Revelados cerca de dos mil cables, de los más de 250 000 en poder de Wikileaks, todavía no es hora de sacar conclusiones. Sin embargo, el comportamiento de los diplomáticos norteamericanos, que los documentos han puesto a la luz pública, siembra serias dudas sobre el buen gusto y la adecuada preparación cultural de los representantes […]
Revelados cerca de dos mil cables, de los más de 250 000 en poder de Wikileaks, todavía no es hora de sacar conclusiones. Sin embargo, el comportamiento de los diplomáticos norteamericanos, que los documentos han puesto a la luz pública, siembra serias dudas sobre el buen gusto y la adecuada preparación cultural de los representantes de Washington.
No me refiero a la prepotencia, manifiesta al dispensar adjetivos a jefes de estado de Norte a Sur y de Este a Oeste, sin importar sean aliados o enemigos, ni tampoco a la manera con que pasan por encima de soberanías, leyes y tribunales. Las acciones -que acaban de conocerse- para impedir la proyección en Nueva Zelanda del documental Farenheit 9/11, del cineasta Michael Moore, ponen de manifiesto el espíritu censor de quienes en nombre de la libertad de expresión, emiten listas e invaden países. El hecho llama aún más la atención cuando, en la misma semana, otro cable evidenciaba el torpe intento de los diplomáticos norteamericanos para acusar a Cuba de censurar el documental Sicko, del mismo autor, lo que fue contundentemente desmentido por éste.
El talento de Michael Moore ha sido reconocido con numerosos galardones en todo el mundo pero tal vez el gobierno de Estados Unidos lo desconozca. Porque no puede ser que al State Department no le guste el cine político, el mismo Wikileaks ha revelado cómo sus funcionarios en Cuba organizan exhibiciones cinematográficas en sus residencias, con materiales sobre las revoluciones de colores tipo Otpor, «obras de arte» que por cierto -a diferencia del cine de Moore- no conocemos si han sido premiadas en alguna parte. Tiene que ser que no se han ocupado formarlos adecuadamente. La televisión cubana posee varios programas de crítica cinematográfica e incluso en el espacio Universidad para todos se ha impartido un curso de apreciación del cine. Se nos ocurre que quizá los representantes norteamericanos en Cuba puedan aprovechar su presencia en la Isla para aprender a distinguir el arte de la propaganda y así poder sevir mejor a su país.
http://lapupilainsomne.wordpress.com/2010/12/25/wikileaks-ee-uu-y-el-gusto-cinematografico/