así, la vieja conciliación de clases del PC y el carácter pequeñoburgués de la ASP fueron las bases para construir la unidad entre ambos.

Durante los procesos revolucionarios, las organizaciones de lucha y resistencia muchas veces generan grandes expectativas en la vanguardia luchadora en el país y en quienes siguen los procesos desde el exterior. Siempre es necesario analizar con frialdad las organizaciones a partir de una clara definición de su dirección, su programa y su base de apoyo. En este sentido, existe una contradicción entre la dirección pequeñoburguesa de la ASP y su base extremadamente radicalizada, trabajadora y juvenil. El programa en el apogeo de la lucha contra al Bashir, primero, y luego contra el Consejo Militar de Transición, se limitaba a luchar por un gobierno civil, sin definir si eran civiles de la burguesía y del imperialismo o de los trabajadores. En una publicación en el sitio web www.dabangasudan.org/en, ellos argumentaron:

“Nuestra revolución continúa en dirección a sus objetivos. Sólo la completa aceptación de la voluntad del pueblo y de los revolucionarios terminará con nuestros campamentos y protestas. Esto significa la entrega del poder del Estado a una autoridad civil democrática transitoria encargada de la tarea de implementar una transformación democrática genuina. Hoy, nuestras protestas y manifestaciones continúan y nuestro pueblo saldrá para proteger la revolución y corregir su curso”.

En junio de 2019, más de un centenar de personas fueron asesinadas frente al Cuartel General de las Fuerzas Armadas cuando se manifestaban contra el Consejo Militar de Transición. En este episodio, la ASP llamó a la “desobediencia civil total y la huelga política abierta”, y, al mismo tiempo, abogó por la resistencia no violenta en todas las acciones directas.

La forma de lucha llamada desobediencia civil propaga acciones no violentas frente a la violencia del Estado o de la propia burguesía. La característica principal de este movimiento es negar el carácter de clase de la violencia y la subordinación de la violencia de clase a los países imperialistas. Entre los defensores más conocidos de la no violencia y la negación del carácter de clase se encuentran Mahatma Gandhi, Luther King e intelectuales como Hannah Arendt.

Esta concepción de conciliación de clase, combinada con la desobediencia civil y la no violencia, llevó a que la ASP, junto con el Partido Comunista, hayan priorizado la unidad con diferentes sectores burgueses para desmovilizar e impedir el desarrollo de la lucha, como veremos más adelante.

Una indescriptible energía revolucionaria

Después de treinta años de dictadura, de genocidio en Darfur, doce años de guerra con el sur del país, entre otras historias de violencia, la población dijo ¡basta! Las masas liberaron sus fuerzas de manera poco vista en este inicio de siglo. Es muy interesante leer la secuencia de cinco artículos denominados “Diarios de una Revolución” [2] elaborados por la International Socialist League [Liga Socialista Internacional (ISL)].

Los ejemplos son numerosos, pero citaremos sólo tres para no ser pesados: A) ferroviarios de Atbar: estos trabajadores llevaban tiempo luchando contra el desguace y la destrucción de la empresa, y en los últimos meses por mejores salarios. Cuando las movilizaciones ganaron fuerza, tomaron la iniciativa de poner en marcha una locomotora, enganchar vagones y transportar por cuenta propia a todos los que quisiesen ir a la capital Jartum a participar de las manifestaciones. Los ferroviarios no pidieron autorización a nadie. Lo decidieron en asamblea y fueron. B) Las mujeres sudanesas están sujetas a grados inimaginables de opresión. Usar pantalones largos es motivo de arresto por atentado al pudor; la mujer solo puede ir a la reunión si está autorizada o acompañada por su esposo; la mutilación genital femenina es una práctica común; ¡y la violación solo se puede denunciar a la policía si el violador va con ella! Estas mujeres jugaron un papel increíble en las movilizaciones. Una experiencia espectacular descrita por Ashura Nassor. [3]; C) El 30 de junio, miles de personas marcharon hacia el Cuartel General de las Fuerzas Armadas diciendo que no aceptaban que los militares siguiesen en el poder, ahora camuflados como Consejo Militar de Transición. Acamparon en el lugar y en la madrugada fueron ametrallados por las Fuerzas de Apoyo Rápido. Hubo al menos 127 muertos. Aun así, la movilización continuó y el 20 de agosto cayó el gobierno del Consejo Militar de Transición.

Así se hizo (parcialmente) la voluntad de las masas.

