En los cuatro rincones del país, los jóvenes marginalizados atacaron comisarías de policía, supermercados, las sedes de la autoridad – centros de recaudación de impuestos, municipios, gobernaciones- y bloquearon los trenes, y se enfrentaron con la policía y el ejército, que hicieron un uso generoso de gases lacrimógenos. Un hombre de 43 años, Khomsi Yafreni, […]
En los cuatro rincones del país, los jóvenes marginalizados atacaron comisarías de policía, supermercados, las sedes de la autoridad – centros de recaudación de impuestos, municipios, gobernaciones- y bloquearon los trenes, y se enfrentaron con la policía y el ejército, que hicieron un uso generoso de gases lacrimógenos. Un hombre de 43 años, Khomsi Yafreni, fue asesinado en Teburba el lunes por la noche y sus funerales el martes dieron lugar a nuevos enfrentamientos. El Ministerio del Interior desmintió que fue asesinado por las fuerzas del orden. 800 «alborotadores» fueron arrestados de lunes a viernes. La reacción del gobierno y los medios de comunicación oficiales fueron lamentablemente unánimes: no se trata de protestas, sino de motines desencadenados por los matones y bandidos. «No se protesta por la noche», fue la sentencia emitida por el Primer Ministro Youssef Chahedh, que prometió que «2018 sería el último año difícil para Túnez». Nos gustaría creerle.
El fuego que incubaba fue desencadenado por la entrada en vigor de la Ley de Finanzas 2018, que dio lugar a un aumento del costo de la vida del 20 al 30%. Todo está aumentando: impuestos directos e indirectos, IVA, impuestos al consumo, impuestos aduaneros, impuestos sobre los salarios. Resumidamente, un programa austeritario en el más puro estilo del Banco Mundial . Youssef Chahed había pedido al principio de año a los tunecinos hacer sacrificios para rectificar la situación, tomando el ejemplo de Portugal, cuyo Primer Ministro socialista Antonio Costa lo visitó en noviembre pasado. ¿Los dos hombres no dispusieron de intérpretes competentes? En todo caso, Chahed, como sus turiferarios apologistas de los medios de comunicación, parecen ignorar completamente, que, desde las elecciones de 2015, Portugal, gobernado por la izquierda, asestó un fuerte revés a las medidas austeritarias.
El gobierno justificó estos aumentos que originaron la cólera generalizada invocando el déficit de las finanzas públicas. Este déficit tiene varias razones. Hay por supuesto el colapso de la industria turística a raíz de los atentados terroristas del Bardo y Susa. Pero este descenso del turismo de masa comenzó los días siguientes de la revolución de 2010-2011. Las agencias turísticas europeas comenzaron entonces a desaconsejar el destino Túnez, seduciendo con ofertas más atractivas: Grecia donde la crisis rompía los precios, y Marruecos, cuya estabilidad se elogiaba. Los turistas rusos y de Europa oriental no colmaron el déficit de turistas alemanes, italianos, belgas y franceses. Los turistas chinos tardan en llegar: el acuerdo celebrado por el Túnez de la Troika y la Turquía de Erdogan con China para hacer venir los tenedores de yuanes en los dos países, nunca se convirtió en una realidad. El terrorismo no hizo más que acelerar el declive de una industria turística basada en el bronceado idiota en complejos de hormigón de pesadilla que no atraen ya a los Europeos, jóvenes y viejos, que aspiran cada vez más a un turismo inteligente que los ponga en contacto con la sociedad real del país donde van a pasar sus vacaciones.
Hay por supuesto el mercado negro, que implica la evasión fiscal y la corrupción. La economía «subterránea», «paralela», «sumergida», ya no es ni subterránea ni paralela, aparece abiertamente y es el único sector en crecimiento. El golpe mediático lanzado por el gobierno al principio del Ramadán del año pasado – una operación «relámpago» muy mediatizada contra algunos grandes corruptores y corruptos – solo fue un simulacro. La mayoría de los detenidos están de nuevo en libertad. Para Chahed se trataba de hacer pasar la píldora de la llamada ley de «reconciliación económica» que blanqueaba la «trabelsía», escuchen la nebulosa de especuladores que estuvieron vinculados con la «familia» de Ben Ali y su esposa peluquera, Leila Trabelsi, para controlar cualquier negocio lucrativo con métodos mafiosos.
