Traducido del francés para Rebelión por Susana Merino
Que la elección de Trump haya sorprendido a buena parte de los grupos dominantes de los EEUU, tanto en la esfera económica y sus relaciones mediáticas como en ciertos sectores del aparato del Estado, está comprobado. Pero las tensiones se mantendrán largo tiempo todavía. Los pronósticos sobre el futuro político del recientemente electo son muy variados y contradictorios.
No resulta inútil por lo tanto recordar lo sucedido hace ocho años y los pronósticos realizados para el entonces nuevo presidente Obama. En un ambiente muy diferente, lo que importaba era dar vuelta la página de Bush y poner en circulación el nuevo producto, un «intelectual negro». Doblemente y abusivamente etiquetado como un proyecto comercial: un diplomado de Harvard no es necesariamente un «intelectual». Bush era un diplomado de Yale y Obama era mestizo.
Desconfiando de esta operación de promoción comercial del producto Obama, Comaguer había traducido y difundido en aquel momento el texto de un intelectual brasileño cuya pertinencia es actual. El premio Nobel de la paz que le fue otorgado a comienzos de su mandato sin ninguna justificación concreta habría de confirmar muy pronto el análisis de Frei Betto. Al finalizar estos ocho años, el balance resulta sombrío. Lejos de haber puesto término a las guerras de Bush en Afganistán e Irak, Obama las prolongó. En Irak especialmente puso obstáculos a los intentos de reconstrucción de un Estado nacional y favoreció la emergencia del Dáesh, sosteniendo a la provincia kurda y apoyando su disidencia. Y agregó cuatro guerras nuevas: Por orden cronológico: Libia, Siria, Ucrania Yemen. Analicémoslas en ese orden:
* Libia: luego de dudosas maniobras de pacificación emprendidas con el apoyo de Francia y de Gran Bretaña a las que cedió Gadafi, la guerra comenzó por la violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad, enorme patada a Rusia (con Medvedev como presidente) y a China (con Hu Jin Tao como presidente) que se habían abstenido. Siguió la destrucción del país, la caída del régimen y el programado asesinato del jefe del Estado, acompañado todo por la sonrisa odiosa y satisfecha de Hillary Clinton.
* Siria: habiendo fracasado la caída del régimen durante la entonces de moda Primavera Árabe, rápidamente se decidió recurrir a la violencia. Bandas cada vez más internacionales y cada vez más numerosas (se calculó una cifra de 200.000 hombres, «rebeldes» en la jerga propagandística occidental, decapitadores y envenenadores de redes de agua potable en el territorio) terroristas financiados, equipados y entrenados por Occidente (EEUU, Francia, Gran Bretaña Israel, Alemania y sus aliados Arabia Saudita, Qatar y Jordania). El ejército árabe sirio resistió pero el partido era difícil, los adversarios cuentan con armamentos más modernos que los suyos y parte del territorio escapa a su control. Esta guerra que perdió rápidamente su carácter civil constituye una guerra internacional organizada por Occidente que hoy en día está por fracasar frente a la coalición militar de Rusia, Irán y el Hezbollá alrededor del ejército árabe sirio y del Estado sirio que ha continuado funcionando en la zona más poblada del territorio.
* Ucrania: suscitar una guerra civil en un país que era el más desarrollado de la ex Unión soviética fue considerada la única forma de cortar los vínculos históricos, culturales y económicos existentes con la Federación rusa. Una operación llevada a cabo sin pausa durante dos decenios, fracasada primero con la revolución naranja y reiniciada en 2014 con la participación activa ahora de organizaciones fascistas bien entrenadas y usando sus peores métodos (masacre de la bolsa de Trabajo de Odesa). Guerra civil financiada por los EEUU como lo atestigua la señora Nuland (hemos invertido 5.000 millones de dólares). Resultado: Crimea vuelve al ámbito ruso que una vez había dejado a causa de un golpe burocráico de Kruschov y un país dividido empobrecido del que ha huido una parte de la población.
