Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Durante los últimos dos años, el gobierno de Obama ha estado desarrollando en secreto un nuevo plan para perseguir terroristas, una lista de objetivos para la próxima generación llamada «matriz de disposición».
La matriz contiene los nombres de presuntos terroristas ordenados según un recuento de los recursos a utilizar para rastrearlos, incluidas sentencias selladas y operaciones clandestinas. Funcionarios estadounidenses dicen que la base de datos tiene el propósito de ir más allá de las actuales listas de asesinatos, delineando planes para la «disposición» de sospechosos más allá del alcance de los drones estadounidenses.
Aunque la matriz es un trabajo en curso, el esfuerzo por crearla refleja un escenario de realidad en las filas del contraterrorismo de la nación: Las guerras convencionales de EE.UU. se están desacelerando, pero el gobierno espera seguir agregando durante años nombres en sus listas de asesinato o captura.
Entre altos funcionarios del gobierno de Obama, existe amplio consenso de que es probable que semejantes operaciones se extiendan por lo menos por una década. En vista de la forma en que al Qaida se sigue expandiendo, algunos funcionarios dicen que no se vislumbra un final claro.
«No es posible que matemos a todo el que quiera dañarnos», dijo un alto funcionario del gobierno. «Forma parte necesariamente de lo que hacemos… No vamos a terminar en 10 años y obtener un mundo en el que todos se den las manos y digan: ‘Amamos a EE.UU.'»
Esa línea de tiempo sugiere que EE.UU. ha llegado solo al punto medio de lo que se conoce como la guerra global contra el terrorismo. Las listas de ataque que se consideraron medidas finitas de emergencia después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, constituyen ahora instalaciones fijas del aparato nacional de seguridad. Los ficheros se expanden y contraen al ritmo de los ataques de drones, pero nunca llegan a cero.
Mientras tanto, surge amenazadoramente un hito significativo: La cantidad de combatientes y civiles muertos en la campaña de drones durante los últimos 10 años excederá pronto de 3.000 personas según ciertos cálculos, sobrepasando la cantidad de personas que al Qaida mató en los ataques del 11 de septiembre.
El gobierno de Obama ha pregonado sus éxitos contra la red terrorista, incluida la muerte de Osama bin Laden, como logros representativos que hablan a favor de la reelección del presidente. El gobierno ha dado pasos vacilantes hacia una mayor transparencia, reconociendo formalmente por primera vez el uso por EE.UU. de drones armados.
Menos visible es la medida por la cual Obama ha institucionalizado la práctica altamente confidencial de asesinatos selectivos, convirtiendo elementos ad hoc en una infraestructura de contraterrorismo capaz de sustentar una guerra al parecer permanente. Los portavoces de la Casa Blanca, del Centro Nacional de Contraterrorismo, la CIA y otras agencias se negaron a comentar sobre la matriz u otros programas de contraterrorismo.
Hay funcionarios que reconocen en privado que el desarrollo de la matriz forma parte de una serie de actividades, en Washington y en el exterior, para empotrar los instrumentos de contraterrorismo en una política de EE.UU. a largo plazo.
El consejero de contraterrorismo de la Casa Blanca, John O. Brennan, quiere codificar el enfoque del gobierno de generar listas de captura/asesinato como parte de un esfuerzo más amplio para guiar a futuros gobiernos a través de los procesos de contraterrorismo adoptados por Obama.
El director de la CIA, David H. Petraeus, presiona a favor de una expansión de la flota de drones armados de la agencia, dijeron los funcionarios estadounidenses. Esta propuesta, que necesitaría la aprobación de la Casa Blanca, refleja la transformación de la agencia en una fuerza paramilitar y deja claro que no tiene la intención de desmantelar su programa de drones y volver a su enfoque previo al 11 de septiembre en la recolección de inteligencia.
El Comando Conjunto de Operaciones Especiales de EE.UU. [JSOC], que realizó la incursión que mató a bin Laden, ha transferido equipos de comandos a presuntos puntos álgidos terroristas en África. Un tosco puesto avanzado de EE.UU. en Yibuti se ha transformado en una rampa de lanzamiento de operaciones de contraterrorismo en todo el Cuerno de África y en Medio Oriente.