El acuerdo para controlar y domesticar el movimiento de masas

La energía revolucionaria de las masas asustaba a los militares de el Burhan y al miliciano Hemedti. También asustaba a los vecinos de Arabia Saudita, de la República Árabe Unida, de Egipto y de Etiopía, ya que ninguno de ellos quería ser contaminado por la ola revolucionaria. Los chinos también estaban preocupados por la continuidad de la extracción de petróleo, y los rusos por la extracción de oro. Sobre todo y desde su posición imperial, Estados Unidos imponía su línea. Fin del ciclo militar a través del Consejo Militar de Transición. Por un gobierno civil y democrático.

Coincidentemente, el Partido Comunista y la Asociación de Profesionales, como vimos más arriba, defendían “un gobierno civil y democrático”.

De hecho, tanto la burguesía local como la regional, el imperialismo norteamericano, el Partido Comunista y la Asociación de Profesionales estaban todos por el fin de la acción independiente de las masas. Según todos ellos, era necesario controlar, domesticar y desmovilizar a las masas rebeldes.

Surge el Consejo de Transición Soberano

Los objetivos del gran acuerdo estaba diseñado. Y así quedó constituido por cinco civiles elegidos por la alianza Freedom and Change Forces [Fuerzas de Libertad y Cambio (FFC)], cinco representantes militares elegidos por el Transitional Military Council [Consejo Militar de Transición (TMC)] y un civil elegido por el acuerdo entre las FFC y el TMC. Es bueno recordar que las masas estaban en las calles contra el Consejo Militar de Transición. Por lo tanto, este “nuevo” gobierno ya nacía viejo.

El Partido Comunista y la ASP no solo participaron en las confabulaciones para la creación del Consejo de Transición Soberano, sino que también indicaron como su representante a Mohammed Hassan Osman al-Ta’ishi (o Mohamed El Taayshi) para formar parte de los once miembros del Consejo.

¿Y quiénes eran los otros miembros? Entre otros, estaban el general Abdel Fattah el-Burhan y el autoproclamado general Mohamed Hamdan Dagalo («Hemedti»), líder de las milicias Fuerzas de Apoyo Rápido. Tanto el Burhan como Hemedti tienen una larga trayectoria en represión, guerra y genocidio. En síntesis, estaban juntos militares golpistas, paramilitares y las organizaciones de los trabajadores.

El nuevo gobierno del Consejo de Transición Soberano

En el gran acuerdo para sacar a las masas de las calles, se combinó la creación de la Carta Constitucional y, como consecuencia, un nuevo gobierno denominado Consejo de Transición Soberano, que tendría un mandato de 39 meses y al final –cuando se preveía el fin de las movilizaciones– se convocaría a elecciones. En los primeros 21 meses el mandato lo ejercería un militar, y en los últimos 18 meses lo ejercería un civil.

Este nuevo gobierno nació apoyado en la nueva Carta Constitucional[4], un parche a la Constitución de 2005, de la época de al Bashir. La Carta Constitucional fue redactada por los militares y sin la presencia de quienes dieron sus muertos y heridos para derrocar la dictadura. La Carta Constitucional fue creada únicamente para legitimar el robo de la libertad y de la soberanía conquistadas en las calles.

La prensa internacional describe muy claramente el clima y el ambiente del que salió la Carta Constitucional:

“En una sala llena de altos cargos extranjeros y bajo fuertes medidas de seguridad, la oposición civil del Sudán y la junta militar que ocupa el poder en el país ratificaron este sábado la Constitución que servirá como hoja de ruta para los próximos tres años y tres meses de transición”. [5]

Sindicatos, organizaciones de mujeres, organizaciones de jóvenes, organizaciones de soldados y cabos insurgentes no fueron invitados allí. ¿Dónde estaban aquellos que lucharon en las calles por el fin de la dictadura de al-Bashir? Pues sí, los que lucharon no estaban en la sala llena, como dice el diario. Los que estaban eran: altos cargos extranjeros, la elite civil de la oposición civil y los militares.

