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Zapata y Luther King, extremos que se tocan en la determinación moral

Fuentes: Desinformémonos

Abril es el mes donde fueron traicionados y asesinados brutalmente dos grandes héroes de las luchas populares y sociales, profundamente arraigados a sus pueblos: Zapata y Martin Luther King.

El primero lidereando las luchas por la tierra y la libertad, los usos y costumbres del campesinado mestizo e indígena del sur de México; el segundo encabezando la lucha contra la segregación racial y por los derechos civiles y políticos (empezando por el derecho al voto) de la población afroestadounidense. Seguramente son dos de las figuras históricas y casi míticas de sus países, más impolutas y admiradas socialmente. Ambas de orígenes sociales y vidas completamente diferentes: rural y urbano, campesino y académico, pueblo de abajo y clase media, lucha armada y noviolenta…distanciados por medio siglo en sus luchas, pero con lo esencial en común: coherentes, radicales, anclados a sus bases populares e incorruptos hasta el final.

Emiliano Zapata, líder revolucionario mexicano (centro). Fecha probable de la foto: 1911)

Zapata fue asesinado en la hacienda de Chinameca situada en las tierras del oriente morelense donde nació y que dominaba, el 10 de abril de 1919, en una emboscada militar del ejército constitucionalista comandada por el coronel Jesús Guajardo, quien se había comprometido a pasarse al bando del caudillo del sur y entregarle armas. Luther King fue asesinado el 4 de abril de 1968 en Memphis mientras estaba en el balcón de su hotel y saludaba a la gente, por un francotirador que nunca acabó por identificarse plenamente, aunque sí hubo un condenado (James Ray) a prisión perpetua.

Dos héroes populares unidos por su convicción de la lucha social por la justicia

No cabe ninguna duda del gran arraigo popular de ambos líderes, de su gran convicción y determinación moral, de su valentía, de su incorruptibilidad hasta el último minuto de sus vidas. Pero, a la vez, también resulta interesante reflexionar acerca de las formas de lucha social que encabezaron: un levantamiento armado campesino-indígena en el sur dentro de la revolución mexicana (1910-19), y un levantamiento social noviolento en medio del macartismo y el peor segregacionismo racial en el profundo sur norteamericano (1955-68). Ambas estrategias y sus correspondientes tácticas de lucha social fueron conducidas con una gran fuerza, determinación, convicción y claridad, por estos líderes y sus comunidades, y aunque pudieran aparecer como dos movimientos sociales antitéticos en sus formas de lucha, es indudable que las causas que defendían pudieran fueron muy cercanas, legítimas y humanizantes. Sobreabundaban de fuerza moral y material ambas luchas.

Intentemos reflexionar un poco en profundidad puntos en común de estas luchas sociales ejemplares hasta hoy del norte de América. Lo primero es alejarse del “fetichismo” de las armas, y no pre-juzgar todo un proceso a partir de un “pensamiento periférico” donde sólo aparece el elemento final que es el ataque armado, mismo que, por supuesto, no hay que ignorar. Sería como analizar o pretender reflexionar el actual zapatismo de Chiapas por el uso de las armas y no por la revolución social que significan décadas de construcción de la Autonomía (Gandhi lo llamaba Autogobierno-Hind Swaraj) desde el “Buen Gobierno” en todas sus dimensiones. Lo que se está intentando realmente construir en un territorio y cantidad de población importantes, es un modelo de orden social que no siga todas las leyes y lógicas del capitalismo que despoja de todo a las personas, empezando por su dignidad humana. Esa es la base de su construcción de paz noviolenta.

Otro ejemplo actual de algo muy similar, serían las experiencias de guardias, rondas, policías comunitarias campesino-indígenas en toda América Latina (nasas del Cauca en Colombia, Perú, Ostula, Cherán, CRAC…), las cuales si bien pueden tener -o no- algunos instrumentos como armas, están construyendo en paralelo un orden social noviolento que busca re-educar y re-insertar comunitariamente a los victimarios en sus valores y trabajos, que busca construir relaciones sociales de solidaridad, de servicio comunitario, de vigilancia comunitaria amplia y reconstrucción del tejido social y familiar.

