Kenia estuvo muy visible en la prensa mundial en los últimos días. Destacaron dos hechos. Uno fue la nueva ola de movilizaciones contra el gobierno de William Ruto y el otro fue el envío de soldados para reprimir en Haití. Síganos, intentaremos explicar este intrincado juego de sumisión a los países imperialistas, en especial, actualmente, Estados Unidos.
Herencia colonial y bonapartismo
El Gobierno bonapartista de William Ruto reconoció oficialmente la existencia de más de veinte muertos en las dos últimas semanas de junio. Los videos y fotografías que nos llegan nos hacen pensar en un número mucho mayor. Para explicar toda esta violencia podemos tomar varios puntos de partida. Uno de estos puntos es la historia reciente del país.
En la partición de África por el imperialismo europeo, Inglaterra invadió y ocupó, entre otros países, a Kenia. Las tierras kenianas eran ideales para el cultivo de té. Té que muchos se empeñan en decir que es inglés, cuando en realidad es keniano. Las tierras fueron invadidas paulatinamente y la población local quedó con pequeños espacios para sobrevivir sobre la base de una cultura de subsistencia. Los pueblos Kikuyo, Meru y Embu organizaron importantes procesos de resistencia contra el invasor. Las más conocidas fueron la Resistencia Nandi (1895-1905), luego la Revuelta de Giriama (1913-1914); Revuelta de las Mujeres de Muranga contra el trabajo forzado (1947), Revuelta de Kolloa (1950)[1]
Durante el período del colonialismo inglés, los kenianos necesitaban, para moverse dentro de su propio país, del Kipande, un tipo de pasaporte otorgado por las autoridades inglesas. Pero esa no fue la única violencia. Los colonos ingleses (settlers) recibieron entrenamiento militar del ejército británico para defenderse del pueblo negro. La violencia fue tanta que Winston Churchill aconsejó que se evitaran asesinatos en tan grande escala. En otras palabras, Churchill dijo: “maten, pero no maten a tanta gente”.
A principios de los años cincuenta se combinaron dos procesos. Por un lado, el pueblo Kikuyo inició un largo proceso de revuelta, combinado con el surgimiento del movimiento militarista Mau Mau. Los soldados y oficiales que regresaban de la Segunda Guerra Mundial, que habían servido en Birmania bajo órdenes británicas, concluyeron que la lucha por la independencia sería armada. Entonces, confluyeron dos movimientos. Uno de carácter proletario y popular de los pueblos Kikuyo y otro militarista.
Para reprimir a los kikuyos se envió la 7.ª División Blindada del Ejército inglés, que de 1943 a 1944 fue uno de los principales batallones en la Segunda Guerra Mundial. Además, se estacionaron tropas de ocupación inglesas en Uganda, Tanganica, Mauricio y Egipto. Hubo más de 25.000 hombres que implementaron el terror a través de campos de concentración, al igual que los nazis en Alemania. En estos lugares se violaba a mujeres y niños y se castraba a hombres. Además de la migración forzada de poblaciones enteras.
Los años cincuenta del siglo pasado estuvieron llenos de violencia imperial contra los pueblos originarios en la disputa por la tierra. Las mejores tierras del país fueron ocupadas por los ingleses para la producción de hojas de té y gran parte fue industrializada por la multinacional Unilever.
A principios de los años sesenta, Inglaterra, ante la radicalización y extensión del movimiento, propuso una salida negociada que incluía la liberación de los presos políticos, entre ellos Jomo Kenyatta.
Kenyatta estudió economía en Moscú por la intervención directa de George Padmore. Cuando este último rompió con la Internacional Comunista, Kenyatta regresó a Inglaterra y junto con Kwame Nkrumah fundó la Federación Panafricana.
La trayectoria de Jomo Kenyatta, por tanto, fue construida en la militancia panafricanista junto con Padmore, Nkrumah, C.L.R. James, Eric Williams, entre otros. Kenyatta fue nombrado primer ministro el 1 de junio de 1963 y posteriormente presidente a partir del 12 de diciembre de 1964. Cargo que ocupó hasta su muerte el 22 de agosto de 1978. En su Gobierno, los ingleses blancos preservaron sus privilegios y tierras robadas a los colonos.
Para controlar el movimiento que venía desde 1950, Jomo construyó un régimen bonapartista, extremadamente autoritario y represivo.
Tras la muerte de Kenyatta, el régimen bonapartista continuó su curso con el Gobierno de Daniel Arap Moi (1978 a 2002); MwaiKibaki (2002 a 2013); UhuruKenyatta (2013 a 2022) y William Ruto (desde 2022). Es decir, de 1963 a 2022 el país tuvo sólo cuatro presidentes.
