Grupos de mujeres nigerianas denuncian que cerca de trescientas compañeras han muerto desde que comenzó el conflicto libio. Desplazadas hasta este país en redes de trata para explotación sexual, sufrieron violaciones, maltrato, torturas y muertes en la más absoluta situación de indefensión. Joey ha llegado a Benin City hace apenas una semana. Vivió en Bengasi […]
Grupos de mujeres nigerianas denuncian que cerca de trescientas compañeras han muerto desde que comenzó el conflicto libio. Desplazadas hasta este país en redes de trata para explotación sexual, sufrieron violaciones, maltrato, torturas y muertes en la más absoluta situación de indefensión.
Joey ha llegado a Benin City hace apenas una semana. Vivió en Bengasi y Trípoli. Dice que su patrón la ha podido sacar del país pero otras compañeras no tuvieron la misma suerte. Joey habla árabe, que lo aprendió mientras esperaba pasar a Italia.
«Cuando empezaron los problemas estábamos encerradas en las casas. Estuvimos así varios días. Era muy peligroso salir. Después teníamos que ir a buscar comida y algunas de mis compañeras desaparecieron cuando fueron a buscar algo de pan. Pero empezaron a entrar en las casas los libios. Nos violaban, a algunas las mataron. Me violaron tres veces», declara Joey con gran entereza.
«Teníamos miedo de todos los libios, de todos los hombres. Había gente del ejército, vecinos del barrio, otros africanos negros. La verdad es que huíamos de todos y estábamos sin protección, mi ‘boyfriend’ murió en la calle, le mataron a golpes, dijeron que era de Gadafi. A mí sólo me violaron, creí que iban a matarme». Blessing permaneció varios días escondida antes de poder huir.
Varias fuentes de ciudadanos nigerianos confirman la escalofriante cifra de casi 300 mujeres subsaharianas asesinadas durante las luchas por la democracia que tienen lugar en territorio libio.
«Teníamos varias casas en las ciudades. Allí vivían las mujeres, en grupo, controladas. Con el tiempo hemos podido ver cuántas han desaparecido, de muchas de las muertes han sido testigos otras mujeres. Se perdieron casi trescientas, no te digo más». William ha acompañado a un grupo de mujeres hasta la frontera con Níger.
William es ‘connection’, un controlador de la red, se encarga de proteger a las mujeres. En este caso los propios explotadores han conseguido poner a salvo su «mercancía».
Muchas han vuelto a Edo State, el estado nigeriano más tocado por la lacra de la trata. Pero otras han cambiado su periplo y las redes las han movido hasta Marruecos.
«En el barrio me han dicho los vecinos que no salga el domingo porque la gente va a salir como en Libia. Me muero de miedo. Fui a Libia con quince ‘sisters’ y todas murieron. Las mataron en la calle, yo tuve mejor suerte. Todas estaban embarazadas como yo. El embarazo te protege de la violación, los árabes no te suelen violar embarazada, pero no de la muerte». Precious habla mientras observa su inmenso vientre.
Ella revela algo muy importante y es todos esos bebés desparecidos que nacieron en Libia o en el camino hacia ese país y de los que no tenemos cifras, ni referencias, ni forma de demostrar que existieron.
«Perdí dos bebés en Libia. Huyendo, los perdí. Uno nació en Níger. Otro nació en Trípoli. Se llaman Mathew y Francis», afirma Joey Matthew.
Según el gobierno nigeriano, haciendo referencia a datos ofrecidos por ONG italianas, unas 13.000 mujeres nigerianas, de las 20.000 que ejercen prostitución en este Estado europeo, habrían usado la ruta libia.
La situación de irregularidad administrativa y desprotección internacional de las víctimas de trata hacen que muchas de las violaciones de sus derechos queden impunes. La red migreurop hacía un llamamiento a ACNUR para la protección de los refugiados que se encontraban en territorio Libio.
También es el momento de instar a organismos internacionales a proteger a las mujeres víctimas de trata que se encuentran indefensas en este conflicto y ofrecerles una protección alternativa a aquella que están proponiendo las propias redes.