A Trump también lo ha votado muchísima gente que lo hubiera hecho por Sanders, que no son nazis, pero que votan por odio contra lo que representaba Hillary Clinton y contra el establishment.
M.H.: Ganó Donald Trump en las elecciones norteamericanas, me imagino que esto habrá llamado su atención.
G.A.: Sí. Yo destacaría algunas cosas, primero que hubo un 49% de abstenciones, o sea, que el triunfo de Trump representó solamente a menos de uno de cada 4 electores. Segundo, que en cantidad de votos directos Trump perdió, sacó menos que Hillary Clinton. Tercero, que tiene en contra el Partido Republicano que controla las dos Cámaras y al gran capital, porque él está apoyado por el sector que defiende sobre todo al mercado interno, pero las grandes transnacionales y las finanzas lo ven como un peligro. O sea, que hay que ver si el poder real le va a dejar aplicar sus ideas o si se lo van a impedir incluso mediante el método que aplicaron con Kennedy que además le impidió seguir viviendo. Un golpe de Estado a la americana.
Trump es un nazi pero no creo que pueda hacer todo lo que él quiera. Además no es un hombre que esté en contra el establishment sino que es la oveja negra del mismo. Dicho esto, existe un problema para México, 3 millones de deportaciones significan 3 millones más de desocupados, cuando el precio del petróleo ha caído, cuando el país es completamente dependiente de EE. UU. Es una colonia.
Por otro lado, las grandes empresas no van a llevar sus fábricas a EE. UU. donde la mano de obra le cuesta entre 10 y 20 veces más que en los países asiáticos y México, a no ser que les compensen la tasa de ganancia con aportes del Estado, pero eso significaría gastos brutales, que la economía no podría soportar junto con una caída del poder de ingreso, o sea, lo contrario a lo que él quiere que es preservar el consumo interno.
También está la cuestión del medio ambiente, si sigue produciendo a lo bruto gas de invernadero con los combustibles fósiles, el resultado va a ser un desastre en los Estados donde más lo votaron, más tornados, más sequías, más inundaciones y protestas populares.
El gran peligro es la guerra, porque su alianza con Putin significa un intento de desplazar el eje contra China al Pacífico, entonces va a tener problemas con los europeos, porque abandona a Ucrania, acepta la invasión de Crimea por Putin, desarma la OTAN. Va a tener problemas con Israel también, porque si bombardea o manda tropas para acabar con el Estado Islámico, significa enfrentarse con Arabia Saudita y Qatar que están detrás y reportar al régimen de Assad en Siria, o sea, reforzar a un enemigo árabe potente lleva a problemas bélicos. Teniendo en cuenta que si la economía china sigue cayendo, como lo está haciendo, un mayor proteccionismo de EE. UU. va a afectar a la economía y va a llevar a conflictos sociales importantes en China.
Es un elefante en una cristalería, pero a lo mejor lo abaten o lo domestican. En realidad los votos de él son prestados, tiene sin dudas los del Ku Klux Klan y del Tea Party, el todos los nazis que hay en EE. UU., pero también lo ha votado muchísima gente que lo hubiera hecho por Sanders, que no son nazis, pero que votan por odio contra lo que representaba Hillary Clinton y contra el establishment.
M.H.: También se ha interpretado el voto a Donald Trump como un voto contra la globalización, que ha tenido varias expresiones durante el último tiempo, el caso del Brexit en Gran Bretaña, las multitudinarias movilizaciones en Alemania contra los tratados con EE. UU. y Canadá, también corriéndonos hacia atrás, las votaciones en Grecia, si bien Tsipras luego toma un rumbo distinto al que le proponían sus votantes, e inclusive en España, en momentos de la asunción del Partido Popular, luego de 10 meses de impase y 2 elecciones donde no se podía formar gobierno, por el apoyo que le dan los llamados barones del Partido Socialista pero no así las bases de éste, se produce un hecho pocas veces visto, como fue la movilización multitudinaria de repudio a Rajoy en Madrid.
