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Los atentados de Argel

Una población rehén de las luchas de clanes

Fuentes: Rebelión

El 11 de diciembre de 2007, Argel volvió a ser escenario de dos mortíferos atentados – con el Consejo Constitucional y un edificio de la ONU como objetivos – que provocaron decenas de muertos y centenares de heridos. Atribuidos una vez más a los islamistas, estos atentados no serán objeto de ninguna investigación policial o […]

El 11 de diciembre de 2007, Argel volvió a ser escenario de dos mortíferos atentados – con el Consejo Constitucional y un edificio de la ONU como objetivos – que provocaron decenas de muertos y centenares de heridos. Atribuidos una vez más a los islamistas, estos atentados no serán objeto de ninguna investigación policial o judicial: al haber muerto los autores de las explosiones, como de costumbre, no seguirá ninguna instrucción digna de tal nombre. Hasta nuestros días no se ha llevado a cabo ninguna investigación seria a propósito de las masacres de Raïs (300 muertos), Bentalha (477 muertos), Ramka (1 000 muertos) y otros perpetrados en 1997 y 1998. Diez años más tarde, la gran mayoría de la población argelina está convencida de que estas matanzas fueron realizadas por islamistas manipulados por los jefes del DRS (la policía política), en el marco de la lucha de clanes que les oponía entonces al del presidente Liamine Zéroual ( 1 ). Incluso hoy, la reivindicación de los últimos atentados por Al-Qaeda del Magreb (AQMI, ex-GSPC) no es creída a pie juntillas por la opinión pública, que apunta, detrás de este grupo, a los comanditarios en el seno del poder argelino -atravesado notoriamente desde 2006 por una nueva lucha de clanes que opone los jefes del DRS a las fuerzas reunidas detrás de la figura del presidente Buteflika, que incluye a ciertos jefes del ejército.

Sorprendentemente, varios periodistas de la prensa argelina, pese a ser ferozmente hostiles a los islamistas, han reflejado en parte de estos cuestionamientos de la población. De hecho, en los días que siguen a los atentados, leyendo la prensa y coincidiendo con las declaraciones de ciertos oficiales del » clan Buteflika «, recogemos numerosos indicios que muestran que la tesis de la lucha de clanes en la cúspide del poder es la más plausible y que sus protagonistas insisten en hacerlo saber. Evidentemente, los indicios no constituyen pruebas, pero su concordancia es por lo menos sorprendente.

El primero es relatado por el diario El Watan que, en su edición del 12 de diciembre de 2007, se asombra del empeño de un oficial superior del GIS (una policía dependiente del ministerio de Defensa nacional) a alejar a los periodistas de los lugares de los atentados. El autor del artículo ve en ello » una voluntad deliberada de esconder la verdad a la opinión pública «. ¿Pero qué verdad querrían esconder los militares del GIS ? Otro indicio es una frase lanzada por el ministro del Interior Noureddine Zerhouni, durante su conferencia de prensa, avanzando que los atentados están relacionados con la cuestión del tercer mandato presidencial: el presidente apuntaba así con el dedo a quienes rechazan que Buteflika sea candidato a su propia sucesión 2009, peripecia política sin embargo perfectamente ajena a los discursos mortíferos presentados por el AQMI-GSPC en sus sitios Web.

Rechazando reconocer la pertinencia de la denominación » Al Qaeda del Magreb » y mencionando todavía al GSPC (como para señalar mejor el origen estrictamente argelino de los responsables de los atentados), el ministro del Interior añadió más cosas durante su visita al lugar de los dos dramas: por un lado, declaró que » los servicios de seguridad sabían, desde hacía meses, que la sede del Consejo Constitucional figuraba entre los objetivos terroristas»; y, por otro, que estos últimos » adquirieron una gran capacidad de infiltración de los grupos terroristas, y han llegado a debilitar un gran número de estos grupos «. De ahí las cuestiones implícitas (transparentes para el «serrallo argelino»): si son tan eficaces, ¿por qué estos servicios de seguridad no pudieron desbaratar semejante atentado, sobre todo si no se trataba de blancos anodinos? ¿Habrían dejado sus jefes que se cometieran (o incluso los habrían ordenado) para probar que Buteflika habría fracasado en su política de la reconciliación y que, por consecuencia, no podría presentarse como candidato por tercera vez? Otro indicio: un reportaje organizado en caliente por la radio nacional Cadena Tres, en el que numerosos ciudadanos pidieron…la dimisión del presidente. Cuando conocemos el control total que ejerce el DRS sobre la radio y la televisión públicas, este reportaje habla por sí solo.

Otra » anomalía » flagrante se refiere a los objetivos de los atentados -altamente simbólicos- y su operatoria. El edificio de la ONU está situado en Hydra y el Consejo Constitucional en Ben-Aknoun: dos barrios altamente vigilados en Argel, sedes, en el primer caso, de las más altas autoridades del régimen y, por lo que se refiere al segundo, de numerosos establecimientos militares (incluyendo cuarteles del DRS). Recordemos que el 11 de abril, el Palacio de gobierno y una comisaría importante, en cuarteles igual de controlados por la policía, habían sido atacados del mismo modo, provocando 30 muertes y más de 200 heridos. ¿Cómo creer que vehículos cargados de casi una tonelada de explosivos -según la versión oficial y la proporcionada por el AQMI – habrían podido desplazarse tranquilamente sin ser interceptados por las omnipresentes fuerzas de seguridad, atentas al menor hecho sospechoso, a menos que se produjera un » relajo » programado de estas últimas (según un siniestro escenario largamente verificado durante las masacres de 1997)? ¿Cómo creer que un grupo terrorista que se supone al borde de la agonía (debido a las «puñaladas» de la represión antiterrorista, según el leitmotiv de la información » securitaria «) habría podido llevar a cabo tales atentados tan fácilmente, que exigen medios materiales y humanos, así como una capacidad de organización difícilmente concebibles por parte de un grupo » en plena decadencia» ?

