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Trump en la cloaca

Fuentes: Rebelión

Algunos dirán que el Presidente Trump se ha metido en camisa de once varas y da palos de ciego tanto en política interna como internacional, otros, que no lo hace tan mal pese a que le rodean circunstancias adversas, pero aún los más enterados no cesan de asombrase de que todavía dure en el mando, […]

Algunos dirán que el Presidente Trump se ha metido en camisa de once varas y da palos de ciego tanto en política interna como internacional, otros, que no lo hace tan mal pese a que le rodean circunstancias adversas, pero aún los más enterados no cesan de asombrase de que todavía dure en el mando, mejor dicho, en la cloaca, definición que Trump dio al universo político de Washington.

Sea lo que fuere, se necesita de un politólogo de altos quilates que defina y describa el enfrentamiento que se da en esas esferas de poder y que nada tiene que ver con la reseña de lucha de clases, que Marx y Engels d ieron en el Manifiesto Comunista: «Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos», en este caso, de opresores y opresores, que es lo que se observa desde la subida de Trump «una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta», una lucha que no se sabe adónde conduce, bien pudiera ser al exterminio de los clanes beligerantes (ahora incógnitos), a la desintegración de EEUU o a la transformación revolucionaria de ese país.

Y no se peca de ser subjetivo, porque es la primera vez que el presidente de EEUU acusa de mentir a los medios de comunicación masiva (mcm), y lo repite a cada rato. Nunca dije «denle armas a los docentes», como afirmaron con «fake news» (las cadenas de televisión) CNN y NBC. Lo que dije fue estudiar la posibilidad de dar «armas ocultas a maestros con experiencia o entrenamiento militar», se defiende Trump y va un poco más allá cuando se lamenta: «Es muy triste que el FBI se perdiera todas aquellas señales enviadas por el tirador de la escuela de Florida… Están gastando mucho tiempo tratando de demostrar la trama rusa en la campaña de Trump: no hay trama…» Por otra parte, hay acusaciones de que durante 18 meses el FBI realizó una operación p ara denigrar a Trump usando «vigilancia electrónica de dudosa legalidad y un dossier lascivo», carente de pruebas. Trump prometió investigar profusamente al FBI y a funcionarios del Departamento de Justicia, que manipularon datos en la indagación de sus presuntos lazos con el Kremlin. ¿Qué tipo de luc ha de clases es el barullo en el que presidente de EEUU, el Departamento de Justicia y el FBI se encuentran en una guerra sin cuartel?

El melodrama comienza cuando la Sra. Clinton proclama que Trump, con ayuda de los rusos, le birlaron el triunfo en las presidenciales de EEUU, sirve de secuaz el senador McCain y los mcm que acolitan esa lamentación. En feroz contraofensiva, Trump indica que no hubo contubernio entre él y Rusia y que, más bien, «hubo connivencia con la candidata Demócrata Hillary Clinton». Según sus palabras, después de un año de mentiras se destapó que «la tramposa Sra. Clinton y este comité (electoral) pagaron a una compañía vinculada a Rusia para derribar al presidente Trump con ayuda de un agente extranjero». Se refiere a que el periódico ‘The Washington Post’, escribe que el Partido Demócrata y gente de la Sra. Clinton pagaron 9.2 millones de dólares para financiar el dossier sobre una investigación de Christopher Steele, ex agente de los servicios secretos británicos, acerca de una supuesta colusión de Trump con Moscú.

Sin embargo, y pese a no probarse ninguna acusación contra Trump, el Congreso de EEUU decretó sanciones contra Rusia por intervenir en la elección del primer mandatario. Para ello, se arrogó funciones de competencia exclusiva del presidente de la república y no reformó la Constitución para obtener dicha potestad. Lo absurdo del caso es que, pese a estar en desacuerdo con esta ley por ser «nociva e inconstitucional», Trump la aprobó para alejar momentáneamente la amenaza de un ‘impeachment’ contra él y su vicepresidente.

No sólo eso, sino que esta insensata ley destruye las bases de la democracia, puesto que es aprobada por el 99% del Capitolio en contra de un gobierno que cuenta con el apoyo de casi mitad de la población. ¿Qué tipo de democracia representativa es esa? ¿A quién representan esos representantes? ¿Por qué Trump, cabeza legal del Estado, que fue electo por un sistema electoral creado por los fundadores de EEUU para que respete y haga respetar la Constitución de ese país, acepta que el Congreso cometa un acto nocivo e inconstitucional? La acusación de haber sido electo y representar a una potencia extranjera convierte a Trump en un gobernante ilegítimo, por lo tanto la ley firmada por él también es ilegítima. ¿Cómo aplicar una ley decretada por un órgano que no tiene potestad para ello y que fue aprobada por alguien que, según esa misma ley, no tiene autoridad por haber sido electo con el apoyo de una potencia extranjera?

El absurdo es evidente: si Rusia no intervino en la elección de Trump, entonces la ley es ilegal por basarse en una acusación falsa, y si Rusia intervino en la elección de Trump, entonces la ley también es ilegal por ser aprobada por una autoridad falsa. Se debe recalcar que es la primera vez en la historia de EEUU que sucede algo así: un presidente, cuyo partido detenta la mayoría absoluta en el Congreso y del que él es la cabeza principal, para evitar un abrumador ‘impeachment’ aprueba una ley «nociva e inconstitucional». Esto tampoco es lucha de clases sino de clanes beligerantes, hasta ahora indefinidos.

Más allá de que esta lucha, que no es de clases, conduce al aislamiento internacional de EEUU, cuya imagen ha caído en el mundo al lugar más bajo en casi 20 años, la situación interna de ese país es deplorable. Los grupos de odio se incrementan sin cesar y las personas de color temen la presencia policial incluso cuando se trata de detenciones por infracciones de tránsito, t emor que se sustenta en las estadísticas de que cada día más de un negro es asesinado extrajudicialmente, sin que importe que dé aviso de no portar armas, no corra y presente sin chistar los documentos requeridos. Si a todo esto se añade que miembros de la supremacía blanca, partidarios de Trump, van a la frontera con México a cazar inmigrantes ilegales y que las cárceles están repletas de negros y latinos, en muchas ocasiones inocentes, se hace válida la pregunta ¿qué tipo de lucha de clases se da en EEUU y adónde marcha ese país?

Lastimosamente, de la respuesta depende en gran medida el destino de la humanidad.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.