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En estos momentos la situación política de Catalunya es de relativa calma

Un breve diagnóstico del principat

Fuentes: GAIN

Desde diversos medios del estado español se sigue atacando sin descanso los movimientos que en torno al Estatut para el Principat de Catalunya se han venido produciendo en los últimos meses. Sin embargo, y en claro contrate con la tormenta política y mediática del estado, en estos momentos la situación política de Catalunya es de […]

Desde diversos medios del estado español se sigue atacando sin descanso los movimientos que en torno al Estatut para el Principat de Catalunya se han venido produciendo en los últimos meses. Sin embargo, y en claro contrate con la tormenta política y mediática del estado, en estos momentos la situación política de Catalunya es de relativa calma.

Tal vez los protagonistas catalanes estén a la espera de acontecimientos y al desarrollo de los temas más candentes que se van a producir en las próximas semanas. Mientras que desde el PP, la brunete mediática y determinados poderes fácticos se articula todo un discurso contra los catalán, con la excusa del Estatut, éste parece encontrarse en una situación de paréntesis técnico, en buena medida provocado por las negociaciones bilaterales entre el PSOE y ERC o CiU.

Algunas fuentes señalan que «el debate se centra en si el proceso de negociación debe continuar por este camino o ha llegado el momento de hacer un proceso de negociación conjunto de los partidos catalanes con el PSOE». Por eso no es de extrañar la importancia que el calendario marcado está adquiriendo en esta coyuntura. Tras el pleno de admisión a trámite en el Congreso español el pasado dos de noviembre, se calcula que sea en febrero cuando el texto se debata en una Comisión Constitucional. Y es en esa línea desde donde se intensifican los movimientos en el país. CiU desea llegar a un acuerdo en navidades o a más tardar a primeros de año para llegar a la Comisión con un texto básico definido, susceptible únicamente de recibir ligeros cambios. Tanto ERC como Zapatero parece que están en la misma línea.

Dos aspectos son claves, o escollos según como se miren, para lograr avanzar, la definición e Catalunya como nación y la financiación. Y entre ambos es el primero el que puede encontrar más dificultades de consenso. Desde el PSOE no se desea que el término nación en la redacción pueda llegar a tener reconocimiento jurídico, mientras que todos los partidos parlamentarios del Principat, excepto el PP, no aceptarán ninguna rebaja que suponga un paso atrás en comparación con el estatuto actual. Probablemente se intentará una redifinición de los artículos 1 y 1.2. del proyecto de Estatut para buscar esa salida.

El problema en torno a la financiación será más fácil de solventar ya que se trata de negociar cantidades y no fórmulas de financiación, ya que en la propuesta de Estatut ya no se incluyó cuestiones como el concierto económico. A pesar de la dureza de la negociación en círculos del Principat se ve totalmente factible. De cara al futuro económico esas mismas fuentes señalan que «el problema es más bien de déficit en infraestructuras importantes, que no se construyen porque el elevadísimo déficit fiscal con el estado lo imposibilita».

Las familias

La fotografía de las familias políticas parlamentarias del Principat está en consonancia con las diferentes estrategias que se vienen manteniendo desde hace ya algún tiempo. En CiU la figura de Atur Mas se presenta como líder indiscutible dentro de la federación. Este crecimiento en lo personal le ha colocado como un candidato muy creíble de cara a las próximas elecciones. Parece que «Mas ha sabido capitalizar el Estatut, desde un punto de vista nacional, haciendo incluso sombra a ERC, y una vez aprobado ha virado hacia la moderación». Su apuesta, recién presentada en sociedad, tanto en Londres como en Barcelona, es la de «un liberalismo basado en la tercera vía de Blair, con la herencia pujolista del modelo sueco como compensador social y un modelo de implicación estatal basado en Alemania». Su prueba de fuego serán las elecciones y probablemente tras éstas las sumas de cara a alianzas, para lo que también dependerá de los resultados de los demás. Un aspecto que tendrá que s uperar son las diferencias dentro de CiU, como las tensiones actuales en Tarragona o los posiblesa cuerdos o apoyos al PSOE en Madrid.

