«Por desgracia, uno de los problemas actuales de Guinea Ecuatorial es que todavía nos falta actualizar las estadísticas en algunos campos, y que no existen datos actualizados sobre la distribución de los ingresos.» Anatolio Ndong Mba, Embajador-Representante Permanente de Guinea Ecuatorial ante la ONU (1) Estas son las palabras con las que el embajador guineano […]
«Por desgracia, uno de los problemas actuales de Guinea Ecuatorial es que todavía nos falta actualizar las estadísticas en algunos campos, y que no existen datos actualizados sobre la distribución de los ingresos.» Anatolio Ndong Mba, Embajador-Representante Permanente de Guinea Ecuatorial ante la ONU (1)
Estas son las palabras con las que el embajador guineano en la ONU pretendía justificar las críticas que el periódico The New York Times había hecho al régimen de Obiang a raíz de un duro artículo firmado por Adam Nossiter el pasado 30 de mayo de 2011 (2). Anatolio Ndong vincula pobreza, verdad, despilfarro y estadísticas, en un intento de justificar lo injustificable. Algo parecido hará el embajador guineano en Londres unos días después en un programa de la BBC cuando con un cierto cinismo dirá que el índice de pobreza que algunos exhiben sobre Guinea, en realidad son sólo números (3).
Si alguien, ya sea por curiosidad o porque necesita datos fiables para el estudio, se toma la molestia de entrar en el apartado «Guinea en cifras» de la página oficial del gobierno de Guinea Ecuatorial (4), se topará con la desagradable sorpresa de una abigarrada mezcla de datos de distintas procedencias y dudoso valor que mezclan estimaciones irreales de población con manipulados índices comparativos con otros países sobre nivel de violencia, paz o derechos humanos, tasas de alfabetización o mortalidad infantil, la variación del IPC en el 2009, la distribución de la actividad económica del 2007 o los índices de exportación desde la independencia. En realidad se trata de un conjunto de datos y cifras sin rigurosidad y por tanto sin valor científico. Solamente un escaparate en la página oficial para cumplir el expediente.
De ahí que la mayoría de datos estadísticos fiables relativos a Guinea sean referidos por agencias internacionales, ONGs o instituciones de investigación, ya sean del ámbito económico, educativo o de la salud. Simplemente porque en Guinea Ecuatorial no existen estadísticas creíbles de ningún tipo a día de hoy, a pesar de contar con una pomposa Dirección General de Estadística y Cuentas Nacionales dentro del Ministerio de Planificación
Estrictamente, un Estado sin estadísticas es una contradicción, porque es justamente gracias a la Estadística que el Estado moderno se asienta en su racionalidad. El saber proporcionado por los datos es el que permite mejorar la eficacia de la administración pública. Desde el siglo XVII se llama «policía» al conjunto de hechos encaminados a mejorar la vida de los habitantes de la ciudad, empezando por la educación y la sanidad, hasta llegar al orden público, pasando por el urbanismo y el comercio. No será hasta muy entrado el siglo XVIII que esta «policía» primigenia se desdoblará en la policía propiamente dicha por un lado, y la administración pública por el otro, justamente gracias a los grandes logros que permitirá la estadística en la previsión de necesidades básicas en educación, sanidad y urbanismo, y que en el caso del comercio llevará a la fundación de la economía política.
Por tanto, es la estadística la que hace posible la Administración Pública. En el caso de Guinea Ecuatorial, las cosas son justamente así. La falta de estadística lleva pareja la falta de «policía».
Desmantelada la administración colonial desde la independencia, la función administrativa pasó a manos del puro amiguismo y clientelismo del Partido Único, donde los números y los datos no hacían falta para nada -esquema calcado en las dos dictaduras nguemistas-. Pero un país que maneja grandes sumas desde hace más de una década no puede progresar de ninguna manera sin una administración pública moderna con sus sistemas de acumulación y estudio de datos rigurosos, pues palabras como «planificación» o «reparto de la riqueza» carecerían de sentido. Estaríamos rozando el esperpento de un Estado en el que convive la economía de subsistencia con la ingeniería financiera sin que a nadie le importe nada ni haga las cuentas para subsanarlo.
