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Sobre la liberación del criminal Luis Posadas Carriles

Terrorismo de Estado imperial en el Siglo XXI

Fuentes: Cubadebate

La liberación del terrorista Luis Posadas Carriles en Estados Unidos es una burla despiadada para la humanidad, modelo de la doble moral de un imperio que impone al mundo un esquema de terrorismo de Estado, simbolizado en las invasiones y ocupaciones de Afganistán e Iraq. Esto resulta en la muestra de la más acabada raigambre […]

La liberación del terrorista Luis Posadas Carriles en Estados Unidos es una burla despiadada para la humanidad, modelo de la doble moral de un imperio que impone al mundo un esquema de terrorismo de Estado, simbolizado en las invasiones y ocupaciones de Afganistán e Iraq.

Esto resulta en la muestra de la más acabada raigambre colonial, mientras domina política, ideológica y económicamente ya no sólo a países pequeños y debilitados, sino a regiones como Europa, a la mayoría de cuyos gobiernos arrastra a su propio abismo fascista.

No podía esperarse otra conducta de un gobierno como el de George W.Bush que es la expresión de lo oscuro y primitivo de un imperio decadente en su etapa más fundamentalista, lo que lo hace más peligroso y brutal.

Se trató como escribió el comandante Fidel Castro recientemente de «una respuesta brutal», a las numerosas solicitudes del mundo para hacer justicia con un hombre como Posadas Carriles que ha vivido para matar bajo protección, como lo hizo cuando dirigió el atentado que en octubre de 1976 dejó 73 víctimas al explotar en pleno vuelo un avión de Cubana de aviación sobre Barbados.

Esta fue una de sus acciones más crueles, pero no la única. A lo largo de su vida de terrorista Posadas Carriles cometió todo tipo de atentados por supuesto dentro de las «necesidades» estratégicas de sus jefes, la CIA y otras agencias de Estados Unidos, país responsable de crímenes de lesa humanidad y genocidio a lo largo del siglo XX.

Este genocidio del siglo XXI se realiza ante los ojos del mundo, abiertamente, ya no se trata de ocultar la mano que mecía la cuna de la muerte, sino mostrarla como una garra, para que sepamos que ese imperio quiere avanzar sobre todo lo que necesite y en ese cometido trazó sus fronteras de seguridad abarcando al mundo entero.

En sólo minutos, poco después del sospechoso atentado a las torres gemelas en septiembre de 2001 el presidente Bush anuló las fronteras del mundo, las soberanías nacionales, el derecho internacional, desactivó a Naciones Unidas, en su momento un logro de la humanidad, e instaló a nivel mundial el mismo esquema del terrorismo de Estado del que los latinoamericanos – y por supuesto otros países del llamado Tercer Mundo- padecimos con las dictaduras que Washington nos sembró en el esquema de la Doctrina de Seguridad Nacional.

Siendo ricos los países latinoamericanos fueron condenados desde el período de la expansión del imperio naciente al genocidio de la pobreza y el abandono y cuando hubo intento de liberación de esa tiranía infinita, Estados Unidos recurrió a las invasiones o la instalación de dictaduras que actuaron bajo el esquema del terrorismo de Estado, de cuyas consecuencias seguimos siendo víctimas hasta hoy.

Es terrorismo de Estado, la metodología de terror sicológico, de amedrentar y llevar a un pueblo a aprobar en silencio todos los elementos de la ilegalidad interna e internacional, incluyendo los crímenes de lesa humanidad como los que se están practicando en Afganistán e Iraq, pero no solamente allí.

La implantación del Acta Patriótica sobre el pueblo estadunidense, tan similar a los trazados que impusieron los terrorismos de Estado de las dictaduras del Cono sur en los años 70 muestra a las claras de que se trata este momento imperial ya sin máscara alguna.

El gobierno que practica la dictadura en el mundo, que puebla de cárceles secretas y conforma una omertá mafiosa criminal, trasladando prisioneros en aviones que se desplazan y abastecen en los aeropuertos de los otrora poderosos países europeos, que filma, fotografía y muestra al mundo las torturas aplicadas obedientemente por sus soldados, como un mensaje de terror alucinante, mal podría castigar a sus propios terroristas.

