Recomiendo:
0

Una visión africana contra la mascarada de los derechos de contaminación

Fuentes: Afrikara

Traducido por Caty R.

La urgencia de la implantación de un nuevo enfoque de las relaciones entre los seres humanos y el medio ambiente resurge ante el mundo mientras los efectos irreversibles de la contaminación alteran el clima y perturban la disposición de los recursos escasos indispensables para la vida. El aire, las aguas, la tierra y el bosque, a escala planetaria, están siendo dañados por la industrialización frenética heredera de las grandes revoluciones industriales de occidente. Los estragos se deben sobre todo a la transformación de las revoluciones industriales en el arte de la superabundancia material, al reinado orgiástico de los objetos. La máxima de los economistas de que el consumismo insaciable, el «siempre más», es saludable, despliega sus destrozos hacia un horizonte temporal indeterminado que amenaza la supervivencia de la especie.

Al constatar, no sin hipocresía, que los mecanismos del mercado presentan problemas insolubles, incluso en las hipótesis forzadas de una eficiencia social matemática ficticia, los economistas han intentado salvar el paradigma egoísta de «La mano invisible» y sustituir su derrota por un nuevo mercado, la increíble frivolidad del enunciado de los derechos a contaminar. Simplifiquemos. El mercado, en líneas generales, sólo tiene en cuenta beneficios individuales y desarrolla efectos que sobrepasan a sus agentes directos. Los factores externos negativos, como la contaminación, no repercuten en los precios del mercado y por lo tanto, racionalmente, pueden explotar peligrosamente sin perjudicar a los productores.

La causa de los desarreglos medioambientales: el desenfreno de producción y consumo en una regulación cuya prioridad es la obtención de beneficios, sólo se toca de refilón, el mercado únicamente se preocupa de dar respuesta a la demanda, es decir, de la producción. De entrada es impensable que se pueda actuar sobre el consumo estadounidense, por ejemplo. Llegamos a la invención de un mercado absurdo supuesto inductor de las empresas a ahorrar emisiones contaminantes para venderlas a contaminadores más importantes, fingiendo que de ese modo la subida de los costes de los derechos a contaminar empujará a las empresas hacia tecnologías limpias.

Ahora bien, en materia industrial dominan las relaciones de fuerza de los grandes grupos capaces de dar la vuelta a las políticas, soslayar las legislaciones y, sobre todo, manipular el mercado con diversas alianzas y estrategias variadas (deslocalización, especulación…). Las normas éticas y sociales y la equidad en el tratamiento de los trabajadores no han tenido una evolución ejemplar con la realidad empresarial de la competencia y la productividad capitalistas. El número de trabajadores pobres aumenta con los récords de beneficios y plusvalías, mientras que la competencia habría podido crear esos famosos incentivos hacia la optimización social. Las divergencias abisales y depredadoras aumentan y aceleran la entrada en una probable era de confrontación social violenta o larvada, una mayor criminalización de las sociedades.

El mercado nunca ha regulado el comercio de materias primas estratégicas en los países y empresas occidentales dominantes. Aunque el mercado de los derechos a contaminar tuviera sentido no resistiría los movimientos de todos los grandes mercados globalizados donde predomina maximizar el beneficio (y los monopolios inducidos) sobre cualquier otra consideración (democracia, lógica solidaria, derechos humanos…). Por lo tanto es absurdo pensar que se puede proteger el planeta con mecanismos egoístas responsables, por la acumulación demencial, de las amenazas que pesan sobre la integridad intertemporal de muchos bienes no producidos y no renovables.

Ante el callejón sin salida de los derechos a contaminar y las prórrogas de los ultraliberales asustados por opciones más voluntaristas no comerciales, los africanos deberían elaborar y proponer sus conceptos, ya que se sabe que este continente paga pasivamente los gastos de la industrialización contaminante de los otros países.

África tiene una concepción cultural del lugar del ser humano en armonía con el medio ambiente que implica una cierta frugalidad en la utilización de la naturaleza «consumible». Es cierto que la génesis y las concepciones bíblicas que irrigan las ideologías occidentales se imaginan un hombre distinto, un amo de la tierra con la que mantiene una relación esencialmente colonial. Una relación caracterizada por la idea de «la aventura humana», una concepción especulativa de la existencia y la herencia de las civilizaciones. De aquí se deriva también la necesidad de partir de una álter génesis. Los puntos comunes de las cosmogonías y filosofías africanas del mundo anterior giraban alrededor de círculos primordiales de armonía que hay que reproducir, que hay que reinventar con las modificaciones y las nuevas necesidades de uso.

La importancia de la armonía entre los grupos, géneros, especies, con el bosque, sus maderas sagradas, los animales totémicos, los lugares prohibidos, los límites entre lo sagrado y lo profano, tienen efectos comprobados de protección del medio ambiente. Muchos pueblos de los bosques, como los pigmeos, actúan hoy como eminentes conservadores de la naturaleza y la biodiversidad cuando la modernidad no ha corrompido demasiado o disuelto sus antiguas destrezas. Sus prácticas, que integran las creencias en lo ancestral y la intervención de los espíritus, inducen los límites en la explotación material de las cosas y los seres vivos. La ecología ética, moral o espiritual de estas concepciones no debe encubrir la relación con el mundo a la búsqueda del equilibrio, la justicia y la distribución.

Los imaginarios africanos, la historia de sus grandes civilizaciones, de sus instituciones básicas, su cultura material, sus industrias de recuperación, sus regímenes de propiedad… encierran modelos que integran al ser humano en el conjunto del universo y a la economía entre la gama de las demás relaciones sociales.

http://www.afrikara.com/index.php?page=contenu&art=1909

afrikara.com, es una publicación online de información alternativa que desarrolla una línea editorial basada en el análisis de hechos socioeconómicos, comentarios alternativos de la actualidad y crítica de productos culturales alternativos (música, libros, espectáculos, películas). Su intención es destacar las contradicciones informativas y dar a conocer opiniones poco difundidas, poco conocidas o controvertidas sobre la actualidad o la Historia -africana y europea- y mostrar otras formas de ver el mundo.

*Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.