Estos atentados recuerdan dolorosamente las masacres de 1997, que acabaron por empujar al general Liamine Zerual a la dimisión un año más tarde. Hoy es su sucesor -o más bien el clan de aquellos que se ocultan tras él -, Abdelaziz Buteflika, quien aparece de nuevo en el punto de mira de quienes le hicieron elegir en 1999 (el clan del general Mohamed » Tewfik » Médiène, jefe inamovible del DRS desde 1990), de quienes ha querido emanciparse. Lo demuestra, entre otros dramas, el del 6 de septiembre de 2007 en Batna: mientras que el presidente se encontraba todavía a 20 Km. de la ciudad, un atentado suicida contra la multitud que le esperaba en su camino provocó 22 muertos y más de 100 heridos. El recuerdo del asesinato, en directo por televisión, del presidente Mohammed Boudiaf en junio de 1992 -todos los argelinos saben que fue orquestado por los jefes del DRS -, no se borra tan fácilmente…

Sin embargo, en general el presidente Buteflika ha sacado adelante la misión que le habían asignado sus mentores del DRS: hizo de Argelia un país frecuentable (aunque los petrodólares hayan ayudado mucho a ello) e hizo pasar en 2005 una ley denominada » de la paz y de la reconciliación». Ésta equivale a una amnistía total de los crímenes de los años 1990 (perpetrados tanto por las fuerzas de seguridad como por los grupos armados que se reclamaban del Islam) e instaura la prohibición de hablar de los años de sangre so pena de prisión. No obstante, sobre todo desde 2006, apoyándose en los adversarios del » clan Tewfik » (incluyendo jefes del ejército descartados por este último), intentó ampliar su influencia en importantes sectores del poder argelino. Y con ayuda de la coyuntura internacional tomó varias decisiones, gracias a sus aliados, directamente contrarias a los intereses del DRS y sus aliados civiles: derogación, en julio de 2006, de las disposiciones de la ley de hidrocarburos que hubieran permitido -para mayor beneficio de los generales vinculados a los estadounidenses y afectando a las comisiones sobre estas transacciones – la atribución de concesiones a las empresas petrolíferas extranjeras y liquidado la propiedad de las reservas de petróleo y de gas ; anulación de grandes contratos con empresas estadounidenses (incluyendo un proyecto de unos 3,5 mil millones de dólares con Anadarco) y liquidación de la sociedad mixta argelo-estadounidense Brown & Roots Condor; interrupción de la construcción, ampliamente avanzada, de una importante base militar estadounidense cerca de Tamanrasset ; intensificación de la cooperación militar (y de grandes contratos de armamento) con Rusia; etc. ( 2 )

En este contexto, la elección de objetivos de los atentados del 11 diciembre puede entenderse como la entrega de siniestros » mensajes » al » clan Buteflika «, pero también a otros destinatarios. A los miembros del Consejo Constitucional: el ataque contra su sede se dirige a disuadirles de apadrinar la revisión de la Constitución necesaria para un tercer mandato del presidente Buteflika. A la comunidad internacional (cuyos servicios conocen perfectamente la verdadera naturaleza del AQMI-GSPC): el atentado contra la sede de los dos organismos de la ONU es una manera para los jefes del DRS de hacerle saber que el clan Buteflika no puede asegurar la seguridad de los extranjeros en Argelia y que deben reponerse por sí solos. Es lo que parecía confirmar, al día siguiente de los atentados, el editorialista -conocido por su proximidad al DRS – del diario Liberté : escribía que, para el GSPC, el hecho de atacar un edificio de la ONU era » una manera de comunicar a los extranjeros que el Estado argelino es incapaz de proteger a sus huéspedes «.

Es esta tela de fondo, antes que las elucubraciones de los pseudo-expertos internacionales en terrorismo sobre Al-Qaeda, lo que da la trama explicativa de los dramáticos atentados que golpean a civiles inocentes desde la primavera de 2006 ( 3 ). Y durante este tiempo, esta guerra larvada continúa tomando como rehenes a una población triturada por la inseguridad, la pobreza, el paro, y la » vida mala «. En una palabra, la » hogra » [desprecio, en tamazight].

1. Salima Mellah, Les massacres en Algérie, 1992-2004 , Dossiers presentados al tribunal de los pueblos por el Comité de Justicia por Argelia, mayo de 2004 .

2. Ver Hocine Malti , » Les Américains en Algérie : pétrole, magouilles et terrorisme «, 13 de octubre de 2007.

3. Ver François Gèze y Salima Mellah , » «Al-Qaida au Maghreb» et les attentats du 11 avril 2007 à Alger. Luttes de clans sur fond de conflits géopolitiques «, Algeria-Watch, 21 avril 2007, (traducido en este blog )

*Traducido por Samuel Simón

http://www.javierortiz.net/voz/samuel/

 

*Lahouari Addi, François Gèze, Salima Mellahson miembros de Algeria-Watch