El JSOC también ha establecido un centro secreto de fijación de objetivos al otro lado del Río Potomac en Washington, dijeron algunnos funcionarios estadounidenses actuales y antiguos. Las células de elite de fijación de objetivos han estado tradicionalmente ubicadas cerca de las primeras líneas de sus misiones, incluidos Irak y Afganistán. Pero el JSOC creó una fuerza de tareas de la «región de la capital nacional» que está a 15 minutos de la Casa Blanca para que pueda estar involucrada más directamente en las deliberaciones sobre las listas de al Qaida.
Estos hechos fueron descritos por actuales y antiguos funcionarios de la Casa Blanca y del Pentágono, así como de agencias de inteligencia y contraterrorismo. La mayoría habló bajo condición de anonimato debido a lo delicado del tema.
Estos componentes de contraterrorismo se han basado en un fundamento legal de asesinatos selectivos que el gobierno de Obama ha discutido con más amplitud durante el año pasado. En una serie de discursos, funcionarios del gobierno han citado bases legales, incluida la autorización del Congreso para el uso de fuerza militar otorgado después de los ataques del 11 de septiembre, así como el derecho de la nación a la autodefensa.
Los críticos afirman que esas justificaciones se han debilitado a medida que la campaña de drones se ha expandido mucho más allá del núcleo central de operativos de al Qaida responsables de los ataques en Nueva York y Washington. Dichos críticos también señalan que el gobierno todavía no confirma la participación de la CIA o las identidades de los que sesinados. Ciertos ataques se cuestionan en la actualidad desde el punto de vista legal, incluidos los asesinatos del año pasado en Yemen del miembro de al Qaida Anwar al-Awlaki, nacido en EE.UU., y de su hijo de 16 años.
Expertos en contraterrorismo dijeron que la dependencia de asesinatos selectivos se «autoperpetúa» y que produce innegables resultados a corto plazo que pueden ocultar costes a largo plazo.
«El problema del drone es que es como tu cortadora de césped», dijo Bruce Riedel, exanalista de la CIA y consejero de contraterrorismo de Obama. «Hay que cortar el césped permanentemente. En cuanto se deja de cortar vuelve a crecer».
Una base de datos en continuo desarrollo
EE.UU. lleva a cabo actualmente múltiples programas de drones, incluidas patrullas militares reconocidas por EE.UU. en zonas de conflicto en Afganistán y Libia y vuelos de vigilancia secretos de la CIA sobre Irán.
Los ataques a al Qaida, sin embargo, se realizan según programas letales secretos que involucran a la CIA y el JSOC. La matriz fue desarrollada por el Centro Nacional Antiterrorista [NCTC] bajo el antiguo director Michael Leiter para aumentar las listas de asesinatos separadas pero solapadas de esas organizaciones, dijeron los funcionarios.
El resultado es una sola base de datos, en continuo desarrollo, en la cual están catalogadas biografías, ubicaciones, asociados conocidos y organizaciones afiliadas. Igualmente lo están las estrategias para desbaratar los objetivos, incluyendo solicitudes de extradición, operaciones de captura y patrullas de drones.
La decisión de Obama de cerrar las prisiones secretas de la CIA acabó con un programa que se había convertido en una fuente de menosprecio internacional, pero también complicó la persecución de los terroristas. A menos que un sospechoso apareciera en la mira de un drone en Pakistán o Yemen, EE.UU. tenía que esforzarse para decidir qué hacer.
«Teníamos un problema de disposición», dijo un exfuncionario de contraterrorismo estadounidense involucrado en el desarrollo de la matriz.
Se pretende que la base de datos identifique contingencias y cree un menú de operaciones que defina el papel de cada agencia en caso de que un sospechoso aparezca en un lugar inesperado. «Si está en Arabia Saudí, que lo detengan los saudíes», dijo el exfuncionario. «Si viaja en el exterior a al-Shabaab [en Somalia] lo podemos detener mediante barcos. Si está en Yemen, matarlo o hacer que los yemeníes lo detengan».
