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Un “debate” vergonzoso con sabor a nada

Fuentes: Segundo paso

El primer debate presidencial estadounidense – de tres programados – llevado a cabo en Cleveland, Ohio representa la expresión de la política estadounidense: el espectáculo, la parafernalia mediática, el presentar un escenario donde supuestamente se definen cambios estructurales, en un país donde lo medular seguirá siendo inmutable. Nada muy distinto a los debates del año 2016.

A menos de un mes del día signado para definir si el empresario Donald John Trump continúa como primer mandatario o es desbancado por el demócrata y ex vicepresidente bajo la administración del ex presidente Barack Obama, el veterano político Joseph Roninette Biden Jr. (Joe Biden); este primer debate – conducido por el periodista de Fox News Chris Wallace – llega con cifras estremecedoras producto de la pandemia del COVID- 19. 7.6 millones de contagiados, 210 mil muertos, 2.6 millones de estadounidenses considerados casos activos. Un desempleo del 15%, violencia racial y explosiones de rebelión de la población en numerosas ciudades de Estados Unidos, cuyos habitantes están hastiados de la violencia policial, el racismo, la indolencia del gobierno central y una economía sacudida por los efectos de la pandemia.

Un Millonario Que No Paga Impuestos

Biden hizo su declaración de impuestos el mismo día del debate, lo que significó un golpe de efecto contra Donald Trump, tras el reportaje del New York Times (1) que denunció que durante los diez años anteriores a su elección como presidente “Donald J. Trump pagó 750 dólares en impuestos federales el año que ganó la presidencia. En su primer año en la Casa Blanca, pagó otros 750 dólares. No pagó impuesto sobre la renta en 10 de los 15 años anteriores, en gran parte porque reportó haber perdido mucho más dinero del que ganó. Mientras el presidente lleva a cabo una campaña de reelección que las encuestas dicen está en peligro de perder, sus finanzas están en dificultades, acosadas por las pérdidas y cientos de millones de dólares en deudas que están próximas a vencer y que él ha garantizado personalmente. También tiene encima una auditoría de una década con el Servicio de Impuestos Internos (IRS, por su sigla en inglés) sobre la legitimidad de un reembolso de impuestos de 72,9 millones de dólares que reclamó, y recibió, después de declarar enormes pérdidas. Un fallo adverso podría costarle más de 100 millones de dólares.

Lo señalado fue parte de una de las preguntas, pero sin llegar a constituirse en un tema relevante. Un supuesto combate de ideas, que simplemente fue una verborrea descontrolada, llena de interrupciones, con llamados de Biden a que Trump cerrara la boca. Un Joe Biden tranquilo, que pausadamente miraba a la cámara para refrendar alguna idea, en contraposición a un Trump nervioso, con una postura corporal muy distinta a la que conocemos de un tipo soberbio y que quiere dominar los escenarios. Trump nunca miró la cámara, cero respeto a las reglas establecidas para este debate con interrupciones permanentes al ex vice presidente, para tratar de sacarlo de sus casillas.

Fue una presentación descolorida, sin temas abordados en profundidad y donde lo más descollante en materia de confesión fue la amenaza de Trump respecto a advertir a sus adherentes sindicados como supremacistas blancos que “dejen de hacer lo que están haciendo…pero esperen” en alusión al llamado efectuado por Chris Wallace, el periodista a cargo de hacer las preguntas, que Trump convocará a estos grupos a cesar la violencia racial. Es el llamado a mantener las armas supremacistas en compás de espera y eso, sin duda, representa una conducta absolutamente despreciable y que debería generar la crítica transversal.

Fuimos testigos de dos personajes de escaso carisma, que en el caso de Trump trató a cada momento de mostrar a Joe Biden como un político tonto, de escasas luces, de sangre fría, que en sus décadas como político no había hecho nada, que la mediocridad era parte de su currículo. Con hijos dedicados a hacer dinero y adictos a drogas. Esa fue claramente su estrategia, diseñada para diluir cada una de las críticas que ha cosechado en estos años y que pudiesen ser lanzadas desde la trinchera rival. Las diatribas del ex vicepresidente a Trump se direccionaron para mostrarlo como un presidente lleno de fracasos, un racista, un defensor del supremacismo blanco y de los grandes millonarios. Incluso llamándolo payaso con el cual se hacía difícil debatir, culminando el ataque llamando a Trump “cachorro de Putin”

Cada tema tuvo escasos minutos para ser analizados con profundidad, todo era simple expresión de ideas sin fondo alguno, que además no se podía comprender en su totalidad pues la interrupción se hacía presente permanentemente desde el atril de Trump. En el tema del reemplazo de la fallecida Jueza para la Corte Suprema – tras la muerte de la progresista jueza Ruth Bader Ginsburg – que Trump quiere reemplazar por Amy Connie Barret – se mostraron las diversas valoraciones de esta decisión, en función de su impacto sobre el Obamacare convirtiéndolo en un verdadero referéndum.

