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Ruanda

Victoire Ingabire, una piedra en el zapato de Paul Kagame

Fuentes: Umoya
Victoire Ingabire, durante una entrevista realizada en 2012. Foto: AFP - Bertrand guay (recuperada por Sputnik News).

Victoire Ingabire, durante una entrevista realizada en 2012. Foto: AFP – Bertrand Guay (recuperada por Sputnik News).

La Agencia Ruandesa de Investigaciones ha registrado el domicilio de la opositora Victoire Ingabire Umuhoza con la excusa de que podría estar relacionada con grupos terroristas. Esta ya es una práctica habitual contra aquellos que son una piedra en el zapato de Paul Kagame. Análisis para Sputnik del investigador y periodista Patrick Mbeko.

Tras su puesta en libertad en 2018, después de haber estado ocho años en prisión, no hay ni un solo día en el que la opositora Victoire Ingabire Umuhoza no reciba la visita de los agentes de la Agencia Ruandesa de Investigaciones. Este organismo es la unidad policial del país encargada de las investigaciones criminales. La última vez fue el sábado 13 de junio de 2020. Los agentes de la Agencia de Investigaciones registraron el domicilio de la opositora con la excusa de que podría estar estrechamente relacionada con grupos hostiles al poder de Kigali.

Sobre el exilio en Ruanda de Paul Kagame

Cuando comenzó la masacre en Ruanda, el 7 de abril de 1944, después del asesinato del presidente Juvénal Habyarimana el día anterior, Victoire Ingabire, una hutu, estaba en los Países Bajos, adonde viajó para continuar sus estudios. Su familia, que se quedó en Ruanda, vivió el genocidio en sus propias carnes. Su hermano fue asesinado por las milicias hutu, mientras que su esposo y sus dos hijos sobrevivieron a la masacre y se reunieron con ella tiempo después en los Países Bajos, donde siguen viviendo a día de hoy.

A partir de 1977, Victoire Ingabire entró en política para cambiar el destino de Ruanda, su país natal, dominado por un poder que, según informes de varias ONG, no duda en asesinar a los opositores en el extranjero. En la propia Ruanda, miles de ciudadanos están siendo asesinados por las fuerzas del Frente Patriótico Ruandés (FPR, por sus siglas en francés), el partido que ostenta el poder. Según un informe de Amnistía Internacional, son «al menos 6.000 personas, la mayoría civiles desarmados». Esta organización internacional destaca lo siguiente: «En agosto de 1977, las masacres eran prácticamente diarias. A menudo las víctimas eran ruandeses refugiados en República Democrática del Congo (RDC) o en Tanzania. Cientos de miles fueron obligados a volver a su país en noviembre y diciembre de 1996».

Estos hechos convencieron a Victoire Ingabire de que debía implicarse en la vida política de Ruanda. En 1997 se afilió al partido Rassemblement républicain pour la démocratie («Agrupación Republicana por la Democracia»; RDR, por sus siglas en francés), que forma parte de la oposición. En los años posteriores, militó fervientemente para lograr la unión de las fuerzas políticas de la oposición. En 2006, se puso al mando de las Forces Démocratiques Unifiées («Fuerzas Democráticas Unificadas»; FDU-Inkingi, por su nombre en francés), una coalición de partidos de la oposición. Aunque tenía una dilatada carrera profesional en el ámbito privado, Victoire Ingabire decidió dimitir de su puesto en 2009 para preparar su vuelta a Ruanda [como líder de las FDU-Inkingi].

Un pulso contra el FPR

A principios de 2010, Victoire Ingabire regresó a Ruanda para participar en las elecciones presidenciales que se celebrarían en agosto del mismo año. Aunque los resultados eran claros, la opositora decidió tentar a la suerte y enfrentarse al líder del país, el presidente Paul Kagame. Pero el FPR rechazó la inscripción de su partido, impidiendo así que la opositora participara en el proceso.

