Estados Unidos se sumó -el pasado 22 de junio- a los ataques del Estado de Israel contra la República Islámica de Irán (iniciados el 13 de junio); el presidente estadounidense, Donald Trump, justificó los bombardeos -una “medida de fuerza” y un “éxito militar” – contra tres instalaciones nucleares iranís: Isfahán, Natanz y Fordó (el enclave de mayor valor estratégico).
Asimismo, con cuatro votos de diferencia, la Cámara de Representantes de Estados Unidos ha aprobado el denominado Plan Fiscal de Trump.
Esta iniciativa legal tiene, entre sus objetivos, el mantenimiento de las deducciones fiscales que ya impulsó -en su día- el líder ultraconservador; y la aplicación de recortes en las cuentas públicas, con un impacto en el programa de seguros de salud -para la población con escasos recursos-, Medicaid; otro cometido del Proyecto de Ley es el aumento del gasto militar y los fondos para la seguridad fronteriza (Agencia Efe, 3 de julio).
Dos días antes, Trump y el gobernador del Estado de Florida, Ronald Dion DeSantis (también del Partido Republicano), estrenaron el nuevo centro de detención de personas migrantes en Florida (Alligator Alcatraz); en la inauguración, los dos líderes pusieron énfasis en la rapidez con la que se producirán los enjuiciamientos y las deportaciones de migrantes; medios informativos subrayaron que se trata de una “cárcel rodeada de caimanes”.
¿Dónde se sitúa el origen de las citadas medidas? El periodista Roberto Montoya ha publicado en marzo el libro Trump 2.0, en la colección A Fondo de la Editorial Akal.
El texto de 328 páginas da cuenta del apoyo que el magnate, y referente global de la extrema derecha, recibió de empresarios como Elon Musk (la red social X, Tesla y SpaceX); de las causas judiciales afrontadas, los escándalos de corrupción y abuso sexual, los bulos digitales o, también, del declive que afecta a una potencia global: Estados Unidos.
El ensayo informa sobre la reacción que tuvo el trumpismo ante la derrota en las elecciones presidenciales de 2020, frente a Joe Biden: acusaciones de fraude electoral y asalto al Capitolio por parte de sus seguidores de extrema derecha, en enero de 2021 (después Trump indultó a 1.600 asaltantes procesados).
Con todo, el multimillonario republicano volvió a ganar en los comicios de 2024, con 77 millones de votos; se convirtió, así, en el 47º presidente de los Estados Unidos.
En la batalla electoral con Kamala Harris (2024), “Trump no sólo tuvo el apoyo de los suyos, de los multimillonarios de Silicon Valley, de los banqueros, las empresas energéticas y los poderosos lobbies y especuladores, también ha sabido (…) erigirse como salvador, como un representante del nativismo, de la ira de ese Estados Unidos profundo, de esa población rural empobrecida, conservadora, religiosa y prejuiciosa de pueblos pequeños (…)”, explica Roberto Montoya.
Según las encuestas, el supuesto candidato antiestablishment recabó apoyos significativos entre los varones blancos y con escasa formación, en parte porque valoraban su condición de hombre de negocios multimillonario y personaje duro.
Otro granero de votos para Trump se hallaba en el denominado Cinturón del Óxido (región del nordeste y medio oeste de Estados Unidos); el área padece, desde hace décadas, un importante declive industrial que afecta a sectores como el acero y el carbón.
Roberto Montoya es autor de los libros El imperio global (2003); La impunidad imperial (2005) y Drones (2014), editado por Akal; periodista especializado en relaciones internacionales y geopolítica, Montoya forma parte del Consejo Asesor de la revista Viento Sur y colabora en los periódicos Público y El Salto.
En el volumen de la colección A Fondo, dirigida por Pascual Serrano, se explicitan algunas de las heridas profundas de la sociedad norteamericana; así, pese a las tasas positivas de creación de empleo y crecimiento económico (el PIB aumentó un 2,8% en 2024), en Estados Unidos vivían en la pobreza 36,8 millones de personas en 2023.
Asimismo “hay millones de trabajadores precarios con dos o tres empleos”, 653.000 personas –en 2023- que no tenían techo y 27 millones de ciudadanos carecían ese año de seguro médico; Estados Unidos ocupaba, además, el lugar número 47 del mundo en esperanza de vida. En 27 estados del país continúa vigente la pena de muerte.
Roberto Montoya introduce claves que ponen contexto el belicismo de Trump: “Estados Unidos con más de 750 bases e instalaciones militares y 180.000 efectivos repartidos en 80 países tiene una larga tradición de militarización de su política de seguridad/exterior”.
Tal vez ello explique la intención de adquirir, y controlar, la isla de Groenlandia (territorio autónomo dentro del Reino de Dinamarca), rica en hidrocarburos y minas de tierras raras en el Ártico; asimismo Trump pretende recuperar el Canal de Panamá, infraestructura de navegación que Estados Unidos devolvió progresivamente a Canadá a partir de 1977 (Tratado Torrijos-Carter); o ha expresado la idea que Canadá se convierta en el Estado 51 de los Estados Unidos.
Algunos nombres de altos cargos muestran que no se da una ruptura radical -entre las distintas Administraciones- respecto a los vínculos Política-Guerra; así, sobre las llamadas puertas giratorias, Montoya cita el ejemplo del exsecretario de Estado (hasta enero de 2025, durante la presidencia de Biden), Antony Blinken, quien ejerció también como secretario de Estado adjunto durante el ejecutivo de Obama.
Blinken fue uno de los creadores, en 2017, de la consultora privada en materia de Defensa y Seguridad, WestExec Advisors, junto a otros antiguos miembros de la Administración Obama; WestExec tiene, entre sus clientes, a corporaciones que fabrican armamento, drones o equipos de espionaje.
En el ámbito de la geopolítica y las relaciones internacionales, el volumen de Akal recuerda que China es el gran adversario global de Estados Unidos (para republicanos y demócratas); de hecho, se considera al país asiático como “la principal amenaza para la seguridad nacional”.
Así lo declaró, por ejemplo, el exconsejero de Seguridad Nacional con Trump (entre enero y mayo de 2025), Michael Waltz: “Estamos en una guerra fría con el Partido Comunista Chino”.
Y, en relación con el genocidio de Gaza (más de 57.400 palestinos muertos desde octubre de 2023, según el Ministerio de Salud gazatí), concluye Roberto Montoya: “Trump, como Biden, recuerda siempre con orgullo que Estados Unidos fue el primer país en reconocer el flamante Estado de Israel en 1948 (…), y ambos se disputan quién es el más incondicional amigo del régimen sionista”.
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