Las personas que viven en las chabolas en diferentes ciudades sudafricanas ocupan tierras y luchan por conseguir servicios sanitarios, electricidad y otros servicios básicos, mientras se enfrentan a represalias mortales del Congreso Nacional Africano.
Abahlali baseMjondolo (AbM), un movimiento de masas de personas socialistas que viven en chabolas y cuya sede está en Durban (Sudáfrica), celebró el 9 de agosto el Día Nacional de la Mujer, un día festivo en memoria de las más de 20.000 mujeres negras, indias, de color y blancas que en 1956 se manifestaron en Pretoria para exigir la derogación de las leyes de los pases que impedían a las personas negras entrar en las zonas de en las que vivían personas blancas. Para AbM también es una fecha para llorar y recordar las vidas de sus 24 miembros asesinados desde 2009 en la lucha por la tierra y la vivienda. El año pasado cuatro de ellos fueron matados a tiros en los asentamientos del movimiento. El movimiento cree que los políticos del ANC (siglas en inglés de Congreso Nacional Africano) están detrás de la mayoría de estos asesinatos.




AbM cuenta con unos 115.000 miembros repartidos en 81 filiales en el sudeste de Sudáfrica. Desde su fundación en 2005 el movimiento ha luchado por acceder a la tierra y a la vivienda, además de a otros servicios básicos, como servicios sanitarios y electricidad. Las luchas del movimiento, entre las que se incluye la defensa de las personas trabajadoras pobres frente a los desahucios en las grandes ciudades, sacan a la luz la desigualdad social y la discriminación racial, que siguen siendo unas condiciones que perviven de la era del apartheid.

“El principio del movimiento es ante todo que no luchamos por ti sino que luchamos contigo”, explicó Thapelo Mohapi, el secretario general de AbM. Al contrario de los movimientos sociales convencionales, AbM no cuenta con representantes electos para transmitir sus reivindicaciones, sino que el movimiento sostiene que las personas trabajadoras sin tierra y sin hogar deben hablar y actuar por sí mismas. Lo hacen organizando protestas, presentando reivindicaciones a las autoridades del Estado, gestionando democráticamente los asentamientos donde cultivan productos de subsistencia, y abriendo y gestionando escuelas de política. AbM une con estos actos la acción directa y la autodeterminación de las bases.


Mohapi insiste en la importancia estratégica de la estructura interna de abajo arriba que tiene AbM y afirma: “Sólo cuando las personas están organizadas democráticamente desde abajo pueden cambiar el sistema que las oprime”. La estructura de AbM permite la participación democrática en la base y en el nivel más alto. Los consejos locales de cada filial llevan las reivindicaciones a un foro de presidentes elegidos y luego al Consejo Nacional. La Asamblea General del movimiento, que está abierta a todos sus miembros, se reúne una vez al mes para establecer las prioridades del Consejo Nacional y tiene potestad para disolver cualquier estructura del movimiento si los miembros consideran que se ignoran sus reivindicaciones.


Las mujeres desempeñan un papel fundamental en los consejos y en la vida cotidiana de los asentamientos, pero a fecha tan reciente como 2016 pocas habían ocupado puestos de liderazgo, a pesar de que el 60% de los miembros son mujeres. Zandile Nsibande, una facilitadora comunitaria, explicó que “las mujeres tenían miedo de participar y competir en las elecciones por puestos de liderazgo. Tenían una autoestima baja”.

De modo que en 2016 la Liga de Mujeres de AbM emprendió una campaña para luchar colectivamente por la igualdad de género en la dirección del movimiento. “Gracias a esta campaña ahora hay un 50% de mujeres y hombres” en la dirección, afirma Nsibande. Además de aumentar la participación de las mujeres en la toma de decisiones y de hacer campañas contra la violencia de género y el feminicidio, la liga ha defendido en particular la independencia económica de las mujeres. Ha organizado talleres sobre el acceso de las mujeres a la tierra y para concienciar sobre prácticas tradicionales perjudiciales, como el requisito de que una mujer se tiene que casar con un hombre para poder ser propietaria de tierras. La liga también anima a las mujeres a aprender nuevos oficios, como joyería tradicional y costura, e insiste en la importancia de compartir los conocimientos técnicos. “Si una mujer sabe coser, debe enseñar a otras a hacerlo. En Sudáfrica hay pocas oportunidades laborales, de modo que debemos capacitarnos desde el punto de vista financiero”, afirmó Nsibande. La Liga de Mujeres busca donativos para abrir un centro de formación donde las mujeres de AbM puedan aprender a coser.


El hecho de crear un movimiento autónomo de personas que viven en chabolas que integre las luchas sociales, políticas, raciales y de género ha provocado lo que Mohapi llama una “política de sangre”. Además de asesinatos y desahucios, el movimiento ha sufrido redadas policiales ilegales, detenciones y amenazas de muerte. En una carta de 2022 dirigida al presidente sudafricano Cyril Ramaphosa y firmada por más de 130 organizaciones de la sociedad civil, la organización de derechos humanos Socio-Economic Rights Institute of South Africa denunció que “se ha amenazado y asesinado al menos a 24 personas que son líderes del movimiento, cientos de personas han resultado heridas y miles desplazadas de sus hogares”.

A pesar de estos ataques, AbM sigue resistiendo y preservando el legado de sus miembros que han caído. AbM ha celebrado varias ceremonias en su memoria en la Escuela de Política Frantz Fanon situada en la comunidad eKhenana, epicentro de los últimos ataques. AbM enseña los valores comunistas y la visión humanista del mundo que caracterizan al movimiento y permanece unido en sus objetivos de tierra, vivienda y autodeterminación popular.

Siyabonga Mbhele nació en Pietermaritzburg y actualmente vive en Johannesburgo. Trabaja como editor de vídeo y fotógrafo documental. Las fotos son del autor.
Texto en inglés: https://hammerandhope.org/article/socialist-movement-south-africa
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.