* Yemen: una guerra oficialmente encarada por Arabia Saudita armada por los EEUU y apoyada por medios de observación (satélites, aviones awacs) y el uso de drones estadounidenses que despegan de Djibouti. Mediante la vigilancia marítima de las costas yemeníes asegurada por la VII flota de EEUU y por los informes estadounidenses sobre su pobre vecino.
El segundo aspecto de la continuidad de esta desenfrenada guerra imperial, lo más preocupante para no citar su actual aspecto más criminal: la puesta en marcha del eje más reaccionario de la dominación del capital anglosajón. El término usado por Bush Jr. ya no es más denunciado como eje del mal porque ese eje comienza en Washington.
En efecto la política internacional al margen de estas guerras se definió claramente en el segundo período de mandato de Obama, consistente en poner un pie en la coalición reaccionaria mundial destinada a contrabalancear las potencias emergentes (o ya bien emergidas como China). De la cual forman claramente parte:
* Israel: porque constituye un país rápidamente dispuesto a decidir embargos o sanciones comerciales a los estados que implementan políticas que no le satisfacen. Y las críticas verbales de Obama no pueden hacer olvidar los miles de millones de dólares de ayuda que continúan y que constituyen la cumbre mundial de la desfachatez propagandística.
* Colombia: que acaba de firmar un acuerdo de cooperación con la OTAN y en la que se hallan instaladas siete bases militares estadounidenses, futuros puntos de apoyo de una ofensiva militar contra Venezuela que no ha sucumbido a las acciones civiles que ya han sido lanzadas y entre las que probablemente haya figurado el asesinato de Hugo Chávez.
* Polonia: en plena reacción antirusa y anticomunista en la que acaban de instalarse los miembros de la brigada blindada estadounidense y sus 4.000 hombres que se instalaran a tiro de fusil del enclave ruso de Kaliningrado.Los países se hallan inscritos en la misma movida.
* Japón: que no soporta haber tenido que ceder su lugar de segunda economía mundial a su vecino chino y que bajo la dirección del nostágico del imperialismo Shinzo Abe se ha convertido en el puno de apoyo asiático de los EEUU, como lo prueban las sucesivas visitas de Obama a Hiroshima y de Abe a Pearl Harbor destinadas una y otra a borrar con palabras suavizantes la villana guerra del Pacífico entre competitivos imperialismos. Resulta significativo que las palabras de pesar de Shinzo Abe por la muerte de 24.000 soldados estadounidenses en Pearl Harbor no hayan sido seguidas de análogo pesar por los 300.000 masacrados de Nankin y otros 12 millones de muertos chinos en la guerra de agresión japonesa, además de por los sufrimientos infligidos al pueblo coreano durante 35 años de ocupación.
* Australia y Nueva Zelanda: estos anglosajones aislados en la periferia de Asia no tienen ninguna autonomía y están condenados al seguidismo.
* Y aún nos quedan los casos de los principales países de la Unión europea: Francia, Gran Bretaña, Alemania, Italia. Si su compromiso con la política guerrera de Obama no les ha producido la menor duda y hasta en algunos casos la han soprepasado, especialmente Francia, se hallan hoy en día frente a situaciones políticas críticas en las que la cuestión del vasallaje frente a Washington va a producir inevitables debates. Sus dirigentes, negando las evidencias, no tendrán ni siquiera el ridículo temor de imputar los profundos malestares populares a las astutas influencias rusas.
El buen policía se ha transformado en el mal policía. ¿Qué traje deberá ponerse el nuevo presidente? ¿El del bruto que aplasta a su adversario bajo miles de bombas o el del pícaro que mata por la espalda?
Ni uno ni otro
Trump deberá enfrentar un desafío de otra magnitud, no podrá elegir entre el traje del buen policía o del policía malo. Se enfrentará a la pérdida casi absoluta de la legitimidad del papel de policía mundial.
Fuente: http://www.investigaction.net/trump-les-nouveaux-habits-de-lempereur/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, la traductora y a Rebelión como fuente de la traducción