A pesar de todo, no hace ni un mes que se han iniciado las encuestas estatales de salud, en Malabo y en Bata (5), y es recientísimo el nombramiento masivo de más de mil funcionarios fruto de los acuerdos bilaterales con España para poner en marcha una Escuela de Administración siguiendo el modelo peninsular (6). Encuestas básicas sobre educación están por hacer y el dato más básico de población sigue siendo un misterio: según qué fuente se tome, el número de habitantes oscila de 400.000 a 1.200.000. Parece increíble, pero a día de hoy todavía no existe un censo oficial de población.
Se da la grandísima paradoja de que el Estado guineano está invirtiendo en faraónicas obras públicas por un lado, y por el otro desconoce cuáles son las necesidades de su población. El inmenso agujero negro de la administración pública fuerza, una vez más, la gran pirueta del lujo y la pobreza dándose la mano.
Una cuestión básica como la fiscalidad es imposible en Guinea. En Guinea no se pagan impuestos porque sin un censo de población, ni de propiedad, ni de población activa, y mucho menos de rendimiento del trabajo, etc., no es posible exigir impuestos. Al revés, los abusos y atropellos en cuanto a la propiedad inmobiliaria son diarios, y sin las herramientas básicas de los censos ni siquiera es posible impartir justicia.
Y no acaba aquí la disfunción que provoca la ignorancia de las necesidades de los ciudadanos.
Allí donde el Estado se ha hecho fuerte con una poderosa administración que vele por sus intereses, allí precisamente ha surgido una no menos poderosa Sociedad Civil, como compensación y control a los poderes del Estado. Una vez más, administración pública y sociedad civil van de la mano. Sin «policía» no hay sociedad civil. Esto es lo que ha sucedido justamente en Guinea: el sucedáneo administrativo formado por el partido único ha impedido la sociedad civil. Un país sin administración es un país doblemente desestructurado: en las relaciones administrativas y en las relaciones sociales. Por eso no es posible la política ahora mismo en Guinea: la sociedad civil es la que hace posible la política, la que decide cómo organizarse, cómo administrarse.
En el siglo XVII, el Estado moderno se consolida en Europa en base a la idea de circulación. Circulación de bienes y personas. El urbanismo se pone al servicio de los ciudadanos. La administración vela por arreglar caminos y hacer menos insalubres los mercados y ciudades en general. La policía por su parte velará por proteger esos espacios de comunicación, imprescindibles para el comercio y para evitar hambrunas por la escasez.
En la Guinea actual de las grandes inversiones de escaparate, el urbanismo sólo sirve para ahogar más al más débil y destruir el tejido tradicional (7) y la policía queda como amo y señor de las carreteras, pero no para asegurar ningún tipo de circulación, sino todo lo contrario para retener, controlar y frenar los desplazamientos de la población. Como no hay apenas industria ni agricultura, las barreras poco pueden afectar al comercio. A pesar de todo muchos productos, a menudo agricultura de subsistencia, son requisados por la soldadesca abandonada en las carreteras.
El último insulto al sentido común se ha producido hace pocos días con motivo de la Cumbre Africana, cuando el dictador, después de una de las sesiones del día, invitó a los mandatarios africanos a la colocación de la primera piedra para un gran centro tecnológico y de investigación que piensa construir en Malabo, el Observatorio Africano para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación (8). Una vez más pasamos de la falta de datos más vergonzosa para mejorar los déficits básicos de los más débiles a querer una institución de estudios avanzados que en este contexto sólo puede ser pura propaganda.
Un Estado sin Administración es un Estado Policial, un Estado sin Política posible. Falta de libertades, corrupción, pobreza, despilfarro, son las distintas caras de un mismo problema.
NOTAS
(1).- http://www.guineaecuatorialpress.com/noticia.php?id=1662
(2).- http://www.nytimes.com/2011/05/31/world/africa/31guinea.html?_r=1
(3).- http://www.bbc.co.uk/blogs/africahaveyoursay/2011/06/is-equatorial-guinea-coming-in.shtml
(4).- http://www.guineaecuatorialpress.com/estadistica.php
(6).- http://www.guineaecuatorialpress.com/noticia.php?id=1622
http://www.guineaecuatorialpress.com/noticia.php?id=1170
(7).- http://laceldademumia.blogspot.com/2011/06/sobre- enderrocament-urba-i-conflicte.html
(8).- http://allafrica.com/stories/201107050944.html
Fuente original: http://www.africafundacion.org/spip.php?article9279