Comenzó con una falsa oferta de empleo colgada el jueves en algún lugar de la mina de fosfato de Metlaoui, en el centro de Túnez. Y se ha transformado en los peores enfrentamientos sectarios registrados en la zona durante los últimos tiempos. Al menos dos personas han muerto (una mujer, por disparos efectuados desde un […]
Comenzó con una falsa oferta de empleo colgada el jueves en algún lugar de la mina de fosfato de Metlaoui, en el centro de Túnez. Y se ha transformado en los peores enfrentamientos sectarios registrados en la zona durante los últimos tiempos.
Al menos dos personas han muerto (una mujer, por disparos efectuados desde un helicóptero del Ejército y un hombre, a consecuencia de un tiro a corta distancia realizado con una escopeta de caza) y decenas más se encuentran hospitalizadas desde que comenzaron los disturbios.
En teoría, miembros de dos clanes de la localidad minera se enfrentan por acceder a los mil puestos de trabajo que el Estado había prometido esta misma semana.
Pero detrás de este repunte de la violencia entre clanes podría estar la mano de antiguos miembros de Reagrupación Constitucional Democrática (RCD), el partido el dictador, Zine El Abidine Ben Ali, quien abandonó el poder y huyó del país presionado por su pueblo hace ahora dos meses, que tratan de aprovechar las desigualdades sociales de la zona para enturbiar el ambiente.
«Gasolina al fuego»
«La gente del antiguo régimen intenta desestabilizar la cuenca minera, están echando gasolina al fuego», explicaba el sábado Khaled Bouallagui, un trabajador de una establecimiento farmacéutico ubicado en la entrada este de Metlaoui. Por el momento, hasta allí no se habían extendido los enfrentamientos.
Por el contrario, en el interior de la localidad, las piedras se amontonaban progresivamente. En el barrio de Trabelsi, en las inmediaciones de la mina, los restos de la batalla permanecían intactos.
Junto a la comisaría local, decenas de personas esperaban a la liberación de sus familiares. Habían amenazado con «declarar la guerra total» si no eran excarcelados antes del mediodía del sábado.
No obstante, los peores momentos de la jornada estaban todavía por llegar. Si a las 15.00 horas era prácticamente imposible acercarse a menos de cincuenta metros de la estructura con la que se transporta el fosfato, la ciudad se cerró por completo a las 19.00 horas.
«Ha intervenido el Ejército, las calles están en llamas», relataba por vía telefónica Abdelaoui Khaled, vecino de la localidad.
Además de piedras, algunas personas utilizaron fusiles de caza para atacar a los miembros del clan rival. Así que los militares irrumpieron para interponerse entre ambos bandos enfrentados.
Este rebrote de la violencia se explica por dos motivos: por un lado, las duras condiciones sociales que padece el centro de Túnez, su área más empobrecida, y, por otro, la actividad de los partidarios del antiguo dictador, que todavía tratan de quebrar una revolución que apenas ha dado sus primeros pasos.
Manipulación
Como asegura Ridha Redawi, un abogado vinculado a la oposición al sátrapa, «los instigadores son miembros del antiguo RCD».
En esta ocasión, se han aprovechado de la ruptura existente entre las familias originarias de la zona, conocidos como Bou Yahya, y los descen- dientes de los trabajadores que trajeron los colonos franceses para trabajar en las minas. Una división que, a pesar de la aparente calma, siempre se había mantenido latente, en especial, en relación al acceso a los puestos de trabajo en la mina.
«Alguien colgó un papel en el que decía que el 64% de los empleos iban a ser para el clan Bou Yahya. Así que miembros de los otros clanes trataron de atacarles», relata Abdouli Khaled.
Tampoco él se atreve a acercarse al barrio de Trabelsi. Pero considera que alguien está «manipulando» a la población menos instruida.
«Esta táctica ya la utilizaron los franceses, y también Habib Bourguiba (primer presidente de Túnez) y Ben Ali. Durante los últimos años no había habido problemas, de hecho, todos los clanes habían luchado juntos contra el régimen, pero ahora están siendo manipulados», sostiene.
Creación de empleo
Ante esta situación y sus imprevisibles consecuencias, representantes de ambos bandos han formado un comité de reconciliación para intentar poner freno a los disturbios. Aunque se trataría de un pacto de no agresión, ya que el verdadero arreglo vendrá cuando se haga frente al elevado nivel de desempleo.
El viernes, tras la oración, los imanes de las mezquitas de Metlaoui se dirigieron, junto con los fieles, a la zona de los enfrentamientos para tratar de interponerse. Pero fueron expulsados a pedradas.
No les quedó otra salida que contactar con miembros del Comité de la Defensa de la Revolución, que intentan negociar con ambas familias. No es fácil. De hecho, uno de los integrantes de este comité rechazó hablar para los medios de comunicación argumentando que, en caso de que la prensa se acercara al barrio de Trabelsi, los problemas podrían agravarse.
En cualquier caso, los disturbios han puesto de manifiesto las dificultades sociales, todavía no resueltas, a las que se enfrenta la zona central de Túnez.
http://www.gara.net/paperezkoa/20110314/253579/es/Violencia-sectaria-para-desestabilizar-Tunez