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Un ACONTECIMIENTO (con mayúsculas)

Fuentes: Viento Sur

1. ¿Podemos hablar ya de un «movimiento 15M»? ¿Cómo se da el salto de una manifestación a una acampada? R: Quizás sea prematuro decirlo pero creo que sí, que efectivamente las manifestaciones en más de 50 ciudades y las acampadas en las principales plazas de muchas ciudades en los días siguientes constituyen un Acontecimiento fundador […]

1. ¿Podemos hablar ya de un «movimiento 15M»? ¿Cómo se da el salto de una manifestación a una acampada?

R: Quizás sea prematuro decirlo pero creo que sí, que efectivamente las manifestaciones en más de 50 ciudades y las acampadas en las principales plazas de muchas ciudades en los días siguientes constituyen un Acontecimiento fundador de un nuevo tipo de movimiento social con perspectivas de duración, ya que expresa una indignación colectiva frente a las consecuencias negativas que para una mayoría social tiene una crisis de la que no se sienten responsables. En saltos como el que se ha dado ahora de una manifestación a una acampada puede haber motivos concretos: por ejemplo, ahora en el caso de Madrid las detenciones al final de la manifestación del domingo llevaron a un grupo de personas a acampar en la Puerta del Sol para pedir su puesta en libertad; luego, el desmantelamiento de la acampada por parte de la policía provocó una nueva ocupación y acampada al día siguiente y así continúa. Pero sin duda también influyen factores generales como el «efecto emulación o contagio», tanto por las referencias que hemos podido ver al simbolismo de la plaza Tahrir en El Cairo (aun reconociendo que en este caso se trataba de hacer caer una dictadura) como por el hecho de que la misma iniciativa de Madrid ha supuesto un estímulo para que la gente movilizada en otras ciudades expresara su solidaridad: se pretende así ocupar el espacio público en lugares especialmente simbólicos.

2. ¿Cuáles pueden ser las causas de la indignación de estas personas?

R: Es difícil generalizar pero creo que la causa más común es la percepción de injusticia que supone la respuesta que a la crisis sistémica -financiera, económica, social…- están dando los grandes partidos, a los que consideran una «clase política» corrupta y al servicio de los grandes poderes económicos: ven que se está haciendo recaer las medidas contra la crisis en quienes no la han provocado -jóvenes, mujeres, mayores, inmigrantes…- a través de graves recortes en derechos sociales fundamentales en un Estado menguante del bienestar como el español. Es muy significativo el eslogan de la plataforma que tomó la iniciativa de esas movilizaciones, «Democracia Real, Ya»: «No somos mercancía de políticos y banqueros». Si además tenemos en cuenta el protagonismo que está teniendo la juventud, el eslogan de Juventud Sin Futuro, otra plataforma convocante, es también representativo de esa indignación cuando denuncian su situación «sin casa, sin curro, sin pensión», aunque enseguida afirman «Sin Miedo» para expresar su voluntad de salir de la resignación o de la búsqueda de salidas individuales a la crisis.

3. ¿Cómo puede interpretarse esto en el contexto de una Campaña electoral?

R: Creo que precisamente por darse en medio de esa campaña también supone una expresión de protesta frente a unos discursos partidarios que consideran llenos de promesas que luego piensan que no van a cumplir si llegan a gobernar. Refleja lo que ya dicen las encuestas: la consideración de la «clase política» como uno de los principales problemas y, por tanto, la desafección ciudadana no hacia la democracia en abstracto sino hacia la democracia realmente existente. Piensan que esa democracia se ha ido vaciando y que las grandes decisiones se toman fuera de los parlamentos y las instituciones representativas. Una frase de uno de los manifiestos puede resumir esto: «Nuestra democracia está secuestrada. Queremos liberarla».

4. ¿En qué medida se relaciona con los acontecimientos que están teniendo lugar a nivel mundial?