Un país semicolonial inmerso en la crisis capitalista
Como la mayoría de los países semicoloniales, Kenia exporta productos básicos no procesados (commodities) e importa productos industrializados, lo que se ve agravado por tres décadas de desindustrialización.[2]
Kenia exporta té (1.200 millones de dólares), flores (766 millones de dólares), café (262 millones de dólares), petróleo refinado (247 millones de dólares) y mineral de titanio (194 millones de dólares). Por otro lado, importa: petróleo refinado (3.530 millones de dólares), aceite de palma (1.260 millones de dólares), medicamentos envasados (554 millones de dólares), automóviles (549 millones de dólares) y hierro laminado en caliente (508 millones de dólares). De estas exportaciones, 30% se destina a países africanos que también están en crisis. En cuanto a las importaciones, 70% proviene de China e India, lo que explica parte del endeudamiento con estos países.
La relación exportación-importación determina el desequilibrio comercial y, en 2021, Kenia fue la 59° economía del mundo en términos de PIB, la 109° en exportaciones totales, la 81° en importaciones totales y la 142° economía en términos de PIB per cápita. El IDH del país, medido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), está clasificado como bajo, ubicándose en el puesto 152 entre 191 países.
La deuda pública asfixia aún más al país. En 2021 la deuda rondaba los 71.000 millones de dólares. Ocho años antes era de 16.000 millones. 30% de sus ingresos se utiliza para pagar el servicio de la deuda, es decir, sólo los intereses. 69,1% del PIB corresponde a la deuda. Entre las 50 economías con mayor riesgo de incapacidad para pagar sus deudas, Kenia ocupa el sexto lugar, según la agencia de inversiones Bloomberg.
La inflación de los alimentos tras el inicio de la ocupación de Ucrania es sentida directamente los trabajadores kenianos. La inflación en 2023 fue de 10%, pero este porcentaje no expresa exactamente el aumento de los precios en la mesa de las familias kenianas. El precio de los alimentos se disparó. El azúcar, por ejemplo, aumentó 58% en un año.
Además de los problemas estructurales típicos de una economía semicolonial, el país tiene que afrontar años sucesivos de déficits en la balanza comercial, recesión y aumento de las tasas de interés, que hacen que la deuda externa se dispare. No hay salida para este país si no suspende los pagos de la deuda, nacionaliza las tierras y tiene un fuerte plan de obras públicas para generar empleo. En este caso, ni William Rutto, actual presidente, ni el candidato derrotado en las últimas elecciones, Raila Odinga, están dispuestos a enfrentarse al FMI, al Banco Mundial y a las transnacionales. Por el contrario, William Ruto y la burguesía keniana optaron por aliarse con el enemigo para seguir sobreviviendo como veremos más adelante.
William Ruto: elecciones cuestionadas, crisis económica y movilizaciones
Ruto fue elegido en agosto de 2022. Venció a su ex compañero de Gobierno Raila Odinga por un estrecho margen, menos de 1,6% (50,49% vs. 48,85%). Odinga nunca aceptó el resultado y así Ruto empezó a gobernar con la mitad del país en su contra.
Odinga y Ruto fueron aliados durante muchos años, especialmente después de la violencia policial contra manifestantes en 2007, que mató a más de mil personas. El entonces presidente Uhuru Kenyatta y Ruto fueron acusados por la Corte Penal Internacional de crímenes contra la humanidad. Los casos fueron posteriormente archivados, y la ex fiscal jefe de la CPI, Fatou Bensouda, dijo que una incesante campaña de intimidación de víctimas y testigos hizo imposible un juicio[3].
El Gobierno de Ruto se ha enfrentado a grandes manifestaciones. Cuando el Gobierno cumplía seis meses, en 2023, se dieron las primeras grandes manifestaciones, que tuvieron lugar en marzo. En julio hubo tres días de manifestaciones y represiones violentas. Para esta ola de movilizaciones, en julio, el Gobierno de Ruto ya se basó en los acuerdos militares de contrainsurgencia firmados entre EE.UU. e Israel y la policía y las Fuerzas Armadas de Kenia. El resultado de esta asociación entre Estados Unidos, Israel y el aparato represivo fue la muerte de al menos nueve personas.
Junio de 2024: el Gobierno repite los ataques de 2023 y las masas repiten las luchas
En julio de 2023, el Gobierno intentó imponer un aumento de 8 a 16% en los impuestos sobre los derivados del petróleo y aumentar los impuestos sobre la renta en otro 1,5%. Las movilizaciones, como dijimos anteriormente, fueron violentas.
