La tercera visita de Mohamed VI al Sáhara Occidental ha reforzado la represión marroquí sobre los saharauis, en pleno debate internacional sobre el futuro de la zona. Escena 1. Miles de banderas marroquíes ondean a lo largo de la carretera que une el aeropuerto del centro de El Aaiún, la capital del Sáhara Occidental. Una […]
La tercera visita de Mohamed VI al Sáhara Occidental ha reforzado la represión marroquí sobre los saharauis, en pleno debate internacional sobre el futuro de la zona.
Escena 1. Miles de banderas marroquíes ondean a lo largo de la carretera que une el aeropuerto del centro de El Aaiún, la capital del Sáhara Occidental. Una multitud entregada recibe a Mohamed VI con gritos de «¡Acha el malik!» (Viva el rey). Muchos portan los vestidos tradicionales saharauis, pero no se expresan en hassanía sino en deriya, el dialecto marroquí. El monarca saluda desde un lujoso descapotable, escoltado por hombres de negro. Después irá a descansar al Hotel Parador, inaugurado por Fraga en los años ’60, cuando el Sáhara era una provincia más de la España franquista.
Escena 2. El rey inaugura el nuevo puerto de Bojador, 180 kilómetros al sur de El Aaiún. El baño de multitudes se repite.
Escena 3. Detrás de las banderas monárquicas, al fondo, miles de policías, soldados y gendarmes, vestidos de civil o de uniforme, sitian los barrios saharauis de ambas ciudades para evitar protestas independentistas. Casas allanadas, activistas detenidos, comercios cerrados por imperativo policial. Cualquier expresión de descontento es reprimida. Lo mismo ocurre en otras ciudades como Dajla y Smara y en los accesos a este país ocupado, donde estudiantes saharauis procedentes de los campus de Rabat, Agadir, Marraquech y Casablanca son bloqueados en su intento de acceder a El Aaiún.
Según el Frente Polisario, Mohamed VI adelantó un día su visita al Sáhara Occidental para impedir a los saharauis preparar actos de protesta, aunque dado el férreo control impuesto por las fuerzas del orden, a nadie sorprende el limitado alcance que finalmente tuvieron las movilizaciones. En los cinco días que duró el viaje real se repitieron concentraciones, manifestaciones y otras expresiones de rechazo en las principales ciudades del Sáhara y en campus universitarios como el de Marraquech y Rabat y casi todas tuvieron un final idéntico: fueron disueltas a golpes por la policía. Las manifestaciones más numerosas tuvieron lugar en Smara y al menos 80 saharauis fueron detenidos durante unas horas en El Aaiún el día 20 para impedir que dirigiesen posibles protestas. Tanto en esta ciudad como en Bojador se produjeron enfrentamientos entre saharauis por un lado, y policía y colonos marroquíes, por otro, y algunos activistas fueron obligados a abandonar estas localidades «por unos días». Según declaró Brahim Gali, delegado del Frente Polisario para el Estado español, en esas jornadas los saharauis vivieron «una situación de asfixia, terror y represión». Siguiendo un guión ya realizado por su padre, Mohamed VI obligó a los funcionarios y empleados de la administración de El Aaiún a participar en su recibimiento, para lo cual ordenó el cierre de sus centros de trabajo y movilizó autobuses y camiones para su transporte. Según constataron periodistas extranjeros, Marruecos llegó a amenazar a los saharauis más pobres con retirarles su cartilla de ayuda mensual de 120 euros si no acudían al desfile. Aún así, la mayoría de la población saharaui, que hoy en día representa tan sólo un tercio de los 350.000 habitantes de El Aaiún, optó por quedarse en sus casas o protestar como pudo en sus barrios.
Autonomía
La autoridades de la República Árabe Saharahui Democrática (RASD) compararon la visita, la tercera que realiza Mohamed VI desde que accedió al trono, con «una violación del alto el fuego», tachándola de «provocación irresponsable» y de «desafío a la opinión pública internacional», ya que se produce sólo algunos días antes de la presentación del informe del Secretario General de la ONU sobre el conflicto del Sáhara Occidental y del debate en el Consejo de Seguridad sobre la cuestión. Tras el debate, a finales de abril, el Consejo deberá decidir si renueva por otros seis meses el mandato de su misión, la MINURSO, en la zona, un momento que, si se cumple lo anunciado, Marruecos aprovechará para presentar su «plan de autonomía».
Aunque aún se desconoce el contenido del proyecto, el portavoz de Mohamed VI, Nabil Benabdelá, ya ha adelantado que la autonomía será la «propuesta máxima» y que su Gobierno «no podrá ir más lejos» para resolver el histórico contencioso, una postura que ha sido rechazada de «manera categórica» por el Polisario, que sólo ve en ella «un intento de implementación de una solución de corte colonial». Para los saharauis, cualquier salida que no contemple la celebración de un referéndum de autodeterminación, en el que la autonomía aparezca sólo como una de las opciones posibles, está condenada al fracaso y sólo sirve para alargar un conflicto que dura ya 30 años. Y mientras, Zapatero, a la par que considera «clarificador y positivo» el anuncio realizado por Marruecos, en una misiva enviada recientemente al Presidente saharaui, Mohamed Abdelaziz, expresa su «compromiso activo para contribuir, en el marco de las Naciones Unidas, a la búsqueda de una solución política justa, duradera, aceptada por las partes y respetuosa con el derecho de autodeterminación».
Avances diplomáticos para los saharauis
La visita real se produce en un momento dulce para el movimiento independentista. Con la práctica totalidad de la Unión Africana a su favor, en los últimos meses la RASD reactivó sus relaciones con Ecuador y Bolivia, fue reconocida por Uruguay y se espera que en breve hagan lo propio Paraguay y Brasil, sumándose a los 81 estados que ya lo hacen. En Europa, el acuerdo de pesca firmado con Marruecos en julio de 2005 aún no se ha aplicado porque países como Suecia y Alemania han presentado sus dudas sobre la legalidad de un texto que afecta a aguas de un «territorio no autónomo» cuya soberanía aun no ha sido resuelta. El 21 de marzo, todos los grupos políticos del Parlamento Europeo, salvo el popular, decidieron bloquear el acuerdo hasta resolver el asunto, para lo cual han solicitado la comparecencia del Frente Polisario y de Marruecos. Algunos parlamentarios defienden seguir el ejemplo de EE UU en su firma del Tratado de Libre Comercio con el Gobierno alauita, que dejó fuera de su aplicación a las provincias saharauis. Por ende, el 16 de marzo, diez meses después de que lanzara la oferta, en un gesto cuyo alcance es sobre todo simbólico, la RASD adjudicó a nueve empresas británicas la exploración de petróleo y gas en nueve regiones del Sahara Occidental.