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Vuelve la pregunta: ¿cañones o mantequilla?

Fuentes: Rebelión

https://www.defensa.com/espana/estados-unidos-aprueba-venta-misiles-patriot-espana-2-665-euros

¿Qué es más urgente? ¿Acabar con las listas de espera de seis meses para una prueba diagnóstica en la Seguridad Social, acabar con la barracones para alojar a los alumnos que ya no caben en las aulas, o terminar con el espectáculo lastimoso de españoles que tienen que dormir entre cartones, o malviviendo en chabolas en los arrabales de la grandes ciudades? o…

¿O gastar 6.300.000.000 de € en adquirir a los EEUU cuatro baterías antiaéreas «Patriot»?

Podría entenderse la necesidad de realizar este desembolso si un enemigo amenazase una agresión directa en territorio español, una situación improbable, incluso en el momento presente, mientras el gobierno español no continúe avanzando en la actual política armamentística en la frontera con Rusia y de manera especial, implicándose en la guerra de Ucrania.

Según los geoestrategas que ya se han pronunciado sobre el asunto, España no parece hoy entrar en el arco de objetivos tácticos del ejército ruso, a pesar de su importante despliegue militar en la frontera con Rusia.

Considerando que los misiles «Patriot» tienen como misión derribar aviones o grandes drones para proteger objetivos puntuales, tenemos todo el derecho a deducir que este armamento solo sirve para defender intereses que no son prioritarios para los españoles, y que van a servir para su despliegue en Ucrania, (¿alguien se imagina lo contrario?) en la que en lugar de garantizar la seguridad nacional, más bien la compromete, al convertir a nuestras FAS en algo más que fuerzas potencialmente amenazadoras contra Rusia, un país que ha mantenido excelentes relaciones comerciales y culturales con España, hasta el comienzo del actual conflicto promovido por la ampliación de la OTAN, y respondido militarmente con la invasión del sur de Ucrania por Rusia.

Según fuentes oficiales consultadas, cada misil cuesta 3,8 millones de €, mientras que un solo lanzador vale 9,4 millones de €.

Los misiles que España se dispone adquirir solo tienen una misión: derribar aviones o drones rusos, una acción que de tener lugar de forma intencionada o fortuita, haría entrar a España, no sólo en la categoría de enemigo estratégico de Rusia, sino también táctico, es decir, que nuestro territorio entraría a formar parte del campo de batalla, que ya no solamente se limitaría a la frontera del este de Europa, pudiendo llegar la respuesta rusa (dispone de sobrada capacidad para ello) por mar o por aire a España, pudiendo también alcanzar a buques o unidades españolas desplazadas fuera de nuestro territorio con plena justificación por parte de Rusia, en una dinámica de acción-reacción que nadie podría asegurar a dónde nos podría conducir.

Y para quiénes echen en mano del socorrido argumento de Marruecos como potencial agresor, este hecho solo podría producirse, en caso de una improbable colisión de intereses a propósito de Ceuta y Melilla, al darse ya por amortizado el caso del ex-Sáhara español tras el espaldarazo de los Estados Unidos y de la UE, una aventura bélica que Marruecos es el primer interesado en no promover, porque podría salir escaldado, ya que posiblemente le costaría más el entierro que la abuela.

Nuestros enfermos, nuestros escolares, nuestros alumnos, nuestros pensionistas y la población española en el umbral de la pobreza, no necesitan más misiles antiaéreos, lo que precisan son más de recursos para satisfacer unas necesidades rabiosamente urgentes y un plan estratégico de defensa, orientado a que nuestras FAS estén preparadas para la defensa de España, repeliendo cualquier agresión extranjera que amenace nuestro territorio.

España como nación no puede ser un bombero incendiario, que es a lo que nos está llevando actualmente el Gobierno de España y sus cómplices parlamentarios y mediáticos.

Floren Dimas. Oficial del Ejército del Aire (R). Miembro de ACMYR y de Anemoi. Miembro de la Asociación para la Memoria Militar Democrática.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.