Investigaciones de la organización ambientalista Greenpeace contradicen las declaraciones públicas de la compañía estatal francesa Areva de que las áreas pobladas cerca de minas de uranio en Níger no están contaminadas. Alta radiactivdad persiste en localidades y áreas rurales vecinas a las minas, y afectaría a unas 80.000 personas. Cuando fue descubierto el uranio en […]
Investigaciones de la organización ambientalista Greenpeace contradicen las declaraciones públicas de la compañía estatal francesa Areva de que las áreas pobladas cerca de minas de uranio en Níger no están contaminadas.
Alta radiactivdad persiste en localidades y áreas rurales vecinas a las minas, y afectaría a unas 80.000 personas.
Cuando fue descubierto el uranio en ese empobrecido estado africano, en los años 60, muchos pensaron que el mineral radiactivo -indispensable como combustible para plantas nucleares y material básico para armas atómicas-sería la solución para los problemas económicos y sociales nigerinos.
Pero, como muestran informes recientes de organizaciones ambientales e investigadores independientes, las minas de uranio constituyen un regalo mortal tanto para la salud pública como para la vida política de esa ex colonia francesa.
Níger es considerado el país más pobre del mundo. Se ubica último en el Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, y afronta una crisis causada por denuncias de corrupción y conflictos ambientales, todos relacionados con las minas de uranio.
Según un estudio de Greenpeace, presentado el 30 marzo, la alta radiactividad todavía puede ser detectada cerca de los yacimientos, especialmente en las localidades de Arlit y Akokan, unos 850 kilómetros al noreste de la capital, Niamey.
Unas 80.000 personas viven en esas localidades y en las zonas adyacentes. Las minas son operadas por la empresa estatal francesa Areva, que se considera la «líder en la industria nuclear mundial». Francia, que ha explotado minas de uranio en Níger por 45 años, es la principal inversora en ese país africano.
En una entrevista con IPS, Rianne Teule, activista de Greenpeace en temas de energía atómica, explicó que el grupo de investigación de la organización visitó Níger en noviembre pasado para analizar si la empresa cumplía con estándares básicos laborales y de salud.
«Encontramos niveles peligrosos de radiación en las calles de Akokan», dijo Teule a IPS. «También hallamos una alta concentración de uranio en cuatro o cinco muestras de agua de Arlit, en dosis más allá de los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud», indicó.
«Areva ya había declarado que esa radiación había sido identificada y sus fuentes tratadas», añadió.
En algunos casos, la radiactividad medida por los investigadores de Greenpeace en Akokan superaba 500 veces los niveles normales aceptados.
«Una persona que pasa menos de una hora por día en esos lugares estaría expuesta a más de la dosis anual máxima de radiación permitida por la Comisión Internacional sobre Protección Radiológica y respaldada por la legislación de la mayoría de los países», dijo Teule.
Las conclusiones de Greenpeace confirman informes previos de otras organizaciones ambientalistas francesas que han denunciado la falta de responsabilidad en la operación de minas de uranio en Níger.
En 2007, una inspección de la comisión independiente de investigación sobre radiactividad CRIIRAD (por su acrónimo en francés) y la organización nigerina Aghir In’Man descubrió altos niveles de radiación en las calles de Akokan.
En el barrio vecino al hospital de esa ciudad, CRIIRAD constató niveles de radiación más de 100 veces más altos de lo normal. La organización también identificó la fuente de contaminación: rocas sacadas de las minas de uranio que fueron usadas para la construcción de carreteras.
«Le dimos nuestras conclusiones a la junta de directores de Areva y a las autoridades nigerinas locales, y llamamos a una completa investigación radiológica y a una limpieza del lugar», explicó a IPS el director de investigaciones de CRIIRAD, Bruno Chareyron.
El grupo también encontró contaminación radiactiva en agua potable y desechos de metal.
Las consecuencias en la salud pública de la explotación de uranio son sólo uno de los muchos problemas derivados de la industria extractiva en Níger.
Alain Joseph, hidrogeólogo francés que trabaja en ese país africano, dijo a IPS que «la economía de pastura va a desaparecer en el noreste de Níger debido a las decenas de proyectos mineros instalados allí que sobreexplotan los recursos hídricos».
Solo en 2009, Níger autorizó 139 proyectos de investigación de uranio realizados por compañías de Australia, Canadá y China. Joseph dijo que esos proyectos consumen los recursos hídricos de la ciudad de Agadez, única fuente de agua de la región. «La explotación de uranio no sólo diezma el ambiente y la salud pública de Níger. También va a destruir los fundamentos económicos de Tuareg, Fula, Kounta y otros pueblos nómadas en el norte del país», alertó.