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Lucha por la libertad y la dignidad humana

Túnez, un levantamiento que hará caer las máscaras

Fuentes: www.silviacattori.net

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

El levantamiento del pueblo tunecino contra la dictadura liberticida de Ben Ali y la corrupción de su régimen policial ha hecho caer muchas máscaras. Arroja una cruda luz sobre la hipocresía del discurso «democrático» de muchos de nuestros gobernantes a la que alaban unos periodistas sin moral alguna.

Cuando Ben Ali se aferraba todavía al poder haciendo que sus milicias dispararan contra los manifestantes, Michèle Alliot-Marie, ministra francesa de Asuntos Exteriores, no encontraba nada mejor que, para ayudar a este régimen acorralado, proponer «a la policía tunecina el saber-hacer francés en la gestión de las cuestiones de seguridad«.

Cuando las multitudes tunecinas expresaban su cólera contra la familia de un presidente que ha confiscado las riquezas del país y reinado por medio del terror, se recordaban las declaraciones de Nicolas Sarkozy en abril de 2008 en Túnez: «Hoy progresa el espacio de las libertades. Son signos esperanzadores que quiero saludar […] Estos signos, estas reformas se inscriben en un camino estrecho y difícil, pero esencial, el de la libertad y el respeto a los individuos. Ningún país puede pretender haber recorrido completamente este camino y nadie puede plantearse como censor» [1].

Viendo a este pueblo aplastado durante tanto tiempo decidido a acabar con un régimen policial tiránico, recordábamos también las declaraciones de Dominique Strauss-Kahn, director general del FMI, que recibido el 18 de noviembre de 2008 en [el palacio presidencial de] Cartago y condecorado por Ben Ali Gran Oficial de la Orden de la República, ponía a Túnez como «un buen ejemplo para los países emergentes«, al tiempo que precisaba que el veredicto del FMI sobre la política tunecina era «muy positivo».

[Ver: Túnez es un ejemplo para los países emergentes]

Con este tipo de «demócratas» velando por él, el pueblo tunecino sabe que debe permanecer muy atento para que no se le confisque su revolución, su deseo de vivir dignamente y de ser amo de su destino.

¡Oímos a tantas personas que dan lecciones! El pasado 17 de enero en las ondas de France Culture Caroline Fourest [2] advertía contra el peligro del «islamismo» que amenaza Túnez. Pero, una vez al año no hace daño, recibió una magistral reprimenda del filósofo Youssef Seddik que participaba en el programa y vivía con emoción la búsqueda de libertad y de justicia de su pueblo.

A este florilegio le faltaba una declaración de los dirigentes israelíes, a los que tanto les gusta presentar su Estado como «la única democracia de Oriente Próximo» [3]. Es cosa hecha:

«La caída del régimen tunecino dirigido por Zine El Abidine Ben Ali puede tener graves repercusiones», declaró el vice-primer ministro israelí  Silvan Shalom durante una entrevista para la radio israelí. Shalom, que procede de una familia de inmigrantes tunecinos, precisó:

«Temo que actualmente nos encontremos en el mundo árabe ante una fase nueva y muy crítica. Si cae el actual régimen tunecino, esto no afectará de manera significativa a la seguridad actual de Israel… Pero, con todo, podemos suponer que estos acontecimientos crearán un precedente que podría repetirse en otros países y que podría afectar directamente a la estabilidad de nuestro sistema«.

Shalom añadió que «si los regímenes vecinos al estado de Israel se sustituyeran por sistemas democráticos, la seguridad nacional israelí podría ser amenazada de manera significativa, porque estos nuevos sistemas democráticos van a defender o a adoptar unos programas que son intrínsecamente opuestos a la seguridad nacional israelí».

Shalom indicó que Israel y la mayoría de los regímenes árabes tienen un interés común en la lucha contra lo que él llama el «fundamentalismo islámico» y sus organizaciones «radicales» que amenazan a Israel.

Esta amenaza, prosigue, es lo que motiva que sea esencial la coordinación directa e indirecta en el dominio de la información y de la seguridad entre Israel y los regímenes árabes.

Shalom subrayó que «un mundo árabe democrático pondría fin a esta sumisión, porque un sistema democrático estaría gobernado por una opinión pública generalmente opuesta a Israel» [4].

Las declaraciones tanto de Silvan Shalom como de las personas que hemos citado antes demuestran, si es que fuera necesario, que su «democracia», supuestamente amenazada por el «el islamismo«, participa en la opresión de pueblos enteros por medio de su apoyo a regímenes despóticos.

Notas:

[1] Véase: Tollé après les propos de Nicolas Sarkozy sur les libertés en Tunisie, 29 de abril de 2008.

[2] Una periodista (que se declara feminista) y que, a decir verdad, es islamófoba, muy solicitada por los medios de comunicación, los filósofos comunitarios y las organizaciones judías (como pudimos constatar en Durban 2) cuyo objetivo constante es presentar al Islam como una religión que oprime a la mujer, a Irán como una amenaza, etc

[3] Recientemente el historiador israelí Ilan Pappé observó que «nunca se menciona como algo que forme parte de la democracia israelí el hecho de que la mayoría se deba mantener permanentemente por medio de la limpieza étnica, por medio de las masacres, por medio de la colonización, por medio del encarcelamiento de palestinos en grandes ghettos como Gaza«.

[4] Véase: Israel dreading a democratic Arab world («Israel tiene miedo a un mundo árabe democrático»), Saleh Naami, ahramonline, 15 de enero de 2011 [traducido del inglés por JPH].

Fuente: http://www.silviacattorinet/article1484.html