Un senador republicano dijo que ciertos legisladores consideran esa idea. Pero más allá de la política interna de Estados Unidos hay muchas más razones para juzgar al George W. y sus hombres. En el mundo actual existen leyes -naturales y hechas por el hombre- que esbozan que actos son buenos y malos en ámbito nacional […]
Un senador republicano dijo que ciertos legisladores consideran esa idea. Pero más allá de la política interna de Estados Unidos hay muchas más razones para juzgar al George W. y sus hombres.
En el mundo actual existen leyes -naturales y hechas por el hombre- que esbozan que actos son buenos y malos en ámbito nacional e internacional. Esas leyes, a lo largo de la historia siempre estuvieron reservadas para que los más débiles las cumplieran si es que no pretendían ser juzgados, mientras que los poderosos la manipularon sin parar.
Pero que desde que Estados Unidos, luego de aquel 11 de septiembre de 2001, se lanzó en su llamada «guerra contra el terrorismo internacional», esas leyes simplemente son desoídas, no reconocidas y hasta olvidadas, en especial por la actual administración estadounidense.
Desde que en las elecciones legislativas de noviembre pasado el presidente de Estados Unidos, George W. Bush perdiera el control del Congreso en manos de los demócratas, sus políticas unilaterales han sido de algún modo trabadas.
El día de ayer el senador republicano Chuck Hagel dijo que ciertos legisladores consideran la posibilidad de un juicio político a Bush.
«Debido a que ha decidido hacer las cosas por su cuenta y continuar con su política beligerante, el presidente George W. Bush está desdeñando abiertamente al Congreso y al pueblo estadounidense, enfureciendo tanto a legisladores que algunos consideran como opción someterlo a juicio político», declaró el senador del mismo partido que el mandatario estadounidense.
Si bien Hagel, miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado y frecuente crítico a la aventura bélica en Irak, no llegó a pedir un juicio político contra Bush, dejó en claro que algunos legisladores lo consideran una opción en caso de que Bush decida continuar con su política pese a la opinión pública contra «la guerra».
Según Hagel, hay «formas de proceder» cuando un presidente dice «no me importa, o no responderé a lo que la gente de este país esté diciendo sobre Irak o cualquier otra cosa, o no me importa lo que el Congreso haga».
La cuestión en Irak ha pasado a ser un tema fundamental en el debate político interno del país norteamericano. Es de gran conocimiento la terrible situación en la cual ese país está sumergido luego de cuatro años de la invasión estadounidense-británica. La guerra civil no formalizada, la gran cantidad de refugiados, la cantidad de Marines muertos y heridos, pero por sobre todo la escalofriante cantidad de civiles iraquíes que perdieron la vida desde la ocupación de su país.
Según un artículo reproducido por la BBC, un alto funcionario de Gran Bretaña le informó al gobierno iraquí que un estudio estima que 655.000 es el número de iraquíes muertos durante los cuatro años de ocupación militar.
Este estudio, según se dijo fue realizado siguiendo normas estrictas y de acuerdo a las mejores prácticas, y fue publicado en octubre en la prestigiosa revista médica británica The Lancet.
Sin embargo, poco después de la publicación del artículo, el portavoz del primer ministro británico, Tony Blair, atacó su metodología y dijo que los resultados no eran correctos ya que la muestra era relativamente pequeña y abarcaba áreas no representativas. Por su parte, Bush dijo que no lo consideraba creíble y las autoridades iraquíes aseguraron que las cifras eran poco realistas y exageradas.
Pese a estas cifras, y pese a que las tropas estadounidenses se encuentran atrapadas en el pantano iraquí, las políticas belicistas de Bush y su séquito aún continúan.
A principios de este mes, el presidente de Estados Unidos pidió al Congreso de su país la aprobación del envío de casi 30.000 soldados adicionales a Irak.
Este pedido desató un enfrentamiento político con la mayoría demócrata, la cual arguye no estar de acuerdo con tal medida. El día viernes la cámara baja del Congreso -de mayoría demócrata- aprobó por escasa ventaja de votos, incluidos dos de republicanos, retirar a las tropas estadounidenses de Irak y pasar al gobierno iraquí la responsabilidad de su país mediante un cumplimiento de metas y plazos los próximos 19 meses.
Ante esta aún hipotética acción, los halcones de Washington no tardaron en reaccionar. El vicepresidente, Dick Cheney, caracterizado por un elevado discurso beligerante, según medios locales dijo este domingo que Bush impedirá el retiro de tropas de Irak que aprobó el Congreso para 2008.