Los funcionarios se negaron a revelar las identidades de los sospechosos incluidos en la matriz. Mencionaron, sin embargo, la captura el año pasado del supuesto operativo de al Qaida Ahmed Abdulkadir Warsame en la costa de Yemen. Warsame fue detenido durante dos meses a bordo de un barco estadounidense antes de que lo transfirieran a la custodia del Departamento de Justicia y lo presentaran ante un tribunal federal de Nueva York.
«Warsame era un caso clásico de ‘¿Qué vamos a hacer con él’?» dijo el ex funcionario del contraterrorismo. En casos semejantes, la matriz contiene planes que incluyen qué navíos estadounidenses se encuentran en la vecindad y qué acusaciones deberían ser preparadas por el Departamento de Justicia.
«Evidentemente, había gente en Yemen que teníamos en la matriz», así como otros en Pakistán y Afganistán, dijo el exfuncionario del contraterrorismo. La matriz era una manera de estar listos si se movían. «¿Cómo encaramos a esos sujetos en tránsito? No íbamos a disparar un drone si circulaban por Turquía o Irán».
Los funcionarios describieron la matriz como una base de datos para desarrollo, aunque su estatus no está claro. Algunos dijeron que no se ha implementado porque es demasiado engorrosa. Otros, incluidos los funcionarios de la Casa Blanca, del Congreso y de las agencias de inteligencia, la describieron como un proyecto que podría ayudar a EE.UU. a adaptarse a la estructura transformista de al Qaida y a sus esfuerzos por explotar la agitación en el Norte de África y Medio Oriente.
Un año después de que el secretario de Defensa, Leon E. Panetta, declarara que el núcleo central de al Qaida está cerca de la derrota estratégica, los funcionarios ven una serie de amenazas emergentes más allá de Pakistán, Yemen y Somalia, los tres países donde han tenido lugar casi todos los ataques de los drones de EE.UU.
La Primavera Árabe ha trastocado la cooperacón contraterrorista de EE.UU, en algunos países, incluyendo Egipto, donde los funcionarios de EE.UU. temen que al Qaida pueda echar nuevas raíces. La afiliada de esa red en el Norte de África,»al Qaida del Magreb Islámico», se ha apoderado de territorio en el norte de Mali y ha adquirido armas de contrabando a través de Libia.
«Egipto me preocupa siempre», dijo un alto funcionario del gobierno. «Mirad Libia, Argelia y Mali y luego a través del Sáhel. Se trata de espacios territoriales tan amplios, con fronteras abiertas y capacidades militares, de seguridad e inteligencia prácticamente inexistentes».
Perfeccionando los asesinatos selectivos
La creación de la matriz y la institucionalización de las listas de asesinato/captura reflejan un cambio al mismo tiempo psicológico y estratégico.
Antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001, EE.UU. era retidente a la idea de los asesinatos selectivos. La comisión del 11 de septiembre informó sobre de que el gobierno de Clinton había dejado pasar una serie de oportunidades de atacar a bin Laden en los años anteriores a los ataques, antes de la existencia de los drones armados. El presidente Bill Clinton aprobó una serie de ataques de misiles crucero en 1998 después de los atentados de al Qaida a la embajadas de África Oriental, pero después de vastas deliberaciones el líder del grupo escapó del peligro.
En la actualidad los asesinatos selectivos son tan rutinarios que el gobierno de Obama ha pasado gran parte del año pasado codificando y ajustando los procesos que los sustentan.
Este año, la Casa Blanca eliminó un sistema en el que el Pentágono y el Consejo Nacional de Seguridad tenían roles superpuestos en el análisis de los nombres que se agregaban a la lista de objetivos de EE.UU.
Ahora el sistema funciona como un embudo, que comienza con propuestas de media docena de agencias y se va restringiendo a través de capas de revisión hasta que las revisiones propuestas se colocan sobre el escritorio de Brennan y después se presentan al presidente.
