Recomiendo:
3

El documental L’Home que va morir dues vegades recupera la figura del empresario republicano fusilado por el franquismo

Vicente M. Carceller: el editor que prendió La Traca

Fuentes: Rebelión

“El periodista que se hizo millonario explotando su ingenio”. Es la caracterización del editor valenciano Vicente Miguel Carceller (1890-1940) realizada en el Almanaque de Valencia Para 1933 publicado por ediciones La Gutemberg.

Se describía al empresario como a un hombre de negocios hecho a sí mismo, que pese a comenzar sin apenas recursos y los conocimientos de la enseñanza primaria, forjó un gran negocio editorial.

El éxito estuvo principalmente vinculado a La Traca, un semanario satírico republicano, de humor y anticlerical que Carceller comenzó a editar en 1909 –en un valenciano coloquial- y que durante la II República –en lengua castellana y con una difusión estatal-  alcanzó tiradas récord de 500.000 ejemplares. También se dedicó a la promoción inmobiliaria y a las iniciativas culturales: impulsó cines como el Metropol y teatros como Nostre Teatre ubicados en Valencia.

Dirigido por Ricardo Macián y producido por Mediterraneo Media, el documental Carceller. L’Home que va morir dues vegades hace referencia al reportaje del Almanaque. Tras cinco años de trabajo, el audiovisual está finalizado y actualmente se halla en fase de presentación en festivales. La razón del título, explica la productora, es el “doble silenciamiento” al que fue sometido el periodista y empresario republicano: murió fusilado en 1940 por la dictadura franquista, que después censuró su obra (desde 2019 Valencia tiene una calle dedicada a Vicente M. Carceller).

El documental tiene como punto de inicio las investigaciones del profesor de Historia del Periodismo Antonio Laguna, autor de Carceller. El éxito trágico del editor de La Traca (El Nadir, 2015). Este ensayo se aproxima al ideario político de Vicente M. Carceller. No sólo fue amigo, sino que idolatraba al novelista, dirigente republicano, líder carismático de masas y fundador del periódico El Pueblo, Vicente Blasco Ibáñez. Así, el editor militó en la Unión Republicana de Blasco hasta 1918 (años después –en 1933- matizaba: “Blasquistas toda la vida, lerrouxistas jamás”). También abrazó el valencianismo político; de hecho, se inspiró en el escritor y activista Constantí Llombart (1848-1893), referente del republicanismo valencianista y popular. Ya en los años 30, Vicente M. Carceller participó en el partido Izquierda Republicana de Manuel Azaña, sin desempeñar cargos públicos.

La Traca representó un gran éxito para la editorial, “que vivió su edad dorada en el primer bienio de la II República”, pero el propietario pagó por ello “multas, detenciones, el exilio y la muerte”, subraya Antonio Laguna Platero. A La Traca se sumaron el semanario taurino Clarín, que en los años 20 llegó a unas tiradas de más de 20.000 ejemplares y se distribuía asimismo en el sur de Francia y México; o El Fallero, de periodicidad anual y con una cuota de ventas de 100.000 ejemplares en 1931; El Piropo, de contenido erótico, dibujos de Sade e importante circulación en su segmento, a la venta por 20 céntimos; además de otras publicaciones como La Chala y El Chorizo Japonés.

La marca Carceller destacó por las colecciones de folletos y libros, sobre poetas clásicos, bandidos famosos, política y género picaresco (colecciones Bésame y Fifí), entre otras. En 1921 vio la luz el semanario Nostre Teatro, a un precio mucho más económico que el de la competencia; el Cuento del Dumenche, publicación literaria y artística, incluía obras de Blasco Ibáñez y el autor de sainetes Eduardo Escalante.

Destinados a las clases populares, de ahí que predominaran el dibujo y las ilustraciones (personajes como La Nasia), los productos de la editora fundamentaron su éxito en diferentes estrategias. Carceller. El éxito trágico del editor de La Traca resalta algunas: “Sus precios, como principio inamovible, fueron los más baratos del momento; sus tiradas, en casi todos los casos, las más elevadas; escritores, dibujantes, colaboradores y trabajadores fueron los más destacados con diferencia”. Se utilizaba la propaganda y se aprovechaba cada evento festivo para promocionar las publicaciones.

Antonio Laguna menciona otras estrategias de mercadotecnia, características de los mass media y que utilizó Carceller: regalos, coleccionables, suplementos, concursos, folletines para fidelizar al público o convocatoria de actos como becerradas. Por otra parte, entre 1912 y 1918 la mayor parte de los anuncios en La Traca correspondían a papel de fumar, comercios o curas contra las enfermedades venéreas; en cuanto a la financiación, la vía prioritaria fueron las suscripciones y las redes de vendedores e intermediarios.