Este año, en la tercera semana de junio comenzó una nueva ola de movilizaciones que se extendió hasta el final de la cuarta semana. El motivo fue un nuevo paquete de medidas económicas que aumentarían los impuestos sobre varios productos de consumo popular, como alimentos, combustibles, etc.
El primer día de manifestaciones, 200 personas fueron arrestadas. Las manifestaciones obligaron a Ruto a dar su primer retroceso, pero aun así las movilizaciones continuaron después de la votación en el Congreso y la ira aumentó. Parte del edificio del Congreso fue invadido, incendiado y los parlamentarios tuvieron que huir. Luego de este hecho, la principal bandera política pasó a ser: Fuera Ruto. Al final de dos semanas de movilizaciones, 25 personas fueron vistas muertas en las calles. Cientos de heridos fueron trasladados a hospitales, muchos de ellos de gravedad, y existe la posibilidad de aumento de la cifra de muertos.
William Ruto, el nuevo administrador colonial del imperialismo norteamericano
Las relaciones exteriores en el ámbito político y económico en los últimos años han sido principalmente con China. Ante la inestabilidad política del régimen bonapartista de William Ruto, este buscó nuevos aliados y encontró el apoyo que necesitaba en Estados Unidos.
Para la aproximación del Gobierno keniano al de Estados Unidos, jugó un papel fundamental la embajadora Meg Whitman, ex directora ejecutiva de Hewllet-Packard y eBay, que el año pasado acompañó a Ruto en una visita al Silicon Valley que incluyó visitas a Google, Apple e Intel. Whitman se ha convertido en una fuerte defensora de la creación de empresas estadounidenses en Kenia, un próspero centro y nuevas empresas (startups) tecnológicas y de innovación, por veces llamado la Sabana del Silicio de África. Microsoft y una empresa de los Emiratos de inteligencia artificial, la G42, informaron que invertirán mil millones de dólares en un centro de datos ecológico en Kenia, la mayor inversión digital jamás realizada en el país.
Este movimiento se extendió también al ámbito militar. En febrero, Kenia fue sede del mayor ejercicio militar del Comando de los Estados Unidos para África Oriental. Es un hecho relevante ya que en otros países los militares estadounidenses fueron expulsados, como en Níger, a favor de grupos mercenarios rusos.
El día antes de que comenzaran las manifestaciones de junio de 2024, Joe Biden nombró formalmente a Kenia como un gran aliado no perteneciente a la OTAN, y Ruto envió los primeros 400 militares de un grupo de 1.000 a Haití.
El envío de militares a Haití
Toda la historia anterior pretende describir la violencia heredada del período colonial y que continuó después de la independencia con el régimen bonapartista vigente desde entonces. Combinado con el bonapartismo hay una gigantesca crisis económica y la proporcional respuesta del movimiento de masas. A toda esta situación se suma la crisis interna desde las últimas elecciones, donde el resultado pro Ruto fue cuestionado en el parlamento, en el Poder Judicial y principalmente en las calles. Así, el envío de tropas para la represión en Haití es parte de la política de apoyo al régimen bonapartista keniano por parte del imperialismo norteamericano.
Kenia tiene una larga historia de participación en las mal llamadas fuerzas de paz. Actuó en Timor Oriental, Bosnia-Herzegovina, Sierra Leona y Namibia. Actualmente participa de la intervención militar en Somalia y en la República Democrática del Congo.
William Ruto, presionado por las manifestaciones de 2023, tomó la iniciativa de proponer el envío de tropas a Haití, para ganar la simpatía del imperialismo norteamericano y reducir la presión interna. La Administración Biden apoyó la decisión y presionó al Consejo de Seguridad de la ONU para que no sólo aprobara el despliegue de tropas kenianas y de otras, sino también para que designara a Kenia para asumir el liderazgo de esta fuerza multinacional. La resolución aprobada en setiembre del año pasado “fue en parte obra de Estados Unidos, que la redactó junto con el Ecuador”[4].
“Los 1.000 kenianos que se espera intervengan en Haití serán seleccionados entre fuerzas policiales especializadas, como la Unidad de Despliegue Rápido (Unité de Deploiement Rapide), la Unidad de Patrulla Fronteriza (Unité de Patrouille Frontalière) y la Unidad de Servicios Generales (Unité de Service Général), un ala paramilitar generalmente llamada a reprimir diversos conflictos internos”[5].
A las masas haitianas les espera un futuro sombrío. El New York Times definió a la policía keniana de la siguiente manera: “Fuerza excesiva. Ejecuciones extrajudiciales. Una larga historia de brutalidad e impunidad”[6].
