Recomiendo:
0

Topadoras israelíes abren camino a colonos

Fuentes: IPS

Fuerzas israelíes comenzaron a derribar cientos de árboles en tierras que pertenecen a un convento católico en las cercanías de la meridional ciudad cisjordana de Beit Jala, próxima a Belén. Según los planes de Israel, esa sección del bosque será arrasada para continuar el muro de separación que construye en Cisjordania para aislar a los […]

Fuerzas israelíes comenzaron a derribar cientos de árboles en tierras que pertenecen a un convento católico en las cercanías de la meridional ciudad cisjordana de Beit Jala, próxima a Belén.

Según los planes de Israel, esa sección del bosque será arrasada para continuar el muro de separación que construye en Cisjordania para aislar a los palestinos de los colonos judíos.

Cerca del convento, los asentamientos israelíes de Gilo y Har Gilo continúan expandiéndose detrás de la muralla sobre las rocosas laderas de las colinas, en tierras palestinas.

Cuando esta sección del muro quede terminada, varias villas quedarán aisladas entre sí y del área del Gran Belén. En estos días, no se trata de un acontecimiento aislado aquí en Cisjordania.

Unos pocos kilómetros al este del convento de Cremisan y la ciudad de Belén, la pequeña villa palestina de Wadi Rahaal enfrenta la extinción como consecuencia de la expansión de la política de asentamientos israelíes y el avance de la muralla.

«Ahora estamos rodeados por el asentamiento de Efrat», dijo a IPS Suha Ziyada, de 22 años, una de los 750 habitantes de Wadi Rahaal. «Ellos comenzaron a construir el muro varios meses atrás y la colonia está creciendo día tras día», agregó.

Efrat, parte del asentamiento de Gush Etzion, alberga actualmente a unos 9.000 colonos, entre los que se encuentran israelíes e inmigrantes judíos de Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia y Sudáfrica.

El sitio de Internet de la colonia indica que «una ciudad-jardín ha florecido en las colinas de Judea». Sin embargo, es posible ver que grandes área de bosques y zonas vírgenes han sido destruidas al ritmo de crecimiento del asentamiento, mientras que caminos de uso exclusivo de los colonos cortan las laderas de las colinas por la mitad.

«Esto alguna vez fue un hermoso bosque, donde íbamos de picnic», recordó Zivada, mientras señalaba a una colina cercana a su casa. «Pero ahora todo ha sido cortado. La cima de la colina desapareció. Solía haber vida salvaje ahí, diferentes animales que vivían en la floresta. Pero ya todos se han ido», agregó la joven.

«No nos permiten construir más casas en la villa. Los militares israelíes prohíben agrandar las viviendas y construir en la tierra. Unos meses atrás, el ejército destruyó tres casas en el límite de la aldea por las quejas de un colono, quien dijo que no quería ver casas árabes desde su ventana. Entonces vinieron los militares y demolieron las casas», relató Zivada.

Los colonos, agregó, practican varias formas de castigos colectivos para expulsar a los palestinos de sus tierras. «El agua viene de los asentamientos. Ellos la controlan. El mes pasado no tuvimos agua corriente por tres semanas. La cortaron argumentando que había un problema con los caños, aunque nosotros sabíamos que eso era mentira».

El año pasado, el ejército israelí bloqueó todas las rutas que permitían ingresar o salir de Wadi Rahaal, excepto una. En la que permaneció «abierta», los militares instalaron una valla metálica que todas las tardes servía para convertir a los habitantes en prisioneros.

Los soldados «ponían candado» a la valla de manera arbitraria, no existía un horario predeterminado. Muchos residentes se vieron imposibilitados de entrar o salir de su aldea a horarios regulares.

«Los colonos vienen a Wadi Rahaal, dan vueltas para intimidar y atemorizar a los habitantes. Nos tiran piedras a la cabeza y están armados. Los helicópteros israelíes sobrevuelan la aldea a muy baja altura. Hay puestos de control en toda la villa», señaló Ziyada.

Hace dos semanas nació Mayar, la hija de Ziyada. «Me moría de miedo de pensar que fuera a nacer durante el bloqueo. Cuando empecé el trabajo de parto, la valla estaba cerrada y con cerrojo. Tratamos de usar otro camino, pero fue imposible. Entonces mi madre fue a discutir con los soldados en el asentamiento. No tenemos ni hospital ni sala de primeros auxilios en la aldea. Sólo contamos con el hospital de Belén», relató.

Después de esperar durante horas, un soldado llegó y abrió la valla, lo que le permitió trasladarse finalmente al hospital.

La ansiedad mientras esperaba que alguien desbloqueara el camino fue peor que el dolor del trabajo de parto, dijo la joven palestina. «Es un sentimiento que te destruye, no estar en condiciones de controlar tu vida o dar a luz en condiciones seguras. Esta es la situación de todas las mujeres palestinas aquí. Todas las embarazadas temen por lo que pueda pasar cuando llegue el momento», indicó Ziyada.

El Ministerio del Interior de Israel difundió un informe que indica que el crecimiento en el número de colonos duplica al de la población civil que vive dentro de los límites originales del Estado, tal como fueron fijados cuando fue creado en 1948.

Actualmente hay 275.156 colonos que habitan asentamientos ilegales en Cisjordania, con un incremento de 5,45 por ciento respecto de los 260.932 registrados en el censo del año pasado.

La colonización de Cisjordania es una violación directa a la ley internacional. El artículo 49 de la Cuarta Convención de Ginebra establece que «la potencia ocupante no deportará o transferirá parte de su propia población civil a los territorios que ocupa».

Mustafa Barghouti considera que Israel no tiene la menor intención de abandonar los territorios palestinos. Es líder de la Iniciativa Nacional Palestina (PNI, por su sigla en inglés, una agrupación que se diferencia de Fatah, secular y moderado, y del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas).

En un comentario que envió a IPS por correo electrónico, Barghouti señaló que Israel sigue adelante con sus proyectos de expansión en Cisjordania, algo que «niega cualquier posibilidad de contar con un estado palestino con continuidad territorial».

«Esta política confirma la posición del PNI respecto de que Israel no se plantea terminar con la ocupación o respetar la ley internacional. Más bien, el gobierno de Tel Aviv se mantiene apegado a su objetivo de continuar las expropiaciones ilegales de tierra palestina», agregó.

Ziyada teme por el futuro de su hija. «Ser madre es algo maravilloso, pero en esta situación los sueños que uno tenía desaparecen. Todos quieren tener un hijo, darle la mejor vida posible, pero yo no soy libre de llevar a mi beba a un hospital cuando está enferma. Simplemente pienso: ¿qué pasará si se enferma de noche, cuando ya pusieron el candado a la puerta? ¿Qué voy a hacer?»