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Ya te vale, Josu Jon (Imaz)

Fuentes: Ctxt

El mercado de la luz, un recurso esencial para la vida, se rige por una ley de la selva llena de trucos e indefensión. Si como a mí le toca en el bando de los ‘tontos’, puede pagar 400 euros más que una familia vecina con mayor consumo.

El consejero delegado de Repsol ganó 4,24 millones de euros el año pasado, un 15% más”. No ni ná. El consejero delegado de Repsol, que responde al nombre de Josu Jon Imaz, y que muchas y muchos recordarán como presidente del PNV y como consejero de Industria en el Gobierno vasco, es un hombre rico, que en 2021 fue más rico aún gracias a que su empresa logró el mayor beneficio en una década por la subida del precio del petróleo y a que él, que es un tipo con suerte, tiene una parte de sus suculentos emolumentos en retribución variable. Sí, sí, responderá Josu Jon, yo no me quejo, pero para fortuna la de Ignacio Sánchez-Galán, presidente ejecutivo de Iberdrola, que en 2021 se embolsó 13,20 millones, un 8,23% más que el año anterior. NO NI NÁ. 

Hoy voy a incumplir una máxima del periodismo –seguramente ya no es una máxima ni es nada– que dice que el autor de un texto no debería protagonizar la información. Lo de apartarse y dar la voz a otras y otros que no la tienen. Pero miren, esto me afecta a mí y supongo que también a muchos, así que me parece un servicio público como la copa de un pino centenario. Voy con ello. Dos facturas de la luz en Madrid. Una pertenece a un domicilio en el distrito de Chamberí. Otra, a uno en Chamartín. Unos cuatro kilómetros de distancia. El hogar A tiene facturación mensual y en julio paga 101,72 euros por 781 KWh consumidos, y en agosto 88,73 euros por 658 KWh. Total: 190,45 euros por 1.439 KWh. En el hogar B la facturación es bimensual y a principios de septiembre llega una factura que provoca un amago de desmayo en quien la recibe. Periodo de facturación: del 26 de junio al 25 de agosto. Consumo: 1.090 KWh. Importe: 592,56 euros. El hogar B consume 349 KWh menos y paga 402,11 euros más. El hogar A está en el mercado regulado. Recuerden a Galán, el señor millonario del párrafo anterior: “Solamente los tontos que siguen con la tarifa regulada del Gobierno pagan más luz”. El hogar B está en el mercado libre, y ya se habrán imaginado que es el mío. 

Aquella factura me heló el cuerpo. Por mí, claro, porque casi 600 euros por un servicio esencial para la vida es inasumible. Pero sobre todo porque si eso estaba pasando en muchos hogares y pequeñas empresas nos íbamos a morir de hambre antes de la cuenta. Que está a la vuelta de la esquina. Así que empecé a leer, preguntar e investigar. Y a analizar la factura. 

Lo primero que me llamó la atención era un nuevo concepto, que aparecía con el nombre “Coste Intervención gas RDL 10/2022”, y que incrementaba el importe en casi 160 euros. Al comparar el recibo con el anterior descubrí que ya estaba contemplado en la factura de mayo y junio, pero como eran 20 euros y el total no tan abusivo se me había escapado. La letra pequeña lo explicaba así: 

“Con la entrada en operación del mecanismo de ajuste regulado en el Real Decreto-ley 10/2022, que modifica el funcionamiento del mercado eléctrico, se establece un nuevo coste regulado temporal de aplicación desde el 15 de junio de 2022 y hasta el 31 de mayo de 2023. Este nuevo coste regulado se recogerá en tus facturas en un nuevo concepto denominado «Coste Intervención gas RDL 10/2022». Se trata de un importe variable asociado a los nuevos contratos, renovaciones y prórrogas posteriores al 26 de abril de 2022”.

Si dan a leer ese párrafo a una de mis vecinas, asidua de la Plaza de Colón, les dirá, sin dudarlo un segundo, que ese nuevo coste va directo a pagar el combustible del Falcon de Pedro Sánchez, que lo coge hasta para cortarse el pelo. Si leen este editorial de CTXT, entenderán que ese RDL es el que establece la llamada “excepción ibérica”, también conocida como “topado del gas”, y que sin ella las facturas se habrían multiplicado no por 3, sino por 5 o por 7, como está ocurriendo ya en Europa. No sé si es consuelo.

Bien, resuelta la primera incógnita, fruto más de mi desconocimiento que de otra cosa, fui a por la segunda: el coste por el topado del gas se aplicaba a los nuevos contratos, renovaciones y prórrogas posteriores al 26 de abril de 2022, y el mío es de 2019. En la primera llamada a Repsol descubrí que renuevan los contratos una vez al año –ellos, no sé si otras compañías de suministros lo harán– y que al mío le había tocado el 8 de junio. Supuestamente me lo habían comunicado por correo postal y como yo, que no recibí ningún aviso, no dije nada en contra, procedieron jubilosos a aplicarme sus nuevas condiciones. Y no solo comenzaron a cargarme el coste por la intervención del gas, también modificaron el precio del KWh. En la factura de la luz julio-agosto, la de los casi 600 euros, el KWh queda fijado en 0,330664 euros. En las anteriores era más difícil saberlo, porque en la línea en la que se muestra el consumo aparece KWh x “Proporcional” y para conocer ese proporcional hay que hacer una regla de tres y la cosa se complica algo. Creo que fue en la tercera conversación telefónica con Repsol cuando me enteré de que el precio que se me aplicaba antes de la modificación unilateral de mi contrato rozaba los 0,16 euros. Sí, lo que leen. De 0,16 a 0,33 euros por KWh . 