Hay por supuesto el aumento pletórico del personal de la administración pública, que pasó de 600.000 a más de 800.000 en 7 años, lo que no le agrada en absoluto al Banco Mundial, que inventó en los años 1980 «el ajuste estructural » para los países endeudados del Tercer mundo. Entretanto, ya no se llama el ajuste estructural, pero el método se volvió universal, de USA a Grecia, Portugal, España e Irlanda. Pero los gobiernos que se sucedieron en Túnez después de la revolución obviamente han preferido satisfacer la demanda masiva de ingresos de los jóvenes – diplomados o no – integrando una pequeña parte a la burocracia estatal – para controlarlos mejor – en vez de adoptar medidas pragmáticas de apoyo a las iniciativas de creación autónoma de empresas del «tercer sector», ya sea para las actividades tradicionales – agricultura, artesanía, turismo en casa del habitante – o relacionadas con los nuevos oficios de la informática y la telemática.
Pero la principal causa de este déficit en las finanzas públicas es el tema tabú: el servicio de la deuda pública interna y externa del país.
Pero la principal causa de este déficit en las finanzas públicas es el tema tabú: el servicio de la deuda pública interna y externa del país. Las dos propuestas de ley presentadas al Parlamento provisional luego a la Asamblea de representantes del pueblo resultado de las elecciones de octubre de 2014, para una auditoría de la deuda pública contraída por el Túnez de Ben Ali, siguieron siendo papel mojado: se registraron y luego fueron enterradas (Leer Túnez : presentación de una propuesta de ley que establece una auditoria de la deuda pública). Sin embargo, el servicio de esta deuda, verosímilmente odiosa e ilegítima, se elevará en 2018 al 22% de los gastos públicos. Sólo el servicio de la deuda externa equivale a más del 50% de la masa salarial de la administración pública. Respecto a la deuda interna, la puesta en práctica, el año pasado, de una de las condiciones impuestas por el Banco Mundial para seguirle prestando dinero a Túnez – que el Banco central tunecino se independice del Estado – no hizo más que empeorar las cosas: actualmente el Estado no puede hacer empréstitos a tipo cero y a corto plazo al BCT para colmar los agujeros (Leer En cuatro días, la coalición cuatripartita en el poder hizo retroceder a Túnez un siglo y medio).
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Datanalysis © Chafik Ben Rouine
Los motines y saqueos son la respuesta de los desposeídos a una situación que parece sin salida. De Kasserine a Siliana, de Kélibia a Thala, de Sidi Bouzid a Gafsa, la gente está hastiada de las promesas no mantenidas, de los ideales declarados pero traicionados, del gatopardismo en acción – «cambiaremos todo para que no cambie nada». Confiaron en los islamistas y en los demócratas, que los traicionaron. Luego confiaron en los partidarios del antiguo régimen remudados en «centristas» tecnodemócratas, que los siguen decepcionando.
La «izquierda radical» sólo tiene una existencia virtual y un encefalograma prácticamente plano. Los jóvenes – que lo siguen siendo ahora hasta la cuarentena – vieron todas las puertas cerrarse: terminado el trabajo estacional en el sector turístico, terminada la emigración a Libia, terminada la fuga por el mar hacia Europa – Frontex vela -, terminado el sueño del paraíso en tierra del lado de Siria e Irak (que de cada manera atrajo sólo una pequeña minoría desorientada). Los puestos son limitados en las ONG subvencionadas, que se llenaron. Lo único que queda es el motín. En este mes de enero, se imponía, como se impuso en enero de de 1952, en enero de 1978, en enero de 1984, en enero de 2011.
Fuente: http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=22452
Traducido por María Piedad Ossaba.