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Trump vs. Clinton: la disputa entre el politainment y los millennials

Fuentes: Rebelión

La política norteamericana ha estado marcada, en el transcurso de su historia, por un aspecto que define su ADN cultural: el espectáculo. Sin el, ese poder casi omnipresente e inexpugnable, que se le endilga a la nación más poderosa del globo terráqueo, hubiese sido simplemente una vaga referencia. Hollywood, su multimillonaria industria, y sus centenares […]

La política norteamericana ha estado marcada, en el transcurso de su historia, por un aspecto que define su ADN cultural: el espectáculo. Sin el, ese poder casi omnipresente e inexpugnable, que se le endilga a la nación más poderosa del globo terráqueo, hubiese sido simplemente una vaga referencia.

Hollywood, su multimillonaria industria, y sus centenares de filmes, permanecieron perennemente en el «top of mind» de la sociedad global, para vendernos un relato común sobre la guerra fría, el idílico «fin de las ideologías» y el neoliberalismo.

Politainment: entre Reagan y Trump hay mucho trecho

Protagonistas del cinemascope estadounidense, como Ronald Reagan, cumplieron con aquella misión persuasiva yendo más allá de las pantallas grandes: este antiguo actor de películas «cowboy» de los años 40 al 60, dio el salto a la política y se convirtió en presidente de los Estados Unidos entre 1981 y 1988.

El polifacético Reagan supo dirigir la caída del muro de Berlín y la destrucción, desde el Estado, del sistema de bienestar y las políticas sociales a favor de las mayorías del país del norte (Harvey, 2007).

Otro actor más contemporáneo, y reconocido, Arnold Schwarzenegger, decidió abandonar su prolífica carrera para oficializar, en 2003, su intención de convertirse en gobernador de California, cargo que ocupó durante los 8 años siguientes.

Como vemos, Estados Unidos nunca pudo divorciarse del Politainment! Un coctel explosivo en el cual las fronteras entre el entretenimiento, la demagogia y la política, se desvanecieron por completo.

Esta teoría, acuñada por Neil Postman en su libro «amusing ourselves to death» (1985), emergió precisamente durante el inflexible gobierno de Reagan. Las premoniciones realizadas por Postman, sobre los peligros de plegar la opinión pública, la política, y el mismo periodismo, a las demandas superfluas del entretenimiento, superaron toda expectativa negativa en 2016, con la irrupción del estrafalario y xenófobo Donald Trump.

Los «baby boomers» y la «generación X»: los nichos electorales de Trump

El discurso incendiario y pendenciero de Trump, pensado para los flashes y las cámaras de televisión es, en la actualidad, el faro ideológico de millones de «baby boomers» blancos que vinieron al mundo entre 1946 y 1964, y de un gran porcentaje electoral de la denominada «generación X», conformada por ciudadanos nacidos entre 1965 y 1980.

Aspectos como la destrucción de miles de puestos de trabajo, la migración ilegal, la flexibilización laboral, y el traslado de centenares de fábricas a países con salarios mucho más bajos, ha permitido que este par de grupos generacionales, otrora cohesionados, sindicalizados y progresistas, hayan sido seducidos por el racismo, el fanatismo religioso y el individualismo.

Nunca antes el ala más a la derecha del partido republicano, el radical «tea party», había encontrado tantas coincidencias con un candidato, como sucede en la actualidad con el narcisista Donald. Siguiendo el esquema de los partidos populistas de derecha europeos, Trump ha logrado catapultar una candidatura exitosa y, a su vez, tender en la lona a una colectividad venida a menos: la Republicana.

Los «millennials», la nueva generación del cambio social

Antepuestos a la restauración conservadora, encabezada electoralmente por los «baby boomers», y parte de la «generación X», se encuentran los «millennials», o nacidos entre 1981 y el 2000. Ellos, se convirtieron en la matriz de los dos fenómenos políticos transformadores más fuertes de los Estados Unidos en las últimas décadas: Barack Obama y Bernie Sanders.

Sanders, judío de origen, pero nacido y criado en Brooklyn, ubicó en el centro del debate una afirmación transversal: la reducción de ingresos de la clase media, en los últimos veinte años, ha sido inversamente proporcional al aumento de las rentas del 1% más acaudalado de la sociedad norteamericana.

Los «millennials», generación afectada por el «crash» financiero de 2008, la «financierización» de la economía y el aumento desmedido de los costos para acceder a la educación superior, desplegaron toda su creatividad en la peor crisis norteamericana, desde los años treinta, para darle vida a «Ocuppy Wall Street», movimiento que demostró que la emancipación social puede devenir en articulación política.