En las siguientes semanas, el poder y los medios de comunicación oficiales orquestaron una violenta campaña mediática contra Victoire Ingabire. La acusaron de «revisionista» y de «negacionista» por pedir que los autores de los crímenes contra los hutu también fueran juzgados y condenados. La justicia ruandesa se hizo cargo del caso y puso a Victoire en arresto domiciliario. El 14 de julio de 2010 fue enviada a prisión. Allí esperó su juicio, que llegó un año más tarde.

En 2013, la justicia ruandesa condenó a Victoire Ingabire a ocho años de prisión en primera instancia y a quince más en apelación por «conspiración contra las autoridades» y «minimización del genocidio de 1994 y propagación de rumores con la intención de incitar a la violencia entre la población».

El Parlamento Europeo y numerosas organizaciones que luchan a favor de los derechos humanos denunciaron el proceso. En una sentencia de 2017, la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos reconoció que se habían violado los derechos de Victoria Ingabire, condenando así a Ruanda a pagarle las indemnizaciones correspondientes en concepto de reparación por los daños causados.

«Sigo teniendo esperanza»

Tras ocho años en prisión, Victoire Ingabire se benefició, junto a más de dos mil detenidos, de una medida de clemencia por parte del presidente Paul Kagame. Según ciertos observadores, este gesto buscaba facilitar el apoyo de la candidatura de la ministra de Asuntos Exteriores de Ruanda, Louise Mushikiwabo, para la jefatura de la Organización Internacional de la Francofonía (OIF).

Victoire Ingabire no dejó de tener problemas. Tras su liberación, no tuvo derecho a abandonar el país. Además, fue acosada regularmente por los servicios de seguridad que la convocaban a sus respectivas oficinas. El 13 de junio, los agentes de la Agencia Ruandesa de Investigaciones registraron por enésima vez su domicilio en el marco de una investigación sobre su presunta relación con grupos armados de la RDC.

Victoria Ingabire se pregunta, harta de la situación, en una entrevista con el autor de este artículo, lo siguiente: «Cuando veo lo que me hacen actualmente, me pregunto por qué me liberaron. No entiendo por qué siguen ensañándose conmigo. ¿Por qué no me dejaron en prisión si sabían que no me iba a callar?».

La mujer a la que han apodado la «Aung San Suu Kyi ruandesa» se muestra más decidida que nunca. Las amenazas de poder de Kagame no parecen hacerle temblar: «Aunque la situación sea difícil, sigo teniendo esperanza. Estoy convencida de que vamos a conseguir instaurar un Estado de derecho en Ruanda. Llegaremos a la democratización de nuestro país y a una reconciliación efectiva de nuestros ciudadanos».

Esta es una postura que irrita enormemente a las autoridades ruandesas, en especial a Paul Kagame, para quien Victoire Ingabire se ha convertido en una piedra en el zapato. Hace poco, el jefe de Estado ruandés la amenazó directamente sin nombrarla porque había hecho comentarios críticos sobre el FPR y la situación de la democracia en Ruanda. Algunos extremistas afines al régimen no dudaron en pedir públicamente el asesinato de la opositora ruandesa. Esto significa que Victoire Ingabire les incomoda…

Mujer intelectual hutu, predicadora de la justicia y la reconciliación entre ruandeses, se ha convertido, con el paso de los años, en la única opositora capaz no solo de plantar cara a Paul Kagame, sino también de aportar aire fresco a una Ruanda, totalmente «controlada» por el FPR. Su lucha pacífica desconcierta a los extremistas del régimen y a la vez le sirve de soporte, de forma silenciosa, a un gran número de ruandeses. En caso de que haya elecciones, ¿no podría siquiera beneficiarse de la matemática étnica que aún hoy día aboga por la mayoría hutu? Esta realidad la conoce bien el régimen que le impide participar en las elecciones, pero también la comunidad internacional que, siempre desde una postura expectante en cuanto a los asuntos internos de Ruanda, mantiene los ojos bien abiertos y vigila a esta mujer que ha sabido desafiar a uno de los regímenes más autoritarios del continente africano.

Texto original: «Victoire Ingabire: une épine dans le pied de Paul Kagame».

Traducido por Fátima Gómez Cáneba para Umoya.

Fuente: https://umoya.org/2020/07/12/ruanda-victoire-ingabire-paul-kagame/