Fotograma de un vídeo publicado en Facebook por Donald Trump. El dicho «Si algo va mal puede ir a peor» se vuelve a confirmar: en la Administración Trump, quienes deberían vigilar a un temible presidente «madman» y sus «misiles bonitos», es posible que estén incluso peor que él en cuento a salud mental. Y uno de […]
El dicho «Si algo va mal puede ir a peor» se vuelve a confirmar: en la Administración Trump, quienes deberían vigilar a un temible presidente «madman» y sus «misiles bonitos», es posible que estén incluso peor que él en cuento a salud mental. Y uno de los síntomas es el uso cada vez mayor de un lenguaje religioso por sus ministros con el fin de manipular la fe de los ciudadanos beneficiando a una camarilla de fundamentalistas vendedores de armas y asaltantes de los recursos ajenos.
«Dios podría haber enviado a Trump para salvar al pueblo judío de Irán«, ha sido una de las perlas soltadas por el Secretario de Estado Mike Pompeo, un evangélico practicante, en su visita a Israel, realizada en el marco de su gira por Oriente Próximo para formar un frente unido contra Irán. Que Jesús sea «la única solución para nuestro mundo» es otra de las creencias de esta persona a la que sin duda un milagro le ha colocado en la cima del poder, a estas alturas de la civilización. ¿Son los israelíes o los palestinos quienes están en peligro de ser exterminados?
Además, como cristiano, es interesante saber qué opina Pompeo de que «Israel solo pertenece a los judíos, no a todos sus ciudadanos«, como afirma Netanyahu. ¿Admite que en Israel hasta sus correligionarios sean subciudadanos?
Pompeo, al igual que el vicepresidente Mike Pence, son cristianos evangélicos sionistas, que creen que habría que proteger a Israel por ser el territorio donde Jesús hará su segunda venida. Afirmar que EEUU es «una fuerza para el bien» convierte al resto del planeta en «el eje del mal», como en los tenebrosa años del mandato de G. Bush y su enfoque infantil. Para algunos círculos evangélicos, Trump -un pervertido sexual- era un enviado de Dios para rescatar el cristianismo original, adulterado hoy en día.
«George, ve a atacar Afganistán», le ordenó Jesús cuando apareció en su sueño en 2001, jura Bush, que se ha librado de un tribunal internacional por sus crímenes contra la humanidad. Jesús regresa en 2003 al sueño de uno de los criminales de guerra de la historia, para asignarle la misión de desmontar la vida de otros 25 millones de personas esta vez en Irak. Obviamente está faltando a la verdad, ya que Dios sabía que las armas de destrucción masiva no estaban en Irak, sino en Israel, o que Bin Laden se encontraba en Pakistán al amparo de la CIA y de Arabia Saudí, que no en Afganistán.
El jefe de la diplomacia de EEUU, un fanático evangélico además de haber sido militar y exdirector de la CIA (empleando torturas contra los ciudadanos de otras naciones), invoca a Dios, a «La verdad», y recurre a la Biblia para decidir el destino de Oriente Próximo, borrando la diferencia que reclama tener con personajes como Mula Omar. Pompeo, mientras, se inventa una «realidad paralela» llegando a decir que «Nunca hemos soñado con la dominación en el Medio Próximo. ¿Se puede decir lo mismo de Irán? O que «En Yemen, continuaremos trabajando por una paz duradera«, seguramente se refiere a la paz de los cementerios.
Ester y el rey: una película
Entenderían esta «revelación» quienes confunden el cuento confuso y lleno de contradicciones de Ester en el Antiguo Testamento con la historia, según el cual, una mujer judía llamada Ester arriesga la vida, introduciéndose en la corte real iraní a través de Haman, un miembro judío del equipo del monarca Asuero (Jerjes I, 486-465 a. C.). El objetivo es casarse con él que habia repudiado a la reina por infidelidad, y hacerle cambiar de idea de masacrar a los judíos.
Vale, ya que Trump no podrá entra en la residencia del jefe de Estado de Irán por sus encantos, ¿Cómo pretende «salvar a Israel de Irán»?
Una vez que Ester se convierte en reina -continua el relato- los judíos matan a 75.000 iraníes como venganza y lo conmemoran con el festejo de Purim.
El mito de «Ester y el rey» fue llevado al cine por Raoul Walsh (1960), aunque por la amistad entre EEUU y un Irán gobernado por el Sha, el rey Asuero aparece como un hombre justo y sabio de ojos azules, que vive felizmente con Ester en un palacio cuyas ventanas se abren a una sinagoga.