Hillary Clinton, Sanders, los «millennials»

Una vez terminada la consulta presidencial demócrata, mediada por el escándalo, el amaño [1] , y las acusaciones realizadas por el candidato vencido en contienda, Bernie Sanders, todo indicaba que este se abstuviera de respaldar a la ganadora, Hillary Clinton. Sin embargo, las circunstancias fueron mas tozudas que la arrogancia. Sanders, en un giro inesperado, decidió dar su respaldo irrestricto para lograr que su base electoral principal, los «millennials», apoyaran a la antigua secretaria de Estado.

Y es que el peso poblacional de los «millennials» progresistas, en sí, se ha convertido en decisivo durante esta campaña de 2016. Un análisis del censo electoral de los Estados Unidos, realizado por el Pew Research Center [2] evidencia que los «millenials», por primera vez en la historia, igualan porcentualmente (31%) a los «baby boomers» en número de votantes habilitados para votar (61.2 y 61.7 millones respectivamente).

Esta singularidad demográfica ha inclinado levemente la balanza a favor de la candidata demócrata Hillary Clinton. Las curvas electorales, de cara a los comicios de noviembre, indican que la victoria de la ex secretaria de Estado crece en posibilidades [3] .

Pero no todo está a pedir de boca para Clinton: la candidata sigue perdiendo terreno entre los «millennials», pese a liderar la intención de voto en este segmento con el 31% de los sufragios. Lo anterior, sumado al ascenso del libertario Gary Johnson, se convierte en un peligro latente para el futuro de la aspirante demócrata. Según una encuesta reciente [4] , realizada por la cadena de televisión NBC, Johnson alcanzaría un 29% de preferencia entre los menores de 30 años. Sin embargo, el «voto castigo» contra Trump y el denominado «voto útil» que amenaza a Johnson, son factores que se inclinan a favor de Hillary.

Es claro que los sufragios de los «millennials», por si solos, son insuficientes para ganar la presidencia, entonces ¿qué otros grupos de electores brindarán su confianza hacia la candidatura de la inexpresiva Hillary Clinton?

La respuesta emerge inmediatamente al revisar la preferencia electoral de todos aquellos sectores que empiezan a sentir el desasosiego latente por una posible victoria de Trump: minorías étnicas y religiosas, blancos de ataque preferidos del intransigente Donald, quienes se volcarán masivamente a sufragar por la esposa del ex presidente Bill Clinton, más por miedo que por convicción [5] .

El apoyo irrestricto de Bernie Sanders, a la aspiración presidencial de la ex senadora por el Estado de Nueva York, ha modificado parcialmente la imagen de la candidata de Wall Street, y ha presionado a la postulante democrata, a retomar algunas banderas programáticas del senador por Vermont, tales como la defensa del «Obama-Care»; el aumento del salario mínimo; la revisión de la política exterior y de los múltiples tratados de libre comercio, incluido el trans-pacífico. Lo anterior, ha frenado la amenaza de deserción electoral de los «millennials» hacia Clinton en noviembre.

Las elecciones presidenciales en los Estados Unidos se convertirán nuevamente, en un round entre actores que están al lado del miedo y la exclusión, enfrentados a multitudes que apuestan por la resignificación de la clase trabajadora.

Ni los millones de dólares puestos en contienda; ni la campaña del odio y la desazón; ni mucho menos la asesoría publicitaria fascista, del oscuro ex marine Stephen Bannon al servicio de Trump, lograrán que el bloque social del cambio y la esperanza, representado por Sanders y los «millennials», lleve a Hillary Clinton, al «mal menor» entre dos opciones no deseables, a la Casa Blanca.

Twitter: @pineda0ruiz

* Felipe Pineda Ruiz, publicista, analista político e investigador de la Fundación Democracia Hoy.


[1] De acuerdo a la filtración de más de 19.000 correos electrónicos, revelados por el portal Wikileaks, el Comité Nacional Demócrata (CND), adscrito al Partido Demócrata, estuvo detrás de una campaña de desprestigio encaminada a minar la confianza de Bernie Sanders, de cara a la opinión pública, para favorecer a Hillary Clinton.

[2] Millennials match Baby Boomers as largest generation in U.S. electorate, but will they vote? Pew Research Center, mayo 16 de 2016. Fuente: http://pewrsr.ch/1rP7fgD

[3] General Polls U.S Presidential Election: Trump vs Clinton. Real Clear Politics. Fuente: http://bit.ly/1foXXRS

[4] Clinton Losing Millennial Support Nationally and in Key States. NBC News, septiembre 18 de 2016. Fuente: http://nbcnews.to/2d42U70

[5] Hate Winning, As Clinton-Trump Race Too Close To Call, Quinnipiac University National Poll Finds; Neither Candidate Would Be Good President, Voters Say. Quinnipiac University, junio 29 de 2016. Fuente: http://bit.ly/298zFw8

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.