En esta reflexión, también resulta clave -como en toda lucha social- tomar en cuenta el proceso histórico-social-cultural, las experiencias previas, en que se desarrollan estas luchas, como países y territorios regionales y locales. Hemos sostenido en otros artículos, cómo no es lo mismo la violencia del que ataca de la del que se defiende, algo que parece muy simple pero que gran parte de nuestra especie deja de lado en sus opiniones y juicios frente a los levantamientos sociales, y homogeiniza todo bajo la categoría de “violencia”, donde siempre se legitima la del poder y el “orden”, y se estigmatiza la de la rebelión.

Este aspecto se complementa con otro central, acerca de que la especie humana todavía no sabe con la claridad y experiencia acumulada suficiente, cómo enfrentar determinados grados muy elevados y asimétricos de violencia explotadora e inhumana, sin contraponerle un grado lo más parecido posible de violencia equivalente para decir un “¡Ya basta!”, y detener así la mano asesina. ¿Qué opción de autodefensa histórica y cultural podía tener Zapata en medio de la mayor violencia de la revolución mexicana que perseguía el exterminio y despojo de las tierras de los pueblos rurales?

Dr. Martin Luther King, Jr., líder afroestadoudinense contra el racismo y la injusticia social.

La lucha noviolenta del movimiento afroestaodunidense, encabezado al inicio por Martin Luther King, es un ejemplo histórico muy importante y esperanzador que buscaría demostrar con hechos concretos, que vale la pena seguir experimentando formas sin violencia o con la menor violencia posible para detener altos grados de violencia opresora. Este movimiento social demostró, y sigue haciéndolo, lo que otro religioso norteamericano -el padre Donald Hessler- por décadas afirmaba en México: “la noviolencia es la más violencta de las violencias, pero no busca destruir al otro, sino su conversión y cambio hacia la justicia”.

En este sentido, resulta clave y un arte muy difícil de lograr, que el movimiento social que ejerce una violencia defensiva sea capaz de no aumentar la espiral de la violencia a través de venganzas, provocaciones y ataques similares o mayores, sino que detenga esa espiral y lleve la lucha social a niveles inferiores de violencia, confrontación, diálogos y finalmente acuerdos. El zapatismo actual y el Black Lives Matter son dos grandes ejemplos de construcción de justicia y paz desde la espiral de la noviolencia y no aumentando la espiral de la violencia.

De ahí que siempre hemos preferido escribir noviolencia como un solo término todo junto, y no separados “no” de “violencia” por un guión (no-violencia) o un espacio (no violencia). No se trata de oponerse en absoluto a la violencia para que exista la noviolencia, sino que va mucho más allá que esta “falsa contraposición”, y está ligada mucho antes a la construcción de justicia, dignidad y libertad. Por ello es que cuando se nos pregunta de quiénes hemos aprendido más de noviolencia en México, siempre hemos respondido con total sinceridad: de los zapatistas…un pueblo en armas…que intenta construir un orden social noviolento. La lucha social y la resistencia civil de cualquier tipo están inundadas de paradojas y no de absolutos, si no se entiende esto no se puede reflexionar ni actuar bien.

Por todo ello y para no caer en juicios apriorísticos y estigmatizantes que no ayudan a entender la realidad, lo primero que hay que tener como “observable social” en una reflexión profunda de la lucha zapatista histórica (y neo hoy día), así como en la lucha afroestadounidense, es que se trata ante todo de revoluciones sociales estructurales que buscan revertir un orden social profundamente deshumanizante, violento, excluyente y explotador de siglos. A su vez, como se trata de luchas sociales de masas, entonces se plantea de origen el desafío -problema- de la construcción de cuerpos capaces de enfrentar con disciplina y organización tal grado de inhumanidad y violencia, a partir de un proceso de toma de conciencia de reconocerse con poder y -sobre todo- decidir usar ese poder para revertir la inhumanidad que les atraviesa por generaciones. Así, en ambos procesos de lucha social resulta central la formación de esos cuadros -cuerpos- sea en las convicciones morales, materiales, históricas y culturales, que en las tácticas de la lucha.

Dr. Martin Luther King Jr. muestra el afiche de Poor People’s Campaign (Campaña por la gente pobre), 4 de marzo de 1968 (un mes antes de su asesinato).  Horace Cort / AP.