R: Desde el estallido de la crisis sistémica y financiera a finales de 2008 estamos viendo el desarrollo desigual pero creciente de movimientos de protesta en distintos países del «Norte» frente a la salida más neoliberal que se está dando a la crisis. En la misma Unión Europea tenemos los casos de Grecia, Francia, Gran Bretaña o Portugal. Tenemos también el caso hasta ahora excepcional de Islandia, en donde ha habido dos referendos en los que se ha rechazado el pago de la deuda generada por una banca privada que entró en quiebra por su propio aventurerismo especulativo. Por eso también hemos visto eslóganes como «España en pie, una Islandia es» o «Queremos ser islandeses». Y, en fin, tenemos el ejemplo de las revueltas en el mundo árabe y el papel que la juventud, mediante el uso intensivo y extensivo de las nuevas tecnologías de la comunicación, ha tenido. Todo esto sin duda ha influido en las redes sociales que aquí fueron preparando las movilizaciones del pasado 15-M.

5. Las movilizaciones en torno al 15 de Mayo se han convocado principalmente por redes sociales en internet, ¿En qué medida cambia internet el panorama de las movilizaciones políticas?

R: Obviamente, suponen una revolución en la contra-información y la comunicación que ayuda a contrarrestar las informaciones y la opinión publicada en los medios de comunicación tradicionales y a difundir las suyas propias con una rapidez y una economía del tiempo impensables en el pasado. Permiten una coordinación entre los y las activistas muy superior a las existentes hasta ahora, a lo que se suma la posibilidad de un funcionamiento democrático y horizontal también mayor. Ayudan, en fin, a un fácil paso del espacio virtual al real mediante la rápida difusión de las iniciativas de calle y las réplicas inmediatas a las respuestas que puedan venir desde las autoridades.

6. ¿Qué opina de la cobertura que están teniendo las movilizaciones en los medios de comunicación tradicionales?

R: Hasta el 15 de mayo hubo un silenciamiento casi total de lo que se estaba preparando desde estas redes sociales, pero es evidente que ha habido un cambio de actitud al día siguiente al ver la legitimación social que han conseguido con la masiva respuesta que han encontrado en las calles. Pero también hay intentos claros de mostrar ya las presuntas debilidades de este movimiento: su heterogeneidad (real pero lógica y no por ello mala), su posible manipulación por uno u otro partido (lo cual remite a las teorías conspiratorias en auge que pretenden negar los motivos reales de la protesta), la existencia de sectores «antisistema» (empleando esto como una descalificación cuando hemos visto esloganes como «Es el sistema el que es antipersonal») o «violentos» (cuando se está viendo que la opción claramente mayoritaria es la desobediencia civil no violenta). No obstante, también hay medios (especialmente en las radios) que están dando la palabra a portavoces de las redes convocantes o analistas que contribuyen a comprender lo que está ocurriendo como algo que puede ayudar a buscar respuestas distintas a las que se están ofreciendo desde los grandes partidos tanto ante la democracia realmente existente como frente a la crisis.

7. Por último, nos gustaría preguntar qué posibles efectos pueden tener estas movilizaciones, tanto a largo plazo como a corto plazo

R: Un efecto importante es ya la construcción de una nueva subjetividad común, plural y creativa que está teniendo la gente que participa en estas movilizaciones. Esto es ya positivo para todas estas personas porque supone salir de la parálisis o de creer que no se podía hacer nada frente a la crisis más allá de ir a votar o no por uno u otro partido el 22 de mayo. La efervescencia colectiva que se está viviendo estos días, el sentirse parte de un movimiento tan extendido y sincronizado en tantas ciudades y con referencias a escala internacional, con un repertorio de mensajes y acciones muy amplio y cada vez más creativo, tendrá sin duda un impacto en todas esas personas. De esta experiencia puede surgir un nuevo ciclo de movilizaciones sostenidas en el tiempo y cada vez más coordinadas, aunque también es probable que vayan expresándose públicamente diferentes redes, discursos y propuestas y surjan las primeras tensiones en el movimiento. Pero esto último también dependerá de la actitud que mantengan los poderes públicos y de sus tácticas de cooptación y/o represión ante las demandas y los distintos sectores del movimiento.

Jaime Pastor es profesor titular de Ciencia Política. Forma parte de la redacción de Viento Sur.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.