En el nuevo gobierno que asumió en agosto de 2019, la presidencia y la vicepresidencia quedaron en manos de los militares y la figura más visible de ese gobierno fue el primer ministro Abdalla Hamdok, un civil pro Estados Unidos y hombre de confianza del gran capital. Comenzó como ejecutivo de la transnacional Deloitte & Touche [6], estuvo en la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África (UNECA), y en otros organismos. Como siempre ocurre en los “gobiernos de conciliación de clases”, Hamdok gobernó para los ricos y el Consejo Soberano, con el apoyo de EE.UU. y de la Comunidad Europea, tomó medidas extremadamente conservadoras como la privatización de los puertos, la venta de tierras a extranjeros y la expulsión de moradores. Permitió que la inflación superase 400% mensual; la escasez de alimentos y la total capitulación al imperialismo con la renegociación de la deuda externa. También estableció relaciones con el Estado de Israel y aceptó pagar una indemnización de 335 millones de dólares por las víctimas de dos atentados con bombas en 1998 contra las embajadas estadounidenses en Tanzania y en Kenia. Al mismo tiempo, hizo algunas leyes que señalaron importantes cuestiones democráticas para las mujeres, pero que de hecho no fueron aplicadas.

Militares, civiles, ASP juntos. El movimiento de masas en contra

No hubo tregua para el Consejo de Transición Soberano ni podría haberla. Según un informe del Banco Mundial, el número de personas que viven en la pobreza aumentó de 50% en 1994 a 77% en 2016, esto significa que sus ingresos no superan los US$ 1,25 por día. Los combustibles aumentaron en un 400%, las tarifas de ómnibus. Para la entonces ministra de Energía y Minas, Kheiry Abdelrahman, “los nuevos precios son uno de los pasos en los métodos de tratamiento económico, y que las consecuencias son de interés del país y la eliminación del sufrimiento de las personas”.

Hubo numerosas movilizaciones y huelgas. Entre las huelgas, la más emblemática fue la de los trabajadores de la industria azucarera de Kenama, que paralizaron la producción y las exportaciones durante casi dos meses, exigiendo mejores salarios y la readmisión de los despedidos por luchar contra al-Bashir. También hubo huelgas de médicos, nutricionistas, veterinarios, maestros, trabajadores de la Universidad de Jartum, trabajadores de Ariab Mining Company, trabajadores del embalse de Sennar, trabajadores portuarios de Port Sudan, trabajadores de la White Nile Sugar Factory [fábrica de azúcar del Nilo Blanco], sin mencionar las gigantescas marchas semanales convocadas por los Comités de Resistencia en protesta por la falta de combustible y de alimentos.

El Partido Comunista cambia y se queda en el mismo lugar

Con una inflación de 200% mensual, escasez de alimentos y combustibles (a pesar de que el país es exportador de petróleo), se agigantaron las movilizaciones contra el gobierno del Consejo de Transición Soberano. El Partido Comunista, la ASP y distintos Comités de Resistencia intentaron readecuarse ante la avalancha de luchas. Se retiró de la coalición Fuerzas por la Libertad y el Cambio que conformaba el gobierno. Según el PC y sus seguidores: “Hasta ahora no se ha logrado nada. Tenemos que volver a pedir Libertad, Paz y Justicia para renovar la revolución y mejorar la vida de las personas”. Ninguna palabra antiimperialista o anticapitalista. Solo reivindicaban más democracia dentro de un gobierno que representaba los grandes intereses de China, Rusia y Estados Unidos.

El golpe de octubre de 2021

El gobierno del Consejo de Transición Soberano no logró controlar la ira de las masas. Las masas siguieron luchando, incluso contra la voluntad de sus dirigentes, por salarios, por comida, contra la represión que seguía matando en las manifestaciones y huelgas, y por la prisión y el castigo de los genocidas en Darfur.

Además, el Consejo de Transición Soberano estaba dividido, ya que estaba encabezado por militares pro-China, milicianos prorrusos y también el civil Hamdok, que representaba los intereses estadounidenses.

El golpe de octubre de 2021 tenía como objetivo controlar el movimiento de masas a cualquier precio y eliminar al molesto representante de los Estados Unidos. Hamdok cayó, pero por la presión estadounidense regresó y acabó renunciando algunas semanas después. El golpe de octubre transformó el gobierno tripartito (militares, milicianos y civiles) en un gobierno bipartito, con la exclusión del representante civil. Así, se abrieron las condiciones para un enfrentamiento final que comenzó el 15 de abril. Ver artículo “Sudán: serio riesgo de guerra civil y participación de los países vecinos”[7]

Cooptación, desmovilización y desmoralización

El ingreso de la Asociación de Profesionales al gobierno y la propia orientación del Partido Comunista llevaron a una enorme contradicción entre la disposición de lucha de las masas y el programa de la Asociación de Profesionales y del PC que se basaba, como dijimos más arriba, en “Libertad, paz y justicia”.