Además de las fuerzas kenianas, “según el Consejo de Seguridad de la ONU, se unirán a las kenianas fuerzas de países como Bahamas, Bangladesh, Barbados, Benín, Chad y Jamaica, para un total de 2.500 policías que serán desplegados en fases, a un costo anual de alrededor de 600 millones de dólares”[7].
La oposición burguesa a William Ruto mostró toda su hipocresía ante el envío de tropas a Haití y el asesinato de activistas en la última ola de movilizaciones. La principal coalición opositora, Azimio, encabezada por el veterano Raila Odinga, acusó al Gobierno de “liberar fuerza bruta” contra los manifestantes e instó a la policía a “dejar de disparar contra niños inocentes, pacíficos y desarmados”[8].
Denunciar esta violación a la soberanía del pueblo haitiano
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó el envío de tropas a Haití sin que fuera discutido con la población. Al mismo tiempo, los organismos del Estado burgués no tienen un Gobierno legítimo que pueda autorizarlo. Desde el asesinato del ex presidente Jovenel Moïse, el país está gobernado por un Primer Ministro títere, con los mandatos de los parlamentarios expirados y un poder judicial completamente corrupto. El Primer Ministro gobierna por decreto, no hay Parlamento, no hay gobernantes electos en la República de Haití; por lo tanto, el envío de tropas es un atropello a la soberanía del país.
Denunciar al Gobierno de Ruto por matar a su pueblo y exportar violencia
El Gobierno de Ruto es responsable de una fuerza policial que utiliza métodos de exterminio en las movilizaciones. El año pasado fueron asesinadas nueve personas en las manifestaciones de julio y este año otras 25. Sin contar los asesinatos extrajudiciales. El libertador Simón Bolívar dijo: Maldito el soldado que apunta su arma contra su pueblo. En el caso del Gobierno de Kenia, además de matar a su pueblo, intenta ser servil al imperialismo e intervenir en un país que nunca ha pedido este tipo de ayuda, y mucho menos a Kenia, que ni siquiera tiene embajada en el país caribeño.
Apoyar la lucha de los haitianos en la diáspora
Miles de haitianos se encuentran en la diáspora en América Latina, especialmente en Argentina, Brasil y Chile. Además de los que migraron a Estados Unidos y Europa. En todos estos países, los haitianos sufren racismo y xenofobia. Las organizaciones de la clase trabajadora y de la juventud en estos países de acogida deben estar a la vanguardia del apoyo a la lucha de los haitianos en la diáspora y contra sus gobiernos.
Apoyar e impulsar la construcción de organizaciones haitianas independientes en la lucha contra el imperialismo y sus agentes
Es necesario ayudar a los haitianos a construir un programa antiimperialista y anticapitalista. Y, a partir de este programa, construir una organización con ese perfil, uniendo a trabajadores y estudiantes hacia la construcción de una organización independiente, rumbo al socialismo. Basta de capitalismo. El capitalismo mata. Muerte al capitalismo.
Todo apoyo y solidaridad al pueblo keniano contra el Gobierno de Ruto.
Fuera William Ruto, agente del FMI, del Banco Mundial y del Consejo de Seguridad de la ONU.
Militancia activa contra la ocupación de Haití por tropas extranjeras al servicio del imperialismo norteamericano.
Por un gobierno de los trabajadores haitianos.
Notas:
[1] Kenia: rebelión anticolonial de los Mau Mau, genocidio y primeras reparaciones – https://litci.org/es/kenia-rebelion-anticolonial-los-mau-mau-genocidio-primeras-reparaciones/
[2] Kenia: tres semanas de movilizaciones contra el Gobierno recién elegido – https://litci.org/es/kenia-tres-semanas-de-movilizaciones-contra-el-gobierno-recien-elegido/
[3] Ruto and Sang case: ICC Trial Chamber V(A) terminates the case without prejudicetore-prosecution in future – https://www.icc-cpi.int/news/ruto-and-sang-case-icc-trial-chamber-va-terminates-case-without-prejudice-re-prosecution
[4] Déploiement de policiers kényans en Haïti : « une aventure mal préparée » ? https://www.jeuneafrique.com/1491787/politique/deploiement-de-policiers-kenyans-en-haiti-une-aventure-mal-preparee/
[5] idem
[6] Kenyan Police, a ForceWith a Bloody History, Confront Protesters at Home and Gangs in Haiti – The New York Times, June 25, 2024
[7] Haitians reactto expecte darrival of police force from Kenya – https://www.africanews.com/2024/06/25/haitians-react-to-expected-arrival-of-police-force-from-kenya/
[8] Kenya: William Ruto retire le projet de budget conteste – https://www.jeuneafrique.com/1581773/politique/kenya-william-ruto-retire-le-projet-de-budget-conteste/