Guantánamo, ese campo de concentración en la base militar que mantiene ilegalmente Estados Unidos en un pequeño territorio de la isla de Cuba es el símbolo más acabado del terrorismo imperial sin máscara. ¿Y qué dice el «humanismo» europeo de esta afrenta cotidiana a la humanidad en su conjunto que es Guantánamo?

Tampoco nada se dice de la «solución final» que con Gran Bretaña e Israel-cuyo gobierno traiciona cada hora a las víctimas del holocausto- y otros están implementando en Iraq, adonde llevaron además de sus ejércitos a los mercenarios del mundo. La resistencia iraquí no mata a su gente porque es su única posibilidad de existencia y acción.

Ya se ha comprobado que en el esquema de la guerra sucia allí, no sólo trabajan los escuadrones de la muerte sino también colocan bombas dirigidas a acabar con la población civil en masa, con jóvenes y niños para que no quede población autóctona y finalmente poder asentarse en ese lugar estratégico en el Medio Oriente y ocuparse de su objetivo final: el control absoluto de los recursos como el petróleo, al precio que sea.

El entrenamiento de las fuerzas armadas estadunidenses no está preparando soldados en estos tiempos. Como bien dice sonriendo un oficial de los marines en un documental sobre las nuevas técnicas de entrenamiento, ellos han logrado un salto cualitativo y es que sus hombres tienen «como reflejo condicionado matar».

De acuerdo a su relato las Fuerzas Armadas estadunidenses analizaron sus acciones en la Segunda Guerra Mundial y estimaron que el entrenamiento no era adecuado, porque aparecían muchos mecanismos sentimentales y eso «complicaba» a sus hombres a la hora de matar. Se trata de sacar lo más oscuro, de crear un soldado absolutamente deshumanizado, un robot despiadado, un animal de caza y muerte.

Razonemos. Estados Unidos no podía dar un mensaje errado a sus hombres, y menos a los que conformaron un equipo de terroristas «todo terreno», que lo mismo iban a matar en Washington o en América Latina o en Europa, dándoles a cambio la potestad de mantener un hostigamiento terrorista contra Cuba y su pueblo, que ha costado miles de víctimas a ese pequeño, pero inmenso país del Caribe.

Como dijo el intelectual y catedrático norteamericano Noam Chomsky en estas horas hablando en la Mesa Redonda de la Televisión Cubana desde Estados Unidos, el proceso que se siguió a Posadas Carriles para terminar poniéndolo en libertad bajo fianza es un «fraude» , como lo fue para el pueblo panameño el indulto que dispuso por presión de Estados Unidos, la ex presidenta de Panamá Mireya Moscoso para Posadas Carriles, Guillermo Novo Sampol y otros «cubano- americanos» que estaban detenidos en ese país donde intentaron realizar un atentado terrorista contra el presidente cubano Fidel Castro cuando asistía a la Cumbre Iberoamericana del año 2000 y también contra el presidente de Venezuela Hugo Chávez .

De acuerdo a la cantidad y tipo de explosivos que se les encontró cientos de panameños hubieran sido también sus víctimas. Posadas es prófugo de la justicia venezolana , ya que desde allí urdió y comandó el crimen de Barbados. Novo Sampol y su hermano Ignacio fueron parte del equipo de la CIA que colaboraba con la Dina, policía política de Augusto Pinochet y que intervinieron en el atentado contra Orlando Letelier, el ex ministro de Salvador Allende en Washington dentro del esquema de la criminal Operación Cóndor, que unió bajo mandato estadunidense a las dictaduras del Cono Sur.

Chomsky se refirió a Posada Carriles como «uno de los principales terroristas internacionales» y dijo que seguramente «irá a Miami a unirse a su amigo Orlando Bosch», otro de los grandes terroristas del equipo estrella de la CIA, que fue liberado por George Bush padre al término de su presidencia, aunque se lo había enviado y estaba en 1974 instalado en Chile urdiendo con la DINA los crímenes de Cóndor, como está comprobado.