El advenimiento de la dictadura de Primo de Rivera y la censura previa implicó la suspensión de La Traca, en mayo de 1924, por “inmoral”; dos meses después Carceller promovió La Sombra, que en alguna coyuntura tiró 30.000 ejemplares; la nueva iniciativa se prolongó hasta abril de 1926, cuando fue sustituido por otro periódico festivo y humorístico, La Chala, con una tirada media de 15.000 ejemplares y ejes de difusión en Valencia, Castellón y Barcelona.

Una semana después de proclamarse la II República (abril de 1931), retornó La Traca; se publicaron, detalla la investigación de Laguna, más de 200 números de este semanario popular entre 1931 y 1937. El periódico se estrenó con una primera página ilustrada en la que figura un sol –la República- junto a una pierna que representa al “pueblo español” y que propina una patada en el trasero al monarca Alfonso XIII, forzado al exilio hasta su muerte en Roma.

La viñeta de la portada incluye un recuadro central, remedo de una esquela: “El muy funesto señor Don Alfonso de Borbón Llapisera y Gutierres (…) l’ha dinao en la flor de su juventud, cuando se disponía a crear el glorioso fassio español (…)”; y se hace mención a una retahíla de cargos: Ex rey de Jauja, emperador de Annual, Gran Duque del Barranco del Lobo y Montjuich, Chupóptero de los Monopolios, Accionista liberado de todas las malas Compañías; presidente honorario de las Susiedades El Polo, El Tenis, La Regata y El Parchís. “Tras la presentación del rey como culpable de todos los males, la siguiente institución en la lista de responsables es la iglesia”, concluye Laguna (en junio de 1936 el periódico promueve un concurso de ideas con la pregunta “¿Qué haría usted con la gente de sotana?”).

El bienio negro derechista supuso la vuelta de la censura previa; La Traca fue multada por “dibujos obscenos” y suspendida en el verano de 1934, sin embargo resurgió –en marzo de 1936- después de la victoria electoral del Frente Popular. “La justicia que esperaba el pueblo”, reivindicaban las masas en la ilustración de la primera portada, por debajo de los exministros de la CEDA, José María Gil-Robles, y del Partido Radical, Alejandro Lerroux, que aparecen ahorcados. En el número siguiente se aprecia el contraste y el ideario defendido por La Traca; ocupan toda la primera plana una iconografía de la II República y la imagen del presidente Manuel Azaña, “un hombre de gran solvencia que puede salvar a España ¡Este sí que es excelencia!”

En octubre de 2016 la Universitat de València inauguró la exposición titulada La Traca. La transgressió com a norma, que tuvo como comisarios a los profesores de Historia de la Comunicación Francesc Martínez Gallego y Antonio Laguna. La exposición destacaba que, en los aspectos formales, la revista introduce el color en abril de 1936 y mantendrá las ocho páginas hasta los números finales. Respecto a los contenidos, los comisarios subrayan cómo “la propaganda antifascista ya está presente en La Traca mucho antes que estalle la guerra” en julio de 1936.

En la sección Contra el fascismo de la muestra, podía observarse una portada –de octubre de 1936- en la que destacaban dos fusiles y bayonetas con el cuerpo de un niño y un personaje decapitado; a las armas y los represaliados se adjuntaba la siguiente leyenda: “¡Arriba España! Como quiere ver el fascismo a los obreros y a los hijos de los obreros”. Además, “fue en 1937 con la incorporación de (los ilustradores) Carlos Gómez Carrera Bluff y José María Carnicero cuando la caricatura del fascismo se convirtió en tema central de cada ejemplar”, explican Martínez Gallego y Laguna.

El 23 de marzo de 1938 publicó La Traca su último número, después que el Gobierno Civil ordenara la suspensión; en abril de 1939 el ejército fascista entró en Valencia y los medios de comunicación fueron uno de los objetivos estratégicos. El editor, dibujante y autor teatral fue detenido, encarcelado durante un año y condenado a muerte en Consejo de Guerra por supuesta “adhesión a la rebelión militar”. La muestra de la Universitat recuerda que Vicente M. Carceller y Carlos Gómez Bluff fueron fusilados el 28 de junio de 1940 en el campo de tiro militar próximo al cementerio del municipio de Paterna (Valencia).