G.A.: Efectivamente es un factor, pero el problema es que ese sentimiento es canalizado por la derecha en todas partes, en Brasil, en Argentina, en EE. UU., en Italia, en Francia donde, por ejemplo, si hoy se hicieran elecciones ganaría Marine Le Pen, el fascismo. Y al ser canalizado por la derecha lleva al nacionalismo xenófobo y a las deportaciones de inmigrantes. No es canalizado por la izquierda. Sanders lo podría haber canalizado en EE. UU., pero lo sabotearon. Ahora lo que hay que esperar es que surja un partido independiente, porque el Demócrata está hecho trizas, que pueda canalizar ese sentimiento en una manera positiva, pero no en el nacionalismo, no en el proteccionismo, no en las medidas nacionalistas agresivas al estilo hitlerista.
Efectivamente, hubo una protesta y siempre ha habido una protesta contra los efectos de la globalización, la mundialización, pero el tema es que nunca lo canalizó un movimiento progresista. El fracaso de los llamados gobiernos progresistas en Latinoamérica es una demostración de eso, ellos también hablaban en contra de la mundialización y a favor de la soberanía, pero fueron un fracaso completo porque no pudieron llevar adelante esa política.
No se puede sostener un funcionamiento capitalista y al mismo tiempo no oponerse a lo que está haciendo el capital. O uno se opone realmente a lo que está haciendo el sistema y entonces combate esas políticas o el intento de reforma termina en el desastre. Trump ha aprovechado ese sentimiento, pero lo desvía hacia el proteccionismo, el nacionalismo xenófobo y el racismo, y eso es sumamente peligroso.
La izquierda no tiene peso ni aparece como alternativa en ningún lado y menos aún la posibilidad de un cambio socialista
M.H.: ¿Estamos frente a un escenario que se asemeja a los años 30 del siglo pasado?
G.A.: Yo creo que hay una diferencia notable con ese período, en los años ´30 existía para el capitalismo el triunfo de una revolución socialista apoyada en la existencia de la URSS. Tenían el comunismo en Alemania, tenían el miedo que la burguesía francesa convirtió en eslogan: «Antes Hitler que el frente de los partidos Socialista y Comunista en Francia». El peligro de la revolución socialista estaba en Europa, no así en el resto del mundo, pero Europa era la dueña del mundo mediante el sistema colonial. Hoy no, hoy la izquierda no tiene peso ni aparece como alternativa en ningún lado y menos aún la posibilidad de un cambio socialista. Son pocos los que quieren el socialismo. En EE. UU. la novedad es que el 33% de los jóvenes quieren el socialismo, por supuesto, socialdemócrata, pero hablan de socialismo y eso es nuevo.
Evidentemente, la crisis del capitalismo es tan impactante que todo el mundo empieza a ver el desastre. Pero no hay un peligro inmediato para el capitalismo. Aquí el peligro es el de un conflicto nuclear entre grandes potencias capitalistas, EE. UU. en decadencia, China, que no le hace contrapeso, pero que está emergiendo y Rusia, todos capitalistas. Putin hace una política imperialista, China no, pero sí de gran potencia en diversos lugares del mundo. Ese es el peligro, junto con otro peligro terrible: el desastre ecológico producido por las emisiones de gas en China, en EE. UU. en particular, con un industrialismo extractivo que no tiene en cuenta ni la mano de obra ni el futuro.
Estamos ante estos dos grandes peligros. La burguesía no siente el peligro de un cambio de sistema, siente el peligro de adversarios dentro del sistema y también en parte, los sectores más conscientes, Gates, por ejemplo, que dice que se necesita el socialismo porque si no se acaba el mundo.
M.H.: O sea que estamos más cerca de la barbarie que de la revolución.
G.A.: Exactamente, estamos en la barbarie desde hace mucho tiempo. Yo insisto en que Rosa Luxemburgo advertía sobre el peligro de barbarie, ese peligro de barbarie se instaló con los campos de concentración nazis, con los Gulag de Stalin, con la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki y con las matanzas en Burundi. Estamos en la barbarie, el desastre ecológico lleva unos cuantos años, empezó con la reconstrucción del capitalismo después de la guerra, entonces lo que hay que acabar es con esa barbarie y salir de esta época atroz en la que vivimos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.