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Y el vencedor es… Jamenei

Fuentes: Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Nada se dejará al azar, tampoco la insinuación de una ola de protesta verde.

En 2009, 475 candidatos se registraron para competir por la presidencia de Irán. Solo cuatro fueron aprobados por el Consejo de Guardianes, el todopoderoso comité clerical de selección. Este año, nada menos que 686 se registraron para las próximas elecciones del 14 de junio. Se aprobaron ocho.

Entre ellos no se encuentan dos realmente controvertidos: el expresidente Ali Akbar Hashemi Rafsanyani, también conocido como «El Tiburón» -esencialmente un conservador pragmático- y Esfandiar Rahim Mashaei, consejero y mano derecha del presidente saliente Mahmud Ahmadineyad, que han sido excluidos.

Los que competirán no son exactamente un grupo estelar: el exvicepresidente Mohammad Reza Aref; el exjefe de seguridad nacional Hassan Rowhani; el exministro de Telecomunicaciones Mohammad Gharazi; el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional Saeed Jalili; el alcalde de Teherán mayor Mohammad Bagher Qalibaf; el consejero de política exterior del Supremo Líder Ayatolá Jamenei Ali Akbar Velayati; el secretario del Consejo de Discernimiento de la Conveniencia Mohsen Rezaei y el presidente del Parlamento Gholam-Ali Haddad-Adel.

Pero se leen como un quién es quién de las máximas personas de confianza de la República Islámica, los denominados «principio-listas»

El Tiburón sin agua

Según el Ministerio del Interior, El Tiburón no participa por su avanzada edad (78 años). En realidad no es así. El Tiburón no participa porque es el principal candidato moderado y ya estaba catalizando el apoyo de la mayoría de los (excluidos) reformistas.

Mashaei está excluido porque representaría el continuismo del presidente actual apoyado por un buen número de ministros del gabinete de Ahmadineyad y se beneficiaría de una formidable maquinaria política populista que todavía seduce al campo y a los pobres urbanos de Irán. Profundizaría un impulso de Ahmadineyad a favor de un ejecutivo independiente. Puede que no sea definitivo, por ahora. Tanto Rafsanyani como Mashaei no pueden, en teoría, apelar. Pero el propio Supremo Líder podría prestarles ayuda. Sin embargo es poco probable.

Rafsanyani esperó hasta el último día, 11 de mayo, para registrarse como posible candidato. El expresidente Jatami -famoso por el «diálogo de civilizaciones»- no se registró y anunció su apoyo a Rafsanyani el día antes. Se pueden imaginar las campanas de alarma sonando en la residencia del Supremo Líder.

El Tiburón recientemente recibió la «reconfirmación» como presidente del poderoso Consejo de Discernimiento de la Conveniencia que supervisa el gobierno (Jamenei estuvo en este puesto mientras el Ayatolá Jomeini todavía vivía). Puede interpretarse como una especie de premio de consolación.

Ahmadineyad, por su parte, ha hablado de chantaje amenazando con destapar la olla sobre la corrupción de la familia del Supremo Líder. Es poco probable que se le haga algún favor.

Suponiendo que el Supremo Líder se mantenga inmóvil, él mismo y sus subordinados de la elite política conservadora corren un serio peligro, el de enajenar totalmente a dos facciones políticas muy significativas en la República Islámica. Para entonces, posiblemente el Consejo de los Guardianes habrá allanado el camino a una fácil victoria del excomandante de la Fuerza Aérea de la Guardia Revolucionaria y actual alcalde de Teherán, Qalibaf.

Qalibaf sería el máximo vehículo políticamente correcto para lo que he descrito desde 2009 como dictadura militar del mullahtariado, es decir el control de la vida institucional de Irán por el Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos y los clérigos conservadores bajo el verdadero responsable de la última decisión, el Supremo Líder Jamenei.

Este informe alude al aspecto no precisamente amable de Qalibaf. Eso, en sí, no es sorprendente. Infinitamente más crucial es la pregunta de si Jamenei y los ultraconservadores pueden permitirse permanecer refugiados en una torre de marfil mientras la situación económica interior se deteriora aún más y un vociferante eje árabe suní -ampliamente instigado por EE.UU. y apoyado por Israel- ladra ante las puertas de Irán.

Votad, o ya veréis…

En las próximas elecciones, el Supremo Líder necesita urgentemente cifras que refuercen la legitimidad del sistema. Por lo tanto las elecciones municipales y rurales tendrán lugar por primera vez el mismo día que la elección presidencial.

Durante cierto tiempo pareció que Rafsanyani podría catalizar a toda la oposición. Ahora el llamado a un boicot del reformista podría extenderse. Pero existe un inmenso problema. El voto en Irán es obligatorio, si alguien no vota, pondrá en peligro sus posibilidades de conseguir un puesto en el gobierno o en una organización semioficial. Eso significa despedirse de un precioso empleo seguro, con vivienda gratuita, sin pagar servicios públicos, con salarios y prestaciones decentes.

Todos tienen que portar una cédula nacional de identidad con los sellos correspondientes a cada elección. Por lo tanto muchos jóvenes urbanos educados van a las urnas, pero votan en blanco.

En el Irán rural, las cosas son mucho más fáciles para el gobierno. En diciembre de 2011 fializaron numerosos subsidios para artículos de la casa y la energía. Para compensar el aumento de la inflación, el gobierno comenzó a realizar pagos directos a numerosas familias iraníes asegurándose de esa manera su apoyo en muchas provincias rurales.

Para los ultraconservadores, nada basta para impedir una repetición de lo que ocurrió en 2009: la ola verde; la severa disputa por la victoria de Ahmadineyad sobre el reformista Mir Hossein Mousavi; la cólera en las calles; inmensas manifestaciones; una violenta represión.

Mousavi, su esposa (la artista Zahra Rahnavard), y el expresidente del parlamento Mehdi Karroubi -todos partidarios incondicionales del Movimiento Verde- han estado bajo arresto domiciliario desde las grandes manifestaciones callejeras de febrero de 2011. La represión no ha disminuido, al contrario (vea, por ejemplo, este informe en The Guardian. Y eso se ha extendido también al campo de Ahmadineyad; incluso algunos clérigos favorables a Ahmadineyad han sido encerrados o arrestados por los servicios de seguridad en algunas provincias y cinco sitios web que hacían campaña por Mahaie han sido clausurados.

Todas las redes virtuales privadas han sido cerradas en una miríada de cafés de Internet iraníes y la velocidad de Internet se ha reducido drásticamente.

Incluso si todo este «sistema de prevención» funciona; e incluso si el Supremo Líder se sale con la suya (y el candidato vencedor sea posiblemente Qalibaf), la perspectiva no es agradable. El elegido post Ahmadineyad heredará un panorama político «ultrafragmentado»; mucha gente culpará a la horrenda administración del gobierno así como a las sanciones internacionales de su suerte; y la misma hostilidad brutal mostrada por EE.UU., Israel y el eje suní. Aguantar en silenciosa desesperación parece el camino popular iraní.

Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su libro más reciente esObama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto: [email protected]

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Fuente: http://atimes.com/atimes/Middle_East/MID-02-220513.html 

rCR