Los llamados en videoconferencia que antes eran convocados por el almirante Mike Mullen, entonces jefe del Estado Mayor Conjunto, ahora son discontinuos. Los funcionarios dijeron que Brennan consideró que el proceso no deberían dirigirlo los que aprietan el gatillo en los ataques.
«Lo que ha cambiado es que en lugar de que lo haga el jefe, John dirige la reunión», dijo Leiter, exjefe del NCTC.
El gobierno también ha elevado el papel del NCTC, que estaba concebido como un organismo calificador de datos de amenazas y no tiene capacidad operativa. Bajo Brennan, que fue su director fundador, el centro ha emergido como coordinador de ataques.
Otras entidades tienen muchos más recursos concentrados en al Qaida. La CIA, el JSOC y el Comando Central de EE.UU. tienen cientos de analistas dedicados a la franquicia de la red terrorista en Yemen, mientras el NCTC tiene menos de dos docenas. Pero el centro controla una función clave.
«Es el guardián de los criterios», dijo un exfuncionario del contraterrorismo estadounidense. Quiere decir que está a cargo de seleccionar nombres de las bases de datos de al Qaida para las listas de los objetivos basándose en criterios dictados por la Casa Blanca.
Los criterios son confidenciales pero se centran en temas evidentes: ¿Quiénes son los dirigentes operativos? ¿Quiénes son los facilitadores clave? Un pedido típico de la Casa Blanca dirigirá al NCTC a generar una lista de operativos de al Qaida en Yemen involucrados en la realización o la planificación de ataques contra personal de EE.UU. en Saná.
Las listas se revisan a intervalos trimestrales regulares durante reuniones en la sede del NCTC que involucran a analistas de otras organizaciones, incluyendo a la CIA, el Departamento de Estado y el JSOC. Los funcionarios subrayan que esas sesiones no equivalen a la aprobación de adiciones a las listas de asesinato, una autoridad que está limitada exclusivamente a la Casa Blanca.
Si no hay objeciones -y los funcionarios dicen que han sido raras- los nombres se presentan a un panel de funcionarios del Consejo Nacional de Seguridad presidido por Brennan que incluye a los directores adjuntos de la CIA y del FBI, así como a máximos funcionarios del Departamento de Estado, el Pentágono y el NCTC.
Obama aprueba los criterios para confeccionar las listas y los ataques de drones fuera de Pakistán, donde las decisiones de cuándo disparar las hece el director de la CIA. Pero aparte de la presencia de Obama en las reuniones del «Martes de Terror» -que generalmente se dedican a la discusión de amenazas y tendencias del terrorismo en lugar de la aprobación de objetivos- la participación del presidente es más indirecta.
«El presidente nunca iría a una reunión de adjuntos», dijo un alto funcionario de la administración, aunque hubo participantes que recordaron casos en los cuales Brennan salió de la sala para obtener instrucciones de Obama sobre temas que el grupo no podía resolver.
El proceso de revisión se comprime, pero no se deja de lado, cuando la CIA o el JSOC tienen información convincente y un marco muy estrecho para atacar, dijeron los funcionarios. Este enfoque también se aplica al desarrollo de criterios para los «ataques firmados», que permiten a la CIA y al JSCO atacar objetivos sobre la base de modelos de actividad -carga de un vehículo con explosivos, por ejemplo- incluso cuando las identidades de los que serían muertos no son conocidas.
Un enfoque según modelos
Para tratarse de un gobierno que es el primero en adoptar los asesinatos selectivos en una amplia escala, los funcionarios parecen sentirse confiados en que han elaborado un enfoque que sea tan sano burocrática, legal y moralmente, que las futuras administraciones seguirán el ejemplo.
Durante el debate presidencial del lunes, el candidato republicano Mitt Romney dejó claro que continuará con la campaña de drones. «No podemos salir de esto matando», dijo, pero agregó posteriormente que Obama tenía «razón al aumentar el uso» de ataques de drones y que él hará lo mismo.
A medida que Obama se acerca al final de su período, los funcionarios dijeron que la lista de asesinatos en Pakistán ha disminuido a menos de 10 objetivos de al Qaida, de una cantidad previa de dos docenas. La agencia apunta ahora muchos de sus ataques de Predator a la red Haqqani, a la que acusan de atacar a las fuerzas de EE.UU. en Afganistán.