Los grupos terroristas cubano americanos de Miami como Orlando Bosch, Luis Posadas Carriles los Novo Sampol, Jiménez Escobedo y otros, participaron activamente de varios de los atentados y asesinatos más importantes de la operación Cóndor. Ellos tenían una larga experiencia desde mediados de los años 60, desarrollando la llamada «Guerra por los caminos del mundo», mediante la cuál atentaron en diversos países contra oficinas, líneas aéreas, locales, medios de comunicación, asesinaron personas por apoyar a Cuba y también accionaron contra gobiernos que tenían posiciones independientes en relación con Estados Unidos.

Fue muy definido su accionar en los años 1974-1976, un período en que estos extremistas anticubanos realizaron 202 actos terroristas, que afectaron a 23 países de varios continentes, tal como lo registra en sus trabajos el investigador cubano Jose Luis Mendez y Méndez. Sólo en Estados Unidos en ese período se documentan 113 actos terroristas contra entidades norteamericanas y de otras naciones relacionadas con Cuba.

Los fascistas italianos en sus declaraciones como «testigos protegidos» en los juicios en Italia sobre el intento de asesinato del político chileno Bernardo Leighton y su esposa Anita en 1975 en Roma, al referirse a las dictaduras del Cono Sur mencionaron a «los cubanos de Miami» como los más expertos» en el arte de asesinar y volar «enemigos».

En 1976 , como jefe de la CIA el ex presidente George Bush ordenó a los varios grupos de terroristas cubanos agruparse en lo que se conoció como el Comando de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU), que fue clave a la hora de volar el avión de cubana de aviación en Barbados. Y también fue un grupo que actuó organizadamente junto a las dictaduras de toda la región. Su paso criminal está registrado en todos y cada uno de los países de América Latina y el Caribe.

Como una expresión de aquellos años el 25 de octubre de 1974 William Colby, cuando era director de la declaró que «Estados Unidos tiene derecho a actuar ilegalmente en cualquier región del mundo, acumular investigaciones en los demás países y hasta llevar a cabo operaciones tales como la intromisión en los asuntos internos chilenos». Esto en defensa del golpe militar que su país ordenó para derrocar al gobierno democrático de Salvador Allende. Vale recordarlo para entender que el «equipo estrella» de la CIA trabajaba dentro de esa estrategia, que continuaría y se acentuaría con la llegada de Bush padre al poder como jefe de esa institución 1976 y 1977.

Para el golpe militar en Chile y su sostenimiento, Colby concentró el mayor comando de la CIA para los años 70 después del derrocamiento de Allende y se aplicó todo lo que su poder pudo imaginar en «lo más avanzado», en materia de operaciones secretas y criminales. Y por eso no puede extrañar que hasta allí se desplazaran los equipos especializados de los grupos terroristas anticubanos, que además tenían relaciones con todos los dictadores y con los escuadrones de la muerte que asolaron al continente y aún superviven para realizar otros «trabajos» similares en el mundo.

El rastro de los llamados terroristas cubano-americanos, que en realidad dejaron de ser cubanos hace mucho tiempo está detrás de asesinatos como los del general chileno Carlos Prats y su esposa Sofía en Buenos Aires-donde estaban refugiados- en septiembre de 1974, en el atentado que dejó incapacitados de por vida al político chileno Bernardo Leighton y su esposa Anita, en Roma Italia en 1975 y en septiembre de 1976 estos grupos fueron la mano ejecutora del atentado que costó la vida Orlando Letelier, ex ministro y ex embajador del gobierno de Allende, y a su secretaria Ronny Moffit, dejando gravemente herido al esposo de esta Michael, que sobrevivió.

