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Yatrogenia política

Fuentes: Rebelión

Ante el interminable período electoral que puede durar hasta final de año, los contendientes candidatos a presidir tareas de dirigir la gestión política del país no paran de enredarse en declaraciones y echar órdagos mientras mantienen una huelga (para ellos siempre bien remunerada) teniendo la maquinaria institucional parada en lo ejecutivo y el motor legislativo gripado […]

Ante el interminable período electoral que puede durar hasta final de año, los contendientes candidatos a presidir tareas de dirigir la gestión política del país no paran de enredarse en declaraciones y echar órdagos mientras mantienen una huelga (para ellos siempre bien remunerada) teniendo la maquinaria institucional parada en lo ejecutivo y el motor legislativo gripado hasta el colapso político del país.

Lo cierto es que a pesar de los silencios de un monarca «interventor» y locuaz en asuntos de menor transcendencia socieconómica, la prensa también sigue poniendo sordina a ese «desangrado» continuado de las clases precarizadas ante el escandaloso incremento de la pobreza y regresión en la fiscalidad, de la brecha socieconómica y la falta de oferta de vivienda social. Ante semejante falta de justicia y civismo democrático, si no fuera porque la penosa realidad provocada por gobiernos con una mala práxis operativa se va enraizando a pesar de la salida de la crisis… no se les echaría de menos para nada.

En sectores populares y agentes sociales (no tanto los dos grandes sindicatos del país) se da un clamor creciente, una exigencia a favor de que depongan sus ambiciones políticas y de clase y el candidato a gobernar sitúe a la ciudadanía en el centro y muy por encima de sus intereses sectario-partidistas.

Especialmente interesante ha sido la declaración no institucional del colectivo de profesionales sin ánimo de lucro Economistas Frente a la Crisis titulada: «Impulsar el cambio. El momento es ahora».

La encabezan con un repaso socioeconómico de los últimos 10 años, que en síntesis viene a decir que, aquel «bienvenida crisis» con que saludamos algunos ingenuos celebrando la oportunidad para que se dieran cambios en las políticas socieconómicas y fiscales que impidieran que la siguiente crisis fuese mayor, pues efectivamente, sí se dieron… pero a peor. A peor justo en los dos pilares mas sensibles y sagrados para el devenir de la humanidad: la educación en los valores y la justicia social global y el uso de los bienes y cuidado del planeta.

Aunque con diferentes diagnósticos, para evidenciar el segundo parámetro no es necesario destacarlo en la prensa pues se perciben las consecuencias en la parte que nos toca sufrirlo. Pero del primero… ¡ay los medios! cuánto esfuerzo para que se note lo menos posible, desde suicidios por motivación psicosocial de pobreza creciente y progresiva desigualdad causada por la «yatrogenia» institucional, hasta la depresión y desánimo vital producidos en una clase media en extinción y cada vez mas decepcionada con unos gobernantes mediocres. Mediocridad y falta de cualificación humanizadora de su gestión les lleva a ser incapaces de evaluar a estos dos grupos sociales como sectores claves para generar riqueza social y económica del país a través del consumo interno y recaudación de IVA. Estas necesarias «hormiguitas» aseguran la continuidad constructiva del edificio nacional desde la base de una economía circular sostenible, y no las «termitas» que desde arriba lo devoran cayendo siempre sobre los de abajo los despojos de esa depredación oligarca-institucional.

«Más de diez años después de iniciada la crisis se constatan las consecuencias de las políticas adoptadas: la renta media real es hoy en España la misma que hace 10 años, pero mientras el 1% más rico ha aumentado su renta un 21%, el 40% más pobre ha perdido lo que los demás han ganado».

Es el fruto de esa vieja y eterna lucha de clases (feudalismo tecnocrático del siglo XXI) que hace posible que la siguiente crisis sea aún mayor, pues en cada una de ellas aparecen,si no nuevos actores responsables de las malas práxis políticas, sí nuevos factores reponsables del incremento del control y centralización de la información-manipulación, de producción de bienes y manufacturas innecesarias y superfluas para consumo-ocio, y depredación de bienes socioculturales para la paz y autosuficiencia humanas.

Nuevos factores para que al tiempo nos hundan en una crisis socieconómica aún mayor de las conocidas. Digitalización y robótica, dos nueva tecnologías, no en sucesión de la electrónica e informatica, ya que en su base constan, sí de aquella revolución industrial en los procesos de producción y cadenas de transporte y montaje a través de la automatización por control numérico de la segunda mitad del siglo XX y los confortables paraisos sociolaborales que auguraban y aseguraban… y nos han llevado a esta crisis como puente y antesala de la siguiente que llegaría para quedarse definitivamente por mucho maquillaje mediático y lenguaje belicoso-represivo que utilicen para ocultarlo.

Implementadas por la conectividad e inteligencia artificial, conforman las cuatro patas de la nueva mesa de operaciones para sacrificio de la segunda generación de trabajadores víctimas de la «taxidermia» laboral a costa del dinero público y mayores beneficios de una oligarquía empresarial que nunca devuelve ni por fiscalidad. A modo de síntesis o balance de resultado sociolaboral cada vez son mas quienes desde los márgenes del panfleto oficial aseguran que: «el huracán digital va pulverizando sectores enteros de la economía, dando como resultado un proceso de concentración de los beneficios y la destrucción y precarización de multitud de puestos de trabajo».

