¿Trump es o no fascista? Cuestión pertinente que -justamente- preocupa en los tiempos -aún más bárbaros- que corren. Sin querer subestimar la importancia de los aspectos personales de D. Trump, sin embargo, nos sería más útil que fuera formulada así: ¿Es fascista o no el régimen que Trump y sus amigos planean establecer en EEUU? […]
¿Trump es o no fascista? Cuestión pertinente que -justamente- preocupa en los tiempos -aún más bárbaros- que corren. Sin querer subestimar la importancia de los aspectos personales de D. Trump, sin embargo, nos sería más útil que fuera formulada así: ¿Es fascista o no el régimen que Trump y sus amigos planean establecer en EEUU?
Evidentemente, esta cuestión no es en absoluto académica y no concierne de ninguna manera… al sexo de los ángeles. Al contrario, es determinante para la evolución de los acontecimientos planetarios e incluso para nuestro propio presente y futuro. Dicho esto, nos permitimos una precisión preliminar: Contrariamente a una costumbre más bien común, no basta con encontrar a alguien antipático para que sea… fascista. Y aún más, no basta con que un partido, régimen o movimiento sea reaccionario, oscurantista, racista, violento o belicista para que sea fascista. Sobre la base de las lecciones aprendidas de experiencias (trágicas) del pasado, es fascista el partido o el régimen que se apoya sobre un movimiento organizado de masas que utiliza para atacar a las organizaciones de todo tipo de trabajadora/es teniendo como objetivo declarado disolverlos y machacarlos a través de la violencia. Y todo ello, con el fin de atomizar a la/os trabajadora/es para hacerles incapaces de resistir tanto dentro como fuera de sus lugares de trabajo.
Es evidente que a pesar del importante impacto que tienen las ideas de Trump en la sociedad norteamericana, y aunque sus mítines son seguidos por miles de personas, hay que reconocer que, de momento, no existe ese movimiento organizado de masas que haría a Trump capaz de materializar a través de la violencia sus promesas electorales de pesadilla. Sin embargo, atención: ¡Si ese movimiento de masas no existe «de momento», hay por el contrario numerosos indicios muy claros de que Trump quiere crearlo y hace, día tras día, todo lo que puede para construirlo!
En efecto, contrariamente a lo esperado y lo que quieren las tradiciones políticas, Trump no parece dormirse en los laureles y sigue, tras las elecciones, recorriendo el país organizando mítines, sobre todo en sus bastiones, para dirigirse directamente a sus seguidores. Este primer acto no precisamente «ortodoxo» del «presidente electo» es claro y adquiere todo su sentido cuando sabemos lo que Trump dice en sus mítines postelectorales ¡que promete por cierto continuar tras su instalación en la Casa Blanca!
He aquí pues al Trump postelectoral que no para de repetir que «se trata de un movimiento», y que sube el tono de sus discursos al menos tanto como hacía en periodo preelectoral. Más grave, llega incluso a hacer elogio de la vulgaridad y de la violencia de las que ya dio muestras a sus seguidores en sus mítines electorales. Puede que lo que sigue parezca inverosímil o inimaginable, pero sin embargo es la verdad, una verdad que debemos mirar de frente: Trump no sólo se dirige a las multitudes de sus seguidores llamándoles con cariño… «bestias salvajes« (wild beasts), sino que tiene también la costumbre de aprobar su violencia cuando apela a sus peores instintos y los exhorta a hacer como antes de las elecciones, lo que produce incitaciones del tipo… «Vosotros erais bárbaros, violentos, cuando gritabais ‘¿Dónde está el muro?’, ‘¡Queremos el muro!’, cuando vosotros gritabais ‘¡A la cárcel!’, ‘¡A la cárcel!’, ‘¡Métela en la cárcel!’, yo quiero decir que os volvíais locos. Erais basura, salvajes y viciosos«.
Pero, ¿Por qué todos estos comportamientos «imposibles y sin embargo reales», pero que aclaran las verdaderas intenciones del muy peligroso señor Trump? La respuesta no es muy difícil: Para que el señor Trump pueda llevar a sus auditorios a donde él quiere, llenándoles el cerebro con sus propias «verdades», en resumen, para hacer de ellos el instrumento dócil de sus voluntades. Entonces no es casualidad que, por ejemplo, el 53% de sus electores declaren creer totalmente a Trump cuando dice haber obtenido una victoria aplastante (landslide), aunque en realidad Hillary Clinton le ha batido con casi tres millones de votos de diferencia…
Robert Reich, ministro de Trabajo en un gobierno de Bill Clinton y gran seguidor de Bernie Sanders, que ha escrito el artículo del que hemos sacado las citas mencionadas, (1) no duda en concluir con la siguiente constatación perspicaz pero también aterradora: «Un presidente que hace lo que sea por crear una base de seguidores entusiastas que crean las mentiras más vergonzosas constituye una amenaza flagrante para la democracia americana. Así es como empieza la tiranía«. Por nuestra parte, añadiremos que nadie podrá acusar a Trump que no nos ha dado a conocer cuál será el blanco prioritario del movimiento de masas que pretende crear: Son los 13 millones de inmigrantes sin papeles que amenaza con expulsar, las ciudadana/os afroamericana/os y latina/os de EEUU, las mujeres y toda/os aquellas/os a quienes apunta su racismo y su inenarrable misoginia. Pero, sobre todo, son los sindicatos obreros a los que Trump se ha aprestado a declarar la guerra hace ya cuatro semanas, cuando atacó públicamente y con una violencia inaudita a un valiente líder sindical que tuvo el coraje de denunciar su demagogia y sus proyectos antiobreros.
La conclusión es al mismo tiempo clara e inquietante: En EEUU asistimos ya a una carrera de velocidad entre el bando de Trump y el movimiento de masas que se declara decidido a combatir contra los proyectos del nuevo presidente del país. Si Trump y sus amigos consiguen crear ese movimiento organizado de masas que les permitirá atacar frontalmente a las minorías, las mujeres, los movimientos progresistas y radicales de jóvenes, y sobre todo las y los trabajadoras/es de sus organizaciones, entonces la evolución de los acontecimientos podría resultar tan trágica como aquella del periodo de entre-guerras europeo. En cuanto al resto, es decir, a toda/os nosotra/os, sería sensato que tuviéramos en cuenta no las palabras tranquilizadoras, sino los actos bien elocuentes de Trump, así como los currículum de sus ministros y otros cuadros de su próximo Gobierno, que no dejan ninguna duda sobre sus auténticas intenciones. Los días y las horas son más que críticas y es impensable que podamos asistir a la repetición de los mismos comportamientos que han permitido hace 95 u 85 años la subida al poder prácticamente sin resistencias del fascismo italiano y del nazismo alemán…
Notas
1. http://www.commondreams.org/views/2016/12/19/onslaught-tyranny-why-trump-rallies-trump
Este artículo, como cientos de otros textos, vídeos e informaciones de primera mano tanto sobre la situación creada en EEUU tras la elección de Trump, como sobre la evolución en el interior del movimiento radical de masas en plena mutación, están disponibles en el Facebook: http://forberniesmassmovement.weebly.com/
Traduccion: Fatima Martin
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.