El PSC no acaba de creerse todo el proceso, conscientes de que no han sabido aprovechar el gobierno y que CiU no se ha descompuesto como ellos preveían. La figura de Maragall puede ser la gran derrotada si el partido termina haciendo piña con el PSOE. La falta de coordinación entre el president y su partido, cuando no las medidas contrapuestas han enfrentado a las familias socialistas, y tras la actuación de Montilla, el poder de Maragall parece haber perdido peso. Algunas voces podrían pedir su relevo, pero la falta de tiempo y de candidato lo impide. De ahí que tal vez se cierre un acuerdo para que Maragall se vuelva a presentar, y tras las elecciones se prepararía su sustitución.

El modelo que practica ERC se acerca a la socialdemocracia, con grades dosis de pragmatismo. El respeto del marco jurídico actual es la excusa ideal, ya que mientras no tengan la mayoría suficiente «no pueden aplicar su ideario independentista y de izquierdas». Esta política les puede hacer perder por la izquierda algún voto, pero éste se irá a la abstención porque la izquierda independentista revolucionaria no tiene ninguna posibilidad de articular alternativas en estos momentos. Los movimientos de las diferentes familias de ERC serán interesantes de seguir en los próximos meses.

Del PP de Piqué se señala que éste ha apostado por seguir la estrategia que se marca desde Madrid, esperando que una victoria en las generales del estado le puedan devolver a alguna cartera ministerial. Su campaña contra el Estatut, los llamamiento al boicot desde la derecha más rancia y reaccionaria, a la que algunos sitúan en el PP, confirmaría estas tesis.

Por su parte la llamada izquierda independentista y revolucionaria no logra articular una alternativa común para buscar una mayor incidencia social. Tras el fracaso del proceso de Vinaròs siguen contando con poca operatividad y muy divididos. La postura de ERC deja un espacio muy importante a la izquierda independentista para poder construir un proyecto político, pero mientras no se superen las divisiones que hoy en día conviven en su seno será muy difícil poner en marcha dicho proyecto.

Futuro

Es evidente que el futuro del Principat va a estar marcado en buena manera por los acontecimientos en torno al Estatut. De momento en Catalunya «hay un cierto escepticismo sobre las posiciones del PSOE pero se cree que habrá acuerdo, porque interesa a todos los partidos catalanes y también a Zapatero que tiene que conseguir éxitos delante del acoso del PP. Lo que no queda claro es hasta donde se puede devaluar el texto actual».

Pero también la proximidad de alguna cita electoral y las posibles alianzas tras éstas no tardarán en situarse sobre el tapete catalán. En este sentido la fórmula «socioconvergència» podría planear. Es evidente que para el PSOE es más cómodo gobernar con CiU que con ERC. Sin embargo para ello se deben dar algunas premisas (Mas y Maragall son claramente incompatibles) y sobre todo también estaría la actitud del resto de las formaciones políticas, y todo ello en base a los resultados definitivos y a las sumas de escaños entre las diferentes fórmulas.

Por se parte la mayoría de la sociedad civil está a la expectativa. De momento no se busca un enfrentamiento abierto ante las constantes provocaciones que desde los sectores reaccionarios se lanzan diariamente. Se considera que los propios ataques del PP hacia el Estatut es la «mejor tarjeta de visita de éste».En la actualidad Òmnium Cultural ha lanzado una campaña para recoger apoyos tanto en Catalunya como en la esfera internacional, y en ambos casos las respuestas están siendo muy importantes. En los próximos meses y en función de los acontecimientos, la masa social catalana puede movilizarse en torno al Estatut, a pesar de que buena parte de la población lo puede ver como poco ambicioso, acabarán defendiéndolo ante los ataques que 1aquí se interpretan como un ataque a Catalunya».