«Llegué a la cima de la montaña«

Resulta muy interesante -y hasta profético- conocer un poco del discurso que Martin Luther King pronunció el día antes de ser asesinado en un templo protestante de Memphis, en el corazón del sur y el segregacionismo norteamericano*. Retomaré textualmente (de su autobiografía titulada “Tengo un sueño” -I Have a Dream – 4 ideas centrales, por la actualidad del tema y por la belleza-esperanza de los pensamientos e imágenes:

  1. “Desde hace años los hombres hablan de guerra y paz; pero ya no pueden limitarse a hablarlo. En este mundo no es más cuestión de elegir entre violencia y no violencia; se trata de elegir entre no violencia y no existencia”.
  2. En Nueva York, mientras firmaba ejemplares de su primer libro, una mujer desequilibrada apuñaló a Luther King, y casi lo mató porque por milímetros no le tocó la aorta. Una niña blanca norteamericana le escribió una sencilla y conmovedora carta donde se despidió expresándole que “estoy muy contenta que no haya estornudado (hubiera muerto)”. Entonces King en su discurso del 3 de abril, retomó la frase de la niña diciendo con mucha esperanza y alegría por la lucha: “Si hubiera estornudado no hubiera estado en 1960 cuando los estudiantes empezaron a sentarse en las cafeterías para blancos… en 1961 cuando empezó por aquí la lucha por la libertad…en 1962 cuando los negros de Albany decidieron enderezar sus espaldas…en 1963 cuando la población de Birmingham logró despertar la conciencia de este país y obtener la ley de los Derechos Civiles…”.
  3. Frente a muchas amenazas en esos días de atentados contra él, dijo: “No sé qué sucederá en adelante; nos esperan días difíciles. Pero, de veras, para mí no tiene importancia, porque he estado en la cima de la montaña…Como a cualquiera, me gustaría vivir un tiempo largo: la longevidad tiene sus lados buenos. Pero ahora no me preocupo de esto…quiero sólo hacer la voluntad de dios, y él me permitió escalar la cima. Miré más allá y ví la tierra prometida. Tal vez no llegaré junto a ustedes. Pero esta noche quiero que sepan que nosotros, como pueblo, llegaremos a la tierra prometida. Y hoy soy feliz. No hay nada que me preocupe, no temo a ningún hombre. Mis ojos han visto la gloria de la llegada del Señor”.
  4. Y al final mencionó que cada tanto pensaba en su muerte y en su funeral: “Ese día me gustaría que se dijera: Martin Luther King junior buscó dedicar su vida a servir a los demás…buscó amar a alguien…buscó ser justo en la cuestión de la guerra…buscó realmente dar de comer a los hambrientos…buscó vestir a los desnudos…buscó visitar a los presos…buscó amar y servir a la humanidad…entonces mi vida no habrá sido en vano”.

PD: Quisiera recordar en este mismo mes de abril, a una mujer mixteca defensora de los derechos humanos y educadora popular ejemplar de sus pueblos oaxaqueños y poblanos. Bety Cariño el 8 de abril cumpliría 50 años, si no hubiera sido artera e impunemente asesinada junto al voluntario finlandés Jyri Jaakkola -quien incluso intentó cubrirla con su cuerpo- el 27 de abril de 2010, cuando la caravana humanitaria en que viajaban para llevar alimentos al sitiado municipio autónomo triqui de San Juan Copala (Oax), fue atacada por paramilitares de la región. Tuve el privilegio de la vida de conocerla personalmente, al igual que al equipo de Cactus y su familia, y la última vez en que nos vimos fue en el Cesder de Puebla -donde ella cursaba un posgrado- y discutimos larga y colectivamente acerca del uso de la noviolencia.

*Nota de Rebelión: I’ve Been to the Mountaintop («Llegué a la cima de la montaña») es el título del último discurso de Dr. Martin Luther King, Jr. Fue pronunciado en Memphis, Tennessee, el 3 de abril de 1968, donde se encontraba para dar su apoyo a la huelga llevada adelante por 1.300 trabajadores de limpieza y recolectores de residuos afroamericanos en reclamo por mejores salarios y condiciones laborales. Enlace: https://youtu.be/TmZvkHpX_Q4

Fuente: https://desinformemonos.org/zapata-y-luther-king-extremos-que-se-tocan-en-la-determinacion-moral/