Tal decisión, Trump la valida en función de sus prerrogativas por ser presidente elegido por cuatro años y su acusación respecto a que los demócratas se oponen a que ocupe el cargo es porque Biden quiere establecer un plan socialista en salud y la nueva jueza puede significar un freno. Trump acusó, en más de una ocasión a Biden de ser simplemente un títere de la izquierda radical al interior de su partido. Todo ello acompañado de continuas perturbaciones cuando Biden expresaba su parecer. Para el ex vicepresidente Biden, este nombramiento en pleno período electoral es simplemente un abuso de poder y que el objetivo de Trump es deshacerse del Obamacare, recordando que esta jueza ya se había pronunciado sobre el plan de salud sosteniendo, que es inconstitucional y que el camino es favorecer a las empresas aseguradoras.

En materia de Plan de salud, Trump defiende sus medidas, desconocidas o contrarias a lo que ha sido su trabajo en los últimos años. Mencionó que el precio de los medicamentos bajaría en un 80%, volviendo a acusar a los demócratas de querer socializar el sistema de salud. Un tema donde tampoco pudimos llegar a conocer en profundidad sobre un tema que es crucial para decenas de millones de estadounidenses. Para Joe Biden, se hace necesario aplicar un programa de vigilancia en salud para futuras enfermedades. el actual presidente sólo emite decretos, no tiene y nunca ha presentado un plan de salud general y menos aún para el combate a la pandemia. Un mandatario que para Biden no sabe lo que habla, al cual tuvo que hacer callar en más de una oportunidad con un “cállate ya hombre”

En materia del Covid, Trump habló como suelen hacerlo algunos deportistas, en tercera persona “Trump hizo un trabajo fenomenal. Trump ha salvado millones de vidas” Anunciando que se está ad portas de una nueva vacuna, lo que fue incluso cuestionado por el propio periodista a cargo del debate. Un tema que mostró nuevamente a este multimillonario devenido presidente ofendiendo a Joe Biden a quien llamó tonto que “durante 47 años que has estado en la política no has hecho nada. No hables de inteligencia porque no la tienes”. Su confesión final fue patética para explicar su política con relación al Covid: “hemos aprendido mucho en estos meses, como por ejemplo que las personas de tercera edad, los hipertensos y personas con problemas cardiacos son personas con más riesgos frente a la pandemia”. Eso ya lo saben incluso los escolares de primaria pero viniendo de Trump sonó como un descubrimiento de primer nivel.

Biden en este tema pandémico señaló, que Trump sabía de la gravedad de la enfermedad, desde el inicio, como lo ha declarado pero no reconocido y no hizo nada. “Sostuvo que no quería hacer entrar en pánico a la sociedad y en verdad el pánico estaba en él”. La conclusión es que no generó una política adecuada con opiniones contrarias a lo que el mundo científico transmite. “este hombre – por Trump – habla de vacunas pero toda compañía seria habla de varios meses más, la sociedad debe confiar en los científicos y no en este presidente”

En materia económica Trump repitió lo que ha sido su retórica constante: “hemos construido una economía fuerte como nunca. Estamos haciendo negocios enormes y crearemos 10 millones de empleos en los próximos meses” para Trump las medidas de la que denomina izquierda radical demócrata sólo llevarán a desalentar las inversiones, reducir la intervención estatal en el mercado inmobiliario. Atacó a Biden por los negocios de sus hijo con empresas china y denunció que recibió 3.5 millones de dólares de la segunda esposa del Alcalde de Moscú, Elena Baturina, para negocios en el mundo energético vinculados con Ucrania. Sobre planes, ideas, proyectos específicos para alentar una economía en crisis no hubo palabras. Pero sí referencias a la drogadicción de su hijo Hunter en momentos que Joe Biden hablaba de su fallecido hijo Beau.

Biden señaló que dentro de los planes de la plataforma demócrata estaba ampliar el acceso a viviendas para latinos, indígenas y negros. Criticando a Trump, que con sus políticas económicas ha logrado hacer más millonarios a los multimillonarios. En esta parte del programa el candidato demócrata, dio a conocer que Trump sólo pagó impuestos por 750 dólares en los años fiscales 2016 y 2017 (en la década anterior simplemente no pagó) una cifra ridícula que significa menos de lo que una maestra de escuela paga al año en ese país. En esta sección, al menos Biden dio a conocer algunas ideas: aumentar el pago mínimo federal por hora a 15 dólares. Una reversión de la reducción de los impuestos que han beneficiado a los más ricos. Eliminará las ventajas fiscales, que han favorecido a personajes como Trump y habló de un plan de creación de 7 millones de empleos y un billón de dólares de inversión interna. Biden señaló que Trump será el primer presidente de la historia en abandonar su cargo dejando menos empleos de los que recibió.

En la sección, respecto a la violencia racial, Joe Biden acusó a Donald Trump de ser el peor presidente de la historia en materia de políticas sociales y que sólo buscar ejercer más represión y proteger la violencia radical de los grupos supremacistas y racistas. En esta etapa Biden habló de valores, solidaridad, empatía y reconciliar un país dividido por un presidente que genera odio, división y racismo. Alguien que no tiene sensibilidad. El fracaso de la estrategia de confrontación de Trump ya entraba en su recta final. En su intervención, el actual mandatario, que a estas alturas del encuentro mostraba su incomodidad con un contrincante que no salía de sus casillas frente a sus continuos ataques, dio fe de esas afirmaciones respecto a su aval a la violencia.