Cheney dijo que regresar a las tropas estadounidenses es inoperante si se considera «lo que un retiro precipitado puede significar a nuestros otros intereses sobre el terrorismo y para la extensión del Medio Oriente, para Israel».
Al hablar ante la Coalición de Republicanos Judíos en Florida este sábado, Cheney dijo que Bush «después de todo es el presidente» e impedirá que la tropas regresen al país.
Las declaraciones del vicepresidente reafirman una advertencia que Bush expresó en su habitual mensaje radial de los sábados a la nación, acerca de que vetará cualquier iniciativa de ley que contradiga la opinión del alto mando bélico estadounidense en Irak.
En este escenario ¿cuáles son los argumentos que esbozan los señores de la guerra para justificar sus aventuras militares?
Como ye se hizo costumbre, desde los hechos ocurridos el 11S, los «neocons» instalados en la Casa Blanca, ante cualquier posible obstrucción de sus planes imperialistas, invocan la fantasma del «terrorismo internacional» para convencer a sus ciudadanos de seguir desplegando más tropas.
Así lo hizo Cheney en Florida, manifestando que «un retiro súbito eliminaría muchos de los esfuerzos en la guerra global contra el terrorismo, y resultaría en caos y en creciente riesgo».
¿»Caos y creciente riesgo» digo el segundo de Bush? Los argumentos expuestos por el halcón Cheney resultan por demás ofensivas y farsantes en el discernimiento de cualquier habitante del mundo que sepa lo que ocurre realmente en Irak. Cabe mencionar una vez más, que el «caos y creciente riesgo» lo llevaron las tropas invasoras estadounidenses y británicas a Irak en 2003.
A su vez, la subestimación con la que la administración Bush se dirige al resto cuando intenta argumentar sus políticas bélicas, supera la hipocresía. El vicepresidente aseguró que «millones de vidas» en Medio Oriente quedarían desprotegidas si el Congreso obliga un retiro de tropas el próximo año.
Una expresión que roza lo grotesco, teniendo en cuenta las cifras de vidas que se esta cobrando la ocupación de Irak. Y no sólo vidas civiles iraquíes, sino también soldados estadounidenses que en gran porcentaje son inmigrantes latinoamericanos en busca de una aprobación de su residencia en Estados Unidos.
Entonces ¿a qué se refiere Cheney cuando habla de desprotección?
Si bien, un juicio político a Bush es un hecho casi irrealizable, lo cierto es que la idea -más allá de ser un arma de política interna en Estados Unidos- esgrime lo que la ley internacional tendría que hacer cumplir realmente. Claro que esto sería real si es que la ley existiera en realidad y no sería un simple documento escrito. Por ahora, esa idea simplemente deambula en los sueños de una justicia imaginada por muchos seres de este planeta con un mínimo de conciencia y respeto por la vida humana.
Para demostrar que realmente que por ahora es una utopía que la justicia juzgue a los criminales con poder, se puede tomar el siguiente ejemplo.
El día de anteayer, un informe fue presentado al Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), este reveló violaciones y abusos cometidos por Estados Unidos con el pretexto de luchar contra el terrorismo.
El documento, de la autoría del relator especial Martin Scheinin, planteó que las autoridades de inmigración estadounidenses han adoptado una serie de políticas y prácticas dirigidas contra determinados grupos sobre la base de su país de origen o nacionalidad.
Igualmente, ello sucede cuando se trata de personas procedentes de naciones que son objeto de una vigilancia especial debido solamente a su religión.
Ejemplificó lo dicho con detenciones de más de ocho mil hombres sometidos a interrogatorios apenas por ser árabes o musulmanes y agregó su preocupación por la elaboración de perfiles de terroristas elaborados a partir de su raza y creencias religiosas.
Pero este ejemplo, al que se pueden sumar las torturas de Guantánamo, la ilegal invasión a Irak, la búsqueda de una excusa para agredir a Irán, y una lista larga de violaciones a la justicia y la ley que efectúan y efectuaran Bush y sus hombres, es pos de la obtención de recursos naturales para la conformación de su imperio. Son sólo una muestra de cómo ciertos hombres, en base a una la arrogancia bélica y con una impunidad otorgada por algunas de las naciones y organismos mundiales, puedan evitar que la justicia toque su puerta.
Si el mundo fuera otro, y si realmente se harían cumplir las leyes por igual para todos, un juicio político o por crímenes de guerra a Bush y sus halcones sería una realidad basada en la obligación moral de cada habitante de este planeta y no una simple táctica de política interna estadounidense. Por ahora, esa idea tiende a ser una sólo una fantasía.