Entre la primera llamada a Repsol y el momento en el que escribo se han sucedido varias llamadas y varias reclamaciones. Agradezco a las dos mujeres que me han atendido en todas las ocasiones su interés y comprensión. Yo hubiese querido hablar con el señor Imaz, o con algunos de sus lugartenientes, no con dos trabajadoras que más de una vez tuvieron que callar ante la evidencia y que si tenían que elegir bando era el de los clientes. 

El asunto aún no está resuelto, al menos por mi parte, así que por el momento este es el estado de la cosa. Tras la primera reclamación, me llamaron para anunciarme que en mi caso, que era un caso especial, porque el contrato se renovó el 8 de junio y el coste del topado empezó a aplicarse el 15, iban a devolverme el importe cargado en la factura y me iban a “condonar” el de las facturas venideras. Condonar es un verbo fabuloso, porque no sé qué deuda me van a perdonar, si en todo caso la tiene Repsol conmigo. Tras la segunda reclamación, la compañía procedió a ofrecerme nuevas condiciones para mi contrato, que se aplicarían de forma retroactiva al primer día en el que empezó a correr la factura en curso: “Precio energía (sin impuestos), 0,1697 €/KWh”. La tercera reclamación está aún en marcha, y consiste en una petición de explicación formal, y en lo que se derive de esta, sobre por qué Repsol pasó a cobrarme 0,330664 euros por KWh en la renovación de mi contrato en junio. ¿Por qué no 0,255981 o 0,298877 o 0,198763, o 0,317623 o ya puestos 2 euros? ¿El 33 es el número de la suerte de Jon?

Las conclusiones de esto que se les ha narrado son todas trágicas y dolorosas. La primera, y fundamental, es que el mercado de la luz, un recurso esencial para la vida, se rige por una ley de la selva llena de desconocimiento, trucos, vericuetos, indefensión, incertidumbre…, en la que, según parece, hay listos y tontos, y en la que sin duda hay gente que gana mucho dinero. La segunda, derivada de esa primera, es que todo es tan arbitrario que, si te toca en el bando de los tontos, que es el mío, puedes pagar 400 euros más que una familia vecina que ha consumido más electricidad que tú. Si estás en ese bando, tus opciones de morirte de hambre antes son mayores. Ah, es la economía, estúpida. Y la tercera, que tampoco está mal, es que si tienes tiempo, ganas y algo de conocimiento –poco en mi caso– y reclamas, la factura, mi factura, se reduce sensiblemente como por arte de magia y además obtienes unas condiciones mucho más ventajosas. ¿Ha muerto Putin, ha acabado la guerra, ya no estamos en escasez energética? ¿Por qué yo puedo tener ahora un precio mucho más barato del KWh que hace una semana? ¿Por pesada, por listilla, por otro motivo? ¿Y las personas que no pueden reclamar? ¿Y nuestras personas mayores? 

Mientras la crisis energética nos sumerge en una emergencia humanitaria, hay personas, como el consejero delegado de Repsol y sus colegas, que están muy enfadadas con el Gobierno por el impuesto que grava los beneficios extraordinarios de las eléctricas. Ahora, supongo, estarán también muy irritados con Bruselas, que hace unos días presentó un plan con el mismo objetivo. Y ojo a las palabras de Ursula Von der Leyen: “Están acumulando ganancias caídas del cielo que nunca pensaron que obtendrían”, por lo que tienen que “compartirse y canalizarse a los que más lo necesitan”. Imaz no piensa lo mismo que la presidenta de la Comisión Europea, y alega que su negocio es cíclico y que “a veces se gana y a veces se pierde”. Mire, no. Esto sería así en un mundo ficticio donde todas fuéramos iguales y pudiésemos hacer una media. En la realidad, ustedes siempre ganan y nosotras siempre perdemos. 

Para despedirme, quiero darle un consejo al señor CEO de Repsol, porque aquí todo es siempre sin acritud. Josu Jon, no haga como yo, que estoy en modo ahorro, y encienda las luces cuando se levante de noche, usted que puede. Las puertas (giratorias) son muy traicioneras. Que se lo digan a mi hombro. No ni ná. 

* Soy periodista desde hace más de 25 años, fundadora de CTXT y directora adjunta de la revista. Y si he podido escribir este artículo es porque somos un medio libre, que se financia gracias a sus suscriptores. A los medios y periodistas decentes, aunque no sean libres, les pido que en esta etapa sean un servicio público. O al menos lo intenten. Si no estamos ahora, es posible que ya no seamos necesarios nunca.

Vanesa Jiménez, periodista desde hace casi 25 años, cinturón negro de Tan-Gue (arte marcial gaditano) y experta en bricolajes varios. Es directora adjunta de CTXT. Antes, en El Mundo, El País y lainformacion.com.

Fuente: https://ctxt.es/es/20220901/Firmas/40854/Vanesa-Jimenez-repsol-josu-jon-imaz-factura-luz-no-ni-na-excepcion-iberica-tontos.htm