Nunca estas organizaciones lucharon por el poder de los trabajadores, campesinos y juventud, ni se opusieron radicalmente a los intereses de la burguesía local y extranjera. Nunca propusieron la construcción y el desarrollo de organismos de doble poder. Al fin y al cabo, no se trataba de derrocar el gobierno del Consejo de Transición Soberano, se trataba, según estas organizaciones, de exigir a los militares que venían de treinta años de dictadura y a los genocidas de Darfur que concediesen más «Libertad, paz y justicia…

El Partido Comunista contra Lenin

En una situación similar, en 1917, Lenin afirmaba: ninguna confianza en el Gobierno Provisorio. El Partido Comunista del Sudán ha hecho exactamente lo contrario en la medida en que ha ayudado a construir el gobierno provisorio del Consejo Soberano de Transición. Estas dos posiciones contrapuestas –Lenin y la del PC– llevaron a que ambos tuviesen políticas completamente opuestas en situaciones similares. Veamos: a) en la gran huelga de Kenama, contra los bajos salarios, las persecuciones a los que lucharon contra al Bashir y por la destitución de los gerentes que venían desde la dictadura, seguramente Lenin habría propuesto que se atendieran las demandas y hubiera defendido el control obrero. El PC se restringió al tema salarial; b) el programa de los Comités de Resistencia para Lenin, seguramente, estaría vinculado directamente a la construcción de organismos de doble poder. El PC, por su lado, reivindicaba más democracia para los herederos de al Bashir y los genocidas de Darfur; c) los soldados y cabos que confraternizaban con las movilizaciones. Para Lenin, seguramente, la palabra central sería: construir consejos de soldados, pero el PC no dijo una palabra sobre la autoorganización independiente de soldados y cabos.

Comenzar de nuevo con un programa anticapitalista y antiimperialista

La tragedia está instalada desde el 15 de abril, cuando comenzó la guerra entre las fuerzas de el Burham y las milicias de Hemedti. Es necesario comenzar por reconocer que las masas insumisas están sofocadas por la guerra civil, y que en esta guerra no hay ni puede haber un lado progresivo. La tarea ahora se ha vuelto más complicada. Primero, es necesario defenderse, construir organizaciones de autodefensa y explicar pacientemente y con insistencia que la paz no puede venir dentro del capitalismo. Por cierto, desde la independencia en 1956 el país ha vivido bajo las botas militares.

La paz sólo llegará destruyendo las diferentes formas de dictadura del capital, ya sea con rostro civil o militar, y construyendo un gobierno de los trabajadores. Para ello es necesario empezar a construir desde ya un partido revolucionario de los trabajadores y de la juventud con el programa de Lenin y Trotsky.

Notas:

[1] Según ONG Global Witness, Hemedti conquistó gran parte del mercado del oro en el Sudán en los años anteriores. La Reuters afirmó en noviembre de 2019 que el «líder de la milicia se enriqueció vendiendo oro». Solo de una de sus empresas, Al Junaid Company for Multiple Activities, Hemedti ha declarado que extrae de 30 a 40 kilogramos de oro por mes

[2] RALPH, Martin – Diario de una revolución. https://litci.org/es/sudan-diario-una-revolucion/ – parte 1 a 5

[3] NASSOR, Ashura. Sudán: la lucha de las mujeres en una revolución inconclusa– https://litci.org/es/sudan-la-lucha-de-las-mujeres-en-una-revolucion-inconclusa/

[4] Sudán | El gobierno de al-Bashir cayó, pero la dictadura continúa viva. Abajo la dictadura y su constitución. https://litci.org/es/el-gobierno-de-al-bashir-cayo-pero-la-dictadura-continua-viva-abajo-la-dictadura-y-su-constitucion/

[5] https://www.efe.com/efe/america/mundo/sudan-ya-tiene-una-constitucion-para-la-transicion/20000012-4044824

[6] Deloitte, según su página de internet, de la cual Hamdok fue ejecutivo, es líder global en la prestación de servicios de auditoría y aseguramiento, consultoría, asesoría financiera, asesoría de riesgos, impuestos y servicios relacionados. Opera en más de 150 países y presta servicios a cuatro de cada cinco entidades listadas en la Fortune Global 500.

[7] https://litci.org/es/sudan-serio-riesgo-de-guerra-civil-y-participacion-de-los-paises-vecinos/

Artículo publicado en https://www.pstu.org.br/sudao-uma-tragedia-previsivel-e-portanto-evitavel/

Traducción: Natalia Estrada.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de l@s autor@s mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.