Y ahora la historia
- El relato, seguramente escrito por un hombre, centrado en el recurrente tema de conspiraciones en los palacios y la maldad «original» de las mujeres, recopila posiblemente una batalla entre los elamitas y babilonios, que no los persas y los judíos. El nombre de los personajes así lo confirman: Haman era un dios elamita y Ester es en realidad Ishtar, una diosa babilonia que aparece como Asturia (que significa «Estrella») en la mitología persa. Por otro lado, las mujeres judías no jugaban un papel relevante en su comunidad para abanderar la hazaña de salvar a un pueblo.
- Los reyes iraníes sólo se casaban con las mujeres de las siete familias más poderosas del imperio, y no hay ningún registro histórico de una reina judía en Irán. La esposa de Jerjes I era Amisteris, no Ester.
- Es inverosímil que una minoría étnica-religiosa haya podido hacer una mascare de tal calibre a los nativos en un imperio cuyo poder cubría vastas regiones que incluían Eurasia, India y parte de África.
- Purim se celebraba en Irán al menos un siglo antes de la fecha mencionada y formaba parte de los festejos de Nouruz, la fiesta del año nuevo iraní. En los bajorrelieves de Persépolis, palacio construido sólo para recibir a los representantes del imperio el día del solsticio de primavera, refleja esta festividad. Además, Además, ninguna matanza de tantas personas debe ser motivo de orgullo y festejo.
- «Así dice Yahvé a su ungido Ciro…»: en Isaías 45,1 los judíos consideran Mesías al Ciro el Grande (600/575 – 530 a. C.), el emperador de Irán, que no era judío, por liberarlos del yugo de los babilonios durante la conquista de aquel territorio (que incluía el actual Israel). El cilandro del Ciro y otros documentos arqueológicos testifican este hecho: los arameos y judíos podrán regresar a sus tierras, de donde habían sido deportados, y reconstruir sus lugares sagrados, que incluían el Templo de Jerusalén. Miles de miembros de esta comunidad preferirán instalarse en el centro de Irán y se llamarán Parsims, «persas» en hebreo, el nombre con el que se les llama a los judíos iraníes. Hoy en Irán los 32 lugares sagrados de los judíos, entre ellos la tumba del profeta Daniel, siguen siendo lugares de peregrinación para los judíos y musulmanes de la región.
La República Islámica y los judíos
Cerca de 70.000 Parsims han abandonado Irán desde la instalación de la República Islámica (RI), al igual que otros 5.000.000 de ciudadanos, por motivos políticos, étnicos (kurdos, balcuches, árabes o azeríes), religiosos (sobre todo los bahaíes, cuyos miembros son detenidos, sus bienes confiscados, y no podían ni estudiar una carrera hasta hace poco), sexuales y de género. Aún permanecen en el país unos 25.000 fieles de este credo.
El judaísmo, al igual que otras dos religiones «del Libro», el cristianismo y el zoroastrismo, podrán practicar sus religiones bajo un Estado islámico (mientras el ateísmo y el agnosticismo están prohibidos), aunque no tienen derechos políticos ni podrán hacer propaganda religiosa. De hecho, la salida del islam y la conversión a otras religiones es un delito punible desde el 1979. El pastor Behnam Irani fue liberado de la cárcel en octubre de 2016 después de cumplir una condena de seis años por «atentado contra el Estado», y el «neocristiano» Matthias Haghnejad ha vuelto a la cárcel en febrero pasado, por tercera vez.
En la RI, al igual que un Estado Judío, los ciudadanos son desiguales ante la ley por razón de sexo, religión, ideología, etc. Puestos como la jefatura del Estado o la presidencia están reservados a los hombres, que además deben ser chiitas.
Lista de Schindler iraní
Pompeo, seguramente, tampoco sabe que en esta región del mundo hay sentimientos antisionistas, que no antijudíos. De hecho, otras comunidades como sunnitas, chiitas, armenias, kurdas, marxistas, bahaíes, entre otras, han sido más perseguidas que los judíos, hasta el punto de ser exterminadas.
Es más, durante la Segunda Guerra Mundial, miles de judíos -entre ellos 871 niños polacos- fueron acogidos por Irán, al tiempo que las embajadas iraníes en varios países europeos expedían pasaportes iraníes para los judíos amenazados. Abdol-Hossein Sardari, un diplomático iraní, es uno de los que puso en peligro su vida para ayudar a unos 2.000 judíos iraníes y posiblemente de otros orígenes, a huir de Francia ocupada por los nazis. Sardari utilizó su influencia y sus contactos alemanes para obtener dispensas para ellos, argumentando que no tenían lazos sanguíneos con los judíos europeos.
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La posible agresión militar de EEUU a Irán, en nombre de Dios, no será porque éste país sea una amenaza para el imperio, sino porque la política exterior de la superpotencia vuelve a ser secuestrada por los lobbies pro israelíes y por los saudíes.