En Yemen, la cantidad de combatientes de la lista ha variado entre 10 y 15, dijeron los funcionarios, y no es probable que vaya a bajar pronto a un solo dígito, aunque este año ha habido 36 ataques aéreos estadounidenses.
La cantidad de objetivos de las listas no es fija, dijeron los funcionarios, pero fluctúa cuando se ajustan los criterios. Los funcionarios defendieron el sistema aunque reconocen que hay una erosión en el calibre de los operativos colocados ante las miras de los drones.
¿Es tan buena la persona que actualmente ocupa el Número 4, como la que ocupaba ese número hace siete años? Probablemente no», dijo un exalto funcionario de contraterrorismo involucrado en el proceso hasta principios de este año. «Pero eso no significa que no sea peligroso».
Al concentrarse en refinamientos burocráticos, la administración ha evitado en gran parte la confrontación con temas más fundamentales respecto a las listas. Las dudas internas sobre la efectividad de la campaña de drones son casi inexistentes. Lo mismo vale para las alternativas evidentes.
«Cuando uno se basa en una táctica particular, comienza a convertirse en el centro de su estrategia, se puede ver la bocanada de humo y desaparece», dijo Paul Pillar, exdirector adjunto del centro de contraterrorismo de la CIA. «Cuando institucionalizamos ciertas cosas, incluidos los asesinatos selectivos, se cruza un umbral que dificulta que se vuelva atrás».
Durante una década, las dimensiones de la campaña de drones han sido impulsadas por objetivos a corto plazo: la degradación de al Qaida y la prevención de un ataque subsiguiente, en gran escala, en suelo estadounidense.
Es más difícil medir los efectos secundarios -incluida la medida en la que los ataques generan más enemigos de EE.UU.- pero las consecuencias serán más importantes si la campaña continúa durante 10 años más.
«Estamos ante algo potencialmente indefinido», dijo Pillar. «Tenemos que prestar una atención particular, tal vez más de lo que lo hemos hecho colectivamente hasta ahora, a los pros y los contras a largo plazo de los métodos que utilizamos».
Los funcionarios del gobierno de Obama han tratado a veces de provocar debate sobre durante cuánto tiempo puede la nación emplear las listas de asesinatos. Pero los funcionarios dijeron que las discusiones se convirtieron en calles sin salida.
En un caso Mullen, exjefe del Estado Mayor Conjunto, volvió de Pakistán y relató un acolarado enfrentamiento con su homólogo, el general Ashfaq Parvez Kayani.
Mullen dijo a los funcionarios de la Casa Blanca y del contraterrorismo que el jefe militar paquistaní había exigido una respuesta a una pregunta aparentemente razonable: Después de cientos de ataques de drones, ¿cómo es posible que EE.UU. siga trabajando según una lista de «los 20 principales»?
El tema volvió a aparecer después de la incursión estadounidense que mató a bin Laden. En el intento de reparar una desavenencia con Pakistán Panetta, director de la CIA, dijo a Kayani y a otros que a EE.UU. le queda solo un puñado de objetivos y que podría reducir la campaña de drones.
Un alto asistente de Panetta rebatió este hecho y dijo que Panetta mencionó la reducción de la lista de objetivos durante su viaje a Islamabad pero no presentó la perspectiva de que los ataques de drones puedan terminar. Dos exfuncionarios estadounidenses dijeron que la Casa Blanca dijo a Panetta que evitara toda mención de compromisos que EE.UU. no estuviera dispuesto a cumplir.
«No queríamos entrar al tema de listas ilimitadas», dijo un exalto funcionario de contraterrorismo de EE.UU. que pasó años supervisando las listas. «Existe este aparato creado para encarar el contraterrorismo. Sigue siendo útil. La pregunta es: ¿cuándo dejará de ser útil? No lo sé».
Karen DeYoung, Craig Whitlock y Julie Tate contribuyeron a este informe.
rCR