Recomiendo:
0

Una verdadera crisis en Siria

Fuentes: Al-Ajbar (edición en lengua inglesa)

Traducción para Rebelión de Loles Oliván

¿Se ha cerrado verdaderamente el debate sobre qué posición tomar respecto a Siria?

¿Debe ser uno capaz de sintetizar la visión completa de una crisis multifacética en una sola palabra, o que de lo contrario no valga la pena escuchar o debatir ya sea estando de acuerdo, en desacuerdo, o alguna de las dos cosas?

¿Tienen que formarse una opinión las personas, estén donde estén, y tomar una posición moral, política, intelectual y profesional categórica que diga «si» o «no»?

¿Vamos a sucumbir al dogmatismo cada vez mayor de las dos partes de la crisis siria y dejar que sean ellas quienes dicten nuestras actitudes?

¿Se trata de un hecho tan sin precedentes que nos corresponde a todos -individuos, grupos, pueblos o Estados- reducir su posición para apoyar a uno u otro?

¿Son los datos disponibles, tanto para la gente común como para los expertos, suficientes, o suficientemente amplios y precisos, como para establecer una posición definitiva y clara?

¿Es la crisis siria tan sencilla e inmutable, carente de cambios en lo político y en la conducta, que uno pueda estar obligado a declararse simplemente «a favor» o «en contra»?

La única verdad que podemos afirmar sin reserva alguna es que Estados Unidos de América y el Occidente colonial en general son, junto con Israel, los verdaderos enemigos de nuestro pueblo, y que estas potencias han convencido a una parte considerable de nuestros compatriotas de que el enemigo real está entre nosotros -que el enemigo es uno de nosotros, que la prioridad debe ser debilitarlo y hacerle frente, y que pensar lo contrario es una pérdida de tiempo. Esto es lo que ha llevado a algunos a creer y a afirmar que la verdad anterior ya no se sostiene, y que la realidad es diferente; de allí, por lo tanto, la posición en que se sitúan en la actualidad.

Hay una verdadera crisis en Siria, una faceta de la cual es nacional. Se refiere a las reclamaciones de un pueblo que vive bajo un régimen represivo que negó al país una vida política sana, que adoptó políticas económicas y sociales que empeoraron las condiciones de los empobrecidos y de los habitantes de las zonas rurales, que mantuvo el botín en las manos de un pequeño grupo de leales, y que sometió a sus opositores internos a muchas formas de represión y persecución.

La crisis también tiene una faceta regional. Tiene que ver con la posición política adoptada por Siria en las últimas cuatro décadas, que la convirtió en un actor importante que no subscribió, a diferencia de otros, los planes estadounidenses para la región. Eso tiene un coste político, económico, social y en materia de desarrollo.

Otra faceta de la crisis está directamente relacionada con el conflicto con Israel. Siria encabezó con éxito un movimiento de resistencia eficaz que produjo resultados impresionantes en Líbano y Palestina, y que desempeñó un papel importante en la expulsión de la ocupación estadounidense de Iraq. Ello tiene un coste aún mayor que hizo de Siria un objetivo constante de la agresión israelí. En el pasado, llevó al ejército sirio a grandes enfrentamientos, desde las guerras con Israel sobre territorio sirio a batallas con Israel y sus aliados en Líbano, por los que pagó con miles de vidas a lo largo de los años. Asimismo estimuló los esfuerzos para sitiar y aislar a Siria tanto como fuera posible -diplomática, política, económicamente y de otras formas.

También hay una faceta de la crisis ligada a la determinación de algunos países árabes y occidentales de recuperar sus pérdidas en Iraq, Líbano y Palestina apoderándose de Siria, incluso aunque ello signifique destruirlo casa por casa. Ello es inalcanzable sin depender del factor interno. Esa batalla sólo puede llevarse a cabo con la participación de los sirios.

En ese sentido, es necesario ver la imagen completa y decidir en consecuencia qué opinión tomar cuando se nos requiera declarar una postura.

Dicha imagen muestra que fue la indiferencia del régimen sirio ante la necesidad popular de un cambio real y radical, y su dependencia de otras fuentes de poder, lo que provocó el estallido de la crisis en el contexto de las revueltas árabes, y lo que llevó a parte del pueblo sirio a tomar las calles para exigir un cambio.

Pero también contribuye a explicar por qué el levantamiento sirio jamás sería similar a lo sucedido en Túnez, Egipto, Yemen, Libia y Bahréin. Ello no se debe únicamente a que el pueblo sirio sea diferente, a que el régimen sirio sea muy diferente, y a que las divisiones políticas, sectarias y de las minorías de Siria sean también diferentes. Se debe igualmente, y de modo más importante, a que la influencia extranjera en Siria está muy restringida y limitada. La confrontación, por lo tanto, asume funciones poco claras en tanto que las reclamaciones hechas por el levantamiento popular habían sido nítidas antes de que alguna gente saliera a hablar en su nombre y les otorgara una agenda diferente.

También explica por qué Occidente y sus aliados árabes fueron tan rápidos al secuestrar el levantamiento sirio y al hacer que quedara sometido a consideraciones ajenas al pueblo de Siria. Este secuestro, junto con la negativa del régimen a hacer cambios radicales, llevó a Siria hacia el escenario de una confrontación que no tiene que ver con la condición y las aspiraciones del pueblo sirio. El resultado es el conflicto abierto en la actualidad.

No tenemos reparo en decir que lo que está sucediendo en Siria hoy en día no es una revolución, y no puede llamarse revolución, por mucho que lo intenten quienes se benefician haciéndolo.

Ibrahim al-Amin es editor en jefe de Al-Ajbar.

Fuente original: http://english.al-akhbar.com/print/11741