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Violencia, entre lo privado y lo público

Fuentes: SEMlac

¿Cuáles son los límites entre lo público y lo privado en los ámbitos de la violencia de género? ¿Es válido el añejo refrán de que entre marido y mujer nadie se debe meter?  Reflexiones en torno a esas preguntas llegaron a La Habana de la mano de la obra teatral Pared, de la española Itziar […]

¿Cuáles son los límites entre lo público y lo privado en los ámbitos de la violencia de género? ¿Es válido el añejo refrán de que entre marido y mujer nadie se debe meter? 

Reflexiones en torno a esas preguntas llegaron a La Habana de la mano de la obra teatral Pared, de la española Itziar Pascual, comunicadora, dramaturga y profesora la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid. 

Sin apenas escenografía, la pieza, galardonada en 2004 con el IV premio de Teatro Madrid Sur, contrapone las vidas de dos mujeres, vecinas del mismo edificio, separadas apenas por una pared. 

Una de ellas -sin nombre en la obra-, profesional de las letras y soltera, es mostrada justo en el momento en que abandona la casa donde vive, alquilada, porque no puede soportar los gritos de una vecina maltratada en su entorno familiar. 

La otra, María Amparo, de más edad, madre y abuela, carga con el peso de las tareas domésticas, además de su empleo, y soporta maltratos del marido y del hijo, sin dar ningún paso para liberarse. 

Puesta en escena en la isla como parte de las actividades por la jornada de los 16 días contra la violencia de género, la iniciativa fue promovida por la embajada española y la Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo (AECID), con la complicidad del Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba (Cenesex), las agrupaciones teatrales Ellas y Teatro del Puerto y el grupo Retazos. 

Pared resulta «una amarga reflexión sobre la violencia de género y la indiferencia de buena parte de la sociedad ante ella», según palabras de la prensa especializada española.

Debate al pie del escenario 

«Puede que se acostumbrara a no ser defendida por nadie», razona para sí una de las protagonistas de Pared, refiriéndose a la otra, María Amparo. 

«Para mí, esta es la frase más triste de la obra», declaró Gemma García, especialista de la Oficina Técnica de Cooperación (OTC) de la AECID y participante, junto con la doctora Ada C. Alfonso, psiquiatra y subdirectora del Cenesex, en el debate posterior a la puesta teatral. 

En ese camino, García citó recientes estadísticas que certifican que entre 2007 y 2008 hubo en España más de 268.000 denuncias vinculadas a la violencia de género, pero solo 1,5 por ciento de ellas fueron efectuadas por familiares, amigos o vecinos de las víctimas. 

«Ellas no se atreven a salir del círculo de la violencia, pero los otros, vecinos, amigos, tampoco se atreven a intervenir. Es el silencio acerca de un problema que es público, social; pero se considera privado», abundó García. 

Sobre el particular, la doctora Alfonso insistió en que hay que preguntarse: ¿qué pasa?, ¿por qué estas mujeres no pueden escapar de ese círculo de la violencia? 

«Cuando dicen que una mujer es hija del maltrato eso es claramente un mito y es importante identificarlo así porque estas situaciones pueden pasarles a cualquiera y producen mucho miedo y dolor», argumentó. 

La experta instó a ser sensibles, a reflexionar que la violencia puede estar sucediendo alrededor de nuestras casas, que no es un problema de una única mujer.

Aterrizando miradas 

Interrogada por el público acerca de si existen estadísticas sobre la ocurrencia de violencia de género en Cuba, la doctora Alfonso precisó que hay datos fragmentados a partir de investigaciones realizadas por el Instituto de Medicina Legal, las Casas de Orientación de la Mujer y la Familia de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y el Sistema de Salud, entre otras instituciones; pero no cifras generalizadoras. 

«Existe una oportunidad social, pero es difícil erradicar en breve cientos de años de educación patriarcal que atraviesan cualquier enfrentamiento a este asunto», precisó. 

Efectivamente, el tema de la violencia de género ha ido llegando poco a poco a las agendas de investigación de muchos centros de estudios cubanos, pero falta una mirada integral, coinciden especialistas. 

La doctora Mareléen Díaz Tenorio, del Departamento de Estudios sobre Familia, del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), defiende particularmente la importancia de desarrollar indagaciones abarcadoras. 

«Hemos aprendido sobre la marcha que es importante tener datos cuantitativos sobre violencia. Esa información falta y es vital, porque ayuda a visualizar el problema, a sensibilizar a personas, incluidos los tomadores de decisiones», ha explicado Díaz Tenorio a SEMlac. 

Por su parte, la doctora en ciencias Norma Vasallo, presidenta de la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana, ha confirmado, en repetidas ocasiones, la ausencia de estudios nacionales con datos objetivos, como denuncias y reportes de hospitales, que permitan tener una idea lo más cercana posible al estado del problema. 

«Sabemos que esas son cifras que la realidad suele superar, pero sería un buen inicio», explicó Vasallo en entrevista con SEMlac. 

Para la doctora Clotilde Proveyer Cervantes, del Departamento de Sociología de la Universidad de La Habana, sin embargo, los resultados de los pesquisajes cubanos, aunque aún incompletos, no dejan dudas sobre un punto: la presencia del componente de género en la victimización femenina en la isla. 

En su artículo «Los estudios de la violencia contra la mujer en las relaciones de pareja en Cuba: una reflexión crítica», la experta asevera que «los delitos en los que ellas son víctimas se producen mayoritariamente en la relación de pareja y en el espacio doméstico. Ellas desempeñan el rol de agresoras en una proporción menor -casi siempre como alternativa al maltrato que padecen-, y reciben mayor ensañamiento de sus hombres cuando las agreden». 

La doctora Alfonso, por su parte, aunque reconoce la evidente importancia de las estadísticas, llamó a evaluar el problema poniendo a las víctimas en el centro. «Si a mi consulta llega una sola mujer víctima de violencia de género, entonces la violencia es un problema de salud en mi consulta, independientemente de a cuántas pacientes afecta», concluyó.