Políticas laborales o labores políticas para el cambio en el primer mundo. No mejoras, sino cambios en lo que ha venido a llamar el lehendakari Urkullu «cuarta revolución» que va a suponer un cambio de valores para ir definiendo lo que significará ser humano en un futuro tan diferente como cercano… con el único cambio real de un nuevo trasvase de dinero público a la cuenta de resultados y accionariado de grandes empresas privadas y la banca.

Miedo da este lenguaje «humanista» a modo de catecismo del cinismo, cuando lo único que se busca con ello es justificar ese desvío (no inversión) de dinero público a lo privado. El sacrificio socioeconómico por recortes salariales, de pensiones, servicios, prestaciones y libertades (ley mordaza) que aún suponen a la población, y de otra parte las riadas de dinero público a la banca y demás sectores empresariales (a fondo perdido), lo «justificaron» como ajustes y dotaciones imprescindibles para superar la crisis económica provocada por la burbuja inmobiliaria devenida de un colapso moral sistémico… hoy cronificado.

Tras la moción de censura socialista que derribó al anterior líder de recortes para unos y favores para ellos, al confrontar hoy el sacrificio durante el puente-crisis con la falta de «rentabilidad» en lo económico y humano para asalariados y pensionistas, vista la bonanza creciente, nos demuestran que quienes apuestan por el cambio siguen sosteniendo esta farsa «democrática».

En su declaración Economistas Frente a la Crisis coinciden en que para recomponer la cohesión y la justicia social la estrategia operativa el nuevo gobierno se debe basar en: mercado de trabajo, sistema fiscal, y regulación del mercado de la energía y de la vivienda.

Es entendible que desde el estudio objetivo y profesionalidad neutral del colectivo no hayan querido incidir en aspectos políticos que hoy dispersan la atención a favor del logro de esos objetivos socieconómicos. Así, a nadie se le esacapa que hoy en España la diferencia de mentalidad central y periférica, en la forma de entender el derecho a decidir, incluso a tan solo consultar, por parte de gobernantes embebidos de centralismo territorial promovido por el ultranacionalismo español, supone una rémora de civismo democrático y dificultad añadida para el logro de consensos que hagan posible el progreso.

Demoras legislativas y ejecutivas que provocan el retardo y mantenimiento de déficits de medios y logros para mejorar la calidad de vida de la mayoría de una ciudadanía indignada. Ciudadanía hastiada al verse obligada a continuos sacrificios de siempre los mismos por la inoperancia de unos gobernantes que por sus privilegios constitucionales por ellos mismos trazados, hoy a pesar de esta huelga de acomodo institucional siguen siendo remunerados por consenso y decreto constitucional por una autocracia llamada democracia pero no lo es.

En la declaración, destacan el problema habitacional por falta de oferta de vivienda de alquiler social. También en este tema el gobierno del lehendakari Urkullu nos pretende «catequizar» con fórmulas originales de fiscalidad amable a través del IRPF para quienes saquen sus viviendas vacías al mercado de alquiler social, sacudiéndose así la falta de inversión por parte de su gobierno. ¿Que le supone de incentivo la desgravación del IRPF a una persona que pone en alquiler habitacional su piso vacío, si en su declaración de la renta le cargan solo un 2% de IRPF por su baja pensión? Ninguno.

Por más que la prensa del día 15 a través de una literatura confusa nos haga ver lo contrario, hoy la vivienda vacía puesta en régimen de alquiler turistico (incluso a mitad de tiempo) es mucho mas rentable que la puesta en alquiler residencial para todo el año, pues para la declaración de la renta, en el primer caso los ingresos se suman a los rendimientos de trabajo y/o pensión (IRPF) y en el segundo caso a la base imponible del ahorro, pudiendo llegar a aplicarse a esta última un porcentaje de hasta 10 veces superior a la base imponible general de la primera.

Así, señor Urkullu, si de verdad quieren solucionar en parte el gran problema habitacional para jóvenes de la CAPV, incentiven a quienes teniendo un piso vacío lo ponga en el mercado de alquiler permanente y no en el mercado de alquiler para turistas. Pero háganlo reduciendo la fiscalidad del primer caso, pues hoy supone hasta un 20% de los ingresos percibidos por alquiler al conceptuarlos como ahorro, el equivalente de hasta dos meses de alquiler de todo el año que a precio medio de mercado pueden ser unos 2.000 euros al año para el GV por cada propietario que alquile.

Jugosos ingresos, que al Gobierno vasco le llevan a querer hacer malabares y tapar dos cabezas con una sola boina. Escenifican a través de su prensa querer solucionarlo, pero endosan a la ciudadanía limosneando a través del señuelo del IRPF, eludiendo responsabilidades ante una masa de votantes que crecen y crecen… y una prensa que miente y oculta.

Queda la única esperanza de que el sol «estornude» antes que tarde, caigan con todos los juguetes en la mano… y no puedan cerrar la «puerta» automática.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.