El atentado sucedió en pleno Barrio de las embajadas en Washington y en este caso el equipo de asesinos se conformó con Michael Townley agente de la CIA y la DINA, el oficial chileno Armando Fernández Lario, con el apoyo de Stroessner y sus funcionarios y el grupo de cubanos como los hermanos Novo Sampol, Virgilio Paz (acusado también por el caso Leighton), Dionisio Suárez Alvin Ross,entre otros. Fueron condenados en el juicio que llevó adelante el fiscal Eugene Propper, aunque luego se comprobó que unos estaban prófugos amparados por Estados Unidos y otros no cumplieron debidamente la supuesta prisión. Novo Sampol fue señalado por el jefe de la Dina chilena, general Manuel Contreras -acusado por diversos crímenes de lesa humanidad ordenado por el dictador Pinochet- como el hombre que junto a Townley viajó a Buenos Aires desde Santiago, para interrogar en el centro clandestino de detención de Automotores Orletti- la de las temibles sedes locales de la Operación Cóndor-a dos jóvenes diplomáticos cubanos secuestrados y desaparecidos en Argentina donde también se intentó asesinar al embajador Emilio Aragonés en 1975, en unos de los tantos atentados cometidos por esos terroristas, dejando centenares de víctimas en todo el continente.

Son muchos más los nombres y los casos, pero mencionamos los que sirven como casos testigo de ese accionar que tenía que ver con el esquema de contrainsurgencia elaborado en Washington en el esquema de guerra sucia que obedecía a la seguridad nacional estadunidense. Y por eso participaron en una de las más importantes operaciones contrainsurgente de los años 70 como fue la Operación Cóndor. Para el grupo era sólo una continuidad de su Guerra por Los Caminos del Mundo. Era coherente para Bush y sus halcones liberar a Posadas Carriles, que no sólo ha reconocido públicamente la voladura del avión en Barbados sino otros atentados en esos tiempos y en los años 80 y 90 contra Cuba, dejando un reguero de muertos.

Y para mostrar abiertamente el esquema de doble moral, mientras salvan a un terrorista condenan a cinco jóvenes cubanos auténticos que trabajaron como sólo se podía hacer en Miami en forma encubierta para evitar más atentados terroristas contra su patria por los cuáles han perecido más de tres mil personas, sin contar los enormes daños materiales, la siembra de pestes y la guerra por todos los medios sucios. Ellos trataban de demostrar a estados Unidos como en su territorio se amparaba a estos grupos terroristas y están pagando el crimen de intentar detener el terrorismo. Esto son los hechos, todos comprobables.

A cientos de millas de Miami, estos jóvenes están pagando condenas injustas resueltas por tribunales sin ninguna posibilidad de actuar con libertad en Miami. Mientras el FBI y otras agencias han sembrado su historia más delirante e increíble, en la invasión a diversos países buscando aparentemente a Osama Bin Laden, el mismo que trabajaba codo a codo con los hombres de la Casa Blanca que dicen buscarlo, por las calles de Miami y por varios otros lugares de Estados Unidos estos terroristas pasean su impunidad como un galardón que le otorgan sus jefes.

Bush no puede ser conmovido por solicitud alguna en este caso, porque en sus nuevas doctrinas de asalto al mundo da a sus soldados inmunidad absoluta para matar, secuestrar, torturar a todos aquellos que intenten parar esa marcha siniestra. Sus agentes de la CIA son protegidos, los criminales de lesa humanidad como Henry Kissinger o los Rumsfeld y compañía no pueden ser tocados por ningún juez en el mundo. Alemania puede pedir la extradición de agentes de la CIA por utilizar su territorio para secuestros y traslados, pero no habrá respuesta. Y ¿por que habrían de actuar de una manera distinta contra sus grupos terroristas que cumplieron las más diversas misiones y hoy forman parte del entramado mafioso del poder que gobierna los Estados Unidos de América, a sangre y fuego?

Para Washington los más grandes terroristas de la historia son sus héroes, porque el diseño de su poder para esta nueva etapa del imperio, está montado sobre la impunidad, la ilegalidad, los asesinatos masivos y el plan de dominar militarmente al mundo, que está estancado por la resistencia iraquí, entre otras resistencias que comienzan a crecer en el mundo. Especialmente en lo que considera su «patio trasero», una América Latina, que como dicen algunos asesores republicanos «se les está yendo de las manos» y puede ser un hecho irreversible.