Las medidas dadas a conocer por Trump muestran un futuro inmediato con más muertos: contratar más policías, endurecer las penas por desórdenes. Asignándole la responsabilidad del estallido social a izquierdistas radicales y demócratas que no condena la violencia y no apoyan la ley y el orden. Mencionó que es sintomático que en las principales 50 ciudades afectadas por los disturbios, en 40 de llas gobiernan demócratas. Ante la pregunta del periodista Chris Wallace si condenaba la violencia supremacista y grupos extremistas sostuvo su frase antológica y peligrosa ““dejen de hacer lo que están haciendo…pero esperen”

En el área de discusión sobre el cambio climático, las posiciones no han tenido variación de lo que ya conocemos. La plataforma republicana rechaza el acuerdo de París y el protocolo de Kioto, pues considera la agenda climática de la ONU como una agenda politizada. Para la plataforma demócrata la idea es utilizar las energías limpias y reducir las emisiones de carbono, sobre todo en el campo de la agricultura y la construcción. Crear un pacto verde y eliminar las emisiones de carbono al año 2050.

El denominado “debate” terminó tal como comenzó: con un caos de verborrea inconducente, con un Trump desesperado por llevar la guía de lo que había que hablar. Un Biden más sereno pero que igualmente tuvo momentos de irritación – plenamente entendible por lo demás – pero que no lo exculpa de la falta de ideas, de profundización e ir a lo medular respecto a lo que una sociedad dividida, en crisis y bajo un gobierno que con su manejo interno deficiente, genera repercusiones para un mundo que de una u otra manera está sujeto a las influencias de una elección que suele traer, sea demócrata o republicano el elegido, pronósticos de invasiones, agresiones, desestabilización, presiones y una política internacional dedicada a fortalecer un imperialismo a la baja pero igualmente peligroso.

En este encuentro plagado de interrupciones, ideas a medias, nada se habló sobre la política exterior de los Estados Unidos, que es lo que adquiere importancia medular y tal vez lo veamos en el próximo encuentro entre contrincantes, más dedicados a ofenderse que presentar propuestas. No hay que ser pitoniso para visualizar qué es lo que le espera al mundo con un país dominado por grupos de presión, una visión de destino manifiesto, con un complejo militar que necesita como aire vital las guerras, la desestabilización, la inestabilidad de los países para que la maquinita de las armas siga dando dividendos. Hoy, con este denominado debate el mundo no alienta esperanzas de un giro radical en la forma que se han conducido con el mundo en los últimos 244 años.

Pablo Jofré Leal

Cedido www.segundopaso.es

  1. https://www.nytimes.com/interactive/2020/09/27/us/donald-trump-taxes.html. Lo que ha señalado el reportaje del The New York times es que Donald John Trump ha evadido impuestos en forma descarada. No ha pagado impuesto federal alguno por sus ingresos, durante buena parte d ellos últimos años. Una muestra evidente que los multimillonarios en ese país gozan de privilegios que los enriquecen aún más. Además de los 11 años en los que no pagó impuestos de los 18 años examinados por el Times, el mandatario solo pagó 750 dólares en cada uno de los dos últimos años: 2016 y 2017. Se las ha ingeniado para evadir impuestos mientras sigue gozando del estilo de vida de un multimillonario, algo que afirma ser, mientras sus empresas cubren los costos de lo que muchos considerarían gastos personales.

Entre los hallazgos clave de la investigación del Times están los siguientes:

  • Trump no pagó impuestos federales por ingresos en 11 de los 18 años examinados por el Times. En 2017, después de ser presidente, su impuesto a pagar fue de solo 750 dólares.
  • Ha tomado medidas cuestionables para reducir el pago de impuestos, entre ellas un reembolso de 72,9 millones en devolución de impuestos que está sujeto a una auditoría del servicio estadounidense de hacienda (IRS, por su sigla en inglés).
  • Muchos de sus negocios más conocidos, entre ellos sus campos de golf, reportan pérdidas de grandes cantidades de dinero; estas pérdidas le han ayudado a disminuir sus impuestos a pagar.
  • La presión financiera que enfrenta aumenta, pues cientos de millones de dólares en préstamos que garantizó personalmente están próximos a vencer.
  • Aún al declarar pérdidas, ha mantenido un estilo de vida lujoso al deducir de impuestos algunos gastos que la mayoría de personas consideraría como gastos personales, entre ellos residencias, aviones y 70.000 dólares en peluquería para apariciones en televisión.
  • Ivanka Trump, como empleada de la Organización Trump, parece haber recibido “honorarios de consultoría” que también ayudaron a reducir la cuenta tributaria de la familia.
  • Como presidente, Donald Trump ha recibido más dinero de fuentes extranjeras y grupos de interés estadounidenses de lo que se sabía previamente. Los registros no muestran conexiones con Rusia que no se hubieran reportado antes.