Victoire Ingabire Umuhoza es una persona muy poco común por su ideología, su valentía y su capacidad de entrega. En enero de 2010 abandonó una vida cómoda y resuelta en Europa para regresar a su país, Ruanda, con la idea de presentarse a las elecciones presidenciales en nombre de una oposición que, con un esfuerzo […]
Victoire Ingabire Umuhoza es una persona muy poco común por su ideología, su valentía y su capacidad de entrega. En enero de 2010 abandonó una vida cómoda y resuelta en Europa para regresar a su país, Ruanda, con la idea de presentarse a las elecciones presidenciales en nombre de una oposición que, con un esfuerzo de años de diálogo, había logrado pacificar y unificar. Era una alternativa democrática y esperanzadora a Paul Kagame, el tenaz dictador aliado de EEUU que conduce el país como un cortijo. Victoire Ingabire era una amenaza directa a la oligarquía ruandesa, forjada tras el genocidio tutsi de 1994, a la sombra del mandato totalitario y depredador de Kagame. El régimen es presentado por sus aliados americanos como un modelo de democracia y desarrollo económico en la región, de modo que la valiente retornada no debía presentarse a las elecciones bajo ningún concepto . ¿Qué se hace en esos casos en un estado de derecho ? Se fabrican cargos de terrorismo y se encierra a la ilusa en la peor de las prisiones, rapada y maltratada, con la esperanza de que no resista las penosas condiciones y muera cuanto antes. Esto ocurrió en octubre de 2010. Victoire Ingabire lleva encerrada desde entonces resistiendo a duras penas y bajo la amenaza de una condena a cadena perpetua. Las elecciones a las que la valiente ruandesa se iba a presentar se celebraron en agosto de 2010 sin la concurrencia de ningún opositor en condiciones. En abril de ese año, a la activista de la unidad y la reconciliación nacional la detuvieron por vez primera, acusándola de ser favorable al genocidio… porque tuvo la osadía, poco después de aterrizar en su país, de insinuar que no sólo se habían cometido crímenes de lesa humanidad contra los tutsi, que también había que juzgar a los que, después del genocidio de 1994, se dedicaron a algo así como la caza del hutu con un saldo de muchos miles de muertos. De este segundo genocidio ruandés, mucho más incómodo y silenciado que el primero, muestra pruebas irrefutables el realizador austriaco Hubert Sauper, muy conocido por su brillante película La pesadilla de Darwin , en su documental de 1998 Diarios de Kisangani . Ingabire fue puesta en libertad bajo fianza, una vez imposibilitada su candidatura a las presidenciales, pero como quiera que ni se fue del país ni se quedó quieta con sus aspiraciones democráticas, le fabricaron una acusación con trazas de convertirse en definitiva.
El Frente Patriótico Ruandés (FPR) de Kagame y el propio ejército de Ruanda han estado involucrados activamente en las brutales guerras de la vecina República Democrática del Congo. Los militares tutsi del partido de Kagame persiguieron a los refugiados hutu en la región fronteriza de los Kivu congoleños, que resultan ser el epicentro de la minería congoleña del cobre, el zinc, los diamantes y, sobre todo, de los minerales como el coltán, el germanio o el niobio, cruciales para los equipos electrónicos de alta tecnología. Y se quedaron allí, desafiando la autoridad del gobierno de Kinshasa y convirtiendo a Ruanda en uno de los más importantes exportadores mineros de la zona… de materiales estratégicos inexistentes en el interior de sus fronteras. Ruanda se ha transformado, así, en un bastión para el conglomerado de empresas multinacionales defendidas por EEUU que, en la actualidad, domina el tráfico mundial de los citados minerales estratégicos, sobre todo desde que en la República Democrática del Congo, el asesinado Laurent-Désiré Kabila tomó la decisión de ejercer la soberanía nacional sobre los recursos naturales del país exigiendo la retirada de las tropas extranjeras. La segunda guerra del Congo se cobró casi cinco millones y medio de muertos, y la rapiña de la elite ruandesa encabezada por Kagame es en gran medida responsable de semejante crimen que deja corto el cerca de un millón de muertos del genocidio tutsi de 1994.
La peligrosa ideología de Victoire Ingabire se resume en un anhelo de democracia real, derechos humanos efectivos, soberanía nacional por encima de grupos étnicos y de poder, reconciliación nacional con justicia para todas las partes, incluidos los enemigos del FPR, y, por encima de todo, no violencia. Su planteamiento es de una demoledora ingenuidad: si el pueblo de verdad puede decidir, se acabará la injusticia y llegará el desarrollo… una ingenuidad que la ha hecho muy molesta para la elite mafiosa de su país y que, al mismo tiempo, ha dotado a la activista y sus compañeros de una extraordinaria capacidad de lucha y de la franca simpatía del cincuenta por ciento de la población ruandesa que sigue viviendo muy por debajo del umbral africano de la pobreza (mortalidad infantil, 111 por mil; esperanza media de vida al nacer: 58 años). La represión se ha cebado con muchos disidentes anónimos al tiempo que la ONU y los satélites políticos y mediáticos de EEUU siguen ofreciendo una imagen idealizada hasta el insulto del régimen totalitario que controla Ruanda. La democracia es un peligro cuando hay por medio negocios tan importantes; es por eso que Victoire Ingabire debe seguir presa hasta que consigan quebrar su resistencia y muera, a ser posible envuelta en un espeso silencio en Ruanda y todo el mundo. Tener móviles baratos es mucho más importante que tener democracia: posiblemente eso explica que Victoire Ingabire sea prácticamente una perfecta desconocida en las democracias occidentales .
Por último: los activistas de la solidaridad con el África Negra en el Estado español han decidido, desde su pasmosa ingenuidad y su peligrosa ideologización, que es conveniente echar una mano a Victoire Ingabire para visibilizar su causa y su injusta prisión, para sacarla viva de allí cuanto antes. Para ello, la han propuesto para el premio europeo Sajarov de derechos humanos, con la ingenua esperanza de que sea fiel a sus propósitos de galardonar a gentes extraordinariamente comprometidas con la causa de la democracia, incluso aunque ese compromiso interfiera de algún modo en los negocios. Sus planteamientos están en la web a la que se accede por este enlace. Ahí se puede uno sumar a la tropa de creyentes en la democracia y los derechos humanos que apoya la petición de que se reconozca y libere a la valiente Victoire Ingabire Umuhoza.
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